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El día de la Bestia
Por: Jotamario
Arbeláez
Hoy es el día de la Bestia,
partida de hijos de la gran prostituta que está sentada sobre las
aguas -como os nombra el vidente de Patmos-,
y besadores del trasero de Satanás.
Hoy es el día en que os vais a encontrar con lo peor de vosotros
mismos, en la intimidad de vuestras miserias,
a revisar las cuentas de cobro por haber dispersado el alma que se
os diera para glorificar al Señor, con aberraciones sin límite y
placeres de pacotilla,
según pautas dictadas por el Demonio. A quien siempre venerasteis
como señor de este mundo.
Creísteis escapar a la voz del profeta que pusisteis en el desierto
para que clamara sin resonancia,
dejando tranquilas vuestras enlodadas conciencias.
Pero ahora el profeta no sólo tiene la palabra sino también la
tribuna.
Y anda fresco porque, gracias a su reciente conversión al Cordero,
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tiene tiquete de cortesía entre los 144.000 elegidos que lograrán
escurrirse de la maldición.
Tú, maldito, a quien la conmiseración divina no alcanza, aserraste a
tu hermano en una montaña,
masacraste a tus compañeros por monedas de oro que hoy son
estiércol,
sacaste de sus tierras a quienes las trabajaban para quedarte con
ellas,
violaste a criaturas indefensas en descampado,
colmaste de calumnias e injurias a quien te cantaba la tabla,
timaste a tu vecino cuando se ofreció a socorrerte,
traicionaste a los tuyos arropándote con las banderas del común
enemigo.
Hoy ha llegado el día del número de la Bestia, el 666 (6 de junio de
06), anunciado en el Apocalipsis de Juan.
Hoy me voy a reír en la cara de tantos vergajos meados en los
pantalones del susto porque los sorprendió el Patas sin confesarse.
Y sin terminar de confesar al señor juez ni la mitad de sus
crímenes.
A partir de hoy el fin del mundo comienza (y tal vez acaba), según
anuncio de Lucía, la pastorcita a quien se apareció la Virgen en
Fátima, en 1917.
Díjole la Señora que en esta fecha bestial la mitad de la humanidad
sería horrorosamente destruida,
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por cuanto los hombres, dirigidos por el demonio, estaban sembrando
odios y venganzas por todas partes,
y fabricando armas mortales para destruir el mundo en minutos.
Y que antes de que la creación fuera mandada a recoger por el
hombre,
Dios estaba dispuesto a mandar humo, granizo, frío, agua, fuego,
inundaciones, terremotos, tiempo inclemente, desastres terribles,
inviernos extremos, enfermedades sin cura y asesinatos sin control.
Ella le confió esto al Papa Juan Pablo II y el pobre estiró la pata
a los pocos días, aterrorizado y llevándose el secreto a la tumba
para no despertar el pánico de su grey.
Dicen los que saben de las sagradas escrituras que el 666, número de
la Bestia, corresponde al Anticristo,
que se apoderará de nuestras naciones para desde ellas darnos el
zarpazo del fin.
A través de la guerra, la lucha por el poder, el hambre y la
enfermedad.
Y en nuestro fantástico territorio tenemos a la orden del día estos
horrores galopando con sus jinetes.
La guerra que nos azota desde que se quebraron a Gaitán;
la lucha por el poder desde que nos declaramos libres e
independientes;
el hambre generada por una perversa distribución de la riqueza que
permite que, mientras un grupo se atraganta de langosta,
otro mil veces mayor se rebusque el alpiste entre las basuras;
y la enfermedad que, aparte de las propias del trópico que nos
diezman,
se ha visto ahora engrosada con el Sida universal fabricado en los
laboratorios del imperio, con el proyecto inicial de diezmar a la
negritud.
Hoy es el primer día de lo que resta
del mundo, el día en que comienza el reinado del Anticristo, como
dicen los expertos en parusía.
Por lo menos en mi amada Colombia acaba de comenzar. ¡Arrepiéntete!
Bogotá, Junio 6-06 |
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