EDITORIAL
La trampa de la supervivencia
en Colombia
En Colombia, la supervivencia se ha
convertido en un juego de astucia y resistencia. Los ricos encuentran formas de
acumular más poder y recursos a expensas de los más vulnerables, mientras que
entre los pobres, la competencia por subsistir se convierte en una lucha
constante, casi caníbal. Esta realidad, aunque cruda, ilustra el ciclo de
autodestrucción que perpetúa la desigualdad y limita el desarrollo del país.
Cuando se habla de cómo los ricos usurpan y explotan a los menos favorecidos, la
imagen que se pinta es a menudo de un saqueo elegante y metódico. Los mecanismos
son tan sofisticados que el colombiano promedio apenas nota el momento exacto en
que sus recursos son absorbidos por estructuras económicas que benefician solo a
una élite. Impuestos regresivos, políticas que favorecen a grandes conglomerados
y un sistema financiero que prioriza la acumulación de capital sobre el
bienestar común son solo algunas de las formas en que la riqueza se concentra.
Pero, paradójicamente, no es esto lo que causa más estragos en la vida diaria
del ciudadano de a pie.
El verdadero drama se encuentra en el robo cotidiano entre quienes tienen menos.
La competencia feroz entre pequeños comerciantes y la proliferación de
individuos dispuestos a arrebatar lo poco que tienen otros reflejan un sistema
roto en su base. Pequeños empresarios se ven obligados a protegerse no solo de
un Estado que les impone trabas, sino también de sus pares, que en ocasiones
recurren a acciones desleales para obtener una ventaja mínima. Esta situación
fomenta un ambiente donde el crecimiento es sofocado desde su inicio y el sueño
de prosperar se vuelve una hazaña casi imposible.
El miedo se convierte en la sombra de cada acción: si creces demasiado, atraes
la atención de quienes te verán como presa; si sigues las reglas, es probable
que pierdas frente a quienes no lo hacen; y si alcanzas el éxito, la carga
tributaria amenaza con devorar tus logros. Esto da lugar a un comportamiento
generalizado de conformismo, donde muchos prefieren una estabilidad precaria a
arriesgarse a la inseguridad que implica intentar sobresalir.
Este ciclo de “todos contra todos” no solo perpetúa la pobreza, sino que también
alimenta la corrupción y fortalece las dinámicas que han mantenido al país en un
estancamiento crónico. Los que logran salir adelante, muchas veces lo hacen
participando en un juego que favorece la trampa y la avaricia, cimentando así un
sistema en el que la economía informal y el ingenio deshonesto se vuelven la
norma. Para romper este ciclo, es fundamental que se promuevan reformas que no
solo beneficien a los poderosos, sino que también generen un entorno donde las
oportunidades sean reales y equitativas para todos.
El reto, entonces, es claro: dejar de lado la ley de la selva para construir un
sistema basado en la confianza, la equidad y el respeto por el trabajo honesto.
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Alianza de los
dueños de la miseria social

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Puedo hablar porque he
vivido lo suficiente como para distinguir entre el bien y el mal.
Además, tengo la capacidad de la razonabilidad que me permite
separar las cosas comunes de las cosas del intelecto. Cosa no común
en el ser humano. Porque el ser humano es empírico y su intuición la
tiene relegada a la magia y las cosas religiosas.
La mayoría de los textos
son historias fantásticas que han entretenido a generaciones de
adultos con mente de niños y que los hace vivir en ese mundo
mitológico. Esa es una verdad que no se puede rebatir porque está
incrustada en la genética de millones de seres humanos, es removible
porque si se quita desencaja a la humanidad. Y dejaríamos de ser esa
comunidad humana multifacética.
En toda esta composición
de elementos humanos hay tres corrientes que rigen el planeta y que
es muy difícil de escapar de las manos de ellas. La religión, los
políticos y los ladrones. Es como si fuera una alianza que gobierna
lo existente y que es imposible eliminar porque está presente como
la vida misma.
Colombia es un país inmaduro que no ha podido añejar
intelectualmente y que cada día es como si nada hubiera cambiado.
Cualquiera persona mayor de 70 años puede hablar mejor que yo y
hacer un recorrido en su vida para encontrarse que la ruleta de su
existencia ha pasado por los mismos caminos una y otra vez y que sus
vecinos no han comprendido que aún siguen en lo mismo.
Cuántos crímenes se han cometido en los más de doscientos años de
existencia del país de personas que han querido ayudar a que el país
avance para bien. Y seguirán muriendo y todo quedará como un muerto
más en la interminable lista. Porque morir asesinado es parte del
estándar de muerte en el país.
