Pereira, Colombia - Edición: 12.948-528

Fecha: Jueves 14 de Julio de 2022

 

COLUMNISTAS

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LA SEGURIDAD Y LA SOBERANIA ALIMENTARIA

 


Por I.A. Iván Roberto Pulido González

El artículo 65, de la Constitución Política Colombiana, reza el que la producción de alimentos gozará de la especial protección del Estado y para el efecto, dará prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales, así como también a la construcción de obras de infraestructura física y adecuación de tierras para ejecutarlo, pero sin connotar plenamente los significados de soberanía o seguridad alimentaria.

La FAO, se ha ocupado del derecho a la alimentación, sin embargo, con el predominio de un retórico lenguaje enfocado al concepto de seguridad alimentaria, la que dispone en todo momento, del acceso físico, social y económico de los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades energéticas y preferencias diarias para llevar una vida activa, sana, sin importar la calidad y deterioro ambiental que producen al ser importados.

Principio que permite por demás a las multinacionales por su apuesta a la productividad y competitividad; el desarrollo de manipulación genética de organismos vivos aplicados a la agricultura sobre nuestros recursos naturales, que a la larga implican destrucción, agotamiento de suelos y victimas con severos problemas de salud, modelo neoliberal, que llevado al campo y maquinado por la agroindustria, concentra riqueza, pero genera pobreza; basta ver el coeficiente Gini en 0,862 (siendo 1 el más alto), en materia de desigualdad de tierras.

Se estiman en Colombia 2021 aproximadas 4.4 millones de personas subalimentadas y más de 177 niños menores de 5 años muertos por desnutrición.

Razón que concluye en la preocupación del muy corto discurso de la seguridad alimentaria, al permitir las importaciones de productos a bajo costo, desestimulando el sector agrario local, lo que genera además pobreza y desarraigo rural.

Dando lugar a una soberanía alimentaria que sea derecho de pueblos, comunidades, países para definir sus propias políticas agrarias, laborales, alimentarias en modelos ecológicos, sociales, económicos y culturalmente apropiados, para auto sostenimiento y el de sus sociedades, donde prime el cuidado de los recursos naturales como elemento de primer orden para garantía de la supervivencia y establecimiento de bienes no objetos del mercado, protegidos y conservados por el Estado.

Tras el hambre y la crisis alimentaria acelerada asechando, se sugieren urgentes políticas de estado, en materia del derecho que asista a las comunidades a una sana alimentación y generación de normas necesarias que protejan la soberanía alimentaria como fin defensor del territorio y de la vida.

Se pone en la palestra el modelo agrario colombiano, con 32% de sus pobladores campesinos; como inequitativo, completamente vulnerador de la población rural, discriminador de la mujer, excluyente, no contribuyente a la conservación ambiental, poco democrático, concentrador de riqueza y promotor de toda índole de conflictos.

Que ante el desolador contexto promueven a la lucha por establecer la soberanía alimentaria como derecho de los pueblos a no sufrir hambre, en postulado de relación armónica con la naturaleza, que el mismo establecimiento respete, acate y garantice.

La soberanía alimentaria debe ser fundamentada éticamente como estandarte de vida, justicia, dignidad de los pueblos; por ello mismo, contraria a toda política de apertura económica; en favor de la multiculturalidad y autonomía del territorio, donde sean las comunidades las encargadas de la definición consensuada de sus propias políticas agrarias, sistemas de producción y comercialización deslindadas de semillas certificadas y solo optativas por nativas; inclinadas a mercados locales, agricultura familiar; cero monocultivos, no agrotóxicos y reducida desigual brecha rural - urbana; hasta el florecimiento de un nuevo modelo campesino.


ASOCIACIÓN DE INGENIEROS AGRÓNOMOS EGRESADOS UT

 

 

 
¡DECISIONES QUE CELEBRO!

 

 

Por: Álvaro Ramírez González
alragonz@yahoo.es


Cualquier cosa que diga u opine sobre el gobierno que se inicia de Gustavo Petro, se volvió para mi un verdadero
dolor de cabeza.

Si critico los apresurados y poco estudiados anuncios de los ministros ya nombrados, se me viene encima un alud de mamertos a insultarme de la manera más feroz.

Me atacan como fieras.

¡En manadas!

Si opino que lo mejor que le puede pasar al país es que le vaya bien a Petro, es peor aún.

¿A qué hora se voltio?

¿Cuando lo compraron?

¿Por Dios, como querer que le vaya mal al chofer del bus, si nosotros vamos adentro?

Todo eso hace parte de un sentimiento colectivo de incertidumbre.

Y de una viudez de poder de quienes lo tenían.

Pero es un hecho que está transición en el poder debe ser un proceso civilizado.

Petro lo ha mostrado así.

Se ha reunido con casi todos los gremios y casi todos los jefes políticos .

Hasta con su archienemigo Alvaro Uribe tuvo una reunión cordial y civilizada.

Algunos Petristas cercanos al jefe, han actuado diferente y se han extralimitado en sus comentarios.

