Nuevo coronavirus entre ratones suecos
En los últimos años todos hemos aprendido por las malas en qué consiste la
zoonosis. Lo vimos con el virus de la COVID-19, que pasó de los murciélagos a
los humanos a través de una especie intermedia que todavía no está muy clara.
También lo estamos viendo ahora con la viruela del mono; que, a pesar de su
nombre, posiblemente ha saltado a los humanos desde ratones y otros pequeños
roedores. Está claro que es vital vigilar estas enfermedades animales con
potencial para llegar hasta nosotros. Por eso, el hallazgo de un nuevo tipo de
coronavirus en los topillos rojos (Myodes glareolus) de Suecia es un motivo para
que las autoridades pertinentes estén en alerta con estos y otros ratones
susceptibles de contagiar a los humanos.
El coronavirus en cuestión ha sido bautizado como Grimsö, por el lugar de Suecia
en el que se encontró. De momento no se sabe si podría suponer un riesgo para
los humanos. No obstante, los responsables de su hallazgo, procedentes de la
Universidad de Uppsala, creen que hay motivos de sobra para no perder al topillo
rojo de vista.
Al fin y al cabo, muchos roedores, como los ratones, tienen vidas muy
relacionadas con la nuestra. Especialmente a medida que el cambio climático
destruye su hábitat y les obliga a refugiarse entre nosotros. Este
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nuevo
coronavirus es solo un ejemplo de todo lo que se debe monitorizar para evitar
más sustos en el futuro. Porque los habrá, de eso podemos estar seguros. Pero si
hemos hecho los deberes, quizás la próxima vez no nos pille tan verdes como con
la Covid-19.
Los autores de este estudio, publicado recientemente en Viruses, no se centraron
en el topillo rojo por casualidad. Se sabe que esta especie puede ser portadora
de otros virus capaces de infectar a los humanos, como el Puumala, causante de
una fiebre hemorrágica, conocida como nefropatía epidémica. De hecho, en
Finlandia y Suecia, esta enfermedad se denomina respectivamente myyräkuume y
sorkfeber. En ambos casos la traducción al castellano es “fiebre del topillo”.
En cambio, en Noruega, donde también habitan estos roedores, se la conoce como
musepest o peste de los ratones.
El Puumala es un hantavirus, pero los investigadores pensaron que estos roedores
podrían albergar también a otros virus. Por eso, entre 2015 y 2017 recogieron
450
topillos de campo salvajes a los que se extrajeron muestras de
tejido pulmonar. Posteriormente, este fue analizado en busca
de material genético viral. Encontraron virus diferentes, pero
les llamó especialmente la
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atención que el 3,4% de los ratones tenían en
sus pulmones ARN de un coronavirus que no se había descrito hasta
entonces. Se trataba de un betacoronavirus, como el SARS-CoV. En ese momento no
pensaron en el SARS-CoV-2 porque los experimentos comenzaron antes del inicio de
la pandemia de Covid-19.
Bautizaron este nuevo virus como Grimsö y decidieron poner en marcha los
protocolos necesarios para seguir la pista a estos ratones. Además, esta idea se
hizo aún más necesaria cuando el SARS-CoV-2 llegó de golpe a nuestras vidas.
Tanto el topillo rojo como otros ratones tienen rutinas muy estrechamente
relacionadas con las de los seres humanos. Esto, además, puede ser cada vez más
común a medida que avance el cambio climático.
Pero los ratones, los murciélagos o los pangolines no son los únicos animales a
los que debemos prestar atención. Durante la pandemia de Covid-19, por ejemplo,
hemos visto que los visones pueden convertirse en peligrosos contagiadores. De
hecho, se ha llegado a hacer necesario sacrificar a cientos de ellos en algunas
granjas.
También se cree que los ciervos pueden haberse contagiado en un porcentaje muy
alto, convirtiéndose en un peligro para los humanos. Y todo esto en relación a
animales silvestres. Si nos pasamos a las mascotas, los perros y los gatos han
mostrado ser también capaces de infectarse, aunque su capacidad de convertirse
en contagiadores parece limitada.
Lo que está claro es que tanto si se trata de ratones, como si la cuestión está
entre murciélagos, pangolines, visones o ciervos, la solución no debería ser
sacrificar a los animales. Al menos no si no hay otros recursos antes. Y el más
importante, ese que nunca debemos olvidar, es la prevención.
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