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Columnista

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.926-506

Fecha: Martes 24-05-2022

 

 ¿Rodolfo o Federico?

 


Iván R. Contreras C.

El agite de las campañas ha dado para todo, acusan a Gustavo Petro de haberse estancado con el 49% en las encuestas y muestran en cambio una descomunal competencia por el segundo lugar entre Rodolfo Hernández y Federico Gutiérrez, la media colombiana, fustiga con todo a sus seguidores y crea un ánimo de desconcierto en el elector, desconfianza, aturdimiento y confusión, esto sumado a las bodegas, a la desinformación de las redes, a dado pie para que la gente cada vez crea menos en los postulados a la presidencia.

Pero lo que sí hay que anotar es que cada desacierto del gobierno, cada acto dictatorial y al margen de la ley, como lo hizo la procuradora de bolsillo de Uribe, la Cabello con el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, lleva a Petro cada vez más a la cúspide y lo coloca ad portas de la presidencia en 1a vuelta, los actos antijurídicos que cometen en medio de la desesperación que les produce no solo perder el poder, sino también la teta del erario, los tiene al borde de la locura y es desconocimiento del estado de derecho.

Rodolfo Hernández el ex alcalde de Bucaramanga, ha dejado quieto a Petro, entendió que por ahí es duro subir y encontró en las falencias de un total ignorante en materias del estado, de la política y convivencia social como lo es Federico Gutiérrez, en su cercanía con la oficina de Envigado y en los actos de corrupción que se presumen en Hidroituango y muchas cosas más, la oportunidad para sumar en las encuestas y al momento de publicarse esta columna, ya estaba en el segundo lugar, pero lejos de Gustavo Petro.

El uribismo rancio, nunca votaría por Petro, en cambio sí lo harían a rabiar contra Petro y entonces el candidato del Uribismo que ya está desinflado, que ya lo pasó Hernández sin maquinarias y sin bodegas, sin compra de votos o arrastrando buses en cada manifestación para ver las plazas con gente, esté candidato alias Fico, verá el desprecio y la rabia de sus mismos compañeros de partido, será sometido y apartado, porque los del Centro Democrático no admiten perder y le pasará lo que a Zuluaga y traicionado, correrán a apoyar al que más se acerque a Petro.

Hoy quien vive esa soledad política es Fajardo, el pueblo no le perdona haber ido a ver ballenas, que fue como adherir a Duque, hubiera sido diferente si cumple su promesa de apoyar al que ganara en la primera vuelta, otro uribista camuflado le dicen a Fajardo y a la alcaldesa de Bogotá y a su esposa, salir por una ala fuerte del progresismo y después decir que no pertenecen a esa directriz política, se lo va a cobrar el país. Pero sigamos con Hernández, que incluso tiene más aceptación de los verdes y los del centro que Gustavo Petro, pero eso sí mucho menos que Federico Gutiérrez, sería muy interesante si hay segunda vuelta, que no creo, a no ser que haya algo extraordinario, ver las jugadas del uribismo para apoyar al ingeniero desmarcándose de él, porque está claro que el país lo que busca y desea es un cambio total, es decir contra Uribe y su partido. Petro aunque no tiene consolidado el congreso, una gran mayoría se está formando y llegarán más, pero de ahí a afirmar que consolide mayorías es improbable, lo que no facilita las cosas para expedir las leyes que fructifiquen en los cambios que el pueblo reclama.

Pero para mi entender y opinión, es mejor una segunda vuelta con Rodolfo Hernández que con Federico Gutiérrez, que aunque Hernández sea acusado de ser otro uribista camuflado, sería mejor que el incompetente, ordinario y despistado Gutiérrez, lo que también nótanos es que la gente despertó, ya no cree tanto en la difamación y mentiras de los medios afines al estado y que el agotamiento al que se ha expuesto a los colombianos en cuestiones de principios, moral y honradez política, se diluyó o no existe y es la razón por lo que le están apuntando al cambio y en primera.

   

Guerra


Edgar Cabezas
 


Antípoda de la obra humana del festival de ciencias y artes es la guerra. También, la inmoralidad del amor y de la paz es la guerra. No hay nada más sucio que la guerra. En la historiografía humana de todos los tiempos y espacios mundanos el cinismo que vive del dolor humano se solaza en argumentar que en la guerra como en el amor todo es válido. ¿Qué más grotesco que una persona armada con la estética del acero y la pólvora con licencia para matar, ante quien solo un necio osaría disputarle con la palabra la fuerza de la razón y el argumento de la autoridad?

La ennoblecida y glorificada guerra que se vive en Colombia por parte del estado social de derecho representado en el Ministerio de Defensa contra sus opositores. Es la llamada guerra subversiva representada en guerrillas y grupos clandestinos, así como también la guerra antisubversiva encarnada por los paramilitares y, la guerra internacional que contra todo el establecimiento libran agencias violentas contra las drogas. Es sufrida por las ciudadanías del pueblo colombiano en beneficio de los acumuladores de riqueza, multinacionales y nacionales de las armas, la banca, la industria, el comercio, la tierra y los narcotraficantes.

