¿Rodolfo o Federico?
Iván R. Contreras C.
El agite de las campañas ha dado para todo, acusan a Gustavo Petro
de haberse estancado con el 49% en las encuestas y muestran en
cambio una descomunal competencia por el segundo lugar entre Rodolfo
Hernández y Federico Gutiérrez, la media colombiana, fustiga con
todo a sus seguidores y crea un ánimo de desconcierto en el elector,
desconfianza, aturdimiento y confusión, esto sumado a las bodegas, a
la desinformación de las redes, a dado pie para que la gente cada
vez crea menos en los postulados a la presidencia.
Pero lo que sí hay que anotar es que cada desacierto del gobierno,
cada acto dictatorial y al margen de la ley, como lo hizo la
procuradora de bolsillo de Uribe, la Cabello con el alcalde de
Medellín, Daniel Quintero, lleva a Petro cada vez más a la cúspide y
lo coloca ad portas de la presidencia en 1a vuelta, los actos
antijurídicos que cometen en medio de la desesperación que les
produce no solo perder el poder, sino también la teta del erario,
los tiene al borde de la locura y es desconocimiento del estado de
derecho.
Rodolfo Hernández el ex alcalde de Bucaramanga, ha dejado quieto a
Petro, entendió que por ahí es duro subir y encontró en las
falencias de un total ignorante en materias del estado, de la
política y convivencia social como lo es Federico Gutiérrez, en su
cercanía con la oficina de Envigado y en los actos de corrupción que
se presumen en Hidroituango y muchas cosas más, la oportunidad para
sumar en las encuestas y al momento de publicarse esta columna, ya
estaba en el segundo lugar, pero lejos de Gustavo Petro.
El uribismo rancio, nunca votaría por Petro, en cambio sí lo harían
a rabiar contra Petro y entonces el candidato del Uribismo que ya
está desinflado, que ya lo pasó Hernández sin maquinarias y sin
bodegas, sin compra de votos o arrastrando buses en cada
manifestación para ver las plazas con gente, esté candidato alias
Fico, verá el desprecio y la rabia de sus mismos compañeros de
partido, será sometido y apartado, porque los del Centro Democrático
no admiten perder y le pasará lo que a Zuluaga y traicionado,
correrán a apoyar al que más se acerque a Petro.
Hoy quien vive esa soledad política es Fajardo, el pueblo no le
perdona haber ido a ver ballenas, que fue como adherir a Duque,
hubiera sido diferente si cumple su promesa de apoyar al que ganara
en la primera vuelta, otro uribista camuflado le dicen a Fajardo y a
la alcaldesa de Bogotá y a su esposa, salir por una ala fuerte del
progresismo y después decir que no pertenecen a esa directriz
política, se lo va a cobrar el país. Pero sigamos con Hernández, que
incluso tiene más aceptación de los verdes y los del centro que
Gustavo Petro, pero eso sí mucho menos que Federico Gutiérrez, sería
muy interesante si hay segunda vuelta, que no creo, a no ser que
haya algo extraordinario, ver las jugadas del uribismo para apoyar
al ingeniero desmarcándose de él, porque está claro que el país lo
que busca y desea es un cambio total, es decir contra Uribe y su
partido. Petro aunque no tiene consolidado el congreso, una gran
mayoría se está formando y llegarán más, pero de ahí a afirmar que
consolide mayorías es improbable, lo que no facilita las cosas para
expedir las leyes que fructifiquen en los cambios que el pueblo
reclama.
Pero para mi entender y opinión, es mejor una segunda vuelta con
Rodolfo Hernández que con Federico Gutiérrez, que aunque Hernández
sea acusado de ser otro uribista camuflado, sería mejor que el
incompetente, ordinario y despistado Gutiérrez, lo que también
nótanos es que la gente despertó, ya no cree tanto en la difamación
y mentiras de los medios afines al estado y que el agotamiento al
que se ha expuesto a los colombianos en cuestiones de principios,
moral y honradez política, se diluyó o no existe y es la razón por
lo que le están apuntando al cambio y en primera.
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Guerra
Edgar Cabezas
Antípoda de la obra humana del festival de ciencias y artes es la guerra.
También, la inmoralidad del amor y de la paz es la guerra. No hay nada más sucio
que la guerra. En la historiografía humana de todos los tiempos y espacios
mundanos el cinismo que vive del dolor humano se solaza en argumentar que en la
guerra como en el amor todo es válido. ¿Qué más grotesco que una persona armada
con la estética del acero y la pólvora con licencia para matar, ante quien solo
un necio osaría disputarle con la palabra la fuerza de la razón y el argumento
de la autoridad?
La ennoblecida y glorificada guerra que se vive en Colombia por parte del estado
social de derecho representado en el Ministerio de Defensa contra sus
opositores. Es la llamada guerra subversiva representada en guerrillas y grupos
clandestinos, así como también la guerra antisubversiva encarnada por los
paramilitares y, la guerra internacional que contra todo el establecimiento
libran agencias violentas contra las drogas. Es sufrida por las ciudadanías del
pueblo colombiano en beneficio de los acumuladores de riqueza, multinacionales y
nacionales de las armas, la banca, la industria, el comercio, la tierra y los
narcotraficantes.
