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 El Imparcial                                                                                                                                                                   Edición Nº 12.450-30 - Fecha: 03-22-2013

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NACIONAL

 

Conservar recursos fitogenéticos contribuye a la seguridad alimentaría


Bogotá D.C. Agencia de Noticias UN

 

 

Los recursos fitogenéticos son la base genética de las especies vegetales que muchos agricultores siembran para producir los cultivos que alimentan al mundo.
Por su importancia, en el año 2004, 78 países firmaron un acuerdo encaminado a preservar y utilizar este material genético como sustento de la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria.
El convenio se conoce como el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura y, desde su creación, asegura la prospección, conservación, evaluación y disponibilidad para aumentar la calidad y la productividad de los cultivos.
“El futuro de la agricultura depende de la cooperación internacional y del intercambio abierto de los cultivos y sus genes, que durante más de diez mil años se han desarrollado y mezclado”, expresó Fernando Latorre, comisionado del Centro Nacional de Recursos Fitogenéticos de Madrid (España).
La declaración la dio el experto en el taller “Herramientas apropiadas para la conservación y uso de la agrobiodiversidad de la región latinoamericana” del programa CAP-Fitogen, gestionado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura (FAO), con apoyo de la Dirección Nacional de Extensión de la UN y de algunas entidades del Gobierno español.
“Los problemas de hambre y desnutrición requieren serias alternativas de solución. Por eso, la Universidad aceptó la invitación de la FAO para organizar el evento, siendo un apoyo en los aspectos logístico y académico”, dijo la profesora Aura Herrera, directora nacional de Extensión.
Promover el tratado es una apuesta por la seguridad alimentaria en el mundo, pues garantiza la disponibilidad de las colecciones de material genético que los países necesitan para alimentar a sus pobladores.
Latorre, conocedor del documento, menciona algunos de sus componentes, como “las disposiciones generales sobre la conservación y la utilización sostenible de los recursos fitogenéticos y los derechos de los agricultores”.
“La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) hace una contribución financiera para fortalecer las capacidades de los directivos y técnicos que trabajan en la recolección, conservación y uso de estos recursos”, manifestó Fernando Rey, coordinador de esta entidad en Colombia.
Así, la AECID patrocina este taller “para fomentar la aplicación del tratado formando a las entidades gubernamentales, académicas y a la sociedad en general en la garantía de la seguridad alimentaria de la región”.
Colombia, España y la FAO han constituido una mesa de consulta “que discute acerca del hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición, de cara a la agenda pos-2015, cuando se evaluarán los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.

 

 

Colombia, un mar de recursos pesqueros desaprovechados


Palmira, Agencia de Noticias UN

 

 

En el sector se derivan unas 2.400 toneladas de residuos al año que se desaprovechan y que cuentan con potencialidades médicas, industriales y artesanales. Así lo sostiene José Igor Hleap, docente de la UN en Palmira.
Según el Instituto Humbolt y el Ministerio del Medio Ambiente, hay en Colombia un total de 173 especies aprovechadas y utilizadas para el consumo. De estas, el 17% (31 especies) se encuentran con algún grado de amenaza, de acuerdo con la evaluación nacional publicada en 2002 en el Libro rojo de peces dulceacuícolas de Colombia.
Estas especies son clasificadas según su uso, dvidido en tres categorías: la primera, que corresponde a las especies de pesca de consumo en donde se encuentran (91 especies); la segunda, agrupa especies de consumo local (67 especies), y la tercera, que tiene especies de doble propósito, ornamental y de consumo (32 especies).
el profesor José Igor Hleap, Ingeniero Pesquero y PhD. en Ingeniería de Alimentos, asegura que Colombia posee excelentes condiciones geográficas y climáticas para el desarrollo de una actividad pesquera exitosa, ya sea extractiva o productiva, un mar de recursos pesqueros que no se aprovecha.
Según el docente, de un pez promedio solo consumimos el 50%; el otro 50% corresponde a la piel, las escamas, las cabezas y las aletas. En Colombia, del procesamiento de toda esa cantidad de pescado se derivan unas 2.400 toneladas de residuos al año que se botan al mar causando daños ambientales y desperdiciando un recurso valioso.
“Con estos residuos, podemos desarrollar productos de tipo médico, técnico, veterinario, artesanal, entre otros. Estos tienen mucho valor comercial en los mercados internacionales y podrían ser una buena alternativa para Colombia”, expresa el profesor.
En ese sentido, algunos subproductos podrían extraerse de estos sobrantes, no necesariamente para producir aceite y harina de pescado (que es lo tradicional), sino para fabricar productos con valor agregado que podría aprovechar el país.
“la emulsión es producida del hígado de los animales acuáticos con alta cantidad de vitamina A y D. Generalmente, estos desechos se botan. Sin embargo, con esta podríamos fabricar productos dirigidos a la población infantil. Por otra parte, la guanina sirve para extraer un producto químico que le da el nacarado a las pinturas. Ella se puede sacar de las escamas del pescado”, sostiene el investigador.
La piel de los pescados y el colágeno son otras dos características que se pueden rescatar de los residuos del sector pesquero. “El no aprovechamiento es atribuible al desconocimiento, a la falta de políticas y apoyo gubernamental y el desarrollo tecnológico”.
“En nuestro país deben hacerse esfuerzos para organizar esta actividad y poder incursionar en los mercados internacionales aprovechando las ventajas del TLC. No debemos limitarnos al proceso de extraer, producir, procesar y exportar; sino que, para llegar a estos mercados de una forma dinámica, debemos desarrollar productos con valores agregados, así como aprovechar eficientemente los subproductos de la industria pesquera”, sostiene Hleap.
Sin embargo, en el caso de la acuicultura, el país ha tenido avances significativos con el potencial de recursos que tiene. “Con la Tilapia Roja —afirma el docente— ya estamos notando grandes volúmenes de producción; Así pues, tenemos una muy buena alternativa, tanto para el consumo nacional como para el mercado internacional”.
 

