El Perdón
Edgar Cabezas
Palabra con dos significados intrínsecos: uno es el de perder y a su
vez en el sentido de perder, el de renunciar a cobrar la deuda y la
venganza ante la ofensa infringida. El otro significado, es el don
como dádiva y regalo que cada quien se da como presente para no
guardar resentimiento ni rencor por el daño que le hayan hecho como
naturaleza, comunidad o persona. Castigar es divino, perdonar es
humano.
Existe una fascinación prosaica vulgar y de gran interés por el
castigo y la condena contra las personas que, si saben lo que hacen
para obtener beneficio propio, y que, por lo tanto, a sabiendas de
que por lo que hacen, merecen ser castigados con penas restrictivas
de la libertad y la obligación de restituir a las víctimas el daño
causado. Lo hacen, porque el satisfacer su necesidad de poder y
dinero no los inhibe de cometer robo y asesinato y sin remordimiento
alguno van a su asunto con razón o sin ella porque el fin justifica
los medios.
Pero robar es algo que trasciende el hurto que es el delito que
comete el que se apodera, sin consentimiento de una cosa ajena, sea
dinero o bien mueble o inmueble con ánimo de lucro. Pero también
roba sin ánimo de lucro, verbi gracia, los que perturban la
tranquilidad cotidiana azuzando la discordia entre la ciudadanía a
través de la calumnia y la mentira por medio de la voz a voz o por
los medios de comunicación y redes sociales.
Roban los que raptan a una persona mediante el secuestro o la
detención preventiva de la libertad por parte de la policía sin
previa orden de un juez, quienes suplantan la identidad de otra
persona, clonan y substraen el número de su tarjeta de crédito o
débito para realizan compras fraudulentas, roban los que desvían el
cauce de los ríos y corrientes de una parte de la tierra y los
conducen a otro lugar, roban los sentimientos de las personas
quienes enamoran a otros a sabiendas de que el que se enamora pierde
el amor propio. La ocupación antrópica de todos los ambientes
construidos ha sido un impagable robo a los habitantes
pertenecientes a un organismo, especie o comunidad animal o vegetal.
Y si de homicidios se trata la historia de héroes y tumbas no es
otra cosa que una celebración permanente hasta nuestros días de
masacres y matanzas que se justifican a favor de los buenos
vencedores contra los malos vencidos. Todos los días de los
trescientos sesenta y cinco días del año alguien mata a otro sin que
a nadie le importe que nada justifica matar o morir por pasión o
causa alguna. Ya sea por homicidio premeditado o por accidente
involuntario, lo cierto es que el ser humano es un animal que mata
por placer y sin necesidad alguna goza de la adrenalina de la guerra
y del sufrimiento ajeno.
La enfermedad del mal vivir robando, matando y deseando que el
Estado Social de Derecho se vengue a nombre de cada uno de nosotros
imponiendo castigos que no conduzcan a la verdad, la justicia, la
reparación a las víctimas, la restitución de lo robado, la
restauración de la naturaleza contaminada y la no estigmatización a
quienes cumplan con lo pactado amerita una purga mental colectiva,
una limpia espiritual que nos permita recordar sin dolor, porque eso
es el perdón social que nos permitirá vivir en paz. Quienes juzgan
saben que su juicio siempre tendrá alguna falla humana.
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La feria de la lectura
Guillermo Navarrete Hernández
Norberto Vallejo, presentador de “El Club de la Lectura” de una de
las tradicionales cadenas radiales colombianas utiliza la frase:
“cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo” para promocionar
dicho interesante programa. Nada más acertado que dicha expresión
para la vida de cualquier ser humano. Desde el punto de vista
particular la lectura de libros, especialmente de la historia de
Colombia, abrieron mis ojos de lo que realmente ha sucedido en mi
país y no lo que nos contaron por décadas en los claustros escolares
en donde nos pintaron como héroes a los que tantos vejámenes
perpetraron contra nuestros ancestros y el propio suelo.
La lectura, entonces, no sólo transforma percepciones sino
realidades. Es de anotar que el acervo de textos indagados por el
suscrito y que hace parte de la biblioteca personal, tanto física
como digital, tiene que ver así mimo con administración pública,
políticas públicas, memoria y, por supuesto, la biblia, la cual
estudio de manera habitual.
