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Era un amanecer de atmósfera pesada. Había olor de aguas detenidas
en aquel callejón. Me detuve mientras mi mente flotaba sumergida en
pensamientos vagos. Por un instante perdí la noción del tiempo y
regresé en el preciso momento que me caía una gota de agua en mi
cabeza. Comencé a caminar de nuevo por aquel callejón solitario por
entre la neblina, mis pasos sonaban sordos contra el empedrado, la
luz de una lámpara se reflejaba en el suelo húmedo y se difundía
entre la bruma. Los edificios eran viejos en aquella callejuela. De
cuando en cuando salía alguien y se iba perdiendo entre la neblina
en la distancia.
La luz de la mañana comenzaba a penetrar a través de la neblina y se
podía ver los transeúntes caminar por las calles envueltos en sus
abrigos y toser de cuando en cuando. Abroche mi chaqueta para no
dejar escapar el calor en mi cuerpo y continué caminando hacia mi
casa.
Una especie de sensación de descanso se fue dejando sentir en todo
mí ser a medida que me acercaba al portón de mi vivienda. Una puerta
grande de metal forjado impedía la entrada a los no residentes del
edificio. La abrí y me dirigí por un amplio corredor hasta llegar
hasta el ascensor, subí en el hasta el piso de mi apartamento. Entre
y caminé hacia el baño y dejé correr el agua para que se llenara la
tina con agua bien caliente. Me desnudé con esa habitual costumbre y
regrese a la bañera y me sumergí en ella.
Me quedé dormido en medio del sopor y el cansancio en medio de un
vacío existencial como si nada existiera en mi intelecto. De repente
escuché una voz que venía de afuera como un eco que golpeaba las
paredes, era como si alguien gritara mi nombre fuertemente pidiendo
auxilio. Me senté rápidamente y miré confundido en todas las
direcciones buscando al de la voz que me llamaba. Todo quedó en
silencio, no hubo señal alguna a mí alrededor, todo permanencia
igual, suspendido en sus lugares como si nada estuviera pasando. La
puerta entre abierta del baño dejaba colar un vientecillo suave y
frío que me golpeaba la cara y el pecho. Me levante lentamente
mirando por entra el marco de la puerta. Tomé la toalla y comencé a
secarme el cuerpo, mientras me concentraba mentalmente y escrutaba
todo a mí alrededor tratando de encontrar de donde había venido la
voz. Di dos pasos, gire a mi derecha y quedé frente al espejo que
estaba pegado a la pared. Quede de frente, frente a mí, como si
fuera una sola persona. Me sorprendí de lo que me estaba pasando.
Miré fijamente al otro yo que se movía al mismo tiempo y mi mirada
quedó fija en mi mirada, alcé lentamente la mano tomándome el rostro
con los dedos y acariciándome los pómulos pálidos, Moví suavemente
las manos hacia el espejo con la seguridad absoluta de tocarme a mí
mismo. En el último segundo en que mis dedos se unían entre mi yo y
el espejo, saltó una luz de duda y mis yemas chocaron contra el
cristal. Retiré mi mano rápidamente y di un paso atrás, controlé mi
pensamiento y dejé que mi cuerpo se relajara. Extendí mi brazo al
costado izquierdo donde estaban mis objetos personales, tomé el
talco y me frote con él. Me sentí fresco, suave, con la sensación de
limpieza. Salí de allí dirigiéndome a la cómoda de donde tome ropas,
caminé luego a la cocina a prepararme una taza de café.
Sentado al frente de mi mesa de trabajo recosté la cabeza sobre el
espaldar del sillón, dejé que mis músculos se relajaran. Todo estaba
en calma a mí alrededor hasta que comencé a sentir una leve
sensación de que algo se movía detrás como si la presencia flotara
en todo el espacio de la habitación. Este sentimiento perceptible me
hizo voltear rápidamente, pero |
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EL SUEÑO
Por: Zahur Klemath Zapata
todo
estaba intacto a mí alrededor, sólo un libro cayó del estante sin
ninguna explicación. Me levante y caminé hacia él y lo recogí,
regresándolo nuevamente al estante.
Comencé a trabajar como de costumbre. Por aquellos días me dedicaba
a estudias sobre el razonamiento premonitorio y los fenómenos
parapsicológicos que las personas sentían. Sobre mi mesa siempre
había libros viejos y nuevos que trataban de explicar lo que se
pensaba sobre lo que estaba pasando alrededor del intelecto humano.
