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En busca de los últimos ajolotes en vida silvestre
Con métodos innovadores como el análisis de ADN ambiental y técnicas
tradicionales de pesca, los investigadores buscan respuestas sobre la población
actual de ajolotes en su hábitat. Las cifras son alarmantes: en 1998 había 6,000
por km², en 2004 solo 1,000, en 2008 la cantidad se desplomó a 100 y, en el
último censo de 2014, apenas se registraron 36. Ahora, en 2025, más de una
década después, un nuevo censo intenta revelar su situación. Todo apunta a que
la cuenta regresiva hacia la extinción continúa.

En la planta, primero se remueven sólidos y sedimentos. Luego, se utilizan
lagunas con aireación superficial, donde se inyecta aire al agua para estimular
el crecimiento de bacterias aerobias. Estas descomponen la materia orgánica en
presencia de oxígeno. Después, el agua pasa a las lagunas facultativas, donde
bacterias aerobias como anaerobias se complementan; las segundas degradan la
materia orgánica que las primeras no pudieron. Al final, el agua llega a las
lagunas de maduración, donde los sólidos restantes se sedimentan.
“En un inicio, la planta no tuvo un desempeño ideal”, cuenta Edith Santiago, la
subdirectora del programa del Delta del Río Colorado en Mexicali, del Sonoran
Institute, mientras el viento cortante le arrebata lentes y gorra. Entonces,
algunas organizaciones propusieron a la dependencia encargada de la
administración de agua usar el terreno aledaño, que décadas atrás albergó un
lago, para crear un humedal artificial que diera una limpieza adicional al agua.
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En el árido Mexicali, donde el pálido desierto domina el paisaje, el
humedal artificial Las Arenitas se siente como un espejismo, pero es
real y es un oasis para aves endémicas y migratorias que cruzan por
el delta del río Colorado. Aquí, el agua usada en la ciudad tiene
una segunda vida. La mitad va al río Hardy, en un intento por
revivir ecosistemas que se creían irrecuperables.
La ciudad de Mexicali depende del río Colorado y de sus reservas
subterráneas, pero a un ritmo insostenible. La recarga anual del
acuífero del valle de Mexicali es de 520.5 hectómetros cúbicos (hm3)
y las concesiones son de 783.12 hm3. Se extrae más agua de la que
entra. Mientras tanto, el río, exprimido hasta el agotamiento, se
acerca a un colapso que el cambio climático acelera.
La Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali (CESPM) tiene
una concesión anual para la ciudad de 100.83 hm3, el 8.3% (8.39
hm3/año) viene del río y el 91.7% (92.44 hm3/año) de los acuíferos
del valle de Mexicali, de San Luis Río Colorado y San Felipe. Si la
historia del agua terminara en las tuberías, no habría más que
decir.
Pero la realidad es otra, la falta de saneamiento de aguas es un
problema global pendiente. Aunque los datos son limitados, debido a
que no todos los países informan sobre sus flujos de aguas
residuales, alrededor del 32% de estos flujos recibieron algún tipo
de tratamiento, y un porcentaje aún menor es reutilizado.
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Una planta para cuidar del
río Nuevo

Río Nuevo es un antiguo ecosistema ripario que quedó dentro de Mexicali, cruza
de México a Estados Unidos, desembocando en Salton Sea, California.
Históricamente, recibió las aguas residuales de Mexicali. Cuando ambos países
tomaron conciencia del problema en la década de los noventa, comenzaron a
colaborar en infraestructuras para detener el daño. En 2007, al sur de la ciudad
mexicana, inició operaciones la planta de tratamiento Las Arenitas.
Mexicali genera más de 80.47 millones de metros cúbicos de aguas negras al año.
De ese total, el 90% se recolecta y el 46% de eso llega a Las Arenitas. El 85%
de estas aguas negras proviene de los hogares. Desde el año 2013, la planta ha
superado su capacidad instalada, de 840 litros por segundo, alcanzando en
algunos meses los 1,044 litros por segundo. La ampliación de la planta, aunque
urgente, lleva más de cinco años sobre la mesa.
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