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                                                                                                                                 Pereira, Colombia -  Edición: 12.561-141 - Fecha: 01-12-2019

 Pg. 1-16

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En Picada
 

 

Durante todo el año 2019 hemos visto  revelaciones de inconformidad social, frente a gobiernos que sólo piensan en cómo hacer para llegar al poder y otros mantenerse.

 

Son muchos los miles de millones de dólares que gastan en campañas publicitarias, redes sociales, entrevistas fingidas y otras artimañas de lo que nos hemos visto envueltos.

Según los conocedores de la materia económica e inversión, fueron no menos de 60 mil millones de pesos los invertidos por los políticos que añoraban  la silla presidencial.

 

¿Cuántas escuelas remodeladas o construidas con esa inversión?, ¿Por qué no se dio parte de ese dinero a los hospitales?, ¿Quiénes aportaron tan semejantes sumas?

Mientras se reunían para banquetes, conferencias de prensas y demás halagos, pero se han puesto a analizar la tasa general de pobreza, la desigualdad social para dar oportunidad a los más despro-tegidos.

 

Cualquiera que hayan sido las causas, en la actualidad hay quienes viven en pobreza extrema, que no tienen recursos y se han quedado en las calles, pidiendo un sorbo de café o trozo de pan.

La disfuncionalidad de los mercados de trabajo en Colombia, viene dada por varios aspectos importantes, muchos trabajadores recibes ingre-sos muy por debajo a la línea de la pobreza.

 

Esto se ve con mayor presencia en el caso de la población rural, a pesar de esas largas jornadas diarias, en la gran mayoría de las ocasiones por encima de lo pautado por ley.

Colombia, presenta todavía una salvaje diferencia de ingresos entre latinoamericanos y no parece que en los planes del gobierna exista planes efectivos para erradicación de la pobreza, la ampliación de la ciudadanía y la propia gobernabilidad democrática.

 

No piensan en mejoras para el ciudadano común, les gusta lo macro y el discurso de siempre, allí están las calles formulando reclamos, mientras que en el congreso se sigue debatiendo sobre el proyecto de endeudamiento, entre otras leyes que desean promulgar antes que termine en año de sesiones.

El trabajo sigue siendo el camino más rápido para salir de la carestía, pero los mercados laborales, siguen caracterizándose por una oferta de empleos insuficiente y por quebraduras típicas en la calidad de esos empleos.

 

Que por demás no satisfacen en su totalidad la necesidad del trabajador, nos encontramos delante de un flagelo que se desea ocultar, por negligencia, incapacidad o peor aún, complicidad.

 

Nos encontramos en caída libre o en picada, no obstante la soluciones están muy lejos de ocurrir, no porque no se tenga como, es por la falta de voluntad política.

 

No se ven que verdaderamente se lleven a cabo las añoradas políticas de inclusión social y laboral, que por demás muy bien falta un poco de respiro a la población, que grita por ellas.

 

   

 
 

El Desafío


 

 

 

Enrique J. Marrero

 

Quiero comenzar mi artículo expresando un agradecimiento a las personas que de verdad creen en un futuro mejor, pero la lucha debe ser constante y con ma-yores actores positivos, por favor no incluya a falsos profetas, que después de llegar al curul se descomponen o ya vienen en estado de descomposición y sólo usan los antifaces de humildad.

Estamos sumergidos en una crisis social muy fuerte donde nos hemos dejado llevar, por muchas razones: conformismo, como-didad, flojera, engaños, cualquiera de las causas que se desee alegar, sin embargo las consecuencias son y siguen siendo las mismas, cada día con menos recursos económicos para sostener a la familia.

La informalidad sigue siendo, año tras año, marca de la casa de los mercados laborales latinoame-ricanos y caribeños, es muy común ver en estos últimos años como se han ido construyendo caminos, veredas, pequeños centros y las calles como mercados persas, que de verdad de persas no tienen nada.

