Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.487-1067

Fecha: Martes 13-05-2025

 

EDITORIAL

 

La verdad como rehén

 

Vivimos tiempos en los que la verdad ha sido arrinconada, despojada de su valor esencial y puesta al servicio de intereses que la manipulan a su antojo. La idea de una verdad única y transparente parece cada vez más lejana, casi ingenua. En su lugar, han surgido múltiples “verdades” que se presentan como absolutas, pero que en el fondo no son más que construcciones hechas para acomodar discursos, justificar acciones o ejercer control.

La verdad, en su estado más puro, debería ser un reflejo amplio y plural de la realidad. No obstante, se ha convertido en rehén de quienes pretenden imponer una sola mirada sobre el mundo, una versión reducida y conveniente, que excluye las voces disidentes, los matices y las complejidades. Lo paradójico es que, al reconocer su componente humano y cambiante, la verdad no debería perder valor, sino ganar profundidad. Pero esa misma humanidad ha sido utilizada para disfrazarla, moldearla y convertirla en una herramienta de persuasión más que en una búsqueda genuina.

 

Nos hemos habituado a aceptar discursos que se autoproclaman como “la verdad” sin cuestionarlos, sin preguntarnos desde dónde se están construyendo ni a quién benefician. Se ha perdido el hábito de contrastar, de incomodarse, de dudar. Y es precisamente esa renuncia al pensamiento crítico la que ha permitido que ciertas “verdades” se impongan como dogmas, acallando la diversidad de perspectivas que debería nutrir el debate público.

 

En este contexto, conceptos como justicia, moral, belleza o bienestar han sido arrastrados hacia definiciones uniformes, donde lo complejo es reducido a lo conveniente. Esto no solo distorsiona la percepción individual, sino que también condiciona nuestras decisiones colectivas, nuestras elecciones, nuestras formas de entender el país que habitamos. Es entonces legítimo y urgente preguntarse: ¿qué verdad estamos siguiendo? ¿Quién la escribió? ¿A quién excluye?

Si queremos hablar de verdad como fundamento de lo común, debemos empezar por liberarla de sus jaulas ideológicas, de sus manipuladores y de los intereses que la usan como arma. La verdad, para ser tal, debe ser plural, abierta al diálogo, inquieta. No puede ser propiedad de nadie, ni servidora de ninguna causa que no sea la de la comprensión compartida.

Redescubrirla exige valentía, exige aceptar contradicciones, convivir con la duda y buscar respuestas en la diversidad. Solo así la verdad podrá recuperar su lugar: no como un dogma, sino como un proceso vivo y profundamente humano.

 

 

 

¿Qué es una constitución en el siglo XXI?

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Por estos días en Colombia se viene hablando sobre una nueva constitución. La que existe no es una constitución sino un tratado de derecho para que los letrados y abogados tengan en qué entretenerse.

Estamos en el siglo XXI donde los avances tecnológicos y epistemológicos del pasado nos sirven de guía para superar lo que ya se hizo empíricamente. Hoy hay una exigencia mayor para accionar el manejo del diario vivir de la sociedad.

Hablar de una constitución en tiempo presente es ubicarnos a miles de años de lo que pasó en la historia de la humanidad. Hemos avanzado de una etapa cavernaria a una sociedad autónoma e independiente donde nuestras obligaciones son más sociales que individuales a pesar que prima nuestro libre albedrío y libertad de convivencia humana.

Hemos evolucionado a tal dimensión que los griegos y latinos son sociedades primitivas con relación a nuestro presente. Por eso una constitución no puede ser ya un tratado de derecho sino un derrotero de ruta para la convivencia entre amigos y enemigos. Porque eso en realidad es una sociedad y esa competencia es la que hace que se establezcan las naciones y cada una viva bajo sus propios estandartes.

Una constitución debe ser como un sistema operativo. Este entrelaza la parte física con la parte intelectual para que todo el aparataje funcione como una unidad sin conflictos entre sí. Ella debe ser la plataforma donde se puede colocar toda la parte legislativa, administrativa y funcional de un país para que se gobierne sin tener que hacer cambios constitucionales cuando la parte legislativa o administrativa cambie por razones de evolución o tendencias ideológicas.

La sociedad no lee las constituciones actuales porque no hacen sentido para ellos porque son tratados de derecho donde en ella está fundida lo constitucional y legislativos y esto es más de derecho que la base de una convivencia entre seres humanos.

Los constitucionalistas tienen su concepto de cómo debe ser una constitución a la vieja usanza y por esta razón las constituciones son funcionales hasta que haya cambios en la parte legislativa y tienen que convocar para hacer una nueva con las mismas bases de la anterior, o en casos amañada a quienes sus intereses personales priman sobre los de la sociedad.

He escrito una constitución, https://yovotoenblanco.com/constitucion.htm, que llena estos requisitos y consta de 20 artículos y que pueden usar libremente para que una nación pueda moverse libremente y
alcanzar sus propias proyecciones. Este

 

 

 

puede ser un modelo de constitución que puede sentar bases para una constitución donde no esté incorporada la parte legislativa y administrativa.

 

CON LOS CALZONES ABAJO
Crónica #1122

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Audio: https://www.spreaker.com/episode/con-lo-calzones-abajo-cronica-1122-de-gardeazabal--66052821

 

En el ya remoto pasado resultaba insolucionable subirse los calzones cuando alguien era pillado cagando o haciendo el amor. Las dos cosas era necesario terminarlas para poder subírselos.

 

De allí viene la tradición de mostrar la inhabilidad sorpresiva y aun la falta de previsión con la manida frase de “lo cogieron con los calzones abajo”. Eso es lo que nos está pasando ahora cuando Trump ha volteado el escaparate de la economía mundial, y quizás de la misma vida norteamericana.

Y es que las remesas que envían los colombianos inmigrantes en ese país pueden dejar de crecer o resultar sancionadas por la mentalidad alcabalera del presidente gringo de cobrarles un impuesto de envío.

Ya lo amenazó en alguna de sus inconexas declaraciones desde el salón Oval. Como las cifras son abrumadoras y sobrepasan los mil millones de dólares mensuales. Como los colombianos de afuera se nos volvieron importantes para la economía.

Pero muy especialmente porque los gobernantes con mentalidad santafereña que hemos tenido han preferido crear ministerios para la igualdad y no uno para la diáspora, ni tan siquiera una oficina para atender a los millones de colombianos que se fueron pero sigue mandando mes a mes su contribución a la economía.

Por todo ello, ahora que la renta de tantísimos hogares peligra, ni a los contratistas que fungen de congresistas ni a los robagallinas que rodean a Petro, se les ha oído musitar y mucho menos tomar medidas para asimilar las nuevas realidades.

Quienes reciben divisas por el café o el petróleo se organizan y estudian su producción y comercialización. Los productores y exportadores del oro clandestino y la cocaína maldita pero tan bien pagada, no lo hacen todavía, pero existen las cifras e indicadores anuales de los gringos y de la ONU.

Sobre la diáspora y su renta, solo sabemos sus cifras consignadas, pero pocos lo han investigado y ahora que se nos viene el problema encima, nos volvieron a coger con los calzones abajo.

El Porce, mayo 13 del 2025

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
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Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

Nadeem Khan

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Colaboradores

Jotamario Arbeláez
Gustavo Álvarez Gardeazábal

Rubén Darío Varela Hurtado

 

 
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