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 El Imparcial                                                                                                                                                                       Edición Nº 12.447-27 Fecha: 02-3-2013  

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INTERNACIONAL - PAPA

 

¿Cuantos sabían ya hace un año que el Papa iba a renunciar?



 

El Papa, con obispos y cardenales de Lombardía.



Existe aún un misterio por desvelar en la renuncia del papa Benedicto XVI, que podría explicar el desencadenarse de las intrigas y traiciones contra su misma intimidad que acabó con su mayordomo, Paolo Gabriele, en la cárcel.
Cada día, en efecto, aparecen nuevas revelaciones de que varias personas dentro de la Iglesia supieron con antelación que el Papa iba a dimitir. Algunos incluso le dieron un año de vida como pontífice. Si esto llegara a comprobarse explicaría mejor que nada todo el terremoto que ha sacudido al Vaticano durante los últimos meses.
Para entenderlo hay que recordar que todos los fines de pontificado han estado marcados por las luchas intestinas de poder dentro de la Iglesia para preparar la sucesión.
“Se llega a obispo con el sueño secreto de ser cardenal y cuando te colocan encima la púrpura cardenalicia ya te empiezas a ver vestido con el blanco del papa”, confesó un día monseñor Loris Capovilla, que fue secretario personal de Juan XXIII.
Fue él quién contó la soledad y el abandono en que los miembros de la Curia dejaron al llamado papa bueno, cuando supieron que adolecía de un cáncer incurable en estado terminal. Porque, además, su muerte en pleno Concilio Vaticano II, convocado por él en clave aperturista, daba la posibilidad a los contrarios al Concilio de poder elegir a un papa que le diera carpetazo. No lo consiguieron, pero lo intentaron.
Fue igual con Pío XII, cuya muerte fue ensombrecida por una soledad aplastante, prisionero en manos de sor Pascualina, que lo dominaba todo y había llenado su cuarto, ya casi agonizante, de jaulas con canarios que disputaban sus trinos con la música clásica. Se duda incluso que llegara a recibir los últimos sacramentos porque le ocultaron hasta el final que se iba a morir. Al final, su médico personal acabó vendiendo fotos suyas en momentos de dolorosa intimidad que ningún familiar hubiese querido ver.
Y ocurrió lo mismo con Pablo VI, cuyo final de pontificado fue trágico, porque fueron varios años de inmovilidad de la Curia. Él estuvo encerrado en sí mismo, hasta el punto de que llegó a tener visiones y, después de haber sido un papa abierto y un intelectual moderno, llegó a desempolvar al demonio y al infierno.
Con su sucesor Juan Pablo I fue al revés: los disgustos que le dieron el primer mes de pontificado, dejándolo aislado en una Curia que nunca había pisado, acabaron con su vida y murió a los 33 días, bien de un infarto, bien de algo más químico.
Juan Pablo II supo defenderse hasta el final con la fuerza de su carisma y su gran capacidad de comunicar con el mundo. Hizo hasta lo imposible para vivir sus últimos días fuera del Vaticano, arrastrando sus ya pocas fuerzas por el planeta. “No quiero morir en el Vaticano, me gustaría morir en un viaje” le confió un día a su secretario. Acabó muriendo en Roma, pero trató de evitarlo hasta el final, porque sabía por experiencia lo que significa la soledad de un papa ya en despedida.
Lo sabía también el papa Ratzinger y ha sido él quien ha llevado a cabo lo que se le atribuyó a Celestino V, el primer papa que hace siete siglos lo dejó: “Il grande rifiuto”. Dijo el Papa: “me voy”. Y se está yendo.
Un importante banquero, que además conocía muy bien las finazas vaticanas, contó algunas confidencias que había recogido en sus visitas a la Curia Romana, contó que cuando en Roma se prevé que un papa ya ha dado todo de sí y que difícilmente podrá quedarle mucho de pontificado, “ya nadie piensa en él”. Se empieza a mover la máquina de las apuestas para su sucesión, se crean los grupos de presión y hasta se empuja al papa a hacer un nuevo consistorio para nombrar sus últimos cardenales. Y en esa decisión entran todas las presiones de los curiales para “colocar a los suyos”, un “puñado de votos más”.
Podemos, pues, imaginar, lo que habrán sido estos meses para el papa Ratzinger si es cierto que varias personas ya sabían hace un año que había decidido abandonar el poder. El arzobispo de Palermo, Paulo Gabriele, llegó a decirles a unos empresarios en un viaje a China que el reinado de Benedicto XVI terminaría al cabo de un año. Fue el día 11 de febrero de 2012.
Justo en ese día, fiesta de la Virgen de Lourdes, un año exacto después, Ratzinger hizo su anuncio histórico. Sus enemigos han tenido doce meses exactos para urdir sus tramas e ir preparando al sucesor. Empezaron enseguida a apoyar a un candidato grato para al papa, pero que también a ellos les gusta: el arzobispo cardenal de Milán, Angelo Scola, del que cuentan que lleva justamente un año preparando su candidatura.

