EDITORIAL
Precio muy alto
Como es obvio la actualidad nos exige
a todos estar en constante formación y actualización para adaptarnos
a las nuevas tendencias y sobre todo mirar el camino que nos toque
recorrer, sacar mayor provecho de las herramientas que hay a
disposición y así ser más eficientes. Como sociedad se debe aplicar
también prácticas novedosas, políticas ajustadas a los tiempos que
estamos viviendo y tomar acciones que nos permitan alcanzar
objetivos: desarrollo social, económico y político, tomando en
cuenta la necesidad del bienestar y la felicidad de nuestra gente.
Para lograrlo se debe además ser fuertes combatiendo las viejas
prácticas que tanto daño hacen y aquí un rol fundamental de los que
proponen leyes y proyectos factibles, tiene el reto de plantear
modelos que ayuden a forzar el rompimiento del burocratismo y que
definitivamente se enrumbe hacia un Estado eficiente que confíe más
en los ciudadanos y que establezca controles que realmente
funcionen, sin mirar en lo retrogrado y menos en el clientelismo.
Las leyes deben eliminar todas las distorsiones y contradicciones
que existen entre la burocracia, la eficiencia y efectividad. Los
controles ineficientes promotores de corrupción ya tenemos una gran
experiencia. Es falso que con más trámites seran mayores los
controles, por el contrario, se estimula la corrupción y la evasión
del trámite por las dificultades que imponen las instituciones y el
verdadero caos que se genera. No insistamos tomando el mismo camino
del burocratismo que una y otra vez ha fracasado, tomemos el camino
de la eficiencia, de la efectividad, que es el camino del Socialismo
real.
El exceso de trámites oprime la producción, la generación de
empleos, la oferta de bienes y servicios, la libre competencia. El
burocratismo se la pone difícil al pueblo y fácil a la gestoría y a
la corrupción. Por ello, solicitar que los ciudadanos tramiten una
autorización para producir entierra las aspiraciones de crecimiento
y desarrollo económico. Debemos detener esto y mejorar el sistema
gubernamental, con ello eliminar las roscas y la tentación al
corrupto de ejercer su poder. Si queremos vencer las dificultades
actuales y avanzar, desarrollar, crecer, debemos confiar en los
ciudadanos, eliminar al máximo los trámites innecesarios,
racionalizar y simplificar los procesos, facilitar, innovar,
emprender, generar confianza. Así motivaremos, generaremos y
venceremos. Vamos por ello. Trabajando juntos lo lograremos. Un
abrazo.
Además se debe buscar de involucrar a los jovenes a la preparación
academica en general y crear la necesidad de profesionales dignos y
crear un sentido progresista, ya basta de tantas colas para una
pensión, tantos suplicios para la atensión médica y demás flagelos
que hunden a la sociedad en un desespero burocratico, fuera la
corrupción. A la postre se pierde la oportunidad de crear una
sociedad capaz, por lo tanto se degenera un país progresista.
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Director
Zahur Klemath Zapata
Gerente
Laurie Agront
Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.
Editor
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Diagramación (Frontend)
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Redes Sociales
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Soporte Tecnológico
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Gustavo Alvarez Gardeazábal
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Correro
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Hay tantos enemigos del bienestar de la nación, que nos
quieren confundir
Por Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com
Esta es la edición 12.932-512 de El Imparcial de hoy martes 7 de julio de 2022.
Las experiencias que han vivido los colombianos por más de un siglo sobre el mal
trato que se le ha dado al país es una larga historia. Hablar sobre ese maltrato
es escribir un tratado sobre vejaciones, atropellos y crímenes.
Hoy en día han salido a la luz las verdades de muchos hechos atroces que no
pasaron como se pensó, sino que fueron orquestados por esos enemigos del país y
que manejaban medios de comunicación. La ignorancia del pueblo ha sido la
perfecta aliada de esas personas. Y aún siguen jugando en primera división como
si nada pasara.
La labor de los filósofos es abrir puertas y mostrar la realidad. Trazar caminos
y dejarlos que los buenos oficios de las personas sanas, con la capacidad de la
razonabilidad y visión del futuro asuman la responsabilidad de guiar a quienes
necesita esa orientación. Porque hay muchos que con pocas palabras saben cuál es
el camino correcto.
