EDITORIAL
Una ciudad sitiada
La noche cae y con ella, el miedo. En algunas
ciudades, la oscuridad invita al descanso. En otras, como en la
nuestra, activa una lógica siniestra que ha convertido las calles en
trincheras. Las balas suenan más que las palabras, y el eco de la
violencia se impone sobre cualquier intento de convivencia. Lo que
debería ser una excepción se ha vuelto paisaje: múltiples balaceras
en una misma noche ya no sorprenden, solo confirman una realidad que
preferimos evadir.
La ciudad, que alguna vez se pensó pujante y en crecimiento, ahora
carga con cifras que hielan la sangre. Cada víctima es un nombre que
se borra rápido en la inercia de lo cotidiano. El problema no es
solo la frecuencia de los ataques, sino la normalización con la que
los absorbemos. Como si la muerte selectiva, en calles concurridas y
a plena vista, fuera parte inevitable del panorama urbano.
No hay un solo culpable ni una sola causa. La
violencia es compleja, multicausal, pero lo que sí es evidente es el
vacío. Un vacío institucional, un vacío social, un vacío en la
respuesta. Las armas están donde no deberían. La impunidad se pasea
tranquila. Y quienes cometen estos actos saben que la noche los
cubre, que la falta de consecuencias los respalda.
La comunidad, por su parte, se debate entre la
resignación y la rabia. Ya ni siquiera se exige justicia, solo que
paren los disparos. Se vive con miedo a quedar en la línea del fuego
cruzado, a que una bala sin destino definido marque el final del
día. ¿Qué futuro puede tener una ciudad que se dispara a sí misma
noche tras noche?
No basta con capturar culpables ocasionales, si los mismos patrones
de violencia se repiten como si nada cambiara. No basta con
reacciones rápidas si el tejido social se deshilacha a la vista de
todos. Mientras no haya estrategias reales de prevención, inversión
social sostenida y una justicia que funcione más allá del papel,
solo seguiremos contando muertos.
Esta ciudad, con todo su potencial, está siendo devorada por la
sombra de su propia indiferencia. Cada noche violenta no solo mata a
una persona; mata la esperanza, entierra la confianza y deteriora la
idea misma de comunidad.
Ya no podemos seguir callando. Porque cuando la violencia se instala
como huésped permanente, es la sociedad entera la que está en riesgo
de desaparecer.
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El poder
lo ejerce la sociedad unida y no un líder

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Por siglos el poder siempre lo han ejercido los
líderes porque son los que comandan la manada. Esto es muy difícil
de superar porque existe un concepto de ese poder arraigado en el
pensamiento de los seres humanos. Según ellos, los líderes son los
que mueven los gobiernos y se comunican entre sí para determinar el
orden del mundo actual.
Va a ser muy difícil que de la noche a la mañana cambie esa
naturaleza del individuo sobre una realidad que existe de sus
entrañas. Ellos van a estar ahí paulatinamente hasta que los cambios
genéticos y el intelecto los desalojen de la naturaleza del
individuo. Pero a medida que avanza ese cambio tenemos que estar
conscientes de que como individuos en evolución tenemos que actuar
frente al panorama presente con habilidad para no dejar que esos
líderes nos hagan daños por ser serviles a sus causas.
Nuestro libre albedrío nos permite actuar y agruparnos como una
sociedad determinante dentro de la misma sociedad para que se dé el
equilibrio que se necesita para poder vivir equitativamente, libre,
independiente y autónoma de ese liderazgo que ciertos individuos
ejercen sobre parte de la manada humana.
Los conflictos presentados en la sociedad se dan porque ciertos
líderes quieren apoderarse de los bienes de otros y en ese
apoderamiento influyen en esa parte social la cual está subyuga y
sigue el pensamiento del personaje sin dilucidar el daño que va a
hacer al enemigo y a la población que lo sigue y no.
En la actualidad en la sociedad debe haber un equilibrio que no
permitir que una parte inconsciente sea llevada a apoyar decisiones
que van a destruir lo bueno que ya se ha construido.
Hemos logrado avanzar intelectualmente a unos estados privilegiados
donde el conocimiento del porqué de las cosas lo tenemos presente y
el desarrollo tecnológico nos ha puesto a comunicarnos en todos los
quehaceres del día alejados del oscurantismo en que vivieron
nuestros ancestros.
Si dejamos que otros tomen decisiones por nosotros y nos obliguen a
tributar para que ellos vivan en óptimas condiciones, seguiremos
como esclavos rechazando las llaves que abren las puertas de nuestra
autonomía y libertad.
Podemos equilibrar nuestra vida frente a ese poder existente
exigiendo que exista un manejo de la cosa pública como si fuera la
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empresa pública de los ciudadanos que tributan y reciben las
regalías para el bienestar social de todos los contribuyentes.
ALEMANIA VUELVE A ARMARSE
Crónica #1131

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://youtu.be/qj9cY2mmO0E
La humanidad no parece aprender de ninguna de sus guerras, ni siquiera ahora que
la modernidad ha reemplazado con drones y misiles los aviones y los tanques de
guerra.
Cuando hace 80 años terminó la guerra mundial, los aliados vencedores le
pusieron tanto a Alemania como al Japón, la prohibición de que tuviesen
ejércitos nuevamente y que se rearmaran. Era lo menos después de que uno y otro
país causaron oprobios a la humanidad mientras caían derrotados.
Poco a poco y volviendo menos rígidas las prohibiciones armamentísticas,
Alemania se fue convirtiendo con el paso de los años como el más grande y más
adelantado fabricante de armas, para cualquier otro país, menos para ellos.
El Japón no creció su poderío de fabricantes de armas pero ha adelantado
mucho más que los países aliados en el desarrollo de sus programas cibernéticos
y el manejo por IA de los armamentos modernos.
Hace unos días, sin embargo, y en ocasión de la llegada de la bestia del
averno a la Casa Blanca, Europa se dio cuenta que si no se armaba, los Estados
Unidos no la apoyarían ni en la guerra que tras bambalinas sostienen con Rusia
por Ucrania, ni mucho menos en caso de un conflicto como el vivido hace 80 años.
Olvidándose de que Alemania armada hasta los dientes libró y perdió la
primera guerra mundial en 1914 y volvió a perder la segunda en 1945, los
europeos, con la venia del presidente gringo le abrieron la puerta a Alemania
para que conformen, otra vez, un ejército poderoso.
Según su nuevo primer ministro, será el cuerpo armado más y mejor dotado
del mundo pues no en vano son alemanes los fabricantes de las armas modernas y
prodigiosas.
Todos se olvidaron de que por no prohibir el rearme alemán y tratar de
cobrarle con multas su derrota en 1918 surgió Hitler y nos llevó a la segunda
guerra. Y mucho más, que nadie parece recordar que vivimos 80 años en paz porque
no dejamos que durante ese tiempo se rearmaran los alemanes.
El Porce, mayo 24 del 2025
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