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El genio chino en La
Cometa
Por: Jotamario
Arbeláez
Hace 36 años comenzó actividades en Bogotá Galería La Cometa,
elevada por Esteban Jaramillo. Por la misma fecha, en la China,
empezaba a moverse como artista y activista político Ai Wei Wei,
hijo de un poeta tildado de derechas por su independencia pensante,
Ai Quing, quien, a pesar de haber sido consejero personal de Mao -y
aclamado por Pablo Neruda-, debió pasar largos años en la llamada
“pequeña Siberia”, con sus hijos infantes Ai Wei y Ai Dan, dado el
trasfondo de sus poemas.
Fueron años de tristezas y de maltratos, hasta que cumplida la pena
ingresó a una escuela de cine. Quería abrirse al mundo y tuvo la
suerte de poder viajar a Nueva York, en 1980. Ya había nutrido su
percepción estética con los planteamientos de Marcel Duchamp y llegó
al deslumbramiento ante sus ready mades, entre ellos el orinal. Cayó
en plena temporada de creatividad de Andy Warhol, se sumergió en el
minimalismo y el arte conceptual y entabló amistad con el poeta
beatnik Allen Ginsberg, confrontador del sistema gringo en su propia
patria, y gran admirador de la poesía de su padre a quien había
abrazado en su viaje a China.
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Una vez bien apertrechada su mente creativa con la conciencia de los
dos hemisferios retornó a China, donde su padre moría. Así como
había prometido a su madre cuando salió que se convertiría en un
Picasso, ahora escribía: “Duchamp tuvo la rueda de bicicleta, Warhol
la imagen de Mao, yo tengo un régimen totalitario. Es lo que está
hecho para mí”. Y se dedicó a confrontarlo. Entre otras denunciando
por internet que la muerte de centenares de niños tras el terremoto
de Sichuan en 2010 obedeció al pésimo estado de las escuelas. En
2011 a las autoridades no les tembló la mano para arrestarlo y
confinarlo en lugar secreto. Hasta que la presión internacional logó
que fuera puesto en libertad y se le devolviera el pasaporte para
salir. Si no lo tenían en la cárcel, lo mejor era tenerlo bien lejos
haciendo sus mamarrachos.
No saben lo que se juegan los países cuando castigan a sus hijos
mayores. Dostoievski, una de las cumbres del genio ruso, pagó cinco
años en Siberia por volverse nihilista bajo el régimen de los zares.
Y ni hablar de los rusos con el Nobel de Pasternak, entre tantos
otros. Y García Márquez, ¿no tuvo que volar a México antes de ser
capturado por el gobierno del “estatuto de seguridad” por presunta
complicidad con el M-19? Pocos meses después abochornaría con su
Nobel a su gobierno.
Hace dos años China tuvo un mal momento cuando se divulgó que el
Covid procedente de uno de sus laboratorios se regó por el mundo.
Hoy ese mismo mundo en plena pandemia celebra deslumbrado la toma
que con su obra está haciendo este disidente. Porque en el arte es
más valioso ser disidente que consecuente frente a cualquier estado
imponente. Y esa es la lección de Ai Weiwei. Galería La Cometa lo
logró,
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luego de 10 años de tentativas, entre ellas la entrevista personal
en la China de Nicolás Jaramillo con el artista cuando aún era
“tolerado”. Un encuentro fortuito en Marrakech de Esteban Jaramillo
lo remitió a Larry Warch, académico del círculo del artista, quien
propició la celebración de la muestra trascendental.
El sábado pasado no cabía un suspiro más de admiración y de júbilo
en la galería por la presencia por primera vez en Colombia del genio
chino; la exposición El Banquete del Emperador, con cuadros que
representan los 12 animales del Zodiaco chino, ensambladas en gran
formato con las pequeñas piezas de los juguetes Lego, que, como
comentan en el catálogo Simón Henao y Alba Delgado “ensambla con
mayor precisión una versión del pasado y redefine no sólo los
procesos industriales con los que se producen las mercancías, sino
también el relato mítico que dio origen al zodíaco chino al
subvertir su historia y naturaleza”.
Qué orgullo para Colombia, para la Galería, para el público
deslumbrado, el conocimiento de un personaje extraído de la
humildad, de entre los mil trescientos millones de chinos, que hoy,
con su arte de maravilla, saca la cara por su inmenso y también
admirable país, cuyo régimen no lo mira con buenos ojos.
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