 

 

Es otro Ratzinger, pero campechano: amigo de la “buona vita”, pero profundamente conservador.
El cónclave, sin embargo, es como esas cajas de sorpresas que pueden acabar asombrando con sus magias. Los dos últimos fueron sorpresa absoluta: la elección del papa polaco Wojtyla primero, después de 500 años de papas italianos y la del alemán Ratzinger, a quien un sondeo habría colocado en el último lugar de los posibles papables.
 


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 “En cualquier Gobierno hay más zonas oscuras que en el Vaticano”

 


El cardenal Julián Herranz ha presidido la comisión de investigación creada para investigar el escándalo de filtraciones conocido como 'Vatileaks' -Reuters



Lola Galán -Roma-
El cardenal cordobés Julián Herranz, de 82 años, lleva media vida en la curia, donde ha estado más de 13 años al frente del Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos. Miembro del Opus Dei, experto en Derecho Canónico, médico y psiquiatra, ha presidido la comisión de investigación creada para desentrañar el escándalo de filtraciones que se destapó la primavera pasada, conocido como Vatileaks. Herranz recibe a la periodista en el sobrio despacho del apartamento donde vive, muy cercano a la plaza de San Pedro del Vaticano.
Pregunta. Usted estaba en la misma sala que el Papa cuando leyó el texto en latín de su renuncia ¿Qué pensó en ese momento?
Respuesta. Me conmovió. Como canonista, tengo que decir que era una renuncia que se ajusta perfectamente al canon 332 párrafo segundo. Simultáneamente sentí pena, por los años que he trabajado junto a él. No solo es un teólogo de excepción, sino un hombre con cualidades innatas extraordinarias, con un amor a Jesucristo que ha demostrado en los tres libros que ha escrito sobre Jesús de Nazaret. Pero también sentí gozo interior, por la humildad y el amor a la Iglesia que demostraba. Humildad porque el desprenderse del poder no es moneda de todos los días, ni siquiera en la vida civil. El Papa ha hecho un examen de conciencia sobre sus limitaciones de tipo psicofísico, que incluso en los últimos meses se han agravado, y ha dicho: "no puedo continuar, necesito que sea otro el que lleve el timón de la barca de Pedro".
Las limitaciones psicofísicas del Papa se han agravado en los últimos meses
P. Las razones del Papa son muy respetables, pero la gente no acaba de creérselas.
R. Pues son perfectamente creíbles, se refieren a ese proceso de depauperación psicofísica del que le hablaba. Yo soy médico y psiquiatra, y es una cosa muy normal. La medicina ha conseguido alargar la vida, pero no ha conseguido mantener la normalidad psicofísica de las personas.
La edad, la salud, saber idiomas, son cosas importantes para un futuro Papa
P. Usted ha presidido la comisión sobre el Vatileaks que entregó su informe al Papa el 17 de diciembre. Se ha especulado mucho sobre el contenido, supuestamente gravísimo, de ese informe, hasta el punto de que muchos piensan que ha sido decisivo en la renuncia del Papa.
