Fundado el 18 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 12.942-522

Fecha: Jueves 30 de Junio de 2022

 

EDITORIAL

  - 9
 

EDITORIAL

 

Cese al uso de niños para la mendicidad

 

Con extrema preocupación estamos observando los colombianos en el transcurso de estos últimos años el aumento considerable de un fenómeno social que se ha venido presentando en el país, especialmente en la frontera con Venezuela y que tiene que ver con la cantidad de niños que son utilizados por mujeres para pedir limosna en las calles del país.


Según los últimos informes esta problemática se ha venido presentando especialmente en ciudades como Bucaramanga y Cúcuta donde se han detectado diversas organizaciones al margen de la ley reclutando mujeres de origen venezolano para que trabajen durante extensas jornadas usando niños que no son suyos para cargarlos entre sus brazos y pedir limosna.


El hecho de ver a una mujer con uno, dos y hasta tres niños desamparados es una situación conmovedora que propicia que muchos ciudadanos se conmuevan ante esta escena y opten por darle dinero a esta joven sin saber que los casi $300.000 que se alcanzan a recoger estas mujeres van a parar a los bolsillos de estos criminales que les pagan unos $30.000 a las mujeres por el trabajo y la misma cantidad de dinero a los verdaderos padres de los niños.


Lo más triste de este asunto es que algunas entidades como por ejemplo la Defensoría del Pueblo y algunos medios de comunicación han reportado en los últimos meses maltratos psicológicos a lo que son sometidos estos menores de edad ya que a muchos de ellos se la pasan el día entero soportando altas o bajas temperaturas y lo peor de todo no son ni siquiera alimentados.


Además, otras denuncias indican que muchos menores de edad, incluso bebés recién nacidos son dopados con alucinógenos como bazuco para evitar que lloren mientras son cargados por las mujeres para ejercer la mendicidad causando lástima de los peatones.

Este fenómeno social se está extendiendo a todos los rincones de Colombia y el llamado que hacemos desde El Imparcial es para que las autoridades competentes estén más alerta y se incrementen con más constancia y severidad los controles en las calles, realizando redadas para exigirle a estas mujeres el nombre de los menores y su respectiva identificación con fin de detectar si son o no las verdaderas madres.


Ahora bien, el llamado también para el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF para que adelanten acciones mucho más concretas para castigar con severidad a estos indolentes padres de familia que tienen la osadia de alquilar a sus propios hijos para estos fines tan reprochables.


También esta alerta va dirigida a la ciudadanía en general para que no caigan en la trampa, no den limosna y no sigan patrocinando estas bandas criminales y mucho menos cuando desconfían de aquellas mujeres que tienen un color de piel y rasgos totalmente diferentes a los del bebé, siendo esta, una importante señal para desconfiar.


En estos casos la mejor forma de actuar es poner la denuncia, buscar un policía cercano para que solicite a la mujer la identificación de su “supuesto bebé” y emprender los procedimientos judiciales pertinentes.

 

Entre todos los colombianos en conjunto con las autoridades debemos detener esta barbarie que está ocurriendo en el país y en contra de nuestros niños.


La desintegración de estas bandas criminales debe ser toda una prioridad para el Gobierno Nacional y las autoridades competentes y es por esta razón que se requiere de manera urgente un trabajo mancomunado con las autoridades venezolanas porque se ha detectado que en la mayoría de veces los extranjeros son los que más están cometiendo este delito en Colombia.

 

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
Laurie Agront

Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.

Jefe de Redacción
Rubén Darío Varela

Diagramación
Linda Cubillos

Redes Sociales
Estrella Velásquez

 

Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

 

   

Colaboradores
 

Jotamario Arbeláez
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Edgar Cabezas
Álvaro Ramírez Gonzalez
Guillermo Navarrete Hernández
Rodrigo Castellanos
Iván Pulido

Teresa Pardo

CONTACTO

Tel. (57) 606-348 6207
Calle 21 #7-68 Of. 105
Pereira, Colombia

Correo
elimparcialdiario@gmail.com

 

El derecho al trabajo

o la agonía de vivir

en la sombra  

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zkz@zahurk.com  
 

 Trabajar no es una obligación de nadie, pero es el quehacer de los seres humanos para sobrevivir en sociedad. Este deber se vuelve imperativo porque no somos una sociedad primitiva que cada uno labora en su entorno y se mantiene a flote con lo que hay a su alcance.

 

Con el nacimiento de los imperios quienes están a la cabeza de ellos crean una red de súbditos para que le sirvan y vivan en su entorno. Así nace la primera casa y su jefe hace más de 30 mil años.

 

El ser humano es igual como individuo en su conjunto pero no todos tienen las mismas capacidades e intelecto y esto hace esa variedad de personalidades y quehaceres en una sociedad actual. 

 

En el pasado no se podían mezclar todos en un mismo sitio por esa diferencia de condiciones de intelecto y conocimiento. Hoy por el avance genético y tecnológico estamos casi todos mezclados en la misma aldea de ciudadanos.

