EDITORIAL
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PEREIRA EN
CIENTO CINCUENTA INSTANTES
Neverg Londoño Arias
Para celebrar los
ciento cincuenta años de Pereira hemos tratado de ubicar ciento
cincuenta imágenes al azar. Cada una es un canto a la nostalgia de cada
pereirano raizal.
EL TRANVÍA
Un ágil sistema
urbano de transporte a mala hora suspendido. Su recorrido se hacía
cruzando la ciudad entre el Dancing Pica Pica y la Pista.
La Pista en la calle
39 con carrera séptima, frente a la Plaza de Ferias, poseía las
instalaciones de parqueo, bodegas y talleres.
El recorrido
comprendía desde la calle 39 con carrera séptima hasta El Lago en la
calle 25, donde tomaba la carrera 8ª, hasta la calle 10. Giraba para
tomar la carrera 9ª y directo hasta el Dancing Pica Pica en la calle
1ª.
EL
INTERCAMBIADOR
El intercambiador de la plaza de Bolívar facilitaba el paso del tranvía
que regresaba de El Dancing y el que venía de la Pista. Se observa el
edificio de Braulio Londoño, donde funcionaba la Colombiana de Seguros.
La imagen corresponde a la carrera 8ª entre calles 19 y 20.
TIENDA Y BAR LA FERIA.
La Plaza de Ferias de
Pereira quedaba entre la calle 35 y la calle 38 y entre la carrera 7ª y
la carrera 8ª.
En la esquina de la calle 35 con carrera 7ª se encontraba la tienda La
Feria, donde se hacían los negocios de compra y venta de ganado.
Desde aquel lugar privilegiado, en el cual los caballos se ataban a las
columnas de madera, se podían presenciar las faenas con los toros
fugitivos.
CARRERA SÉPTIMA ENTRE 22 Y 23.
Pereira se construyó
alrededor de dos carreras: la carrera 7ª y la carrera 8ª y la zona
comprendida entre la calle 14, en el Parque de las Victorias, luego
Parque de la Libertad y la calle 25 en el parque El Lago.
Las casas muestran la arquitectura típica de la colonización de fines
del siglo XIX.
PARQUE EL LAGO
El parque El Lago “Rafael Uribe Uribe”, se encuentra situado entre las
calles 24 y 25 y las carreras 7ª y 8ª.
Se le rinde tributo con este parque al General Rafael Uribe Uribe,
dirigente liberal que participó en la Guerra de Los Mil Días. Nacido en
Valparaiso (Antioquia) tuvo su electorado en esta zona.
El parque El Lago era utilizado por la muchachada pereirana para darse
un baño a espaldas del parquero. En la foto, al fondo las edificaciones
de la calle 24. |
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PAS DE DEUX
Neverg Londoño Arias
El movimiento es connatural
a los seres vivos, el cuerpo poco a poco va descubriendo la manera de
comunicarse con el entorno, se aprenden los desplazamientos para
reconocer lugares distintos mientras brazos y manos acompañan la marcha
y el lenguaje. Al interior del mundo de la dinámica de los cuerpos y el
éxtasis de las almas, se encuentra el movimiento reducido a placer en el
baile y convertido en poesía por medio de la danza.
La danza es una forma aprendida de movimiento, la convención del ritmo y
la melodía dentro del encantamiento de la música. El cuerpo aprende a
dirigir los movimientos y a hacerlos suyos, casi a desprenderse del
suelo para sentirse sonido y aliento. “La danza busca que el cuerpo se
desprenda del suelo para intentar volar”, decía en una de sus
disertaciones el Maestro Jaime Orozco.
La danza aparece en el mundo del arte al tratar de refinar el
movimiento, hacerlo sentimiento, aire, vuelo, canto y romance. En el
templo define las salutaciones a la divinidad y en el teatro recaba la
sublimidad del arte en la escena, para el público y el aplauso. Es una
tarea que requiere el diario trabajo del cuerpo desde una disciplina
permanente para formar a la bailarina y el bailarín en el ballet
clásico.
La intervención del Profesor de Ballet es definitiva, porque es quien
debe sacar lo máximo del potencial humano a su cargo: reconocer,
seleccionar, crear, pulir, exigir, corregir, repetir, ensayar hasta el
cansancio, mostrar y demostrar que es posible ser elemento vivo de una
obra de arte.
Una vez la danza se hizo realidad en la Pereira del Centenario, gracias
al empeño y la tozudez de quienes fundaron el Ballet Silvia Osorio,
personajes notables del mundo social de la ciudad.
En la sede de la Sociedad de Amigos del Arte se creó con gran empeño una
de las Academias de Ballet de más prestigio del país dirigidas en
diferentes momentos por Enrique Cuervo y Vladimir Voronsov, quienes
asumieron su responsabilidad con gran acierto y un altísimo nivel
profesional. La tarea iniciada fue completada con la contratación del
Profesor Jaime Orozco Guerra, quien tuvo para el Centenario de Pereira
la dirección de dos grupos pertenecientes a la misma entidad: El Ballet
Clásico Silvia Osorio y el Ballet Folclórico Ciudad Pereira.
El lenguaje de la danza hizo eco en la ciudad, todo conjugado en el
momento efímero de un espectáculo de dos horas con un final de aplausos
que llenaba los espacios del antiguo Teatro Caldas. Las vivencias de
diez años en el cultivo del ballet clásico y folclórico en Pereira,
confluyeron a la creación del Ballet Nacional de Colombia en 1974.
Todas estas historias de vida han sido recogidas en un elaborado
documento que nos ha entregado Ana María Mejía, en sus conversaciones
con José Fernando Marín H.: “Desde una buhardilla. Bitácora de vuelo
tras un cisne”.
Este es el “Pas de deux” que ilumina la vida de una de las figuras más
representativas del arte de la danza en nuestro medio, que recuerda el
proceso difícil de la formación del artista y recrea la búsqueda de los
caminos hacia la gloria, encerrados en el minúsculo espacio de un
aplauso…
Pero aunque transcurran los años, siempre habrá una imagen entrelazada
con la magia del momento: cuando el espectáculo termina, todo queda en
el silencio de las cosas quietas. Fue solamente un instante, porque el
solaz de las cosas bellas es de instantes.
Queda en el recuerdo la figura de la bailarina y su partenaire y en un
espacio solitario de la platea, la imagen de un hombre taciturno,
cargado de nostalgias, que recuerda a un cisne que se durmió en sus
brazos, mientras siente descender una lágrima por sus mejillas cansadas…
entre tanto baja el telón y el público de pie… aplaude con frenesí.
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