R. Este asunto se ha agrandado enormemente. Le aseguro como presidente de esa comisión que se ha creado una burbuja curial que se ha pinchado por sí sola. En el Vaticano es bastante frecuente crear comisiones de este tipo. Tienen la misión de examinar cómo están las cosas en un área determinada. Se va allí, se habla con las personas, se ven las cosas que van y las que no van, las luces, las sombras, se toman notas, y luego se refiere la situación a la autoridad. Y es la autoridad, sea la que sea, la que tendrá que tomar las decisiones que considere oportunas.
P. Es un asunto que ha dado mala imagen a la Iglesia.
R. Pero es una burbuja, es una anécdota. Esto de querer ver nidos de víboras, mafias que luchan entre sí, odios internos. Todo eso es absolutamente falso. Yo llevo más de medio siglo trabajando en el Vaticano y puedo decir que admiro a muchos de mis colegas, por su capacidad de entrega, de sacrificio. Habrá ovejas negras, no digo que no, como en todas las familias, pero es el Gobierno menos corrupto y más transparente que hay. Más que cualquier organización internacional, o cualquier Gobierno civil. Yo sigo mucho la prensa, no soy un anacoreta, y leo lo que pasa en el mundo, y veo que es el menos corrupto y es ejemplar en tantísimos aspectos.
P. El Gobierno será el menos corrupto. Pero en la banca vaticana ha habido episodios muy oscuros y sigue habiendo…
R. No conozco exactamente cómo funciona la banca vaticana, pero en todas las bancas del mundo han ocurrido y ocurren fenómenos de este tipo.
P. Usted habla de transparencia, pero la Iglesia es percibida como algo muy opaco. Para conocer la composición de la curia hay que comprar todos los años un anuario pontificio que cuesta 100 euros. ¿Por qué es tan complejo el Vaticano?
R. No lo es. Puede ser que falte algo de capacidad de comunicación. Pero no ocultamos nada. No hay ninguna sociedad, multinacional o Gobierno que sea más transparente que el Gobierno de la Iglesia.
P. Hasta la página web es complicada.
R. En esa página están todos los documentos, los discursos, todos los encuentros, todos los actos del Papa, toda la actividad diaria del Vaticano. No, no. Lo que pasa es que se ha montado una burbuja de cosa misteriosa. Hay mucha literatura. Pero, claro, no hay Gobierno, familia, sociedad organizada que no tenga un área de intimidad. En cualquier Gobierno hay muchas más áreas de oscuridad, de servicios secretos, de decisiones que el presidente toma que no son comunicadas, más zonas reservadas que en el Vaticano.
P. Entonces, ¿no le ha hecho mella al Papa el caso Vatileaks?
R. No. Le aseguro que todo eso son anécdotas respecto a la decisión del Santo Padre y a los problemas de la Iglesia. El problema fundamental de la Iglesia es que hay que hacer una nueva evangelización. La Iglesia sufre ahora una persecución terrible. El 80% de las personas que han sido perseguidas por motivos de creencias el año pasado eran cristianos, y eso dicho por otros organismos, no por la propia Iglesia. Son cosas que ocurren en India, en Pakistán, en África. En otros sitios se les discrimina como si tuvieran posiciones no correctas. Hay una forma de persecución más venenosa.


