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Las dos caras de la moneda
Luís
Enrique Arango
Finalizadas las elecciones al Congreso de Colombia, que fueron
aprovechadas por tres coaliciones para escoger sus respectivos
candidatos Presidenciales, los cuales las representarán en las
elecciones presidenciales del 29 de Mayo, conviene advertir variadas
situaciones que incidieron de manera directa e indirecta en los
resultados.
Empecemos reconociendo la incidencia que tuvo la sentencia de la
Corte Constitucional que le devolvió la personería jurídica al Nuevo
Liberalismo y que sirvió de precedente para que también se la
restablecieran a Oxigeno Verde y a Salvación Nacional.
La democracia está cerrada, no ha habido poder humano que le abra
paso a la anhelada apertura democrática en el Congreso, aún siendo
uno de los compromisos de los Acuerdos de Paz. Para obtener una
personería jurídica o para mantenerla se debe superar un umbral en
las elecciones del Congreso para el respectivo partido o movimiento,
que está por los lados de 500.000 votos. Suma de votos francamente
demasiado alta, para quienes aspiren a fundar una nueva agrupación e
igualmente para sostenerla.
La sentencia que comento no solo removió este obstáculo para las
fuerzas mencionadas, sino que vino con un dulce adicional; les
permitió tener una vida extra, dándoles la gabela de que podían
pasar sin umbral por una sola vez sin volver a perder la personería.
Esto que parece razonable, también tiene su efecto negativo por
cuanto anima a los partidos beneficiarios a jugar equivocadamente,
magnificando sus posibilidades.
Lo que voy a decir probablemente incomode, pero imaginen tanto al
Nuevo Liberalismo como a Oxigeno Verde sin la lotería que les llegó.
En el caso del Nuevo liberalismo no habrían tenido lista aparte sino
que hubieran estado dentro de la lista de la coalición Centro
Esperanza, con los beneficios que ello hubiera logrado para ellos;
pues solos apenas obtuvieron 352.704 votos , sin alcanzar el umbral,
y en el caso de Ingrid Betancourt, ella no hubiera tenido forma de
ser candidata presidencial, aunque difícil predecir lo que hubiera
hecho.
Cada vez se hace más evidente la necesidad de la reforma a la
democracia en Colombia. Los mecanismos vigentes para participar en
elecciones están llamados a recoger en muchos sentidos y aspectos .
Lo del umbral por ejemplo, así se permitan las coaliciones para
enfrentarlo no es propiamente la panacea.
En Risaralda nos premió; con el 18 % de los votos válidos, en la
lista de alternativos, nos llevamos el 50% de la representación a la
Cámara; dos de las cuatro curules en juego. El ejercicio de unidad
fue fundamental. No pueden decir lo mismo quienes se fragmentaron y
quedaron por fuera.
Estamos felices, se abren grandes oportunidades para el departamento
y la región.
En cambio para Fuerza Ciudadana, el movimiento fundado por Carlos
Caicedo Omar , actual gobernador del Magdalena, fue fatal. Aún
apoyando el Pacto Histórico en la consulta, decidieron inscribir una
lista aparte al Senado, abierta en contraste con la del Pacto
Histórico que fue cerrada y no alcanzaron el umbral; obtuvieron
417.3000 votos, cerca pero insuficiente; se hundieron todos sus
candidatos y perdieron la personería jurídica.
No necesito hablar del fracaso de las listas del Centro Democrático
y de otros.
Lo hecho hecho está. Finalmente como en toda competencia lo que
impera son los resultados.
Cuando ellos están en firme, no hay nada que hacer.
Un desastre fue el proceso de computación de los resultados. Los
errores detectados en los escrutinios dejan un mal sabor . No me
cabe en la cabeza tanta torpeza. Debiera irse a fondo investigando
lo qué pasó.
Ya hay unos Congresistas elegidos y un ganador en cada una de las
tres consultas. Eso es lo que cuenta.
Se sumarán otros competidores a las presidenciales, sean ellos de
verdad o de relleno, pero ahí estarán.
