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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.918-498

Fecha: Jueves 05-05-2022

 

Subrayando a Cioran

 

Jotamario Arbeláez

 

 

Si no subrayo un libro, así lo arruine estética y comercialmente (ahora se usa el insufrible resaltador amarillo), pienso que no lo he leído, no le he sacado jugo ni podré hacer uso de la sabiduría que me aportó.

 

 

Se resalta un pensamiento deslumbrante, que a uno nunca le habría pasado por la mollera, para citarlo si se es un parlero ilustrado o, si se es escritor, para tener la oportunidad de aplicarlo como eficaz epígrafe.

 

 

Cuando se repasan los subrayados de otro –y aun los de uno mismo en época pretérita, cuando uno era otro–, por lo general no se pilla la brillantez perceptiva, sino el estado de perturbación en que se estaba sumido.

 

 

Hay excepciones. Hace un rato tomé al azar uno de los 30 libros de Emile Cioran que alberga mi biblioteca, para ponerlo en la maleta de mi hija que sale en viaje de estudios, con el fin de que no le coma mucho cuento a la esperanza ni al porvenir,

y me encuentro con unos adagios espléndidos, si así puede llamarse a tamaño repudio de la existencia, por parte de este rumano filosofante que no le encontró sentido a la vida y aun así nunca se suicidó.

 

 

Por esas razonables revanchas de Dios, murió en París paralítico, afásico y con Alzhéimer, dándole razón al título de su obra, Del inconveniente de haber nacido.

 

 

 

A estos autores de la desesperación hay que leerlos con beneficio de inventario, y si se pasan de amargos usarlos para complementar los cocteles.

 

A Cioran lo leo como a Woody Allen, buscándole la chispa del ingenio que siempre arriba al buen puerto de la risa y la admiración.

Lo que sí es cierto es que pone a pensar, dándole la razón aun en el despojamiento de las creencias que uno traía.

 

Revisemos algunas de estas gotas amargas:

       

       1.    “Tratándose de pésames, todo lo que no es cliché raya en la inconveniencia o la aberración.”

Cuando murió mi padre, Aguilera Garramuño, que andaba conmigo para todas partes, tuvo la originalidad de decirme: “Perdoname que no lamente la muerte de don Jesús, pero es que yo nunca tuve tanta confianza con él”.

 

       2.    “Todo aquel que ha soportado una adversidad mira por encima del hombro a quienes no la han padecido. La insoportable infatuación de los operados…”

 

Me pasó cuando el dermatólogo René Rodríguez me injertó pelo, en una operación que fue un verdadero calvario con final feliz. Creo haberme vuelto más sabio, pues evoco el verso de Vicente Huidobro: “En mi cabeza cada cabello piensa otra cosa”.

 

        3.    “Innegable ventaja de los agonizantes: poder proferir trivialidades sin comprometerse.”

 

 

Crónica de Gardeazabal # 406

Ni Falsos ni positivos

 

Gustavo Alvarez Gardeazábal

 

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/49652946

Si en este país existiera la vergüenza, los testimonios que dejaron la semana pasada el general Paulino Coronado, el mayor Daladiel Rivera Jácome y el cabo Nestor Gutiérrez sobre los asesinatos cometidos en su calidad de soldados de la patria, haciendo aparecer a los muertos como combatientes de la guerrilla que se había levantado contra la autoridades constitucionales, son un blasón muy negativo para la historia de Colombia y una injusticia eterna para con los asesinados. Como hubo una terca insistencia en no declarar como guerra el conflicto interno que vivía Colombia desde hacía 50 años, los perdones que se han concedido a lo largo de la vida de la humanidad acompañando todas las guerras ni pudieron ser aplicados para entender la estúpida batalla ni resultaron eficaces para conseguir el perdón de las familias de las víctimas.

 

Independiente del criterio conque se mire ahora la cuestionada JEP y el proceso de paz, que volvieron trizas entre el gobierno y los disidentes de las Farc, debemos admitir que las confesiones de los que investidos de su calidad de militares masacraron a civiles que no participaban en el conflicto, para hacerlos aparecer como combatientes, resultan ser documentos aterradores y ejemplos de la locura a que puede llevar el deseo de arreglar todo a balazos y, en especial, el no saber perder. Oir frases como”…me convertí en asesino, fueron crímenes de lesa humanidad” o el “asesiné cobardemente” demuestran que si existieron asesinatos de esa calaña y que fueron realizados gracias a las incitaciones que desde la presidencia de la nación, el ministerio de Defensa y los comandos de brigada y de escuadra se hicieron para mostrar resultados. Como tal entonces no son falsas las imputaciones ni fueron ni serán nunca positivos en una guerra jamás declarada pero siempre ejecutada.

 

Nos resonarán entonces las frases del general Coronado diciendo que pasará a la historia como el primer general condenado por circunstancias que jamás debieron ocurrir o las del mayor Rivera que dijo como había proporcionado armas que les plantaban a los civiles inocentes reclutados a las malas en pueblos y veredas para hacerlos aparecer como participantes de unos combates que nunca existieron. Dolorosamente ni la comprobación de esas estupideces cometidas nos alejan de la opción en que ahora vivimos construyendo para volvernos a enfrentar porque, en vez de puentes que nos unan, preferimos agrandar la brecha entre quienes siguen a un candidato o quienes siguen al otro. Porque la verdad hay que decirla y corregirla: ni nos han enseñado ni hemos aprendido a perder.

El Porce, Mayo 04 del 2022

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

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