Poesía
Nadaísta
Por: Jotamario Arbeláez
Poeta colombiano nacido en Cali (1940). Representante
y cofundador del movimiento nadaísta colombiano.
La lectura en tinieblas
Mi padre no me dejaba leer la Biblia
ni el Manifiesto Comunista
para que no gastara la poca luz
que podía pagar para la casa.
Me quitaba el bombillo y dormía con él
bajo la almohada
remordiéndole la conciencia
pero al pie de la cama de mi cuarto también roncaba la nevera
e instalado a los pies de mi cama con la nevera abierta
leía de la medianoche al canto del gallo
de la crucifixión de San Pedro cabeza abajo,
del intento de lapidación de Pablo en Listra
y de la pasada por la espada de Santiago en los Hechos de los
Apóstoles, de las tribulaciones de Panait Istrati, las duras
prisiones de Nazim Hikmet y las torturas de Julius Fucik en su
reportaje al pie del patíbulo, hasta que se me helaban los huesos.
Alguien barre la casa
¿Quién estará barriendo el ala norte de la casa donde vivió
mi tía, esta hora
de la noche en que duermen los restos de la familia, los que
vamos quedando con más puesto en la mesa de los recuerdos,
si los vecinos han salido de vacaciones con sus niños y gatos
y servidumbre y el tío Emilio fue de pesca, esta hora de lobo que
espanta las pesadillas y despierta medio litro de sed en el pozo de
la garganta?
No creo que sea la abuela.
Desde su desdichado accidente descendiendo del autoferro que
obligó al fémur de platino y a renunciar a los tamales
que preparaba los domingos para toda su parentela sabemos que
por nada del mundo
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se atrevería a tomar el palo de escoba
y menos para ir a la medianoche a barrer los recuerdos de la
hija más querida a quien el corazón le jugó una mala pasada
mientras pintaba la puerta de su cuarto con un sapolín
amarillo dejándonos sin sus cariñosas respiraciones al espejo de los
ojos.
¿Será Jorge Girando? Imposible,
si su esposo ha salido de cacería con los ojos llorosos desde
el día de sus funerales
y hasta el sol de hoy que no ha vuelto con un venado.
¿O tal vez es el viento con sus pasos de escobilla de jazz en
el eternit?
Después de la guerra
Un día después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
te tomaré en mis brazos
un día después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
si después de la guerra tengo brazos
y te haré con amor el amor
un día después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
si después de la guerra hay amor
y si hay con qué hacer el amor.
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El más humilde del universo
Tú me hiciste el primer poeta de Colombia que
no tiene dónde sentarse a escribirte. Era tu papel por lo menos
darme recado, hacerme silla, distraer tu mirada de vigilancia
demasiado pesada sobre mis hombros, meterme unos peniques en el
chaleco, no hacer el oso.
Pero en vilo cargaste mi peso pluma, a golpes de
martillo me forjaste un nombre de plata y del anonimato pasé a la
clandestinidad a caballo. Me enseñaste a cantar pero me
desconectaste el micrófono, aplaudiste en mi cara a mis enemigos,
desprendiste botones de mi chaqueta.
Aprendí piano tus lecciones. Cuando creíste que ya
tenía la máscara dura me lanzaste a las plazas con un garrote. Al
regreso te reíste de mis heridas en la corona, me dijiste que era
jugando, jaque mate con las más negras me diste.
Me encerraste en el patio de tu colegio. Aprendí con las uñas que
debemos ser tierra con todo el mundo, te busqué por los cielos con
mi manguera, me juré ser el más humilde del universo, y esa pasión
malsana por los sifones que encarno desde entonces a tu cuenta la
cargo en el occipucioe.
Menos mal que engañaste a muchos antes y después que a ti mismo.
Vueltos a ti los ojos en el momento precioso, yerro por la ciudad
como en mis primeras edades. Y encuentro tantos Cristos sin
credenciales que me da por creer que sólo uno es falso. Por cada
redentor que llega al Calvario cuántos hay que se ruedan en el
camino.
A patadas de risa me van matando. Salvación para los salvajes. De
qué vale que te perdone si no te perdonas tú mismo. Vuelve a
burlarte del espejo.
Ahora soy el Pastor que deambula mudo por las bocas del lobo jugando
sus ovejas a la ruleta. La Rosa de los Vientres a mí. Las profecías
en portafolios esperando su vencimiento. El amor me lava los
dientes. Hágase el amor.
Del Calvario en las faldas también quedaron.
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