FILBO: recuperación
que se juega la industria editorial
Teresa Pardo
Podría decirse que dos hechos sirvieron
de ‘salvavidas’ para la industria editorial colombiana y, en
general, para toda la cadena del libro durante la interminable
crisis de la pandemia: su capacidad de resiliencia y sobre todo la
lectura, ese refugio maravilloso con el que miles de personas
paliaron las eternas cuarentenas.
Este extraño momento de la humanidad obligó a muchos negocios a
echar mano de toda su creatividad para sobrevivir. Y como dice el
dicho: “no hay mal que por bien no venga”. Por ejemplo, muchas
librerías independientes debieron dar el salto obligado al mundo
digital.
El caso de la librería Tanta Tinta, ubicada en El Retiro, una
pequeña población del oriente antioqueño, a 40 minutos de Medellín,
que se ha convertido en un colorido destino turístico, resulta
ejemplar. Su librera, Catalina Pérez, cuenta que cuando llegó el
encierro, la decisión era “o cambiamos o nos morimos”. O aprendían a
vender a través de otros medios o les tocaba cerrar. A duras penas
sabían usar el WhatsApp y, en ese momento, apenas algunas librerías
habían abierto tímidamente sus cuentas en Instagram.
A pesar de que entrar en el mundo del e-commerce era como “abrir un
negocio paralelo”, Pérez destaca que la mayor ventaja que dejó esta
experiencia, que contó con el apoyo de la Cámara
Colombiana del Libro (CCL)
y del Ministerio de Cultura, entre otras entidades, fue la unión del
sector. |
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“Más allá de la ayuda económica, el
apoyo más importante es que unieron al sector de las librerías.
Pudimos trabajar con los inventarios de todas, para entregar libros.
Fue un asunto de solidaridad y casi que fue el aprendizaje mayúsculo
que dejó la pandemia. Algunas editoriales también nos
capacitaron en e-commerce
con cursos virtuales. Pero lo más bonito fue que por primera vez
estuvimos unidos. Nos quedó un gran grupo de
WhatsApp por el que
incluso se han creado clubes de lectura para libreros”.
“Durante el confinamiento, y luego con las restricciones de
movilidad, estimamos que hubo un incremento de la lectura y sobre
todo de libros impresos”. De todas maneras, esta tendencia solo la
podrán ratificar los estudios sobre lectura que se planean realizar
en los próximos meses, como el Estudio Nacional de Lectura y
Escritura (Enlec),
que realiza el DANE.
Pero lo más probable es que sí haya habido un incremento de
estos indicadores, a juzgar por fenómenos como el de la librería digital
Buscalibre.com, uno de los
jugadores fuertes en este canal de ventas.
“La pandemia tuvo una influencia muy importante dentro del proceso de compra y
lectura de los colombianos. Pudimos apreciar que las personas enfocaron su
necesidad de entretenimiento en los libros y el canal que prevaleció para
adquirir los libros fue el canal online. En Buscalibre
pasamos de vender 270.000 ejemplares en 2019 a más de 800.000 en 2020, lo que
representó un crecimiento cercano al 200 %”. Pero el de ellos fue uno de los
pocos casos que se vio beneficiado con el encierro.
Mercado golpeado
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron por ‘sobreaguar’
este periodo de crisis, Aristizábal
comenta que el sector sufrió los efectos del encierro, que se reflejó en una
caída de sus ventas en 2020.
“El estudio sobre el comportamiento del libro en el país, que realiza anualmente
la CCL, indica que esta
reducción en las ventas fue de 16,1 %. Para el año 2021, donde aún estamos en el
proceso de recolección de información para elaborar el respectivo estudio, se
indica que inicialmente se presentó una recuperación de las ventas de libros,
que se ha mantenido en los
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primeros meses del 2022, de acuerdo con sondeos que hemos
realizado”, anota el directivo.
De allí que una de las cartas más importantes
que se juega el sector por estos días, en su proceso de recuperación, sea la
presencialidad en Feria
Internacional del Libro de Bogotá (FILBo),
que reúne en Corferias a más
del 90 % de la industria, después de dos ediciones virtuales.
En términos generales, el sector editorial ha
venido mostrando un crecimiento interesante, con el surgimiento de nuevos
participantes en el mercado. Según la CCL, en Colombia hay alrededor de 300
editoriales activas, en su gran mayoría pequeñas y medianas empresas,
muchas de las cuales entraron en operación en los últimos años.
“El crecimiento es bueno en la medida en que se
amplía la oferta editorial, brinda nuevas posibilidades de publicaciones a los
autores nacionales y también puede ampliar la exportación de la edición
nacional”, comenta el directivo.
Sin embargo, este es uno de los canales de
ingresos que sigue muy golpeado por crisis reciente, las exportaciones en el año
2020, “el último del que disponemos estadísticas, fueron de 27.662 millones de
pesos, equivalente al 4,17 % de la facturación total del sector. Para ese año,
se presentó una reducción de 43 % frente a 2019, debido principalmente a la
reducción de las exportaciones por la pandemia”).
Además de las ventas, otro de los indicadores
que puede arrojar indicios de la tímida recuperación es el número de nuevos
títulos publicados en Colombia, que se mide a través del registro de
ISBN (International
Standard Book
Number). Estos son los dígitos que
se le asigna a todo libro impreso que se va a publicar.
“Para el año 2021 se asignaron 20.365
registros. Eso quiere decir que en el país se entregó esa cantidad de ISBN para
la publicación de nuevos libros. Los números asignados registran un crecimiento
del 0,1 % con respecto a 2020 y 2,6 % en comparación con 2019”,
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