EDITORIAL
Más protección a los derechos
humanos
Colombia al igual que otros países de Latino América se ha
caracterizado por el hacinamiento en los centros carcelarios, motivo
por el cual no cabe duda alguna que las tragedias ocurridas en
varios centros penitenciarios dejan al desnudo la grave problemática
que actualmente existe en los diferentes centros carcelarios del
país.
Por tal motivo es importante que desde las autoridades competentes
se adelanten las respectivas investigaciones acerca de los hechos
que todavía son desconocidos por el pueblo colombiano y que
seguramente esconde sucesos relacionados con la violación a los
derechos humanos en centros carcelarios del país.
En primer lugar, se hace pertinente mencionar que ese sobrecupo de
presos sobrepasa el 200% en algunas cárceles del país. Ojalá que
todos los muertos a causa de motines, sea un aliciente entonces para
que toda la sociedad en su conjunto reaccione y no sea indolente
ante la constante violación a los derechos humanos que desde hace un
tiempo se viene registrando en Colombia.
Dicha situación se hizo visible, teniendo en cuenta un reciente
informe realizado por la Defensoría del Pueblo que revela que la
mayoría de las cárceles colombianas cuentan con problemas eléctricos
y de infraestructura. Para nadie es un secreto que las deficiencias
en atención en salud, el hacinamiento, entre otras falencias
caracterizan las cárceles, pero no hay que negar que el hecho
sucedido en Tuluá se constituye como una prueba fehaciente que el
INPEC no es la entidad más idónea para manejar la población
carcelaria en el país.
El escándalo ocurrido hace unos meses con el empresario detenido
Carlos Mattos que gozaba de la complicidad del mismo INPEC, además
de los escandalosos vídeos de Juan Guillermo Monsalve, testigo preso
y clave en la investigación de compra de testigos por Álvaro Uribe
Vélez, son acontecimientos que son una razón de peso para que ahora
el nuevo Gobierno empiece desde ya a contemplar la seria posibilidad
de despojar al INPEC como la entidad encargada de las cárceles en
nuestro país.
Un mensaje que debe ser muy claro es que las soluciones de forma que
tiene que ver con los cambios urgentes que se necesitan son hoy en
día de gran importancia porque no constituye la nueva prioridad del
Gobierno Nacional y de la sociedad colombiana en su conjunto, ello,
teniendo en cuenta que la prevención es hoy en día la mejor reforma
carcelaria.
El hecho de llevar más cultura y educación a las poblaciones
marginadas y vulnerables del país para evitar a través de esta
intervención social que los jóvenes contemplen la posibilidad de
pertenecer a bandas criminales que los recluta aprovechándose de sus
necesidades y vacíos existenciales.
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La banda sinfónica
del perifoneo y sancocho callejero
Por Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com
Las calles de Pereira son las más inseguras del eje
cafetero, si llevas una cadena de oro de 11 kilates lo más seguro es
que se la van a robar. Nada de valor se puede llevar porque
ya uno está en peligro.
Una de las cosas que me llamó la atención recién llegado a Pereira
fue que una amiga me hizo quitar las dos figuritas que tenía
colocadas en mi cuello para que no me fueran a robar o hacerme daño.
Esto me colocó en un estado de inseguridad que no la he tenido en
New York. No quiero decir que aquí en la ciudad no roben. Uno sabe
que hay sitios peligrosos y que cada día hay reportes en las
noticias sobre los crímenes que se cometen. Pero uno sabe que en las
próximas 48 horas el agresor está detenido y va a ser procesado y va
a pasar un mínimo de 5 años en la cárcel.
En Colombia y Pereira las cosas son diferentes, aquí hay una
sinfonía de cosas que pasan y el gobierno no se da por enterado,
ellos andan con guardaespaldas, escoltas y todo tipo de protección
mientras en las calles una orquesta de perifoneo anda gritando,
perifoneando la venta de aguacates, limones, naranjas y todo lo que
sale al mercado.
Las calles alrededor de la alcaldía son un desastre. Los bandidos
duermen en la plaza de Bolívar y después de la 6 de la tarde la
inseguridad reina en todo ese perímetro. No sé si el alcalde escucha
desde su oficina el ruido de los vendedores ambulantes o si está
enterado de lo que está pasando en la ciudad.
