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Universidad Queen
Mary de Londres, calificó el hallazgo como “emocionante” y destacó la
importancia de contar con una vaina completa para entender la morfología y
función de estas estructuras. Según Steve Brusatte, profesor de Paleontología en
la Universidad de Edimburgo, la forma de las garras de Duonychus recuerda a
pinzas gigantes, similares a las utilizadas en una barbacoa. Esta
particularidad le da un aspecto inusual, sumándose a la ya extraña apariencia de
los terizinosaurios, descritos por algunos como una combinación entre un
perezoso y una jirafa prehistórica.
Además de sus enormes garras, se cree que Duonychus tsogtbaatari estaba cubierto
de plumas, como otros miembros de su familia. Esta característica refuerza la
idea de que muchas especies de dinosaurios poseían estructuras plumosas,
utilizadas tanto para el aislamiento térmico como para la exhibición. Aunque no
eran cazadores como el T. rex, los terizinosaurios pudieron haber usado sus
garras para intimidar o defenderse de depredadores, además de facilitarles el
acceso a fuentes de alimento en el denso follaje del Cretácico.

El hallazgo de Duonychus subraya la importancia de los yacimientos fósiles del
desierto de Gobi, una región que ha proporcionado algunos de los descubrimientos
más importantes en la paleontología moderna. Cada fósil encontrado en este vasto
desierto aporta nuevas piezas al rompecabezas de la evolución de los
dinosaurios, revelando formas de vida inesperadas y estrategias adaptativas
sorprendentes. Como señala Brusatte, este dinosaurio es otro ejemplo de una
criatura que jamás habríamos imaginado si no fuera por los vestigios que dejó en
la tierra hace más de 70 millones de años.
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El desierto de Gobi, en Mongolia, ha vuelto a ser escenario de un
hallazgo paleontológico sin precedentes. Un equipo de científicos ha
desenterrado la garra de dinosaurio mejor preservada jamás
encontrada, con su vaina de queratina intacta, lo que ha permitido
comprender con mayor precisión la forma y función de estas
estructuras en especies prehistóricas. Este descubrimiento arroja
luz sobre un enigmático grupo de dinosaurios herbívoros y sus
sorprendentes adaptaciones evolutivas.
El fósil pertenece a una especie hasta ahora desconocida, bautizada
como Duonychus tsogtbaatari, en honor al paleontólogo mongol
Khishigjav Tsogtbaatar. Este dinosaurio formaba parte de los
terizinosaurios, un peculiar linaje de terópodos que, a diferencia
de sus parientes carnívoros como el Tyrannosaurus rex, se
especializó en una dieta herbívora u omnívora. El espécimen
encontrado medía aproximadamente tres metros de altura y pesaba unos
260 kilogramos. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención de
los investigadores es su impresionante garra, cuya vaina de
queratina ha sido conservada de manera excepcional.
Con casi
30 centímetros de largo, la garra de
Duonychus tsogtbaatari supera cualquier otra
encontrada en un dinosaurio de este tipo. “Es un hallazgo único”,
señala Darla Zelenitsky, profesora asociada de
la Universidad de Calgary y coautora del estudio publicado en la
revista iScience.
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La preservación de la queratina es un evento extremadamente
raro en el registro fósil, ya que este material orgánico suele descomponerse con
el tiempo. La estructura de la garra sugiere que Duonychus la utilizaba
principalmente para alcanzar y manipular la vegetación, aunque también podría
haber servido para la defensa contra posibles depredadores.
Los paleontólogos lograron recuperar no solo la garra, sino también partes de la
columna vertebral, la cola, las caderas, los brazos y las piernas del
dinosaurio. Según Zelenitsky, estos fósiles fueron hallados hace varios años por
el Instituto de Paleontología de Mongolia, pero su estudio detallado ha revelado
características nunca antes vistas en un terizinosaurio. Entre ellas destaca la
presencia de solo dos dedos con garras, una rareza en este grupo de dinosaurios.

El descubrimiento ha causado revuelo en la comunidad científica. David Hone,
paleontólogo y profesor de Zoología en la
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