Una buena noticia en este contexto es que el 18 de abril del
presente año se dio inicio en forma presencial de la trigésima
cuarta Feria del Libro de Bogotá, Filbo interrumpida en el año 2020
debido al primer pico de la Pandemia generada por el virus Sars-Cov2
o Covid 19 y su correspondiente aislamiento obligatorio decretado
por el Gobierno Nacional para detener la velocidad de contagio
mientras se adoptaban otras medidas. Mientras que la trigésima
tercera edición de tan magno evento, se adelantó de manera virtual
en razón de los otros picos que de la enfermedad. Aunque las
condiciones han cambiado, es de advertir que no podemos relajarnos
en relación con las medidas de protección.
La feria del libro es ese anhelado acontecimiento -al cual asistiré
Dios mediante-, que nos da la oportunidad de disfrutar de una vasta
programación con lanzamientos de textos, conocimiento de nuevos
autores, obtener aquellos textos que no se han podido localizar en
las librerías, de departir con nuestros semejantes en medio de
cientos de millones de letras que contienen información para todos
los gustos de imposible alcance para cualquier ser humano, pero que
invita a convertir nuestro quehacer diario en una feria de la
lectura, para evitar que sean las redes sociales a través de
noticias falsas, narrativas acomodadas por quien las produce para
sus propios intereses y los comentarios de pasillo, las que indiquen
el camino que como sociedad debemos proseguir.
En las circunstancias electorales que padece Colombia, que no son
nuevas en cuanto a la narrativa del miedo, del uso de creencias como
objeto de manipulación, mutuas acusaciones, calumnias y shows
mediáticos, la invitación es a escudriñar los programas de gobierno
radicados ante la Registraduría Nacional del Estado Civil, a fin de
ejercer críticas objetivas sobre el contenido de los mismos y así
tomar una decisión que favorezca los intereses generales de la
población, especialmente los más pobres y vulnerables. Pero si por
razones de tiempo esto no le es posible, por lo menos lea la del
candidato de su predilección para que de esta manera pueda defender
con argumentos sus propuestas. Tal vez así podamos sacar a Colombia
de esa eterna encrucijada del enemigo interno, cuando en realidad
hermanos es lo que somos. |
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CRÓNICA DE GARDEAZÁBAL #399
Encumbrando a
zapateiro
Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/user/8676384/2022-04-25-06-20-41-computer-record
En este país hacía mucho tiempo que un general en ejercicio de las
Fuerzas Armadas no alcanzaba notoriedad. Subyugados y obedientes a
la Constitución, se olvidaron las esperanzas militaristas que en el
pasado pusieron en oficiales como Ruiz Novoa o Valencia Tovar. Y,
desde cuando Rojas Pinilla, en 1953, pasó del generalato a la
presidencia de la nación en un golpe de estado que hasta alcanzaron
a llamar “golpe de opinión”, las miradas del grueso público hacia
los militares como gobernantes fueron desapareciendo.
Como además la moda de los uniformados al poder en otros países de
América Latina se fue olvidando y las democracias reemplazaron con
las urnas el temor a los fusiles, en Colombia donde el Ejército
debía batallar por 50 años o más contra las guerrillas y después,
obedeciendo a los Estados Unidos, contra la producción de cocaína
,que consumían y siguen consumiendo los gringos, se olvidó casi por
completo la opción de los militares. Pero desde cuando el gobierno
de Duque fue evolucionando de esclavo de Trump y enemigo de Biden a
ser exactamente lo contrario y las mentiras de la Casa de Nariño y
el mal gobierno dejaron crecer el descontento popular y se manejó
pésimamente la pandemia y, peor aún, no se acertó enfrentando las
barricadas que nos llevaron al dañino paro nacional, un cada vez más
creciente sector de la población ha comenzado a buscar, como aguja
en el pajar, la opción militarista para poner orden en la locura en
que estamos cayendo.
Como este país es tan singular, parece que tanto unos como otros,
han resuelto en los últimos días crecer al General Zapateiro. No ha
sido, como podría haberse hecho, por un juicio a las actuaciones del
Comandante del Ejército en la llamada “Batalla de Siloé” donde
intervino a medias y sin mucho respaldo presidencial en el desalojo
de los insurrectos del Paro en Cali, sino porque Petro lo ha elevado
en discusión pública al carácter de responsable de las actuaciones
de por lo menos los inexplicables hechos del Putumayo y el
presidente Duque ha salido a defenderlo entronizándolo y atacando
obviamente a Petro.
Inmediatamente han llovido arengas patrioteras de los militares
retirados, apoyos de la ultraderecha que huele la derrota en las
urnas y, peligrosamente, están surgiendo en forma precipitada
fantasmas de intervención militar camuflada en el debate electoral.
Ha sido todo tan demasiado vertiginoso por lo que al menos debemos
sospechar de para donde quieren llevarnos.
El Porce, Abril 20 del 2022
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