La maldad en Colombia es grande, pero es mucho más fuerte la sociedad que
rechaza esos malévolos y se defiende para no terminar absorbidos por esa
aspiradora infernal. Eso es lo que se ha logrado hacer durante décadas para
salir adelante mientras las corrientes adversas tocan a la puerta.
La historia real del asesinato de Gaitán no es como la presentaron
originalmente. Lo que sí es real es que este hecho lo usaron para destruir la
nación.
De tanto en tanto aparecen hechos que los presentan de una forma y terminan al
final tal como se maquinaron hacerlo ver. Falsos positivos. Así podemos seguir y
seguir hablando de hechos que no fueron como la gente se imagina que pasó o se
maquinó.
La historia de Colombia está plagada de mentiras y por eso es que el país está
como está. Los políticos han sido los verdaderos maestros haciendo escuela y
educando al pueblo para que acepten sus enseñanzas.
Hoy por lo menos hay una sociedad medio educada, que lee y se comunica por las
redes y trasmite mensajes que recogen de gente que dice cosas sin ningún
respaldo verídico. Pero les creen y se afilian a esas tendencias.
Ahora tu defines si eres un ser que sabe racionalizar independientemente, o
acepta lo que dice el predicador porque está escrito y esa es la verdad
infalible.
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TAMBORES DE GUERRA,
crónica de Gardeazábal # 427
Gustavo Álvarez
Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/episode/50084148
Desde la antigüedad persa, o desde los rincones tibetanos de la
China, se oyeron por milenios los tambores como preludios de las
guerras. Con el paso de los años terminaron siendo los orientadores
de las batallas. Distintos ritmos guiaban los soldados en las
formaciones. Había uno, reconocido por todos, para atacar y otro
para comunicar la retirada. Las cornetas agudas los reemplazaron
muchas veces mientras las civilizaciones fueron perfeccionando los
intercambios de información entre quienes iban a la guerra y hoy
solo quedan los tambores de guerra como una figura literaria que
recoge los preparativos antiquísimos del ser humano para ir a las
batallas mortales. Por estos días en Colombia estamos oyendo
tambores de guerra que llaman a una feroz batalla. Ya no se usa el
cuero templado en una caja hueca para redoblar encima con los palos.
Estamos usando el penúltimo de los descubrimientos de la
civilización, el Internet y las redes, para arar el terreno donde se
sembrará otra estúpida batalla entre compatriotas. Parecería que de
nada sirve la memoria de los centenares de miles de muertos de las
tantas veces que fuimos a las contiendas divididos por no ponernos
de acuerdo o enfrentados por esa maldita costumbre de no saber
perder.
Cuando uno oye las declaraciones irrazonables de estudiantes no
mayores de 20 años, como los de la Universidad del Valle o la
Distrital, declarándose en “asamblea permanente” (algo así como
huelga viva) hasta que no se elija a Gustavo Petro, resulta siendo
igual a cuando uno oye a Rodolfo Hernández diciendo impúdicamente
que si se posesiona el 7 de agosto declarará inmediatamente el
estado de sitio y gobernará por decreto para no dejar sesionar a la
ladronería del Congreso y obviamente, aunque no lo digan, unos y
otros lo que hacen es anunciar que acallarán a la oposición que
resulte oficializada en las urnas.
Es un lenguaje amenazante que de ser verdad no lleva sino a un
conflicto más. Si Petro pierde o gana, las milicias populares
guiadas desde las universidades nos llevarán a la guerra para
minimizar al contrario. El fallo de las urnas no les obliga. Si
Rodolfo gana o pierde quedaría muy poco para irnos a la guerra civil
divididos, como cuando comenzó la república, entre defensores y
enemigos del régimen democrático parlamentario. Cada día es peor y
la tensión crece. Cada minuto que nos acercamos al 19 de junio es
más angustiante. Nadie parece dispuesto a aceptar la derrota ni el
triunfo del otro pero las amas de casa, que ya vivieron los días del
paro del año pasado y no quieren repetirlos, están programando en la
medida de sus bolsillos inundar desesperadamente sus despensas
comprando mercado porque ya suenan los tambores de la guerra.
El Porce, junio 6 del
2022
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