La respuesta de Gustavo Bolívar a Luís Carlos Sarmiento, es descortés, amenazante y vulgar.

Aún así, este magnate inaugurará en pocos días, con el presidente Gustavo Petro a su lado, la clínica de Cáncer y el Instituto de Investigación de Cáncer más avanzados de América Latina, producto de una generosa y multimillonaria donación del Grupo Aval.

La decisión del presidente Uribe de encabezar una oposición racional es de alabar.

Sin recibir ningún beneficio del gobierno, se aprobará lo que el CD crea que es útil para el país y se negará lo que consideren inútil.

Pero esa oposición sin duda va a enriquecer y a darle altura política y técnica a los debates.

César Gaviria acordó en su reunión con Petro en Florencia Italia, que el liberalismo será partido de gobierno.

Vale decir que si recibirá participación burocrática y acompañará el plan legislativo del nuevo gobierno.

Uribe y Gaviria ya estuvieron al frente del Gobierno y desde orillas distintas van a hacer un acompañamiento a un novato que no tiene la experiencia de gobernar.

¡Y que tiene cerca muy malos consejeros!

Yo celebro ambas decisiones de los Uribistas y los Liberales.

Esto tiene que ser un proceso no sólo civilizado, sino además consensuado, discutido, y negociado.

De otra manera esto se volverá como Venezuela.

Lamentables las improvisadas declaraciones de los ministros ya nombrados, que no han hecho otra cosa que atemorizar a todo el país.

La disparada cotización del dólar, es la lógica consecuencia de esas torpes e inmaduras declaraciones.

¡Póngale la firma!

 

 

 

 

 

¿DE QUIÉN ES LA VERDAD?

 

 

Por: Guillermo Navarrete Hernández
 

Nada más relativo en la vida que la verdad. Sobre ella se escudan hasta los que mienten para encubrir el engaño con propósitos manipuladores.

 

De hecho, existen teorías orientadas a explicar la incidencia de esta en las relaciones individuales, familiares y sociales. Desde Aristóteles hasta filósofas y filósofos contemporáneos como Arendt, Nussbaum, Habermas y Bauman.

 

En el aspecto espiritual la verdad es fundamental a la hora de confesar los pecados para alcanzar la redención. Al mismo tiempo, puede afirmarse que se enmarca dentro de diferentes tipologías, de acuerdo con la perspectiva desde la cual se quiera interpretar: la verdad científica, la verdad relativa, la verdad a medias, la verdad verdadera y hasta la verdad judicial. En justicia restaurativa se constituye en un pilar básico para la restitución de los derechos de las víctimas.

Cuando de conflictos se trata, aquel viejo adagio de que la historia la cuentan los vencedores deja por fuera la necesaria narrativa de los vencidos, quienes en un sinnúmero de ocasiones terminan siendo víctimas de procesos prolongados y sistemáticos de violencia perpetrada por detentadores del poder. Fenómeno recurrente en diversos territorios de la Nación, en donde la mayor parte de sus habitantes debieron someterse a la verdad del actor armado que ejercía – y ejerce- el dominio territorial, muchas de las veces en connivencia con clanes políticos.

En Colombia, los esfuerzos realizados para explicar las causas de la violencia que conduzcan a la verdad de lo sucedido y evitar así la repetición de los hechos, son varios, y ha sido a través de las denominadas Comisiones de la Verdad.

 

La primera de ellas, se instituyó en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla luego de un proceso de armisticio y desmovilización de las guerrillas liberales, de la que surgió el libro “La Violencia en Colombia”, escrito por el Sacerdote Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna.

 

Dos tomos de relatos tormentosos y atormentados, expresiones utilizadas en el prólogo de Fals Borda (2005) para referirse “a la tragedia del pueblo colombiano desgarrado por una política nociva de carácter nacional y regional y diseñado por una oligarquía que se ha perpetuado en el poder a toda costa, desatando el terror y la violencia” (p. 11).

 

Posteriormente, se establecieron dichos mecanismos con diferentes nombres en los gobiernos de Virgilio Barco Vargas, César Gaviria Trujillo y Ernesto Samper Pizano; además de la creada por la Corte Suprema de Justicia en el 2005 para revelar los hechos del Palacio de Justicia, al igual que otras para establecer lo sucedido en masacres como la de Trujillo, Uvos, Caloto y Villatina, para culminar con la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación del gobierno Uribe con ocasión del pacto con grupos paramilitares y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición producto del Acuerdo entre el Estado y las Farc, en el año 2016.

El pasado 28 de junio, después de cinco años de ardua labor, esta última presentó ante la sociedad el informe final: “Hay futuro si hay verdad”, 896 páginas de hallazgos de multidiversa violencia y de recomendaciones para superar una prolongada y triste etapa de nuestra historia.

 

Para algunos dogmáticos corresponde a un documento con lamentablemente sesgo ideológico. A mi juicio, la oportunidad de buscar puntos de encuentro en medio de la diferencia para construir inclusión y bien-estar.

 




 

 

  

 

 

  

 

 

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