 

El trabajo social está ligado a las políticas públicas y pierde terreno ante la globalización

Fotos: Felipe Castaño / Unimedios
Bogotá D. C., Agencia de Noticias UN

El profesor Johannes Kniffki, coordinador de la Reletran, asegura que la perspectiva de “trabajo social transnacional” es la respuesta a los retos que impone la globalización.
“El trabajo social —en la práctica o como disciplina académica— está netamente vinculado al Estado-nación. Tradicionalmente, no se lo puede pensar fuera de sus fronteras, leyes y reglamentos. Pero en un mundo globalizado aquel pierde soberanía”, explica Kniffki, docente de la Universidad Alice Salomon Hochschule de Berlín (Alemania).
Cita como ejemplo clásico la migración: “No se puede entender la migración de hoy como la de un grupo o colectivo que sale de un país A para llegar a un país B. En realidad, estas personas se mueven de nuevo al país C, luego regresan al A y mantienen relaciones con el país C o A. Esos son estilos de vida completamente nuevos, son cosmopolitas”.


Kniffki llama a esto una “red plurilocal”. Tienen su gente en el país A, en el B, en el C y en ellos pueden ser escuchados, sometidos, excluidos. La influencia de su vida cotidiana no esta determinada por un Estado-nación, sino por A, B y C.
Y añade: “Las situaciones y las prácticas sociales de la gente ya no se pueden vincular solamente al Estado-nación, sino que están influenciadas por la globalización. El trabajo social transnacional reconoce, se apoya y formula acciones considerando todos esos fenómenos”.
El académico alemán subraya que la Red Latinoamericana-Europea de Trabajo Social Transnacional (Reletran) apunta a construir ese conocimiento transnacional, con base en diversos pensamientos teóricos y diversas experiencias prácticas en un contexto de comunidad.
Además, señala que esta perspectiva necesita traducirse “en una producción teórica y metodológica aplicadas a situaciones concretas de la vida social”.
Lo transnacional en Reletran
“Doce universidades y once organizaciones sociales de Europa y América Latina se reúne y conversan. Partimos de que nosotros no podemos entendernos. Tal vez tenemos el mismo idioma, pero tenemos diferentes conceptos de los términos trabajo social, democracia y derechos humanos. Pero hablamos porque queremos buscar una manera de ayudarnos”, dice Kniffki sobre el carácter transnacional del proyecto.
La Reletran tiene representantes en Alemania, Bolivia, Brasil, Chile, España, Guatemala, Panamá, Portugal y México. La UN es la abanderada en Colombia.
“El intercambio de conocimiento, entendimiento, tradiciones académicas es el comienzo. Primero, tenemos que hacerlo, pero a lo largo del proceso —y eso es lo transnacional—. Ya no podemos hablar de que podemos aprender de Europa o de Latinoamérica. No importa porque, al final, no podemos definir de donde viene eso o aquello. En este encuentro, teorías, ideas y procesos se transforman y no se puede identificar su origen”, concluye.
 

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