Ahora bien, en vez de discutir beneficios para algunos pocos, ¿Por qué no se generan empleos?, ¿Por qué no se les ayuda a los que realmente lo necesitan, para generar empleos?, considero que dar bonos o algunos beneficios no son la solución, los que estudian quieren un futuro, desean ingresar a la bolas laborar y poner en práctica lo aprendido, el que ya tiene un empleo, desea vivir mejor, con tranquilidad, si aquella tranquilidad que le da tener un ingreso justo.

En ocasiones no sabemos qué hacer para lograr un mayor ingreso, para que los chicos sigan en su preparación profesional, lamentablemente por negligencia gubernamental terminal en los empleos informales, pero se han preguntado, ¿Qué consecuencias existen estar fuera de los empleos formales?

Los desafíos más grandes que tienen los futuros estudiantes, los actuales y que pretenden ingresar al mercado laboral formal, para cumplir sueños, expectativas o en fin llegar a pertenecer al lugar social donde siempre han querido estar, por lo mínimo mejorar su situación económica, forjándose en trabajos honestos y que les brinde seguridad.

Falta de acceso a cobertura de la seguridad social en salud y pensiones, a jornadas de trabajo definidas, estos son los desafíos actuales de los que siguen un camino de preparación profe-sional.

 

Pero tristemente se llevan la peor parte de un sistema creado y mantenido para unos pocos.

 

La evolución social no parece augurar un cambio de tendencia a favor de la formalización de sus puestos de trabajo, mucho menos

 

 

a generar oportunidades para quienes se lo merecen, para poder valorar sus esfuerzos, nos encontramos en una encrucijada que tare consigo los errores del pasado y la misma corrupción de siempre.

 

Son los grandes desafíos de una sociedad que sale cada día a luchar y no encuentra respuesta honesta y sincera, que solo se topan con atropellos, miradas tristes solo ven día tras día, se registran mayores tasas de pobreza.

 

Americana Latina acorralada, sin encontrar el camino de inserción social.

ADIÓS


 

 


 

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El oficio de columnista ha pasado por muchas variables en los 50 años que llevo ejerciéndolo. Cada vez se ha convertido en mucho más molesto que cuando los intocables de siempre preferían disparar para acallar.

 

La creciente irresponsabilidad que generan las redes, la velocidad conque se fusila moralmente a quien se atreve a escribir columnas vaciándolo con falsas noticias o con insultos a doquier lo ha hecho un oficio, a más de riesgoso, infinitamente fastidioso.

Últimamente, en la medida en que a las redes y correos cualesquiera tiene acceso y libertad para que opine o pontifique sin importar ni medir su nivel cultural, me he ganado baldados de insultos y multivariedad de estigmatizaciones que a mis 75 años no creo que deba seguir recibiendo.

Por otro lado, día a día, me he ido convenciendo que mis apreciaciones buscando la certeza son tan despreciables y tan poco valoradas en el trascurrir de Colombia que me siento un orate predicando en una de las esquinas de Tuluá, donde no pude volver desde hace 5 meses porque el alcalde, por una columna, me ha tirado a 511 perros de presa.

 

Nunca he pretendido ser el orientador de la opinión nacional pero frente a lo que pasa por estos días, y lo que va a pasar, he reflexionado hasta el punto de tomar la determinación que ésta sea mi última columna. Me retiro satisfecho y agradecido de haber tenido tantos lectores y un periódico como ADN que protegió a toda costa mi libertad de pensamiento.

 

Pero no doy más. Mi edad, y mi deteriorada salud no puedo seguirlas juntando con las canecadas de oprobios o los señalamientos sin pudor que me escupen por redes y correos. Me retiro a vivir lo restante leyendo y escribiendo y cuidando mis animalitos, buscando la tranquilidad que he perdido.

 

Tal vez daré los consejos del anciano retirado a quien me busque en mi refugio de eremita a orillas del río Cauca.


Mil gracias a todos. Adiós.

 

 

 

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