Pereira, Colombia - Edición: 13.502-1082

Fecha: Viernes 30-05-2025

 

 ESPECIAL

 

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Científicos crean vida artificial sin bioquímica: un hito que redefine los límites de la biología

 

vida en la Tierra? ¿Estamos más cerca de descubrir vida en otros planetas? ¿Hasta qué punto podremos algún día fabricar seres completamente nuevos, con funciones específicas y sin los dilemas éticos que implica manipular organismos vivos?

Para expertos locales como el biofísico Daniel Barragán, profesor de la Universidad Nacional, la noticia es revolucionaria. “Este tipo de experimentos rompen con el paradigma clásico de que la vida necesita carbono, agua líquida y una cadena genética como el ADN. Nos están diciendo que lo que entendemos por vida es mucho más amplio de lo que pensamos, y eso tiene consecuencias para la astrobiología, la medicina, la nanotecnología e incluso la filosofía”.

En efecto, uno de los aspectos más provocadores del estudio de Pérez Mercader es que ofrece un modelo experimental para explorar cómo podría surgir la vida en otros planetas. Si la vida puede emerger sin necesidad de bioquímica, entonces Marte o Titán —donde las condiciones no son favorables para la vida tal como la conocemos— podrían albergar formas de existencia que aún no estamos preparados para reconocer. Como apunta el propio científico: “Nuestro estudio podría servir incluso como herramienta para evaluar el potencial de existencia y detección de vida en otros sistemas planetarios”.

También hay implicaciones prácticas: si estas vesículas pueden programarse para cumplir funciones, podríamos estar frente a una nueva generación de materiales inteligentes. Imagine un futuro donde construimos pequeñas “máquinas” celulares que se autoensamblan para limpiar contaminantes, reparar tejidos humanos o transportar medicamentos con precisión quirúrgica.

Por ahora, el experimento sigue en fase experimental. Nadie está creando organismos complejos, ni mucho menos inteligencia artificial biológica. Pero sí estamos ante el inicio de una revolución silenciosa, donde los límites entre la vida y la materia comienzan a desdibujarse.
 


Pérez Mercader lo resume así: “Si un sistema, aunque no tenga ADN, puede reproducirse, transmitir información y adaptarse, entonces ¿qué lo separa de lo que llamamos vida? Tal vez tengamos que redefinirla”.

Mientras tanto, en los laboratorios del mundo, los científicos observan con asombro y respeto este nuevo capítulo. Y aunque aún quedan muchas preguntas por responder, lo cierto es que acabamos de abrir una puerta hacia un universo donde la vida podría no depender de la química orgánica, sino simplemente de la luz.

 

 

En un laboratorio de la Universidad de Harvard, un grupo de investigadores liderado por el astrobiólogo español Juan Pérez Mercader ha logrado lo impensable: crear vida artificial desde cero, sin usar los componentes químicos esenciales de la vida tal como la conocemos. El experimento, publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), marca un antes y un después en la historia de la ciencia y plantea interrogantes que podrían cambiar para siempre la forma en que entendemos la vida, su origen y su potencial en otros mundos.

Juan Pérez Mercader no es un nombre nuevo en la ciencia. Pero ahora, su trabajo ha tocado una fibra profunda en la comunidad científica: la posibilidad de que la vida no dependa exclusivamente de la bioquímica tradicional. “Nos hemos dado cuenta de que crear sistemas con propiedades propias de la vida no requiere bioquímica, y eso implica que estos sistemas pueden evolucionar”, explica el astrobiólogo con una mezcla de emoción y cautela. Su descubrimiento pone sobre la mesa una posibilidad fascinante: que la vida, o al menos algo muy parecido a ella, pueda surgir en condiciones y con materiales completamente distintos a los de la Tierra.
 


El hallazgo fue el resultado de una investigación meticulosa que combinó la física, la química de polímeros y una intuición casi visionaria sobre los procesos de
autoorganización. En términos sencillos, el equipo logró generar estructuras que se comportan como células vivas —capaces de reproducirse y evolucionar— sin que exista en ellas ni ADN, ni proteínas, ni enzimas. Nada que se parezca a lo que normalmente llamamos "vida".

El experimento partió de un conjunto de moléculas simples llamadas anfifílicas, conocidas por tener una parte que
se disuelve en agua y otra que la rechaza. Estas moléculas, inertes por sí

 

 

 

mismas, fueron sometidas a un proceso controlado llamado fotopolimerización RAFT. En otras palabras, los científicos usaron luz para inducir una reacción en cadena que permitió que estas moléculas se ensamblaran de manera ordenada, formando pequeñas vesículas o cápsulas que se comportaban como organismos unicelulares.
 


Lo más asombroso es que, tras unos 90 minutos de reacción, estas vesículas comenzaron a reproducirse mediante esporas. De pronto, en medio del laboratorio, un grupo de componentes inorgánicos empezaba a comportarse como si tuvieran una intención: replicarse, multiplicarse, adaptarse. Y en ese punto, la línea entre lo vivo y lo no vivo comenzaba a difuminarse.

“El momento más impactante fue ver cómo las estructuras, aparentemente simples, comenzaban a expulsar partes de sí mismas al medio, que luego se reorganizaban y formaban nuevas estructuras similares”, explica Pérez Mercader. “Era como si hubiéramos creado un ciclo vital completamente nuevo”.

El fenómeno no se detuvo ahí. Los investigadores también detectaron que las vesículas transmitían cierta “información estructural” a sus descendientes. Aunque no se trata de herencia genética en el sentido clásico, sí sugiere un tipo de memoria material que puede conservarse y pasar a la siguiente generación. Además, las vesículas competían entre sí, y algunas sobrevivían mientras otras desaparecían. Eso se parece mucho al proceso de selección natural descrito por Darwin hace más de 150 años.

En Colombia, este tipo de avances despiertan tanto asombro como preguntas urgentes. ¿Podría este descubrimiento ayudarnos a entender mejor el origen de la

 

 

 

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