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                                                                                                                                  Pereira, Colombia -  Edición: 12.515-95 - Fecha: 06-23-2019

 Pg. 1-13

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Congreso y corrupción: Sinónimos

 

 

Los corruptos siguen haciendo de las suyas, lo que se vivió el pasado jueves en la plenaria de la Cámara de Representantes resulta por lo menos inaudito. Esta línea de comportamiento de los senadores, representantes y gobierno marca un hito, donde Colombia está inmerso en un berenjenal de corrupción del cual es muy difícil salir y menos cuando no existe la voluntad de quienes pueden legislar para cambiar el panorama. Bochornoso, doblemente increíble o insólito como diría un comediante, el desparpajo y la falta de vergüenza de estos padres de la patria.

Unos acusan a los otros y los otros a los unos, señalamientos que van y vienen, la desvergüenza es a tal punto, que terminaron los representantes enfiestados una vez levantaron la sesión en la cual se hundió la ley que prohibía la casa por cárcel para los corruptos. Una imagen vale más que mil palabras.

Esta ley llevaba casi un año de trámite y se habían surtido ocho debates reglamentarios, solo faltaba la conciliación para pasar a sanción presidencial. En este punto, la confusión, el manoseo y la trapisonda se hicieron evidentes con el manejo que le dieron, el presidente del senado, el presidente de la cámara y los dos conciliadores, Varón Cotrino y el representante por Risaralda Vallejo Chujfi, a este trámite.

Para Ripley, el conciliador Vallejo, dice él, por orden de la cámara y el visto bueno de la ministra tramitó la conciliación, pero quien había sido elegido para llevarlo adelante era Jairo Cristo. La anterior triquiñuela acabó de agotar los tiempos y la ley se hundió cuando fueron a radicarla, porque uno de los que era no era, el tal Vallejo.

Se eligió de manera maquiavélica este día para sacar adelante una de las leyes más necesarias para la Nación, día de partido de la selección Colombia de mayores en un importante torneo como la Copa América. Con la euforia de la clasificación colombiana a segunda ronda de este certamen deportivo, los colombianos a celebrar en las calles, los políticos a celebrar en su fiesta y el país anestesiado e inmerso en el manejo de los políticos a su destino.

En consulta popular el 26 de agosto de 2018, más de once millones de colombianos se pronunciaron sobre el endurecimiento de las normas en contra de la corrupción, esta le cuesta al país la nada despreciable cifra de cincuenta billones de pesos cada año. Fueron siete iniciativas anti-corrupción planteadas, pero solo una aprobada; raquítico balance en la labor y el compromiso legislativo.

La corrupción sigue teniendo en jaque al país, en este proceso se involucra en mayor proporción a las estructuras institucionales de la rama ejecutiva: gobernaciones y alcaldías. El 80% de los casos hace referencia a la corrupción administrativa, el 11% a la política, 4% a la del Estado y el sector privado.

Según Andrés Hernández director de Transparencia por Colombia ¨son tres puntos importantes a tener en Colombia para avanzar en la lucha contra la corrupción: transformar el sistema político y el ejercicio del poder, recuperar la legitimidad de la justicia y lograr sanciones efectivas. La tercera propuesta de Transparencia por Colombia es romper con el clientelismo en el empleo público y la contratación. “La debilidad en la justicia es una de las piezas claves para que la corrupción funcione eficientemente en el país¨

¡Colombia tiene la palabra! los congresistas no tienen remedio.