La alianza tácita de la muerte, “como una muerte anunciada”,
permanece como parte de la naturaleza colombiana. Es una palabra que
escuchamos en todas las formas como si su significado fuera no
tuviera el valor terrorífico que ella expresa y se siente en otras
latitudes.
Por eso hay esa alianza de miseria entre los políticos, los ladrones
y los reducidores, porque es la forma de mantener a los ciudadanos
entretenidos mientras unos roban, otros compran lo robado y los
políticos reponen lo robado para ganar los tres de esa jugada
magistral. ¿Y quién paga? Ya todos sabemos de dónde sale el dinero.
Lo más interesante de
todo esto es que los ciudadanos que son los dueños del poder, apoyan
a los mismos que mantienen la cadena de calamidades votando por
ellos yno
ejerciendo el voto en blanco que es el que les da el poder para
rechazar todo ese desorden que se ha establecido por décadas de
malos gobiernos o administradores públicos.
Si uno se detiene un momento a racionalizar todo lo que está pasando
y decide decir basta a todos estos atropellos las cosas irán
cambiando para que las nuevas generaciones
puedan vivir
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en
paz y agradecernos por lo que hicimos por ellos.
Soluciones

Por: Edgar Cabezas
La mentalidad subordinada de
los políticos profesionales que gobiernan el Estado colombiano en la relación
con los Estados Unidos es tan evidente como hipócrita. En cuanto a la aceptación
del estadosocial de opinión en Colombia respecto de la legalización y regulación
de la producción, comercialización y consumo de la amapola, coca y cannabis,
plantas sagradas, no es ingenuo pensar que el desarrollo rural integral estando
dentro del marco de la ley puede regular la productividad del campo en paz.
Peor es continuar la farsa electoral sin la constitución de partidos y
movimientos políticos con tribunales de ética que envíen a prisión a los
corruptos y criminales que se filtren en su afiliación. La muerte política, la
cárcel y la extinción de bienes a los políticos corruptos así como la
eliminación de las candidaturas preferentes compradas monetariamente y heredadas
con materiales de construcción. Imposible la paz sin una reforma en la que los
precandidatos a las candidaturas uninominales o plurinominales se sometan a las
elecciones de la consulta interna del partido o movimiento.
La insensatez de continuar con la rama del poder judicial politizada y en manos
de jueces y magistrados ímprobos, prevaricadores incursos en sobornos en los
trámites de justicia, lentos, engavetando para unos y acelerando para otros con
la finalidad de privilegiar, absolver o condenar al menor postor. Una justicia
transicional para la paz con paramilitares que no cierra mediante sentencias los
puntos finales a la violencia y la aceptación de negarse a continuar con un
nuevo ciclo de ella. Sin reforma a la justicia para que el ejercicio de su
función sea justa no puede haber honesta dignidad.
Con un sistema político administrativo administrando el producto interno bruto
centrándose en la supremacía y defensa violenta de la propiedad privada sobre la
propiedad pública, sin la creación del catastro multipropósito e interoperable
con plataformas que soporten el sistema municipal de información geográfica es
imposible ordenar el territorio alrededor de los atributos de la tierra en los
entes territoriales en los que el interés general sea un acople entre lo público
y lo privado y, por lo
tanto, la autonomía no podrá ser apalancada para que el Estado tenga presencia
institucional.
Con el actual sistema de contratación para la construcción de la infraestructura
de vías terrestres, férreas, marítimas, aéreas, fluviales, energía, acueductos,
alcantarillados que garanticen la movilidad de las personas y de las mercancías
en tiempos exactos y la atención de los derechos fundamentales correspondientes
a la salubridad pública, atención primaria en salud, seguridad social y la
convivencia, tanto la productividad como la paz están fracasadas.
Así que si la clase política continúa dilatando la gestión eficiente de la
administración pública y la empresa privada construyendo en detrimento del
capital natural y la mala calidad del trabajo humano en la entrega de obras a
satisfacción y el pago de salarios justos. El pueblo tendrá que señalarlos e ir
castigándolos con la identificación plena para saber por quienes no votar y
perseguir y condenar con la cárcel y la extinción de dominio de todas sus
propiedades a quienes cometan fraudes en los asuntos públicos y privados.
La sociedad civil compuesta por las multitudes, tiene que poner el tiempo para
que se solucionen satisfactoriamente estos y otros puntos. Solucionen señores
administradores públicos y privados. |