El Imparcial-Pagina 10

 

                                                                                                                                  Pereira, Colombia -  Edición: 12.503-83 - Fecha: 05-08-2019

MAGAZÍN LITERARIO                                                               Pg. 1-13

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Era un amanecer de atmósfera pesada. Había olor de aguas detenidas en aquel callejón. Me detuve mientras mi mente flotaba sumergida en pensamientos vagos. Por un instante perdí la noción del tiempo y regresé en el preciso momento que me caía una gota de agua en mi cabeza. Comencé a caminar de nuevo por aquel callejón solitario por entre la neblina, mis pasos sonaban sordos contra el empedrado, la luz de una lámpara se reflejaba en el suelo húmedo y se difundía entre la bruma. Los edificios eran viejos en aquella callejuela. De cuando en cuando salía alguien y se iba perdiendo entre la neblina en la distancia.

La luz de la mañana comenzaba a penetrar a través de la neblina y se podía ver los transeúntes caminar por las calles envueltos en sus abrigos y toser de cuando en cuando. Abroche mi chaqueta para no dejar escapar el calor en mi cuerpo y continué caminando hacia mi casa.

Una especie de sensación de descanso se fue dejando sentir en todo mí ser a medida que me acercaba al portón de mi vivienda. Una puerta grande de metal forjado impedía la entrada a los no residentes del edificio. La abrí y me dirigí por un amplio corredor hasta llegar hasta el ascensor, subí en el hasta el piso de mi apartamento. Entre y caminé hacia el baño y dejé correr el agua para que se llenara la tina con agua bien caliente. Me desnudé con esa habitual costumbre y regrese a la bañera y me sumergí en ella.

Me quedé dormido en medio del sopor y el cansancio en medio de un vacío existencial como si nada existiera en mi intelecto. De repente escuché una voz que venía de afuera como un eco que golpeaba las paredes, era como si alguien gritara mi nombre fuertemente pidiendo auxilio. Me senté rápidamente y miré confundido en todas las direcciones buscando al de la voz que me llamaba. Todo quedó en silencio, no hubo señal alguna a mí alrededor, todo permanencia igual, suspendido en sus lugares como si nada estuviera pasando. La puerta entre abierta del baño dejaba colar un vientecillo suave y frío que me golpeaba la cara y el pecho. Me levante lentamente mirando por entra el marco de la puerta. Tomé la toalla y comencé a secarme el cuerpo, mientras me concentraba mentalmente y escrutaba todo a mí alrededor tratando de encontrar de donde había venido la voz. Di dos pasos, gire a mi derecha y quedé frente al espejo que estaba pegado a la pared. Quede de frente, frente a mí, como si fuera una sola persona. Me sorprendí de lo que me estaba pasando. Miré fijamente al otro yo que se movía al mismo tiempo y mi mirada quedó fija en mi mirada, alcé lentamente la mano tomándome el rostro con los dedos y acariciándome los pómulos pálidos, Moví suavemente las manos hacia el espejo con la seguridad absoluta de tocarme a mí mismo. En el último segundo en que mis dedos se unían entre mi yo y el espejo, saltó una luz de duda y mis yemas chocaron contra el cristal. Retiré mi mano rápidamente y di un paso atrás, controlé mi pensamiento y dejé que mi cuerpo se relajara. Extendí mi brazo al costado izquierdo donde estaban mis objetos personales, tomé el talco y me frote con él. Me sentí fresco, suave, con la sensación de limpieza. Salí de allí dirigiéndome a la cómoda de donde tome ropas, caminé luego a la cocina a prepararme una taza de café.

Sentado al frente de mi mesa de trabajo recosté la cabeza sobre el espaldar del sillón, dejé que mis músculos se relajaran. Todo estaba en calma a mí alrededor hasta que comencé a sentir una leve sensación de que algo se movía detrás como si la presencia flotara en todo el espacio de la habitación. Este sentimiento perceptible me hizo voltear rápidamente, pero

   

EL SUEÑO



Por: Zahur Klemath Zapata

 

todo estaba intacto a mí alrededor, sólo un libro cayó del estante sin ninguna explicación. Me levante y caminé hacia él y lo recogí, regresándolo nuevamente al estante.

Comencé a trabajar como de costumbre. Por aquellos días me dedicaba a estudias sobre el razonamiento premonitorio y los fenómenos parapsicológicos que las personas sentían. Sobre mi mesa siempre había libros viejos y nuevos que trataban de explicar lo que se pensaba sobre lo que estaba pasando alrededor del intelecto humano.

