Pereira, Colombia - Edición: 12.954-534

Fecha: Jueves 28 de Julio de 2022

 

COLUMNISTAS

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¡LEGADO MALDITO!

 

 

Por Álvaro Ramirez González
alragonz@yahoo.es

 

El narcotráfico que tanto dinero ha traído a este país, también trajo consigo la destrucción del tejido social y de las sanas costumbres y los valores de esa sociedad qué pasiva y cómplice lo vio llegar.

El país vio como “los mágicos”, y después “los mafiosos”, y más tarde “los traquetos” y finalmente “los paracos” y “guerrillos”, cambiaron totalmente el perfil y el desempeño de la sociedad colombiana.

Y no era para menos.

Una sociedad pobre que avanzaba y crecía con la lentitud de un país subdesarrollado que producía y exportaba café y algunos comodities, en unos niveles precarios y apenas de subsistencia.

Los chorros de dólares que llegaron a pueblos y ciudades, apuraron la economía, y fueron poco a poco reclutando muchachos, en los distintos niveles sociales.

Y despertaron la codicia de muchos empresarios y emprendedores tradicionales que vieron en el enriquecimiento rápido el sueńo dorado.

Pero toda bonanza, trae consigo problemas, dificultades y conflictos, que la sociedad colombiana no conocía.

Con el narcotráfico y los dólares, llegaron las armas, los escoltas y los ejércitos privados, amparados por la corrupción de las FFAA.

Pablo Escobar y su Cartel de Medellín, patentaron las matanzas, las ejecuciones y los ajustes de cuentas.

Después con su frenética enfermedad de meterse con el Estado, los crímenes de políticos y figuras destacadas como el candidato Luís Carlos Galán, que iba a ganar de lejos las próximas elecciones.

Con todas esas aberraciones violentas, Pablo y sus compinches, se inventaron el “plan pistola”, que asesinó a más de 400 policías, suboficiales o oficiales.

Se trataba de ofrecer en muchas ciudades una jugosa remuneración en dinero por la muerte de cada policía.

Mucho le dijeron a Escobar que detuviera ese infame derramamiento de sangre, pero su locura, ya abandonado por sus socios y arrinconado, no lo dejaba.

 

 

 

Hasta que se puso todo el mundo el la tarea de cazarlo y lo consiguieron.

 

Cayó muerto en el tejado de una casa.

 

Pero ese maldito legado quedó sembrado con sangre.

 

Hoy, muchos ańos después y ante la captura y extradición de Otoniel, máximo jerarca del Clan del Golfo y la neutralización de muchos de sus jefes, esa tenebrosa organización ordenó de nuevo el “ Plan pistola !”

 

A la fecha de hoy han caído ya 64 policías en las zonas más conflictivas del país, asesinados todos a quemarropa.

Esto parece que no se va a detener y será uno de los conflictos calientes en el escritorio del Presidente Petro.

Pero confirma el legado maldito de Pablo Escobar, un hombre que sembró una mala semilla en la sociedad antioqueña.

Y esa maleza maldita es muy dura de combatír, menos aún con este país hoy inundado de coca.

¡Legado maldito!

 

EL RECORRER DE LOS PASOS

 

 

Por: Guillermo Navarrete Hernández


Uno de los aspectos que hace a los humanos diferentes a las demás especies, es la memoria. Es así. En la medida que pasan los años se evocan recuerdos que hayan causado impactado, sean gratos o ingratos, los que se comparan conforme a las experiencias vividas.

 

Algunos consideran que el pasado debe quedarse atrás, mientras otros creen todo lo contrario. John Paul Lederach, plantea, especialmente en contextos de resolución de conflictos, que el pasado siempre debe estar delante de nosotros, como un mecanismo de aprendizaje para no repetir aquellos hechos forjadores de daño.

 

El recorrer los pasos es uno de esos adagios que se usan en la determinación de los recuerdos, aún si es posible hacerlo presencialmente, no obstante, es importante señalar que es un trance muy difícil de afrontar cuando estos son muy dolorosos, como es el caso de las víctimas de masacres, violencia sexual y violencia física.

Pero esos acontecimientos que reconfortan por ser parte de procesos evolutivos del ser, se quieren siempre recapitular. Es efectivamente lo que viví hace unos días en el ámbito de mis obligaciones contractuales.

 

 

 

El compromiso de adelantar una serie actividades motivaron los preparativos del viaje desde muy temprano, previa la planeación con el equipo de trabajo de los objetivos a lograr y los roles a asumir.

 

El regresar a un escenario que significó dos importantes etapas en el discurrir personal provocaba un latir especial del corazón y un irradie de endorfinas por el torrente sanguíneo algo más de lo normal.

Llegado al sitio de trabajo, se abordaron los temas conforme a la agenda acordada con los actores institucionales de interés hasta dar cumplimiento a lo ya previsto, al cabo de la cual se dio la oportunidad de visitar aquellos sitios estimados de significancia.

La carretera en la que laboré hace cuatro décadas y anduve haciendo el trazado con la comisión de topografía a la que pertenecí como obrero y la que en su momento fuera una trocha, ahora se encuentra pavimentada -muy bien-.

 

Lo propio ocurre con los predios de fincas que sus dueños las dedicaban al cultivo de plátano, yuca, mandarinas, naranjas y cría de ganado vacuno, dotadas con un rancho que se localizaba aproximadamente a un kilómetro de distancia uno del otro, así como tal cual tienda en la que se podía consumir gaseosa, cerveza y pan con salchichón para mitigar el hambre, hoy se encuentran convertidas en pomposos condominios, que ojalá cumplan con el equitativo pago de impuestos.

 

Al final de tal recorrido no deja de sorprender el contraste de un poblado al cual parece no haberle alcanzado el tiempo, ni llegado el desarrollo.

Sentimientos encontrados y algunas reflexiones se revuelven entonces en el pensamiento.

 

El campo cuya condición natural, cual es producir agua y alimentos, se convirtió en una extensión de la ciudad y de quienes tienen la posibilidad de disfrutar con cierta justicia el fruto de su esfuerzo, pero también del tránsito hacía una infraestructura colmada de concreto que indudablemente amenaza el equilibrio natural.

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

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