 

 

Código de Policía, un fracaso a los ojos de los colombianos


Por: Rubén Darío Varela

 

De acuerdo con las últimas estadísticas realizadas por diferentes compañías y medios de comunicación de orden nacional, como lo es el caso de Caracol Noticias, el 75% de los colombianos tienen la percepción que el Código de la Policía Nacional no se ha venido aplicando de manera correcta.
Es más, de acuerdo con estas estadísticas, la mayoría de los colombianos consideran que pese a que este nuevo código es mucho más estricto que el anterior no ha contribuido a mejorar la convivencia entre los ciudadanos de nuestro país.
Y es que frente a esta percepción, son muchas las personas que cuentan con diversos argumentos por los cuales aseguran que el nuevo Código de Policía cuenta con una serie de falencias en su aplicación que contribuye a que no tenga una adecuada acogida.
Por ejemplo, una de las principales quejas de la ciudadanía hace énfasis en el hecho que muchos son los casos de agentes de policía que en estaciones, calles y parques del país se dedican la mayoría del tiempo a capar la posibilidad de imponer un comparendo a su mayoría, ciudadanos de bien que dan “papaya” como se dice el cuento, orinándose en árboles de parques o invadiendo de algún modo el espacio público o alguna otra mínima falta.
Lo cierto del caso, es que la pregunta del millón es ¿Por qué parece una prioridad la imposición de comparendos a ciudadanos, cuando en muchas calles los delincuentes hacen de las suyas? ¿Acaso no es prioridad para la Policía Nacional proteger los derechos de las personas? ¿Dónde están en ese momento? ¿Poniendo comparendos?
Además de esta molestia, muchos por no decir todos los colombianos estamos en desacuerdo con los valores exageradamente exorbitantes que presentan algunas sanciones de tipo 4 del Código de la Policía Nacional, por ejemplo, como por ejemplo la multa de casi un millón de pesos por orinar en espacio público.
Obviamente es un acto de poca cultura que requiere de una sanción, pero a lo que voy es que son precios que son demasiado alto de pagar para el colombiano de a pie y principalmente para aquellas personas que en su mayoría cometen este delito y que son vendedores ambulantes o personas de bajos recursos.
Por otro lado, más allá de las sanciones que trae consigo el nuevo Código de la Policía Nacional, lo constituye el hecho que con la imposición de las multas, las riñas y rencillas entre las familias tienden cada vez más a incrementarse sin que se garantice un verdadero escenario de reconciliación, dado al hecho que al meterse con sanciones económicas es mucho más difícil conciliar.
 

 


Pura Carreta

 

 

Gustavo Álvarez Gardeazábal
Junio 20 2019

 

Doña Natasha Avendaño, superintendente de Servicios Públicos, le dijo a El Tiempo que el argumento que siempre habíamos acogido de que en la Costa Atlántica existe la cultura del no-pago y que, por eso, empresas como Electricaribe se quiebran es “pura carreta”. Usando cifras de hábil vendedora de cosméticos demuestra que los antiguos dueños de Electricaribe hicieron un gran trabajo mediático al volver su caballito de batalla esa mentira porque “Unión Fenosa tenía hace 10 años un recaudo del 96%”.Y corrobora afirmando que es tan falsa tal premisa que los proveedores de gas y agua tienen recaudos del 98%.

Eso sí, advierte que el problema es de pérdidas negras porque la red eléctrica es mala y que como no la blindaron ni la protegieron (es decir, los de Gas Natural no metieron billete) resultó muy fácil hacer las conexiones piratas en las barriadas y robarse la energía. Pero subraya que hay apartamentos de estrato 6 que tienen el bypass para piratear la electricidad que consumen los aires acondicionados. Y repite “el problema no es cultura del no-pago, sino de ilegalidad”.

Semejantes declaraciones son el soporte para defenderse de la demanda internacional contra Colombia que ha presentado Gas Natural pero sobre todo cambian radicalmente el panorama para quienes quieren comprar Electricaribe. Doña Natahsa dice que a los interesados, tanto extranjeros como colombianos, ella les puso en aviso de esta verdad de puño que enfrenta al mito creado de que en la Costa no les gusta pagar. Es probable entonces que quienes se midan a la puja por quedarse con la empresa acepten que deben hacer una gran inversión en actualización y vigilancia de redes para evitar tales fraudes .El ejemplo ya lo dio hace varios años la EPSA en Buenaventura, donde había más conexiones piratas que las que hay hoy en el barrio Mandela de Cartagena. Es cuestión de método y voluntad.
 

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