Trabajé toda la tarde y al caer la noche dejé los papeles sobre la
mesa y me tiré de espalda sobre el sillón a dejar que mi cuerpo se
relajara, era como dejar que mi cuerpo flotara en el vacío. Cerré
mis ojos y caí en un profundo sueño.
No puedo recordar lo que pasó, hay un vacío intemporal en mi mente,
como si no existiese tiempo, no existiera una conexión entre esas
dos momentos mientras dormía, solo recuerdo que el teléfono sonó y
estirar mi mano para responderlo. Escuché una voz a través del
teléfono que me hablaba y no le podía entender lo que decía.
- Hola, -
- ¿Si? le (conteste)-
- Si, Tu. (Me respondieron secamente)-
- ¿Quién habla? (Pregunté con curiosidad.)
- ¿Soy yo, no me recuerdas? ¿Acaso ya me has olvidado?-
Busqué rápidamente en los escondites de mi memoria este timbre de
voz y entre más lo buscaba más me confundía.
- ¿Recordarte? (le dije, en tono pensativo como si una pequeña luz
se iluminara en mi mente)
- Sí, soy el otro yo, el del espejo.- Era tan segura su afirmación
que me hizo estremecer. Pensé velozmente en todas las cosas, aludes
de figuras rondaron por mi pensamiento desapareciendo luego en la
oscuridad de mi mente con la misma velocidad que llegaron.) -
- ¿De qué espejo me estás hablando? (dije)
- Tú sabes muy bien de que estoy hablando.- |
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Miré en mi interior, comencé a recordar rápidamente los sucesos del
día, vi mi imagen proyectada en el espejo y de repente se rompía.
- Tú sabes que todos los espejos están rotos.-
Hubo una pausa, soledad y silenciosa.
- Ahora ya sabes de que estoy hablando.-
- No, no es posible, yo conozco esa voz. (Le dije asustado y
perplejo.)
- ¿De qué voz hablas?
- De tu voz. ¿Acaso no la conoces? (le dije en tono afirmativo.)
- Oh! ya comprendo, pero está bien. (Pronuncio secamente mientras
terminaba la frase. Luego continuo.) Bueno ahora me toca explicarte
todo lo referente al espejo y así estarás más tranquilo.
De inmediato reaccioné negativamente y movido por el instinto de
conservación le dije.
- No hay ninguna explicación referente al espejo, cualquier palabra
que pronuncie romperá el hechizo y no estoy dispuesto a que eso
suceda.-
- Esta bien, tú te harás responsable. -
Se hizo un silencio y quedé con una sensación de estar flotando en
el espacio y suspendido de la nada. Miré a mí alrededor buscando que
era lo que me sujetaba, pero no había nada, solo la oscuridad de la
noche.
- ¿Me escuchas? ¿Contesta? No tengas miedo. (Nuevamente me hablo la
voz.)
- ¿Miedo? (le respondí inmediatamente)
- ¿Tu sabes de que estoy hablando?
- No deseo hablar más contigo. Estoy un poco fatigado.-
- Espera los últimos segundos. (Dijo.)
- ¿Qué importa?, yo ya sé cuál será el final.-
- Es sorprendente, pensé que te negarías en el último momento, me
voy.-
- Bien. (Dije.)
- Oí su voz que comenzaba a vibrar en todo mi cuerpo y decía.-
- Anda y clávate el cuchillo. Tú sabes en que sitio.-
Se hizo un silencio profundo y el silbido de la tetera lo cortó
violentamente.
Siento caer una gota fría sobre mi columna vertebral y va bajando
lentamente hasta la última vértebra. Miro a mi alrededor, veo la
máquina de escribir que no ha terminado una frase, los manuscritos
esparcidos sobre la mesa y los libros cerrados, el sofá vacío en su
sitio y mi cuerpo flácido con los brazos desgonzados que cuelgan de
los hombros, la cabeza hacia atrás recostada sobre el sillón y con
los ojos cerrados, entre la oreja izquierda y el hombro veo correr
un hilo de sangre y un pedazo de espejo clavado en mi garganta.
Zahur
Klemath Zapata
Poeta y
filosofo
Nació en
La Virginia, Colombia
Ciudadano
estadounidense radicado en New York.
https://es.wikipedia.org/wiki/Zahur_Klemath_Zapata
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