10 -

 

COLUMNISTAS

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.926-506

Fecha: Martes 24-05-2022

 

Nadaísmo y café

Jotamario Arbeláez

 

Muchos de ustedes recordarán lo que fue el nadaísmo, fundado por Gonzaloarango en 1958, “el segundo movimiento más importante en la historia de Colombia después de la Violencia, con 300 mil muertos afiliados”, según dijimos.


Tuvo dos sedes principales, Medellín y Cali. Yo soy de Cali.


Luego de esa singular coincidencia, las dos ciudades tuvieron similares destinos de bonanza delincuencia y tragedia cívica.


Los jóvenes nadaístas de la época comenzamos fumando inocentemente un cachito para encender los motores de la inspiración, después de los tragos de café mañaneros para buscar los fósforos,
y tres quinquenios más tarde esas ciudades eran el imperio de la droga de exportación, y sus tremendo promotores más ultramillonarios que el Sha. Cha-cha-chá. Qué dios nos perdone.


Las dos ciudades, cuya rivalidad ancestral consistía en ver cuál llegaba primero al millón de habitantes, compitieron por ser la que más millones le arrancaba a los gringos y al mundo entero.


Y después del estruendo que implicó la pesadilla del terrorismo fueron superando sus épocas de desasosiego, pero el nadaísmo persiste.


Ese movimiento de menores de edad, de clase media baja y de provincias, que se propuso poner el mundo a la vez patas arriba y manos arriba, y no para ‘chalequearlo’ sino para acariciarlo.

 

 


Jaime Jaramillo Escobar (X-504). Eduardo Escobar, Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez.


Era escandalosa nuestra juventud, nuestra pelamenta, nuestras pintas marcianas, el bochinche que formábamos por donde íbamos pasando,
y lo que escribíamos en los cafés que eran nuestras trincheras porque allí tomábamos tinto y trinchábamos, no se parecía a nada de lo que se había escrito antes.


No pudieron borrarnos ni desaparecernos a pesar de las detenciones arbitrarias.

 

Elmo Valencia, Gonzalo Arango. Jaime Jaramillo Escobar, Jotamario Arbeláez, Cali, 1960-


Al profeta Gonzalo lo embutieron en La Ladera por haber saboteado un congreso de escritores católicos con un manifiesto infernoso y unas cápsulas de asafétida y cloroformo.


Escribió unas memorias con su experiencia que muchos años después le publicaron y promovieron los mismos que lo encanaron y se cebaron en su infortunio, como la Gobernación de Antioquia y El Colombiano.  

 

Y muchos años más tarde un alcalde visionario y valiente convirtió la tenebrosa prisión en parque biblioteca en homenaje de desagravio al profeta Gonzaloarango por el cruel e inmerecido canazo. Y fuimos invitados de honor todos los nadaístas a celebrarlo Persistimos porque a hora y a deshoras tomamos buen café, a veces endulzado con aguardiente, y fumamos bien enrolada maracachafa.

Al profeta le interrogaron los reporteros acerca de esa inusitada costumbre de su generación que implicaba un mal ejemplo para la juventud, que no tardó en seguirlo, y él respondió que él no la fumaba, que a él la inspiración le llegaba a través de las musas y el Nescafé.

Pues ello bastó para que al otro día le llegaran de parte de Cicolac, cuyo jefe publicitario era el poeta Charry Lara, cajas del producto y la

 

 

 

promesa de que estaría abastecido gratuitamente toda la vida.

Los demás, que no éramos muy definidos en gustos, pues bebíamos desde chicha en el barrio Egipto hasta Sello Azul con la burguesía que mientras más la insultábamos más nos quería, Ingeríamos café de las marcas que fuéramos encontrando, y así pasábamos del Café Sello Rojo al Águila Roja y más tarde al Oma, Juan Valdés y Amor Perfecto, hasta ahora, valga el anuncio, que me hallo embebido en el café La Elba, por cortesía, no sé por cuanto tiempo, de Darío Fernando Patiño.

El café ha sido y sigue siendo el gran aliado en la cocina literaria y artística y filosófica.

Primero porque mantiene el intelecto alerta y despierto; segundo porque estimula las visiones de la realidad encantada que escapan al ojo aletargado; y tercero porque irradia en el cuerpo un sabor y un calor que apenas puede comparase con los que genera el amor.

Tomar un café a medianoche con una pluma o un pincel en la mano es como tomar una nave para viajar por los territorios insondables de la otra realidad que proyecta la imaginación.

Así como muchas veces invitar a tomar un café puede ser el comienzo de un romance o de un negocio con final feliz.


(2)


Quién iba a pensar que el nadaísmo fuera a durar más que la tela de los hilos perfectos, que iba a ser tan eterno como la primavera de Medellín.


Nuestro instrumento de combate contra las instituciones, el estado, la academia, la religión, la familia, el trabajo —lo que era considerado anatema—, no fue la metralleta sino la poesía de repetición.

La disparamos entre todos y a pesar de que la mayoría ha ido abandonando su errancia por este mundo y se han trasteado a tomar café con los ángeles, aún tenemos abundancia de proyectiles.
¿Y dónde en Medellín tomábamos ese café? Pues en el Metropol, donde practicábamos a Pitágoras jugando billar y a Capablanca jugando ajedrez.

O en el Ástor, donde entrábamos los hombres con nuestras melenas y camisas rojas desafiando que nos gritaran maricas.

En tanto las nadaístas ingresaban vestidas de existencialistas francesas en bares como Los Angelitos, donde las únicas mujeres que tenían asiento era las meseras.

O en Versalles, que se volvió nuestro cuartel general y es ahora nuestro museo por cortesía de su dueño el inolvidable Leonardo Nieto.
 

Continua leyendo en la sig. página

 

  

 

 

  

 

 

EL IMPARCIAL

Submit

 

 

©El Imparcial Editores S.A.S  |   Contacto 606 348 6207  

 

    © 1948-2009 - 2022 - El Imparcial - La idea y concepto de este periódico fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un Copyright de ZahurK.

    Queda prohibido el uso de este formato (OPF) sin previa autorización escrita de ZahurK