Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 12.957-537

Fecha: Jueves 04-08-2022

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 

No más pagos injustificados en las facturas
 

Desde hace mucho tiempo en Colombia se ha venido presentando una situación bastante incómoda que ha afectado a toda la población sin excepción alguna. Se trata de los cobros que no son excesivos en las facturaciones y que más bien parecen ser irrisorios por tratarse de mínimas cuantías de $1.000 y $2.000 o $500 pesos, valores que no son explicados en facturas de planes de celulares, cuotas de créditos, pago de impuestos de servicios públicos de energía, agua, gas, entre otros.


En la mayoría de los casos por tratarse de una suma de dinero insignificante, los usuarios no se quejan, pero lo peor es que aquellas personas que consideran injustos estos incrementos en la facturación de manera injustificada, pierden el impulso de quejarse porque esta petición implica una pérdida de tiempo al verse en la obligación de dirigirse a la entidad o intentar comunicarse telefónicamente para solicitar una explicación en la factura.


La mayoría de los colombianos preferimos pagar la factura completa porque no hay tiempo para quejarse por tan solo $1.000 o $2.000, teniendo en cuenta que no afecta nuestras finanzas. Este tema debe ser revisado porque si analizamos la situación, de manera individual, esta cifra tan pequeña puede pasar desapercibida por los usuarios.


Si sumamos todos los usuarios que pagan estos $1.000 o $2.000 encontramos que ya no estamos hablando de una suma irrisoria, sino de mucho dinero que pagaron los usuarios sin saber su concepto, es decir, que todas estas entidades desde hace mucho tiempo nos están hurtando y enriqueciéndose sin que reclamemos al respecto.


Esta problemática se hace mucho más grave si tenemos en cuenta que esta anomalía no solo se presenta con la prestación de servicios, sino que también es muy común que se presente en los bancos. Es conocido por todos que cada vez que se deposita dinero nos aparece menos valor, $ 1.000 O $2.000 o cifras similares irrisorias de las que generalmente hacemos caso omiso.


Por esta razón desde El Imparcial realizamos un llamado urgente para que entidades como la Contraloría General de la Nación tome cartas en el asunto y haga un control minucioso de esta situación. No obstante, como dice el refrán: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, realmente no hemos visto que el Gobierno Nacional ponga orden a esta delicada situación que lleva años en el país sin doliente alguno.


Estamos hablando de una gran red de corrupción de corbata blanca que lleva mucho tiempo enriqueciéndose a costillas de todos los colombianos y en definitiva esta situación tiene que cambiar lo más pronto posible
.

 

   

 

 La telefonía nos quiere robar por dejar un mensaje

 

Por Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com

 

La primera vez que use un teléfono celular en Colombia me sentí asaltado en todas las formas. No me iba a imaginar que por ese nuevo servicio que había nacido a través de la evolución tecnológica iba a ser un instrumento que se beneficiarian los propietarios como los políticos de una forma que antes nadie lo había hecho.

Hoy en día hay millones de celulares en el mercado y cada año salen nuevas versiones con cambios que emocionan a quienes los usan. Los precios dan escalofrío y la adrenalina brota como cascadas. Por lo general la gente quiere presumir de tener el de última generación, así impresionar a amigos y a los que los vean.  

Recuerdo en Betty la fea una de las escenas  en que el enamorado Nicolas hablaba por el celular para dárselas de importante.   Todo esto parece risible en principio, pero esa risa la tienen los dueños cuando se aprovechan de tantos inocentes con los que juegan con su inocencia. El negocios funciona bajo las habilidades y astucias de quienes tienen la tecnología en sus manos.

Steve Jobs fue un experto en este tema y por eso Apple era una de las empresas más exitosas que vendía a precios exorbitantes sus productos y se siguen.

El ciudadano de a pie no tiene a un Polimano que lo defienda frente a los pulpos de las grandes corporaciones que contratan agentes para que hagan lobby ante el congreso para que les aprueben los contratos para explotar al ciudadano sin piedad.

La sociedad está indefensa frente a la explotación que se hace en todas las formas con pagos por servicios que no deberían existir. Tanto de bancos como de corporaciones económicas y que a su vez afecta a la empresa privada porque ellos también caen en las garras de estos tigres inalámbricos.

Colombia tenía una infraestructura en las comunicaciones excelente, pero todo eso desapareció en malas administraciones  y en un congreso ventajoso para su propio bienestar y no para la sociedad. En el presente estamos más inundados de estos grupos que usan la telefonía para cobrar por dejar un mensaje como si esto no hiciera parte del servicio que venden.