La guerra convierte a unos pocos en valientes criminales de guerra y a una gran
mayoría poblacional en víctimas atemorizadas. El miedo engendra cobardía y la
falta de valor social para emprender acciones colectivas que conlleven el riesgo
personal en la defensa de la vida y del territorio ante las amenazas de las
obras de infraestructura, supuestamente de interés nacional, que sin consulta
previa e informada el gobierno impone sobre las comunidades locales, y, menos
aún, enfrentar y expulsar de los territorios comunales a los grupos armados
externos que a sangre y fuego imponen justicia criminal privada.
La intimidación por intento de homicidio y asesinato hacia las personas con
poder político y de liderazgo comunitario, ejecutado por un lobo solitario o por
participación conjurada, en Colombia revela un extenso listado de magnicidios.
El atentado personal cae en el error de pensar que con la muerte o la
intimidación hacia las personas desaparece la resistencia y la dignidad de las
multitudes pacifistas que utilizan la protesta social para extirpar los vicios
políticos heredados de la guerra, a saber, el abuso, la injusticia, la
inequidad, la corrupción, la pérdida de la biodiversidad y contaminación
ambiental.
El tránsito gradual de la guerra hacia la paz durable y sostenida continúa su
curso con procesos de audiencias públicas educativas de reconciliación ante la
Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad, en donde se encuentran
cara a cara víctimas y victimarios que han vivido las atrocidades de la guerra
con la intención de reconocer lo sucedido, aceptar responsabilidades, garantizar
que hechos similares no se vuelvan a repetir, pedir perdón y que, los terceros
que no han padecido el dolor de la guerra, aprendan a no tomar partido por el
odio y la venganza.
El camino de la paz es la supresión del reinado de la muerte a favor del reino
de la vida. Tomar decisiones políticas respecto de la guerra y el monopolio de
las armas implica tener el valor civil de reformar la doctrina de las fuerzas
militares y de policía, desmantelar el crimen organizado, negociar con la
subversión y la anti subversión la incorporación desarmada a la vida política,
garantizar el acceso a la información pública y dar plenas garantías a la
movilización y a la protesta social.
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Crónica de Gardeazábal #417
El golpe de estado
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/49904542
Colombia es un país muy simpático. Aquí las cosas se saben desde mucho antes que
sucedan, pero las decimos tantas veces que terminamos por no creerlas o por
esperar que pasen, para olvidarlas. Desde la noche del viernes pasado comenzaron
los rumores. La llamada de una pareja de antropólogos chilenos con quienes hemos
cruzado ideas comunes o enfrentadas, fue el primer aviso. Ellos, cercanos al
círculo intelectual del presidente Boric, me preguntaban que si era cierto o no
que en Colombia podría producirse un golpe de estado.
Yo les expliqué la situación, les pasé mi crónica “El fujimorazo” publicada el
lunes anterior y les predije que en este país si se hablara a voz en cuello de
un golpe de estado y cada vez más compatriotas lo supiéramos, más posibilidades
habría de que se diera, y no pasara nada. El sábado en la noche, cuando yo no
había oído aun la denuncia de Petro sobre el golpe de estado y la convocatoria a
Rodolfo y Fajardo para reunirse hoy a hablar sobre esa eventualidad, recibí,
después de muchos años, la llamada de un respetadísimo profesor universitario
chileno que preguntaba casi que por lo mismo. Uní cabos y me vine al computador.
Entonces encontré la denuncia de Petro en Barranquilla.
Y averiguando aquí y allá, el golpe de estado tomó forma imaginariamente. Mañana
martes el Tribunal de Cundinamarca o la Procuradora Cabello deberían suspender
al cuestionado Registrador. Los presidentes de las Cortes, quienes por
Constitución deben nombrar su reemplazo, podrían abstenerse o encargar
supletoriamente al ministro de Justicia, Wilson Ruiz. Inmediatamente después,
nombrado o no el ministro, y ante un panorama tan acéfalo y la incapacidad de la
Registraduría de garantizar la confianza en las votaciones del domingo, el
presidente de la nación, con un simple decreto motivado, aplazaría las
elecciones declarando o no el estado de emergencia.
Eso significaría que la denuncia de Petro era válida y que un golpe de estado,
admitido por todos, se habría dado. Bueno, se puede dar. Y se debería dar porque
el país perdió la confianza en las votaciones del domingo y hacerlas es
precipitarnos en el enfrentamiento inicuo porque ningún bando reconocerá el
resultado. Ajustarse a la realidad y conseguir garantía de que el señor Duque
solo las va a aplazar y no va a conseguir la nulidad de las elecciones del 13 de
marzo y se va a quedar en el poder un tanto más allá del 7 de agosto, es otro
problema. Pero ahí está y a falta de bombillos, buenas son velas.
El Porce,
Mayo 20
del 2022
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