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Hay toda suerte de sensaciones en los Colombianos: los hay
eufóricos, preocupados, tranquilos, aburridos, desilusionados,
esperanzados, en fin de todo como es apenas normal.
Se abren grandes perspectivas de auténtico cambio para los próximos
gobiernos locales, pero insisto, lo primero es lo primero.
La única verdad es que la forma como los electores voten en las
elecciones presidenciales no lo predetermina nadie y ya tuvieron un
botón de muestra. Menos aún en estas elecciones que son más
desprendidas de los conocidos intereses locales y su estrategias de
“compraventa”.
La campaña apenas empieza y por mucho madrugar no amanece más
temprano.
Confío en una solución de centro bajo el liderazgo de Sergio Fajardo
Valderrama. Lo visiono capaz de unir y reconciliar, medicina urgente
que necesita nuestro país, enfrentado cómo está de manera cada vez
más radical.
No es además un dirigente que se mueva como veleta al vaivén de las
caprichosas encuestas de opinión, tiene propuestas serias y viables,
construidas con expertos y sometidas al escrutinio público. Lo
acompaña un excelente equipo, fortalecido con los voceros de la
Coalición Centro Esperanza que hoy renuevan su voluntad y compromiso
de apoyarlo sin reserva.
Definitivamente esto es de resistencia más que de velocidad.
En este ejercicio hay cupo para la inmensa mayoría de los
Colombianos; se trata de barajar y volver a dar con mucho optimismo,
lejos de visiones sectarias.
Arqueo
electoral
Edgar Cabezas
Se hace un balance electoral de las cuentas que tienen que ver con
el número potencial de electores y los electores reales que
concurren a votar, para certificar si el saldo es positivo o
negativo a favor de la democracia representativa, si además a estos
comicios concurre más del 50% de la población apta para ejercer su
derecho a elegir y así constituir la mayoría que la legitime. Como
siempre ha sido, la constante cifra en todas las elecciones al
Congreso, arroja en el balance, un saldo negativo, ya que el cálculo
estimado de participación para elegir Senadores y representantes tan
sólo representa el 45,87% de los votantes y en las consultas
interpartidistas el 31,43% de votantes.
La democracia representativa es una invención de la estadística
electoral participativa, ya que los únicos datos alfa numéricos
confiables, con fraude o sin fraude, de mayor certeza, son los que
la Registraduría Nacional del Servicio Civil acumula como línea base
de cada una de las elecciones celebradas en Colombia. Esto permite
medir todos los indicadores contemplados en el diseño del proyecto
del Estado Social de Derecho que le propuso a la ciudadanía
colombiana la Constitución de 1991.
Las causas de la abstención electoral se desconocen, aunque
intuitivamente se pueden postular diferentes hipótesis. El
abstencionista emocional escéptico es aquel que no encuentra verdad
alguna en la actividad política y duda de la honestidad de todos los
políticos que participan a cargos públicos pagados con excesivos
privilegios y ellos son quienes jamás le permitirán a su conciencia
ir a votar porque estos abstencionistas son fieles a mantener su
virginal razón espiritual a la que denominan: La farsa electoral.
Hay otros que son analfabetas políticas: ignoran como inscribir la
cédula de ciudadanía en la circunscripción territorial en donde les
correspondería ir a votar. Otros inscriben la cédula, pero el día de
ir a votar les da pereza, porque es domingo, día de descanso, de
recreo y ante todo de mamera electoral. Vote o no vote, da lo mismo.
Otros de lejos se acercan, pero ven a la policía y al ejercito
patrullar y se intimidan; algunos más ven el desfile de electores y
comprueban que ahí van los mismos con las mismas y se alejan; hay a
quienes el clima los perjudica, si llueve o hace sol y, hay a
quienes la vergüenza se lo impide por temor a hacer el oso pidiendo
explicación ya que quedan bloqueados para comprender la parafernalia
de los tarjetones. Preguntar sería inaceptable.