Trabajé toda la tarde y al caer la noche dejé los papeles sobre la mesa y me tiré de espalda sobre el sillón a dejar que mi cuerpo se relajara, era como dejar que mi cuerpo flotara en el vacío. Cerré mis ojos y caí en un profundo sueño.

No puedo recordar lo que pasó, hay un vacío intemporal en mi mente, como si no existiese tiempo, no existiera una conexión entre esas dos momentos mientras dormía, solo recuerdo que el teléfono sonó y estirar mi mano para responderlo. Escuché una voz a través del teléfono que me hablaba y no le podía entender lo que decía.

- Hola, -

- ¿Si? le (conteste)-

- Si, Tu. (Me respondieron secamente)-

- ¿Quién habla? (Pregunté con curiosidad.)

- ¿Soy yo, no me recuerdas? ¿Acaso ya me has olvidado?-

Busqué rápidamente en los escondites de mi memoria este timbre de voz y entre más lo buscaba más me confundía.

- ¿Recordarte? (le dije, en tono pensativo como si una pequeña luz se iluminara en mi mente)
 


- Sí, soy el otro yo, el del espejo.- Era tan segura su afirmación que me hizo estremecer. Pensé velozmente en todas las cosas, aludes de figuras rondaron por mi pensamiento desapareciendo luego en la oscuridad de mi mente con la misma velocidad que llegaron.) -

- ¿De qué espejo me estás hablando? (dije)

- Tú sabes muy bien de que estoy hablando.-

 


Miré en mi interior, comencé a recordar rápidamente los sucesos del día, vi mi imagen proyectada en el espejo y de repente se rompía.

- Tú sabes que todos los espejos están rotos.-

Hubo una pausa, soledad y silenciosa.

- Ahora ya sabes de que estoy hablando.-

- No, no es posible, yo conozco esa voz. (Le dije asustado y perplejo.)

- ¿De qué voz hablas?

- De tu voz. ¿Acaso no la conoces? (le dije en tono afirmativo.)

- Oh! ya comprendo, pero está bien. (Pronuncio secamente mientras terminaba la frase. Luego continuo.) Bueno ahora me toca explicarte todo lo referente al espejo y así estarás más tranquilo.
De inmediato reaccioné negativamente y movido por el instinto de conservación le dije.

- No hay ninguna explicación referente al espejo, cualquier palabra que pronuncie romperá el hechizo y no estoy dispuesto a que eso suceda.-

- Esta bien, tú te harás responsable. -

Se hizo un silencio y quedé con una sensación de estar flotando en el espacio y suspendido de la nada. Miré a mí alrededor buscando que era lo que me sujetaba, pero no había nada, solo la oscuridad de la noche.

- ¿Me escuchas? ¿Contesta? No tengas miedo. (Nuevamente me hablo la voz.)

- ¿Miedo? (le respondí inmediatamente)

- ¿Tu sabes de que estoy hablando?

- No deseo hablar más contigo. Estoy un poco fatigado.-

- Espera los últimos segundos. (Dijo.)

- ¿Qué importa?, yo ya sé cuál será el final.-

- Es sorprendente, pensé que te negarías en el último momento, me voy.-

- Bien. (Dije.)

- Oí su voz que comenzaba a vibrar en todo mi cuerpo y decía.-

- Anda y clávate el cuchillo. Tú sabes en que sitio.-

Se hizo un silencio profundo y el silbido de la tetera lo cortó violentamente.

Siento caer una gota fría sobre mi columna vertebral y va bajando lentamente hasta la última vértebra. Miro a mi alrededor, veo la máquina de escribir que no ha terminado una frase, los manuscritos esparcidos sobre la mesa y los libros cerrados, el sofá vacío en su sitio y mi cuerpo flácido con los brazos desgonzados que cuelgan de los hombros, la cabeza hacia atrás recostada sobre el sillón y con los ojos cerrados, entre la oreja izquierda y el hombro veo correr un hilo de sangre y un pedazo de espejo clavado en mi garganta.
 

 

Zahur Klemath Zapata

 

Poeta y filosofo

Nació en La Virginia, Colombia

Ciudadano estadounidense radicado en New York.
 

https://es.wikipedia.org/wiki/Zahur_Klemath_Zapata

 

 

 

 

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