Pereira, Colombia - Edición: 13.253-833

Fecha: Jueves 02-05-2024

 

 COLUMNISTAS

 

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Contratiempo

Por: Jotamario Arbeláez

 

Éxitos en la Filbo

 

Considero la FILBO el espectáculo más grande del mundo. Y lo digo después de haberme paseado por varias. Tantos libros amigos y tantos amigotes bibliófilos y libreros y miles de visitantes visionando carátulas sobrecoge. Veo pasar raudo y palmeo a Jorge Valencia Jaramillo, quien le dio vida y fuerza a este evento. Abrazos jubilosos con los amigos que, como Armando Romero, vienen impulsando mis bríos literarios, el “Catire” Hernández de Jesús, venezolano, y Leonardo Medina, caleño. Adquiero las novelas Seis hombres y una mujer y Sol marchito, que me dedican con desbordado afecto sus autores Jorge Eliécer Pardo y Álvaro Medina, con quienes sigo de fiesta.

 

La fiesta de los libros, y yo que llevo los últimos 20 preparando mi nueva andanada de 13 títulos bajo el rubro genérico de Los días contados, solicitando al Señor de los biblos el tiempo suficiente para cerrarlos. Ya el FCE acogió mi poesía del 60 al 2000 y me dejó abierta la puerta. Igual Planeta, quien a través de Diego Garzón me ha solicitado la crónica de mi reciente muerte ficticia, Sólo se muere tres veces o Y vivo todavía. De paseo por los stands me encuentro con Luis Ángel Parra, el editor de lujo de Arte 2 Gráfico, quien me invita a la publicación de

 

 

 

uno de los libros que tengo listos, tal vez El can can del sueño, ilustrado por Jaime Rendón, o Cucos para la librera, por Hernán Darío Correa. Similar gloriole me sucede con el editor y poeta de Sial Pigmalión Basilio Rodríguez, quien me ofrece la edición de uno o dos títulos para lanzar en la Feria de Cali. Otro tanto me había pasado con Jaime Londoño, quien me abre las puertas de su editorial Domingo atrasado para la edición de mis poemas eróticos con referencia mitológica que he nominado Tras Eros. Y tengo también abiertas las puertas de Escarabajo y Abisinia, de Eduardo Bechara y Fredy Yezzed. Así como Letra a Letra de Luz Eugenia Sierra. Santo cielo. Tantos años esperando que los editores me llamaran y como no sucedía hube de acudir a los premios de literatura que sí llegaron. Es la ley de la vida. Y espero que no se molesten algunos colegas por cantar victorias, lo que a veces suena a egoencia. Ello nos ha sucedido por durante tantos lustros cantar derrotas.

 

Por iniciativa de Lili Blue, sirena con paquebote en la isla de San Andrés, se celebró un homenaje a Dina Merlini, la poeta nadaísta que entregó las escamas el año pasado en la isla. Evoqué el haberla conocido en Cali en 1961, cuando llegó con Patricia Ariza y otros nadaístas de Medellín a picarnos arrastre a Elmo Valencia y a mí para una isla en el Pacífico que se convertiría en la novela Islanada. Ante el encantamiento que me produjo le propuse inmortalizarla en un poema si me posaba desnuda para describirla ojo por ojo y diente por diente. Y el poema se quedó inédito en alguna carpeta por 40 años. Cuando lo redescubrí lo mandé al concurso de poesía del Distrito y nos lo ganamos. Compartimos denarios y esperamos también la inmortalidad literaria, pues a ella le quedó

 

 

 

 

pegada la roña poética. Se asiló hace 40 años en San Andrés donde terminó en el ancianato. El cuerpo de ella tuvo edición bilingüe en París en 2001, y reproducción facsimilar por Icono. La otra compañera del nadaismo inicial, Patricia Ariza, después de más de 60 años de lucha teatral y de compromiso, está siendo simultáneamente homenajeada por el 32 Festival Internacional de Poesía que dirige el poeta Rafael Del Castillo.

 

La editorial Escarabajo lanzó una nueva edición, esta vez bilingüe con traducción al francés de Stephane Chaumet, de Mi crucifixión rosada, la historia de mis primeros deliquios y percances amorosos, con la mujer que me enseñó que para ser buen poeta debía aprender primero a sufrir. Consigo aprendí y me terminó yendo de uva. Y luego de las ediciones de Mi reino por este mundo por la Universidad del Valle, que me conllevó el Premio Vida y Obra de la Gobernación del Valle, y de su reedición por el FCE, Telepacífico encomendó al gran director Gildardo Arango la realización de un documental sobre mi paso por el planeta partir del barrio Obrero y surgió una joya fílmica con énfasis en mi reciente muerte ficticia de la que resulté renovado.

 

La Maga Atlanta, mi viejo amor, me llama todos los días para darme noticias de María de las Estrellas, la niña genio que desde las alturas vela por mi salud dado que había dejado escrito: “Voy a volverme enfermera para curar nuestro amor si se enferma”. A ella debo la superación de los males sobrevenidos y sobrevividos. La Maguita me pide que comparta su teléfono para que no la olviden sus viejos amigos, ya que anda muy solitaria: 3202164272.

 

 

  

 

 

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