EDITORIAL
Entender irracional
La
realidad supera la ficción porque no existe un medio de comunicación visual o
escrito, que sin recurrir a la fantasía o a los efectos especiales haga entender
a las personas los sentimientos y los pensamientos con los cuales las plantas y
los animales se comunican para adaptarse a la violencia con la que actúan las
multitudes inhumanas en la apropiación y transformación del entorno del paisaje
de los espacios biogeográficos.
La mirada con la que los animales domésticos observan a sus dueños, porque así
de manera gestual y verbal se les hace sentir y pensar, ya que desde que nacen
hasta que mueren son conscientes que sus amos son los dueños de su vida y muerte,
quizás porque los alimentan y les brindan un techo, jaula o pradera mediante lo
cual pueden estar protegidos bajo la tutela de esos otros animales que caminan
en dos patas, hablan y con sus manos tienen la capacidad de ser seres amorosos y
crueles.
La humanidad es una especie doméstica, familiar, casera, hogareña que convive
con animales que se crían en su compañía. En general a todos los animales se les
ve como objetos para la alimentación o disfrute, incluso a los perros y gatos
que son considerados bajo el estatus de animales de compañía por que se les
permite estar dentro de la casa sin que defequen y orinen los pisos y muebles
que ocupan las habitaciones destinadas a sus respectivas funciones.
Sin lugar a duda las especies menores, porque así las denominan veterinarios y
zootecnistas, entre las que se encuentran perros y gatos habitantes de los
espacios urbanos, han alcanzado un nivel de favorabilidad y de protección
inimaginable para las mismas especies que habitan en las áreas rurales. Las
ciudades tienen al servicio de sus animales domésticos, clínicas, ambulancias,
alimentos gourmet, recreación, gimnasios y un procedimiento de esterilización
oportuno que los convierte como a un miembro más de la familia a quien no se le
permite ingresar a la casa a otro miembro de su especie.
En el área rural la mayoría de las personas tienen, además de muchos hijos que
contribuyan con las faenas del trabajo campesino, muchos perros, la mayoría de
ellos enteros, es decir fértiles. Algunos permanecen amarrados las 24 horas del
día y regularmente alimentados. Estos seres del campo son tratados sin mucho
aprecio, como si no ganaran con el sudor de su presencia el pan de cada día.
Entonces, cuando un hembra de las que están sueltas entra en celo y los perros
sueltos la olfatean, se forma un bochinche fiero, en el que las hembras son
acosadas y los machos heridos a dentelladas por las riñas que se suscitan entre
ellos.
Pero además de eso los perros generan una violencia descomunal de tal manera que
terminan convirtiéndose en una amenaza para los otros animales domésticos que se
les atraviese en los momentos de la excitante orgia, incluso para el perro que
logre el abotonamiento, lo que se conoce como el estar pegado a la perra, ya que
son atacados a mordiscos por sus competidores causándoles severas heridas.
Cuando la fiesta termina y los machos regresan a casa, regresan como si vinieran
de la guerra- Los campesinos tienen que entender que hay que esterilizar a las
hembras y a los machos de los perros y gatos del campo, para que puedan tener
una vida digna. Y sobre todo, deben saber proteger de la jauría a las hembras en
celo.
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De la equidad a la autonomía una línea a seguir

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Por naturaleza genética no todos somos iguales, cada uno de nosotros
hacemos parte de una información que se puede leer como igual, pero
difiere en su esencia. Simplemente somos seres humanos que estamos
aquí una temporada circunstancial.
En esta cadena evolutiva en que vivimos hay unos que gobiernan a la
gran multitud y ellos tienen el privilegio de diseñar la ruta a
seguir. Solo ellos entienden su propio lenguaje porque el resto vive
de lo que el establecimiento les da para que subsistan. Esta es una
de las razones por lo que ellos están en posesión de lo existente.
La equidad está ahí como parte de ese balance que los sostiene y la
sociedad la acepta porque no conoce y no puede dirimir lo que
realmente está pasando a su alrededor. Lo más complicado en este
devenir de las cosas es que todos vivimos unidos sin preguntarnos
que nos diferencia los unos de los otros. Creemos que somos iguales,
y es verdad en cuanto a seres humanos, pero en esencia cada uno de
nosotros está ubicado en esa cadena evolutiva como un eslabón que
hace presencia en la vida cotidiana de la sociedad.