Cuando la sociedad entienda que ella es la dueña del establecimiento y que ese establecimiento le debe servir a los ciudadanos porque ellos son los que pagan los impuestos y mantienen la burocracia a la que no debería sostener es cuando las cosas comienzan a cambiar para el bien de todos.

Hay que tener conciencia y claridad de lo que uno es y representa para el Estado y que uno no es un peón de brega para que otros vivan en condiciones superiores y sin reparo del bienestar del resto de la sociedad.  
 
Los colombianos tienen que ubicarse como individuos que pueden enfrentarse a todos estos que siempre buscan aprovecharse económicamente sin importarles lo que sufran o no, lo importante para ellos es alcanzar sus metas económicas sin miramiento porque eso es lo que los hace sentir bien y empoderados.

Hay que detener a estos dejando de participar en sus elecciones democráticas y organizándose como una sociedad autónoma  que defiende sus derechos y equidad, de lo contrario viviremos como esclavos modernos sin darnos cuenta. 

 

 

 

Crónica de Gardeazábal #466 bis

 

¡ADIÓS MI GENERAL!

 


Por: Gustavo Alvarez Gardeazábal

 
Audio: https://www.spreaker.com/episode/50798817

Por los mismos días en que Monumento, mi gran danés, inmenso, poderoso y bien dotado, pero nunca siempre bien llorado llegó a mi casa a llenar el vacío que la venganza sembró en mi entorno y me había dejado sin perros, mi amiga Sandra Morelli, maestra en interpretar el dolor, se apareció con General y me dijo que a mi edad,(tenía entonces yo 65 años), debería hacerme a su compañía: "Los ancianos conseguimos perros pequeños”. No lo entendí inmediatamente porque hasta entonces había tenido perros grandes.

Pero con el paso de los años he ido comprobando tal verdad de puño. Ese día llegó General y en esta casa de El Porce se instaló mi Estado Mayor.

 

Durante más de 12 años fue mi casero faldero. Un mes después ya le había conseguido compañía. Alfredo me trajo otros dos chihuahuas taco bell. General era dorado, Almirante es blanco y negro, Mariscal blanco y amarillo.

Constituían un equipo que me cuidaba todo el día, echados al lado de donde escribo, acomodados en el sofá donde leo, achuchurrados en la cama donde duermo, disputando el calor de mi cuerpo o el mejor nicho entre mis cobijas.

 

Cuando he enfermado se sentaba a mi lado vigilante, mirándome como todo jefe de escuadra para que yo creyera seguramente que no estaba solo.

 

Dominaba a los otros dos pero los ponía a ladrar con su agudo tono cuando llegaba alguien que venía a interrunpir mi tranquilidad de refunfuñón o incitaba a morder en los tobillos a la enfermera o al médico o la mucama que se aparecían junto a mi poltrona o mi lecho.

No sé cuántas cosas le consulté. Apenas gruñía cuando me oía que le hablaba o, abría en demasía sus ojos brotados tratando de hacerme saber que no estaba de acuerdo porque quien decidía era yo y no valía la pena preguntarle.

 

Paralelo a mis achaques fue enfermando de las maluquerías de la vejez. Las escanografías y los tac mostraron lo mismo que sus perfiles lipídicos. Se le estaba creciendo el corazón pero no para morirse sino para seguir queriéndome más.

 

Le mantuvimos con cariño el tratamiento cardíaco, casi igual al mio, hasta anoche cuando se apretujó entre mis piernas mientras terminaba de ver la película sobre Shakespeare y su hijo.

A las 11, que él ya sabía cuando eran porque nos íbamos a dormir, se bajó de la poltrona y me miró con la tristeza del que dice adiós. No pudo subirse a la cama. Ya no tenía fuerzas. Lo acomodé a mi lado para lo que sabía sería el último sueño. Los otros dos le respetaban su nicho. A las dos y 10 minutos su ronquido final me despertó y medio minuto después había dejado de respirar.

Todavía caliente lo amortajé en sus toallas y lo deposité en el cajón mortuorio que le había preparado. Estoy velando su cadáver mientras despunta el sol y saldremos a enterrarlo al lado del Monumento.

 

Están sonando los réquiem de Mozart y Fauré y el Gloria de Vivaldi. Rompo con esos sones el silencio de la madrugada porque tengo roto el corazón. A las seis se oirá la marcha turca de Beethoven y todos y desfilaremos en esta casa cargando su cadáver: ¡Adiós Mi General!


El Porce agosto 3 del 2022
 

 

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