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  Edición Nº 12.557-37 Fecha 10-19-2015                                                                                                                                                                       El Imparcial 

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MAGAZÍN CULTURAL

 

“NECESITAMOS MÁS HOMBRES Y MUJERES DESOBEDIENTES”

 

 

 

La creadora norteamericana, discípula de Anaïs Nin, lucha desde hace 50 años por que las mujeres vean reconocido su papel en la historia del arte

 

mujeres expresadas artísticamente. Yo me convertí en desobediente porque rechacé aceptar todo esto. Necesitamos más hombres y mujeres desobedientes en este mundo.

 

P. Hay movimientos sociales que están reivindicando la desobediencia como motor de cambio, ¿se siente usted identificada?

 

R. ¡Por supuesto! ¿Soy yo menos desobediente a los 76 que a los 30? No. De hecho, ahora que he sobrevivido a que se digan las peores cosas de mí y de mi arte, ¿qué más me da? ¡Adelante, di que mi trabajo es horrible, no serás el primero ni serás el último, me da igual! En cierto modo, esto me ha hecho más libre. ¿Qué ha pasado en los últimos cinco años? Viendo cómo mi trabajo mueve a la gente, se puede decir que solo ha hecho que la desobediencia sea más atractiva. Occupy Wall Street, la primavera árabe, que desafortunadamente no acabó en primavera, sino en algo muy oscuro, las protestas de Tiananmen.... Mi corazón está con esa gente, sigo siendo la hija de mi padre.

 

P. Su padre fue víctima del macartismo, ¿queda algo del macartismo hoy en día?

 

R. El macartismo solo fue una muestra más de comportamiento reaccionario. Hemos visto muchos ejemplos de terrorismo intelectual a lo largo de la historia. ¿Qué pasa con los periodistas en Egipto? ¿Qué pasa con Ai Weiwei en China? Vemos muchos ejemplos del Estado actuando de forma terrorista. ¿No los tienen aquí? El macartismo fue una vergüenza para América. Mi padre fue una víctima y a mí me intentaron hacer creer que gente como él era terrible. De hecho, le voy a decir algo que es clave para entenderme. A veces me preguntan cómo afronté algunos de los obstáculos y críticas que encontré a lo largo de mi carrera. Mi padre murió cuando yo tenía 13 años, y en ese momento había un bombardeo de propaganda anticomunista, incluso en los cómics para niños. Tuve que decidir si hacía caso de mi experiencia con mi padre, un hombre maravilloso con una pasión por la justicia y una esperanza de cambio, o me creía lo que decían los demás. Tuve que decirlo a los 13. Que todo el mundo creyera algo no quería decir que fuera cierto.

 

P. ¿Y cómo ve en estos momentos a la sociedad estadounidense?

 

R. Es obscena. El discurso político se ha convertido en teatro político. Como en Europa con Berlusconi. El dinero ha entrado en el mundo del arte. Cuando yo era joven no se hacía arte para ganar dinero. Hoy, el valor del arte se mide por lo que genera en las subastas. ¿Deben de estar de coña, no? ¡El valor del arte reside en su significado!

 

P. ¿El dinero lo contamina todo?

 

R. Ha contaminado el proceso político, el mundo del arte… Los jóvenes ya no saben por qué se dedican al arte. Luego vas a los supermercados y ves que hay tantas cosas... Y mientras tanto, mucha gente en el planeta que no tiene nada. Es obsceno y doloroso.

 

P. ¿Alguno de los candidatos a las elecciones norteamericanas puede hacer una contribución que signifique algo para usted?

 

R. Idealmente querría ver a una mujer ser presidenta de Estados Unidos. ¿Creo que Hillary Clinton va a poder cambiar las cosas? Lo dudo. Pero yo votaré por ella. No tenemos alternativas reales en la escena. Aquí, en España, parece que ustedes sí que tienen más alternativas.

 

Coordenadas

Un libro.A language, older than words [un lenguaje más antiguo que las palabras], de Derrick Jensen. Describe el mundo en el que vivimos y habla de la posibilidad de cambiarlo”.

Una idea. “Si toda la gente de este planeta disfrutara de los derechos humanos básicos, el mundo sería enteramente distinto”.

Una certeza. “Que voy a morir. ¡No puedo creer que haya vivido tanto tiempo!”.

 

 

Tomado de El País

 

Joseba Elola

 

Judy Chicago es una artista peleona y desobediente que nunca se resignó a aceptar la marginación de las mujeres en el mundo del arte. Su obra cumbre, The Dinner Party, instalación tan celebrada como denostada por parte de la crítica, reivindica el papel de 39 grandes mujeres como Virginia Woolf o Leonor de Aquitania a través de una mesa de 39 platos con formas que recuerdan a una vulva. Impulsora del arte feminista en la década de los setenta, discípula de Anaïs Nin, sus cuadros, collages, fotografías e instalaciones han experimentado un notable proceso de reivindicación en los últimos cinco años, algo de lo que se muestra hondamente orgullosa. En su década de los setenta (tiene 76 años), por fin, llega el ansiado reconocimiento. Es una de las firmas de The World Goes Pop, muestra que reúne en estos días en la Tate Modern de Londres a las mujeres artistas del pop art. Y en el Azkuna Zentroa de Bilbao se exhibe hasta el 10 de enero de 2016 ¿Por qué no Judy Chicago?, muestra que recorre sus 50 años de trayectoria y que no obvia su eterno caballo de batalla: la lucha por el reconocimiento de las mujeres artistas. En una de las salas del centro de arte vizcaíno, flanqueada por su marido, el fotógrafo Donald Woodman, del que nunca se separa para las entrevistas, contesta a las preguntas con su marcado acento de, cómo no, Chicago, su ciudad natal.

