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SALUD

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.932-512

Fecha: Martes 07-06-2022

 

Nuevo coronavirus entre ratones suecos

 

 



En los últimos años todos hemos aprendido por las malas en qué consiste la zoonosis. Lo vimos con el virus de la COVID-19, que pasó de los murciélagos a los humanos a través de una especie intermedia que todavía no está muy clara. También lo estamos viendo ahora con la viruela del mono; que, a pesar de su nombre, posiblemente ha saltado a los humanos desde ratones y otros pequeños roedores. Está claro que es vital vigilar estas enfermedades animales con potencial para llegar hasta nosotros. Por eso, el hallazgo de un nuevo tipo de coronavirus en los topillos rojos (Myodes glareolus) de Suecia es un motivo para que las autoridades pertinentes estén en alerta con estos y otros ratones susceptibles de contagiar a los humanos.

 


El coronavirus en cuestión ha sido bautizado como Grimsö, por el lugar de Suecia en el que se encontró. De momento no se sabe si podría suponer un riesgo para los humanos. No obstante, los responsables de su hallazgo, procedentes de la Universidad de Uppsala, creen que hay motivos de sobra para no perder al topillo rojo de vista.
 


Al fin y al cabo, muchos roedores, como los ratones, tienen vidas muy relacionadas con la nuestra. Especialmente a medida que el cambio climático destruye su hábitat y les obliga a refugiarse entre nosotros. Este

 

 

nuevo coronavirus es solo un ejemplo de todo lo que se debe monitorizar para evitar más sustos en el futuro. Porque los habrá, de eso podemos estar seguros. Pero si hemos hecho los deberes, quizás la próxima vez no nos pille tan verdes como con la Covid-19.



Los autores de este estudio, publicado recientemente en Viruses, no se centraron en el topillo rojo por casualidad. Se sabe que esta especie puede ser portadora de otros virus capaces de infectar a los humanos, como el Puumala, causante de una fiebre hemorrágica, conocida como nefropatía epidémica. De hecho, en Finlandia y Suecia, esta enfermedad se denomina respectivamente myyräkuume y sorkfeber. En ambos casos la traducción al castellano es “fiebre del topillo”. En cambio, en Noruega, donde también habitan estos roedores, se la conoce como musepest o peste de los ratones.



El Puumala es un hantavirus, pero los investigadores pensaron que estos roedores podrían albergar también a otros virus. Por eso, entre 2015 y 2017 recogieron 450

 

topillos de campo salvajes a los que se extrajeron muestras de tejido pulmonar. Posteriormente, este fue analizado en busca

 

de material genético viral. Encontraron virus diferentes, pero les llamó especialmente la

 

 

 

atención que el 3,4% de los ratones tenían en sus pulmones ARN de un coronavirus que no se había descrito hasta entonces. Se trataba de un betacoronavirus, como el SARS-CoV. En ese momento no pensaron en el SARS-CoV-2 porque los experimentos comenzaron antes del inicio de la pandemia de Covid-19.

Bautizaron este nuevo virus como Grimsö y decidieron poner en marcha los protocolos necesarios para seguir la pista a estos ratones. Además, esta idea se hizo aún más necesaria cuando el SARS-CoV-2 llegó de golpe a nuestras vidas.

Tanto el topillo rojo como otros ratones tienen rutinas muy estrechamente relacionadas con las de los seres humanos. Esto, además, puede ser cada vez más común a medida que avance el cambio climático.

Pero los ratones, los murciélagos o los pangolines no son los únicos animales a los que debemos prestar atención. Durante la pandemia de Covid-19, por ejemplo, hemos visto que los visones pueden convertirse en peligrosos contagiadores. De hecho, se ha llegado a hacer necesario sacrificar a cientos de ellos en algunas granjas.

También se cree que los ciervos pueden haberse contagiado en un porcentaje muy alto, convirtiéndose en un peligro para los humanos. Y todo esto en relación a animales silvestres. Si nos pasamos a las mascotas, los perros y los gatos han mostrado ser también capaces de infectarse, aunque su capacidad de convertirse en contagiadores parece limitada.

Lo que está claro es que tanto si se trata de ratones, como si la cuestión está entre murciélagos, pangolines, visones o ciervos, la solución no debería ser sacrificar a los animales. Al menos no si no hay otros recursos antes. Y el más importante, ese que nunca debemos olvidar, es la prevención.

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

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