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reacción al ver los
primeros escaneos: “Fue un momento surrealista. Esto es algo que ningún otro
instrumento puede lograr”. Y no exagera: el VTF puede analizar la temperatura,
la presión, la velocidad y hasta la estructura del campo magnético solar, todo
en capas, como si peláramos una cebolla de fuego.
Construir el VTF fue una hazaña de ingeniería internacional. Diseñado por el
Instituto de Física Solar en Alemania, el dispositivo fue enviado por barco
desde Europa hasta Hawái, cruzando dos océanos. Una vez en Maui, fue ensamblado
dentro del telescopio como si se tratara de un "barco en una botella", según
explicó Woeger. Actualmente, aunque el instrumento sigue en fase de pruebas, se
espera que esté completamente operativo en 2026. Para los científicos, este
momento marca un antes y un después: “El VTF es el corazón del Telescopio Solar
Inouye. Finalmente, ha comenzado a latir en su sitio definitivo”, afirmó el Dr.
Matthias Schubert, líder del proyecto.
El Telescopio Solar Inouye y su VTF forman parte de un esfuerzo científico
global por entender mejor al Sol. Misiones como el Solar Orbiter —una
colaboración entre la NASA y la Agencia Espacial Europea lanzada en 2020— o la
Sonda Solar Parker, que literalmente “toca” el Sol, buscan complementar estos
datos desde el espacio. Juntas, estas iniciativas nos acercan a una comprensión
más profunda de cómo funciona nuestra estrella y cómo podemos protegernos de sus
impredecibles estallidos.

Lo que antes parecía
ciencia ficción —predecir tormentas solares, anticipar sus efectos y quizá algún
día mitigar sus impactos— hoy empieza a parecer una posibilidad real. Y todo
gracias a una imagen: un simple vistazo al Sol, pero con una profundidad que
nunca habíamos alcanzado.
Esa imagen no solo muestra el Sol. Nos muestra también a nosotros: nuestra
curiosidad, nuestra capacidad para explorar y nuestra necesidad urgente de
entender el cosmos en el que vivimos. ¿Quién diría que mirar al Sol
directamente, después de todo, sí valdría la pena?
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Por
primera vez en la historia de la astronomía, la humanidad contempla
una imagen del Sol con un nivel de detalle tan alto que podría
redefinir la forma en que entendemos a nuestra estrella más cercana.
La imagen, capturada por el telescopio solar más grande del mundo,
no es solo una proeza tecnológica: es una ventana directa a las
fuerzas invisibles que dan forma al clima espacial y que, cada vez
más, impactan nuestra vida cotidiana.
La imagen fue obtenida por el Telescopio Solar Daniel K. Inouye,
ubicado en lo alto del volcán Haleakalā, en Maui (Hawái), y utiliza
su más reciente incorporación instrumental: el Filtro Ajustable
Visible (VTF, por sus siglas en inglés). Se trata de un dispositivo
que actúa como una especie de "microscopio solar", capaz de
ofrecernos una visión tridimensional de lo que ocurre en la
superficie del Sol, a una escala sin precedentes: 10 kilómetros por
píxel. Para ponerlo en perspectiva, es como observar desde la Tierra
detalles del tamaño de una pequeña ciudad en la superficie del Sol.

Lo más
impresionante de esta imagen no es únicamente su nitidez, sino lo
que revela. Cerca del centro de la imagen se observa un cúmulo de
manchas solares, algunas tan grandes como continentes enteros. Estas
regiones oscuras no son simples imperfecciones, sino manifestaciones
de una intensa actividad magnética que puede desencadenar violentas
erupciones solares y eyecciones de masa coronal. Estos fenómenos, a
su vez, pueden tener consecuencias devastadoras en nuestro planeta:
desde apagones eléctricos hasta interrupciones en las comunicaciones
satelitales y los sistemas GPS.
Friedrich Woeger, científico de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF)
de Estados Unidos y parte del equipo del telescopio, destacó la
relevancia de esta imagen: “Es una herramienta crucial para entender
el clima espacial. Si recordamos el Evento Carrington de 1859, una
tormenta solar tan potente que provocó incendios en estaciones de
telégrafo, comprendemos por qué necesitamos saber más sobre cómo
funciona el Sol”.
El
momento para captar esta imagen no pudo ser mejor. Según la NASA, la
NOAA y el Panel Internacional de Predicción del Ciclo Solar, el Sol
se encuentra en su punto de máxima actividad magnética dentro de su
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ciclo de 11 años.
Este "máximo solar", que puede durar varios meses, se caracteriza por una mayor
cantidad de manchas solares y por la inversión de los polos magnéticos de la
estrella. En otras palabras, el Sol está en plena ebullición, y eso lo convierte
en un laboratorio natural ideal para el VTF.
Pero ¿qué es lo que realmente estamos viendo cuando observamos esta imagen del
Sol? La superficie solar no es un campo plano e inmutable, sino más bien un
hervidero de actividad. Según el físico solar Mark Miesch, del Instituto
Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de
Colorado, es como una olla de sopa que hierve constantemente. Desde el núcleo
del Sol, el calor asciende mediante movimientos convectivos, formando patrones
caóticos en la superficie. Las manchas solares, a pesar de verse oscuras, están
lejos de ser frías: solo lo parecen porque son más frías que su entorno, pero
siguen siendo más calientes que cualquier horno creado por el ser humano.
Lo que hace posible observar estas diferencias es precisamente el VTF. Este
dispositivo no capta imágenes comunes, como lo haría una cámara convencional. En
cambio, filtra la luz solar longitud de onda por longitud de onda, como si se
tratara de un sintonizador de radio que explora frecuencias específicas. Gracias
a un sistema óptico llamado etalón —dos placas de vidrio separadas por apenas
unas micras—, el VTF puede interferir con las ondas de luz de forma precisa,
permitiendo que solo ciertas longitudes pasen. De este modo, en apenas unos
segundos, el instrumento captura cientos de imágenes que, al combinarse, generan
una representación tridimensional de la atmósfera solar.
Stacey Sueoka,
ingeniera óptica del Observatorio Solar Nacional, describió su
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