 

El feminismo no es solo la igualdad de derechos para las mujeres. El feminismo es desafiar el paradigma predominante”

 

Pregunta. Usted está considerada como una impulsora del arte feminista, ¿qué es lo que convierte una obra de arte en una obra de arte feminista?

 

Respuesta. No tiene por qué estar centrada en la mujer, ni tiene por qué estar hecha por mujeres. Debe contener un reconocimiento del género, debe estar filtrada por una lente que ve el mundo de un modo más holístico. El feminismo no es solo la igualdad de derechos para las mujeres. El feminismo es desafiar el paradigma predominante, el paradigma de la dominación.

 

P. Y, como feminista, ¿cuáles cree que deberían ser ahora las prioridades del movimiento?

 

R. Traducir los cambios de conciencia en cambios institucionales. Porque ahí es donde no se ha producido un cambio suficiente. Y también, transformar el planeta de modo que las niñas en Pakistán no tengan que tener miedo de ir a la escuela, porque les van a arrojar ácido a la cara o las van a matar. Hay tanto trabajo por hacer, y somos tan afortunadas en el Oeste... Tenemos derechos que damos por sentados y olvidamos cómo los conseguimos.

 

P. Usted sostiene que las mujeres han sido borradas de la historia del arte, ¿cómo se produce ese borrado?

 

R. Ese borrado no es consciente. Y no diré que las cosas no han cambiado: se ven más trabajo de mujeres, de artistas de minorías, pero, sobre todo, en centros regionales. En los

 

grandes centros, que son los que entran en la historia del arte, ha habido muy poco cambio. ¿Cómo se produce? "Oh, sí, esta persona debería estar en la colección, pero no hay suficiente dinero"; "No estoy interesado en su trabajo"; o "No encaja en nuestro calendario" son expresiones que cubren mucho territorio. Hay un lenguaje codificado en el mundo del arte.

 

El discurso político se ha convertido en teatro político”

 

P. En esta exposición que trae a Bilbao se ven dibujos de Fragments from the Delta of Venus and other Femerotica en que…

 

R. Es un trabajo basado en la obra de Anaïs Nin, que fue mi mentora. A principios de 2000 leí unos escritos sobre Anaïs que me enfurecieron. Además, hacía tiempo que yo estaba interesada en crear una imaginería paralela a la del falo de tiempos de los griegos, que habla de la sexualidad activa del hombre. No había una iconografía visual comparable en la sexualidad femenina. Yo no había leído esos relatos eróticos que escribió, Delta de Venus. Lo que sí recuerdo es que cuando fueron publicados, ella estaba muy preocupada por si las historias tenían una mirada femenina o no. Esos cuentos contienen algunos de los más tempranos ejemplos de erótica femenina. Pensé que podía rendir homenaje a Anaïs, responder a esos crueles escritos sobre ella escribiendo algo distinto, y también dar un nuevo paso en mi largamente cultivado interés en crear imágenes de la sexualidad femenina.

 

P. ¿Hay algo específicamente distinto en el erotismo desde el punto de vista femenino?

 

R. Una de mis imágenes favoritas de Fragmentos del delta de Venus es una boca de mujer y un falo que se convierte en una fresa. ¿Cuántas imágenes hemos visto en los museos de cuerpos o pechos femeninos que son peras, frutas, y otros deliciosos manjares? En el taller, el impresor se mostró muy incómodo con esa imagen. No estaba acostumbrado a una representación del cuerpo del hombre como deliciosa fruta.

 

P. Mientras algunos señalan que sus obras rompen tabús y están profundamente comprometidas, otros las califican de semipornográficas. ¿Le resulta extraño que, casi 40 años después de empezar a trabajar en ellas, todavía generen este tipo de controversia?

 

R. La controversia que mi trabajo genera tiene su parte positiva y su parte negativa. Significa que estos temas siguen vigentes. Yo estoy muy contenta de que The Dinner Party haya tenido una audiencia tan grande, pero ¿por qué resulta tan revelador que tantas mujeres hicieran grandes contribuciones históricas? 

 

P. Usted se presenta a sí misma como una mujer desobediente.

 

R. Sí, eso es cosa de Arakis [Xabier Arakistain, comisario de la muestra de Azkuna Zentroa], que identificó dos contantes en mi trabajo: el déficit de mujeres en el arte y la cultura, y el déficit de perspectiva femenina, de experiencias de

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