La guerra convierte a unos pocos en valientes criminales de guerra y a una gran mayoría poblacional en víctimas atemorizadas. El miedo engendra cobardía y la falta de valor social para emprender acciones colectivas que conlleven el riesgo personal en la defensa de la vida y del territorio ante las amenazas de las obras de infraestructura, supuestamente de interés nacional, que sin consulta previa e informada el gobierno impone sobre las comunidades locales, y, menos aún, enfrentar y expulsar de los territorios comunales a los grupos armados externos que a sangre y fuego imponen justicia criminal privada.


La intimidación por intento de homicidio y asesinato hacia las personas con poder político y de liderazgo comunitario, ejecutado por un lobo solitario o por participación conjurada, en Colombia revela un extenso listado de magnicidios. El atentado personal cae en el error de pensar que con la muerte o la intimidación hacia las personas desaparece la resistencia y la dignidad de las multitudes pacifistas que utilizan la protesta social para extirpar los vicios políticos heredados de la guerra, a saber, el abuso, la injusticia, la inequidad, la corrupción, la pérdida de la biodiversidad y contaminación ambiental.
 


El tránsito gradual de la guerra hacia la paz durable y sostenida continúa su curso con procesos de audiencias públicas educativas de reconciliación ante la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad, en donde se encuentran cara a cara víctimas y victimarios que han vivido las atrocidades de la guerra con la intención de reconocer lo sucedido, aceptar responsabilidades, garantizar que hechos similares no se vuelvan a repetir, pedir perdón y que, los terceros que no han padecido el dolor de la guerra, aprendan a no tomar partido por el odio y la venganza.
 


El camino de la paz es la supresión del reinado de la muerte a favor del reino de la vida. Tomar decisiones políticas respecto de la guerra y el monopolio de las armas implica tener el valor civil de reformar la doctrina de las fuerzas militares y de policía, desmantelar el crimen organizado, negociar con la subversión y la anti subversión la incorporación desarmada a la vida política, garantizar el acceso a la información pública y dar plenas garantías a la movilización y a la protesta social.
 

 

 

Crónica de Gardeazábal #417

 

El golpe de estado

Gustavo Alvarez Gardeazábal

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/49904542

 

Colombia es un país muy simpático. Aquí las cosas se saben desde mucho antes que sucedan, pero las decimos tantas veces que terminamos por no creerlas o por esperar que pasen, para olvidarlas. Desde la noche del viernes pasado comenzaron los rumores. La llamada de una pareja de antropólogos chilenos con quienes hemos cruzado ideas comunes o enfrentadas, fue el primer aviso. Ellos, cercanos al círculo intelectual del presidente Boric, me preguntaban que si era cierto o no que en Colombia podría producirse un golpe de estado.

 

Yo les expliqué la situación, les pasé mi crónica “El fujimorazo” publicada el lunes anterior y les predije que en este país si se hablara a voz en cuello de un golpe de estado y cada vez más compatriotas lo supiéramos, más posibilidades habría de que se diera, y no pasara nada. El sábado en la noche, cuando yo no había oído aun la denuncia de Petro sobre el golpe de estado y la convocatoria a Rodolfo y Fajardo para reunirse hoy a hablar sobre esa eventualidad, recibí, después de muchos años, la llamada de un respetadísimo profesor universitario chileno que preguntaba casi que por lo mismo. Uní cabos y me vine al computador. Entonces encontré la denuncia de Petro en Barranquilla.

 

Y averiguando aquí y allá, el golpe de estado tomó forma imaginariamente. Mañana martes el Tribunal de Cundinamarca o la Procuradora Cabello deberían suspender al cuestionado Registrador. Los presidentes de las Cortes, quienes por Constitución deben nombrar su reemplazo, podrían abstenerse o encargar supletoriamente al ministro de Justicia, Wilson Ruiz. Inmediatamente después, nombrado o no el ministro, y ante un panorama tan acéfalo y la incapacidad de la Registraduría de garantizar la confianza en las votaciones del domingo, el presidente de la nación, con un simple decreto motivado, aplazaría las elecciones declarando o no el estado de emergencia.

 

 Eso significaría que la denuncia de Petro era válida y que un golpe de estado, admitido por todos, se habría dado. Bueno, se puede dar. Y se debería dar porque el país perdió la confianza en las votaciones del domingo y hacerlas es precipitarnos en el enfrentamiento inicuo porque ningún bando reconocerá el resultado. Ajustarse a la realidad y conseguir garantía de que el señor Duque solo las va a aplazar y no va a conseguir la nulidad de las elecciones del 13 de marzo y se va a quedar en el poder un tanto más allá del 7 de agosto, es otro problema. Pero ahí está y a falta de bombillos, buenas son velas.

 

El Porce, Mayo 20 del 2022

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

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