 

El emprendimiento de cada uno nos obliga a saber elegir nuestro rol y ubicación en la sociedad de hoy y esto hace que el trabajo no sea igual que hace cien o más años en la historia. Pero quienes manejan la cosa pública en ciertas sociedades desconocen el manejo de esos códigos que regulan la labor de los trabajadores.

 

En la actualidad no hay un orden equitativo que permita mantener el balance y permita a cada uno poder tener la seguridad social que debería existir en una sociedad evolucionada. Las leyes o estatutos laborales están lejos de balancear las tres partes a que corresponde el equilibrio del acuerdo entre las partes.

 

Las leyes laborales están politizadas y los intereses de los trabajadores no concuerdan con lo que deberían ser las leyes que amparen por iguales partes a los que firman el contrato. Y cada uno jala hasta donde más estire el caucho. Y esto hace que siempre exista un conflicto entre las partes.

 

El sistema laboral colombiano hay que rehacerlo de principio a fin y ubicarlo en tiempo presente para que el establecimiento asuma la responsabilidad que le corresponde y le dé a ambas partes las obligaciones que le corresponden independiente el uno del otro y se logre alcanzar el beneficio que se espera a la hora del retiro.

 

La situación que se vive en Colombia por el Código del Trabajo es penosa para los trabajadores y el sistema laboral. Es casi imposible celebrar contratos a término definido o indefinido por todas esas arandelas que lleva de obligaciones para el empresario y que no le permite crecer sanamente, porque el establecimiento evade responsabilidades que le corresponde y se las deja al contratista.

 

¿Qué sociedad puede prosperar bajo esas condiciones?  

 

Esto genera todo tipo de evasión de obligaciones y contrato de prestación de servicios dejando al trabajador a la intemperie  y obligándolo a convertirse en microempresario para poder subsistir.

 

 En la actualidad hay millones de personas trabajando bajo su propia responsabilidad y sin ningún beneficio a futuro. La corrupción navega por estas aguas eludiendo compromisos que ha creado al estado y que al final hacen más daños en términos generales.

 

 


 

Crónica de Gardeazábal # 442

OTRA VEZ EL INPEC

OTRA VEZ TULUÁ


 

Gustavo Alvarez Gardeazábal


Audio: https://www.spreaker.com/episode/50403454

Salvo que sea una maldición eterna, no parecería encontrarse una explicación razonable de las causas para que ni Tuluá ni el INPEC desaparezcan de los titulares sangrientos de la prensa nacional y mundial. Cuando el durísimo Paro Nacional del 2021, Tuluá vio arder su Palacio de Justicia. Ni ha sido reconstruido ni las investigaciones llegaron más allá.

En la madrugada del martes una quema provocada por la quema de colchones de los reclusos del patio 8 de la Cárcel de Tuluá, administrada por el siempre equivocado INPEC, precipita otro incendio y más de 50 reclusos pierden la vida y otro número igual quedan heridos.

No sabemos si las investigaciones lleven a algo o si sorpresivamente, como ocurrió con el asesinato del fiscal paraguayo en Cartagena, en menos de un mes tengamos todo resuelto y los culpables de precipitar este más de medio centenar de muertos hayan sido condenados.

No se sabe. En este país, y en Tuluá sí que más, las cosas pasan y apenas las ven pasar. Por supuesto, los colombianos no se conmueven quizás porque como los muertos eran presos, se aminora el trato que la sociedad debe dar a todo asesinato de un ser humano. Pero allí están los muertos y los heridos y el dolor de sus seres queridos mientras en cada hogar colombiano crece el pánico que genera el siempre desordenado y corrupto Inpec, dirigido desde hace décadas por generales activos de la Policía.

Probablemente cuando la Fiscalía revise el caso tendrán en cuenta que esa madrugada del incendio se celebraba la última noche de la Feria de Tuluá y a solo 300 metros en línea recta de la Cárcel estaba el Coliseo de las fiestas, repleto de reguetoneros que siguieron con su alaraca hasta las 5 de la mañana. Como tal, no es entonces desestimable que el deseo de libertad de los presos se haya acrecentado por el eco y la algarabía de la fiesta.

Pero también deberán tener en cuenta los procedimientos del INPEC donde pareció primar el cumplimiento del deber de no dejar volar los presos que el derecho de mantenerles con vida y prefirieron cerrar las puertas para evitar lo que ahora dizque llaman un intento de fuga.

Crueldad o razón, venganza o estupidez, todas deberán ser analizadas y puestas en balanza ante la opinión pública. Lo que si nos tocará a los novelistas como yo es escribir para la historia sobre los efectos de la maldición que parece haber caído sobre el costillar de mi pueblo, la que alguna vez traté de horadar publicando el libro “Las guerras de Tuluá” …que por lo que estamos viendo, todavía siguen librándose.
 

El Porce, junio 29 del 2022

 

 

  

 

 

  

 

 

EL IMPARCIAL

Submit

 

 

© El Imparcial Editores S.A.S  |   Contacto 57 606 348 6207 

 

    © 1948-2009 - 2022 - El Imparcial - La idea y concepto de este periódico fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un Copyright de ZahurK.

    Queda prohibido el uso de este formato (OPF) sin previa autorización escrita de ZahurK