La expectativa de
aumentar el porcentaje de la ciudadanía sufragante en las elecciones
legislativas o territoriales que eligieron a los 107 senadores y a
los 171 representantes al
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Congreso de la
Republica no se dio. Esperemos que este cuerpo colegiado de elección
directa que representa al pueblo, actúe consultando la justicia y el
bien común y sepan cumplir con las funciones de expedir leyes
equitativas que favorezcan el bienestar social y ecológico, y,
además, hacer control político a los corruptos como corresponde.
Deben, principalmente, conocer y aplicar las normas sobre
preparación, aprobación y ejecución del presupuesto de rentas y ley
de apropiaciones y del Plan General de Desarrollo para concertar
efectivamente con el ejecutivo, los planes, programas y proyectos
que demandan los territorios y electores que ellos representan, para
que al cabo de cuatro años, el balance electoral de la democracia
representativa sea positivo y se logre alcanzar por lo menos el 80%
de votantes que no coinciden con aquellos convencidos que la
democracia en Colombia es simple farsa electoral.
Despojo de tierras: Acaso no es lo mismo que expropiación
Guillermo Navarrete Hernández
La expropiación es una figura contemplada en la Constitución
Política de Colombia (inciso tercero, artículo 58), que tiene por
objeto adquirir predios de carácter privado cuyo fin es la
construcción de infraestructura considerada prioritaria para el
desarrollo del país o de los territorios. En dicho contexto, el
gobierno de turno, sea del orden nacional, departamental o
municipal, puede declarar de utilidad pública aquellos bienes que se
consideren necesarios para tal propósito y así imponerle una
restricción para evitar su enajenación a particulares.
Con la previa elaboración de estudios que determinen la viabilidad
del proyecto, en cada caso particular se debe realizar una oferta al
dueño del inmueble y la aplicación del debido proceso establecido en
las normas que rigen la materia, para de ser necesario, adelantar un
proceso de expropiación por vía administrativa, el cual después de
decretado podrá ser objeto de una acción ante la justicia
contenciosa administrativa. .
Naturalmente que lo anteriormente reseñado corresponde a un marco de
la aplicación del Estado Social de Derecho y del principio social de
la propiedad. Sin embargo y en una analogía con la prohibición de la
pena de muerte, también consagrada en la Carta Magna, existen
prácticas que se han convertido en un consuetudinario ejercicio de
unos actores en contra de inermes campesinos, etnias o pobladores,
que por su condición de indefensión terminan siendo víctimas de
quienes detentan el poder político y de las armas, algunas veces
oficiales –que se usan para la comisión de conductas ilícitas-,
otras ilegales y, en otras, con su macabra combinación.
Las mujeres como lo expresé en un artículo anterior, son las que más
sufren en cualquier confrontación armada, pero el campesinado
colombiano es una de las principales víctimas de sesenta años de
conflicto armado y mucho más atrás. Según Rodrigo Uprimny (2022) en
el informe que se elaboró para la Comisión de la Verdad denominado:
“El campesinado ha sido parte central de las resistencias a la
guerra”, de las 430.000 muertes perpetradas en estas seis décadas y
registradas por organismos oficiales, por lo menos 251.000 fueron
campesinos.
En el mismo sentido, la Oficina del Alto Comisionado para los
refugiados de Colombia (2012), en el documento “Operación Colombia,
las tierras de la población desplazada”, determinó que entre 5 y 6
millones de hectáreas han sido objeto de despojo y de abandono,
cuyos reclamantes que pudieron sobrevivir a la sistemática
persecución, siguen siendo revictimizados por diversos actores
armados.
El despojo de tierras, un mecanismo de expropiación, acompañado de
desplazamiento, masacres, asesinatos e impunidad, habitualmente se
utiliza ya hace muchos años en Colombia por vía no administrativa,
más sí ilegal, para demostrar poder y se encuentra orientado
principalmente a la generación de actividades de monocultivo, como
el de la palma africana para la producción de biocombustibles o a la
extracción de minerales en grandes extensiones de tierra, también es
consecuencialmente determinador de desarraigo, pobreza y más
violencia.
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