Por eso explotan a la gran multitud porque ella no se interroga
sobre su condición frente a quienes manejan el establecimiento. Se
aceptan las órdenes, leyes y mandatos como si fueran emanados de
mano divina, pero simplemente son dictadas por leguleyos que
presumen de hacedores porque se les ha dado el poder al ser elegidos
en unas elecciones democráticas o han tomado por asalto el poder.
La autonomía es el poder que cada ciudadano tiene sobre sí y su
entorno y lo hace actuar libre e independiente frente a los mandatos
de quienes ostentan y ordenan al individuo a actuar bajo su mandato
reprimiendo el derecho de la autonomía.
Por esta razón las guerras existen porque detrás del poder hay un
psicópata que presume ser el guía o el abanderado de un pensamiento
sublime y arrastra una multitud que no sabe de su autonomía porque
ellos están en condiciones inferiores mentalmente a quienes comandan
la acción a seguir.
Tener autoridad no
significa ser el más hábil o mayor capacitado, es tener la habilidad
de convencer a los seres humanos que carecen de autonomía o están en
niveles más bajos en la cadena evolutiva y
que actúan como mascotas de aquellos |
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que poseen la habilidad de la
manipulación. Por eso el mundo funciona como tal y pueblos enteros son
gobernados por personajes que se sienten investidos por poderes que solo ellos
creen que todos tienen y que los receptores lo ven como una verdad.
En estos tiempos la democracia es la palanca que mueve las bases de la anti-autonomía
para que aflore el poder de los elegidos y subyugue a los pueblos que los
han elegido. Así apoderarse del establecimiento mientras los que son
autónomos huyen por temor a ser.
LAS DAMAS DE LA
CARIDAD
Crónica #1123

Por: Gustavo Álvarez
Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/episode/las-damas-de-la-caridad-cronica-1123-de-gardeazabal--66070236
El 13 de mayo de 1955 Tuluá
era un hervidero de angustias y necesidades. Cinco años de continua violencia.
Miles de desplazados arrumados en las ruinas del Hotel de Turismo que nunca
construyeron, en la Cueva del Humo o a la orilla de la carrilera, congestionaban
hasta el desespero a una ciudad sin fuentes de trabajo distintas a la
agricultura y sin más remedio que volver temporal la estadía de los desterrados.
Mi madre, forjada en un catolicismo a ultranza, creía en la caridad cristiana y
como tenía un marido que le apoyaba su generosidad, asumió primero sola, luego
con un grupo de amigas, la labor de recoger entre los comerciantes alimentos que
pudieran repartirse a los frágiles refugiados.
Me veo muy niño ayudándole a bajar de la camioneta de mi padre los diminutos
canastos que recibían rostros agradecidos, pero atiborrados de ansiedad.
Hoy, hace exactamente 70 años, ella resolvió fundar la Asociación Damas de la
Caridad y desde allí ponerle método y administración a esos gestos caritativos.
Hice entonces el final de mi infancia y el comienzo de mi adolescencia viendo a
mi madre y a sus amigas llenar cada martes los canastos de mercados, que después
salían a repartir por los campamentos, los cambuches o las casas de inquilinato
donde pobres y necesitados, ancianos y niños trataban de subsistir.
Lo siguió haciendo durante casi 50 años hasta cuando las brumas del Alzheimer la
hicieron a un lado. Más titánica empero ha sido el trabajo de quienes asumieron
la conducción, sostenimiento y conservación de Las Damas hasta hoy.
Han sido otras circunstancias porque el concepto de caridad cristiana se
traspapeló. En silencio, como me enseñó mi madre, he seguido aportándoles a
ellas mi granito de arena con el mismo afecto que visito cada semana su tumba en
Los Olivos.
Hoy, al cumplirse 70 años de Las Damas de la Caridad de mi pueblo, rememoro
aquellos días y repito el gesto maternal que le llenaba de lágrimas sus ojos
ante los rostros agradecidos.
El Porce, mayo 14 del 2025
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