(sigue en la siguiente columna)

 

 

El cardenal Mahony, encubridor de pederastas, insiste en ir al cónclave
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cardenal estadounidense Roger Mahony.  Reuters



Irene Hernández Velasco - Roma
"¡Mahony, quédate en casa!". Ése es el grito de guerra que cada vez más gente lanza al cardenal estadounidense Roger Mahony, acusado de haber encubierto 129 casos de abusos sexuales contra menores cometidos por curas pederastas cuando estaba al frente de la diócesis de Los Angeles.
Mahony, que el próximo sábado está llamado a declarar durante cuatro horas ante un tribunal para responder precisamente de esas acusaciones, tomará posteriormente un avión para viajar a Roma y formar parte del cónclave que eligirá al sucesor de Benedicto XVI.
Mahony, que el próximo día 27 (uno antes de se haga efectiva la renuncia de Benedicto XVI) cumplirá 77 años, es uno de los 117 cardenales llamados a elegir al nuevo Papa. A pesar de que en enero pasado fue sancionado por sus superiores por haber encubierto numerosos casos de pederastia –está suspendido de todos sus cargos administrativos y eclesiásticos, tiene prohibido hablar en público y le han sido retiradas algunas de las prerrogativas que tenía en calidad de obispo, como por ejemplo la posibilidad de administrar el sacramento de la confirmación o de ordenar sacerdotes- sigue siendo cardenal. Y dado que es menor de 80 años, estará en el cónclave para elegir a Benedicto XVI.
"Estoy deseando viajar pronto a Roma para dar las gracias al Papa Bendicto XVI por su extraordinario servicio a la Iglesia y para participar en el cónclave que elegirá su sucesor", escribía recientemente en su blog personal.
La participación del cardenal Mahony en el cónclave está desatando una fuerte polémica. Catholics United, un grupo de católicos progresistas estadounidense, ya ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas a través de su página web para que el ex arzobispo de Los Ángeles no tome parte en la elección del nuevo Papa, al considerar que es indigno de ello. Y también la revista italiana 'Famiglia Cristiana' ha lanzado a través de su página web un sondeo entre sus lectores sobre si es conveniente que Mahony sea uno de los 117 cardenales que elegirá al nuevo Papa. "Hay que convencerlo de que se quede en casa", sentencia el cardenal Velasio De Paolis, de 78 años, jurista y quien también participará en el cónclave.
No es sólo que el cardenal Mahony haya sido cesado recientemente de todas sus obligaciones públicas y episcopales por su sucesor como arzobispo de Los Ángeles, José Gómez. O que ya en 2007 la diócesis de Los Ángeles, con Mahony al frente, tuviera que pagar 660 millones de dólares a las 508 víctimas de 120 curas pederastas que abusaron de ellas durante años, sobre todo en la década de los 80. Es que recientemente, y por orden de Tribunal, la diócesis de Los Ángeles se ha visto obligada a hacer públicas 14.000 páginas de documentos que guardaba en relación a esos casos, y que dejan claro que Mahony jugó un papel fundamental a la hora de encubrir a curas pederastas de su diócesis, moviéndolos de una jurisdicción a otra a fin de complicar que la Justicia pudiera echarles el guante.
"Ningún miembro de la jerarquía católica ha luchado durante tanto tiempo y tan enérgicamente como el cardenal Mahony para ocultar décadas de abusos e intimidaciones sobre niños cometidas por sacerdotes", escribía el 'New York Times' el mes pasado sobre él. "Tiene suerte de no estar en prisión", sentencia el 'Washington Post'.
Hace unos días el propio Mahony escribía en su blog el dolor que le provocan las críticas de las que está siendo objeto. "Dios me ha ayudado a entender: no estoy aquí para servirlo con humildad, he sido llamado a algo más profundo: a ser humillado y rechazado por muchos. No estaba preparado para ese desafío, pero después del miércoles de Cenizas he entendido el significado de la llamada de Jesús", sentenciaba. "Honestamente, no puedo decir que haya alcanzando el punto en el que puedo rezar por nuevas humillaciones. Estoy en el estado en el que doy gracias por soportar las humillaciones que sufro en este momento».


En cualquier Gobierno hay... (viene columna anterior)

P. ¿En el mundo desarrollado?
R. Sí, por ejemplo.
P. Es cierto que en Europa la Iglesia ha perdido mucho poder.
R. El que mira a la Iglesia como un poder se equivoca, está fuera de juego. El mensaje de la Iglesia es perseguido donde hay una posición absolutista. En lugares donde no se admite la libertad religiosa. Se calcula que unos 100.000 cristianos han sido perseguidos, encarcelados o asesinados el año pasado. Una madre de familia, Asia Bibi, lleva tres años encarcelada en Pakistán y son pocos los poderes temporales que levantan la voz. Estas cosas hacen sufrir también. Y el Papa se da cuenta de que el mar del mundo está agitado y que la barca de la Iglesia necesita alguien con un pulso firme al timón.
P. ¿Y qué perfil tendría que tener el hombre que se ponga al timón, el nuevo Papa?
R. Lo principal son dos cosas. Primero, es necesario que sea un hombre enamorado de Cristo. Que conozca y ame al fundador de la Iglesia católica.
P. Pero eso lo cumplen todos los cardenales.
R. Sí, claro, pero no de la misma manera. Todos los cardenales saben hablar, pero se trata de ver quién habla mejor. Hay grados de santidad en las personas. No es lo mismo el que tiene vocación de monje, como Celestino V, que otro que sea igualmente amigo de Cristo, pero que esté al tanto de lo que pasa en el mundo, de las corrientes ideológicas, culturales, que agitan las aguas del mundo.
P. ¿Y la segunda condición?
R. Que sea capaz de explicar su amor a Dios.
P. Es decir, que sea buen comunicador.
R. Sí, exacto. Que sepa llevar adelante esta nueva evangelización. Dar a conocer a Cristo al mundo.
P. La edad, ¿es importante?
R. Sí, son cosas secundarias, pero de gran importancia. La edad, la salud, el conocimiento de idiomas, la capacidad de viajar, y puede que también la nacionalidad.

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