Pereira, Colombia -Edición: 12.875 - 455 Fecha: 25 - 01 -2022 |
COLUMNISTAS |
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La familia campesina y el desarrollo agrario colombiano
Por: Iván R. Pulido
Las economías campesinas son vitales en la producción de alimentos,
la preservación de la biodiversidad genética, el abastecimiento de
alimentos en todas partes y en el fortalecimiento de los mercados
locales.
Colombia es el país más desigual de América Latina en tenencia y
distribución de la tierra, declaración que traduce a que
los campesinos sufran de manera desproporcionada pobreza, hambre y
malnutrición, así como las cargas causadas por la degradación del
medio ambiente y el cambio climático.
Son tres millones de familias campesinas que integran aproximadas 13
millones de personas,
ejemplo de la genuina producción agraria, que merece estudiarse,
definirse, valorarse y legitimarse para que se ubique en el
importante lugar que les corresponde como esenciales abastecedores
de los alimentos que intervienen en la canasta familiar y en el
desarrollo económico nacional; quienes para su sustento laboran la
tierra con sencillas herramientas como azadón, pala y machete, que
tristemente la mayoría de las veces nuestra sociedad, ignora,
discrimina, desplaza y no les apoya, desconociendo la fundamental
producción del alimento base de la vida, quienes con su inocencia y
falta de educación al lado de su labor, enfrentan diversos
conflictos y adversidades climáticas originadas por sus congéneres
citadinos industrializados.
Profundizando en su diario vivir el difícil acceso: a la educación,
servicios de salud, al transportarse, a la asesoría técnica estatal,
la falta de planeación del sector agrario, a la financiación y al
azar que significa producir y caer en manos de nocivos compradores
de sus cosechas a cualquier precio, se convierten en palos en la
rueda que el labriego tiene que superar para abastecer sus productos
en las plazas de mercado, aspectos en que los próximos gobernantes
tendrán que profundizar con soluciones de urgencia para
aseguramiento de nuestra soberanía alimentaría.
Eventos que en los últimos veinte años, les han obligado a ser
despojados de más de 6 millones de hectáreas y a que aproximados 2
millones de labriegos con sus familias se desplazaran a las
ciudades,
sumándose por falta de control del estado a dejarse comprometer de
grupos armados al margen de la ley, que les han ofrecido mejores
expectativas para su calidad de vida, cambiando el fruto de la labor
licita anterior por la producción de coca para exportación.
Vale por resaltar, el trabajo campesino produce cerca de 40 millones
de toneladas de los alimentos básicos de la dieta de los hogares
colombianos.
Hoy los campesinos se enfrentan a la desocupación como su
problema central, situación que enreda el manejo apropiado de los
recursos naturales, donde sus decisiones eran fundamentales para la
seguridad alimentaría y salud de los ecosistemas del mundo.
La mejor manera para garantizar el
equilibrio entre lo rural y urbano será atacar la problemática
relacionada en base a políticas de estado que traduzcan en cero
hambre, inversión y fortalecimiento estatal al sector rural,
producción de alimentos nutritivos sustentables y prosperidad
colectiva, todos ellos combinados con la amigabilidad hacia el
planeta
Cifras mundiales manifiestan que la
población rural que produce el 80% de los alimentos representa
cuatro quintas partes de los pobres del mundo y los organismos
mundiales proponen soluciones de su equilibrio para 2.030, en
consideración a que el sector agrario es el mayor empleador del
mundo y motor económico más grande para muchos países.
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Pensando en nuestra soberanía alimentaría y en no intentar copiar el ejemplo de la Venezuela improductiva; sugerimos a nuestros apreciados seguidores, votar con conciencia en marzo por quienes entiendan y defiendan el sector agrario como la actividad primaria que apoyara hacia el desarrollo económico que requiere Colombia.
COMITÉ CENTRAL DE INGENIEROS AGRÓNOMOS UT 73 B
POR. - I.A. IVÁN R. PULIDO GONZÁLEZ
Orgánico
Por: Edgar Cabezas
La visión física del sistema territorio cósmico, geológico, geográfico, el biotopo con el conjunto de seres vivos y la biocenosis, impele la pregunta: ¿Quiénes en caso de tener conciencia deben adaptarse, los elementos de la naturaleza a nosotros la humanidad o nosotros la humanidad debemos aprender a adaptarnos a los elementos de la naturaleza? La visión física, señores, ante todo la belleza y su física estructura que mantiene de pies a cabeza al terrícola y su vuelo epistemológico cósmico en la entrega de la pureza: puro, inmaculado, impoluto, prístino de savia sabia para el saber vivir en la abundancia de bienes y servicios con los infaltables inherentes a la real sociedad de la vida: salud, dinero y amor.
El pacto geográfico entre la naturaleza y la sociedad es la estrategia fundamental para la planeación y eco-reordenación del territorio. El territorio físico de las cuencas hidrográficas y su paisaje natural está conformado por minerales, aguas dulces, saladas y aéreas, infiltradas por radiación solar y, referenciadas en la big data, con latitudes, paralelos y coordenadas; pueden ser vistas desde la estación espacial y entregadas a la Internet en imágenes Google Earth a las que hay que poner en sincronía y resonancia de verbalización con la multitud de poblaciones de la biodiversidad llamada por la biología, la vida.
La sociedad refleja su realidad en el sistema-caos. Complementariedad y antagonismo son la evidencia de la reevolución permanente de desarrollos económicos desiguales, combinados e inequitativos en productividad afectiva. La complementariedad entre el territorio rural y urbano en bienes y servicios es orgánica y horizontalmente simétrica. La función de la ruralidad es hacer el mantenimiento de los ecosistemas y hábitats de la estructura ecológica principal del territorio y sus atributos. El antagonismo es el retorno de los bienes naturales a sus fuentes de abastecimiento: el suelo, el agua, la atmósfera que los centros poblados agrupados casa por casa, a los que incluso la informática 4g no les llega para que se enteren que la vida hay que protegerla.
Volviendo al meollo del asunto, “a la pepa, al almendrón”, las ciudades, los distritos, los municipios, los centros poblados y la población dispersa podría auto imponerse cuarentenas ambientales para contribuir con el clima, detener la deforestación, transformar los residuos orgánicos en abono fértil que de vida al suelo rural. La ingeniería, la unión de la ciencia y la tecnología al servicio de la biología para que la imaginación fluya en complementariedades y antagonismos, en hacer que el agua potable de acueducto no regrese a su ciclo como residuo tóxico, a la conservación, regeneración, restauración y sustitución con dedicación. Laboratorios de potabilidad. Que el laboratorio, sea el lugar donde se labora. Laboratorios de campo en el territorio, que expliquen mediante creación colectiva, cómo comprender el sistema y el caos en los que circulan la sociedad y la naturaleza.
Un mayor sabio y competente recomienda a los habitantes de los territorios locales: “háganlo ustedes mismos porque nadie va a venir de otra parte a hacerles a ustedes lo que les corresponde hacer a ustedes. Eso sería quitarles el poder que ustedes tienen en defensa del éxtasis del territorio, en los tiempos secos y de lluvias”.
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Pongámonos serios
Por Luís Enrique Arango
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