Pereira solía ser una ciudad donde llegaban a refugiarse gente de
todos los municipios porque era segura y se podía vivir en paz. Pero
ahora en pleno siglo XXI perdió su encanto y parece que nadie se da
por enterado.
Hoy tenemos más tecnología, mayores recursos económicos y gente
capacitada para poderle brindar a la ciudadanía esa seguridad y
confort que cualquier ciudadano puede esperar de su ciudad. La
inseguridad es un tema de nunca acabar ya que no hay el interés de
que esto se acabe y se puedan alcanzar metas de prosperidad.
La ciudades deben administrase como empresas para que sean
productivas y que le den la seguridad a sus habitantes para que
deseen vivir en ellas. El turismo es un negocio muy lucrativo pero
hay que ofrecer al turista seguridad y lugares limpios y atractivos
y no escombros más desorganización. Y una burocracia que se come el
presupuesto de la ciudad.
Hay que cambiar la forma de administrar y organizar el entorno para
que la ciudad sea atractiva y todos se sientan que Pereira es una
ciudad segura y que se puede vivir confortablemente sin los temores
de estar viviendo en una olla o en un lupanar.
La verdad molesta más que el engaño. Somos muchos los que queremos
la ciudad y no aceptamos que hablen mal de ella, pero no estamos
hablando mal sino de lo que está pasando, que no es muy agradable.
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Crónica de Gardeazábal # 4 73
PETRONIO Y USIACURÍ
Por:
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/50938633
En este país donde casi todo sale mal, vale la pena destacar con
grandes letras el éxito deslumbrante que significó el Petronio en
Cali y lo históricamente simbólico que reinicien al menos tres de
los antiguos pozos de aguas termales medicinales de Usiacurí en el
Atlántico.
Sobre el Festival de música del Pacífico, que ya todo el mundo llama
“El Petronio”, hacen falta los adjetivos para describir su clamoroso
éxito. No se supo que fue más emocionante si ver a toda la
negramenta caleña ratificando públicamente que Cali es la capital
negra de Colombia, o convencernos que la vicepresidente Francia
Márquez sabe aparecer donde debe y, sobre todo, que baila mejor que
cualquiera de los miles y miles de mujeres que llenaron el espacio
bullicioso durante cuatro días.
Fue un éxito su preparación, su ampliación a las raíces negras ya no
solo de los pueblos más remotos del siempre perdido y abandonado
litoral Pacífico, sino a las que con otro son pero el mismo brío
llegaron de Bahía en el Brasil.
Si el alcalde Ospina, casi siempre equivocado cuando no azarado,
quería borrar sus errores, este Petronio, que organizó su Secretaría
de Cultura con Ronald Mayorga a la cabeza, lo mostró como lo que
debió haber sido desde el primer día que fue alcalde: el traductor
de una realidad sonora y vibrante, sudada y alegre que se respira
por todas las venas de una ciudad salsera que ha ido albergando cada
vez más y más gente proveniente de las orillas de los ríos y
riachuelos que surcan el húmedo litoral.
Pero si en Cali cosecharon este rimbombante triunfo, en Usiacurí,
donde fue a vivir sus últimos años el eterno poeta Julio Flórez, y
en donde desde las épocas precolombinas se cuidaba y veneraba la
capacidad sanatoria de sus aguas termales, el estruendo no es tan
bulloso como el de Cali, pero si es igual o más contundente y feliz.
Allá en Usiacurí, cuando llegó la onda renovadora del saneamiento
básico, resolvieron hacer hace 40 años un acueducto con pozos
profundos para repartir entre toda la comunidad. En menos de 5 años,
esa chupadera de agua secó los tanques donde brotaba y se recogía el
agua mineral termal. Es decir, por una cosa mataron la otra.
Hasta hace unos años, cuando en vez del acueducto de bombeo trajeron
el agua potable por tubería desde Barranquilla y los focos termales
fueron reapareciendo. Esta semana ya pusieron en servicio 3 de esas
antiguas piscinas y desde lo profundo se oye a Julio Flórez
recitando “oye bajo las ruinas de mi pasiones, en el fondo de esa
alma que ya no alegra, entre polvo de sueños y de ilusiones, brotan
entumecidas mis flores negras”
El Porce, agosto 17 del 2022
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