Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 12.991-571

Fecha: Sábado 22 de octubre de 2022

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 También debe de haber mano dura contra los indígenas

 

La aplicación del principio de autoridad legítima e instituida no solo es una prerrogativa sino también un deber de las autoridades. En una democracia la ciudadanía deriva en el Estado, y los gobiernos de turno como sus principales brazos ejecutores, la obligación de acudir al uso proporcional de la fuerza, como último recurso, para proteger la vida, honra y bienes de la población.

Esa definición básica del principio de autoridad es, lamentablemente, la que está empezando a quedar en vilo en Colombia. Impactaron al país las imágenes de un grupo de indígenas que el miércoles protagonizó graves desórdenes en el centro de Bogotá, causando heridas a más de una veintena de efectivos policiales y de los llamados “gestores de convivencia” del Distrito.


En primer lugar, generó indignación y rechazo el nivel de agresión de los manifestantes contra los uniformados, que fueron golpeados y perseguidos por la turba, teniendo en varias ocasiones que ser salvados por la misma ciudadanía. Y, en segundo término, no pocos sectores del país se preguntan por qué la Policía no actuó con más anticipación y decisión para evitar que este caso degenerara en una asonada.

Frente a lo primero, es imperativo que los responsables de los ataques a los agentes policiales tienen que ser identificados y judicializados. La Ley de Seguridad Ciudadana agravó, precisamente, los castigos penales por agresiones a la Fuerza
Pública. En modo alguno se puede permitir que el desborde violento de la protesta social desemboque impunemente en esta clase de circunstancias.


Tras los paros y bloqueos en el segundo trimestre del año pasado, esa premisa quedó más clara que nunca y prueba de ello es que más de dos decenas de los integrantes de la llamada “primera línea” hoy están presos y procesados por delitos de distinta gravedad.

 

   

 

La lucha de clases una creación de la burguesía
 


Por: 
Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com


Los colombianos en vez de avanzar hacia una sociedad autónoma y equitativa retrocedieron al establecer los estratos sociales. Esto es una forma de degradación de la condición humana después de haber alcanzado su independencia y su libertad de pensamiento. La sociedad hormiga por lo menos vive en mejores condiciones que la nuestra y están alineados a un sistema que ha funcionado por milenios. La inconsciencia de la burguesía al pensar que señalar a sus propios ciudadanos como de alta o baja clase es un argumento válido para administrar un país, pero eso crea unos odios que ni siquiera saben la razón del porqué actúan así. Este gobierno no ha identificado la razón del comportarse de esta sociedad y el por qué las anteriores administraciones no corrigieron lo que estaba pasando. Lo que da a entender es que se sintieron cómodos. En su agenda no existe una revisión del legado recibido y él ahora se siente como uno de los de estrato alto por su condición actual. No se siente aludido ni tocado por lo que los comunistas lucharon por crear una sociedad igualitaria.

Mientras existan los estratos sociales, la diferencia de clases y una sociedad discriminada no habrá los mismos derechos para todos para que puedan alcanzar sus sueños y ambiciones individuales. Será una sociedad en permanente lucha de clases impidiendo el buen desarrollo social. Hay que ubicarse en el presente y entender que la condición de vasallos es de monarquías y de sociedades primitivas. Hay gente que se siente complacida de que exista esta discriminación social, su ignorancia e incapacidad de entender que la especie humana es una sola y lo que nos diferencia los unos a los otros es la morfología y la evolución genética que cada uno tiene dentro de su propia familia o sociedad.

La gente presume que los costos de los servicios públicos e impuestos van a discriminar el estrato social, pero a la hora de la verdad todos pagamos de igual manera cuando consumimos y pagan servicios. Al final esos aportes van a las arcas del Estado para luego seguir a los bolsillos de la burocracia y al final terminar en dadivas que se le dan al resto de la sociedad. Los colombianos no quieren entender que han vivido manipulados por ignorantes dirigentes desde el grito de independencia. Siguen en las mismas manos, como mascotas que los distraen con pequeños regalos. Colombia es un país de pobretones con dinero, porque ser rico es tener la capacidad de administrar sus bienes nacionales para que todos tengan su bienestar equitativamente. La riqueza está en el bienestar de todos y el fin que busca alcanza la sociedad.

 

 
Crónica de Gardeazábal # 522

 

  CON EL DÓLAR A 5 MIL

 

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Audio: 

https://www.spreaker.com/episode/51643306

 

Lo que muchos nos advirtieron antes de las elecciones de forma que entonces nos pareció sectaria y exagerada, está sucediendo. El dólar ha llegado a los $5 mil. La coyuntura de la crisis mundial enfrentando una inflación galopante. El fortalecimiento indebido del dólar ante el derrumbe del euro y de la libra esterlina. El enriquecimiento inusitado de los Estados Unidos de Biden. Todo, y mucho más, ha repercutido para hacer crecer las reacciones del colombiano común a las barrabasadas económicas de Petro y su mentor el sabio Hildebrando Vélez.

En un país como Colombia donde solo nos llegan dólares a montón por las exportaciones de petróleo, carbón y otros minerales, la orden perentoria de los alumbradores de Vélez de cerrar la llave del gas y de toda la economía extractiva, nos tiene al borde del caos porque no vamos a tener dólares suficientes para importar toda la comida que consumimos. Vamos a tener que comprar el mercado con los dolaritos del café, el azúcar, la dulcería y otro poco de carajaditas que no alcanzan al 10% de las divisas que necesitamos. Y no exagero.

Los colombianos importamos el trigo para hacer el pan, el maíz para las arepas, las lentejas, las alverjas y los fríjoles, la cebada, las manzanas, las peras, las uvas y los duraznos y muchas cosas más que se consumen solo en los hogares de los ricos o de los acomodados.

 

Para importar esa comida necesitamos dólares y como Hildebrando y Petro han decidido que no lleguen más dólares por el petróleo y el gas ni por los minerales extraídos y como, al mismo tiempo, el flujo subterráneo de los dólares de la coca se está viniendo abajo porque la cocaína va pasando de moda, el hambre de los verdes billetes norteamericanos está siendo igual a la hambruna que podremos pasar los colombianos si Petro y su Rasputin no modifican la actitud y permiten que el país vuelva a encarrilarse.

Con el dólar a 5 mil ya no se podrán pagar ni los moteles y habrá que hacer el amor en las calles. Con el dólar a 5 mil el cambio de dieta de los colombianos resultará tenaz, solo papa, arroz y plátano. No es alarmismo, es la dura realidad que como el gusano se nos sube pierna arriba.
 


El Porce, octubre 21 del 2021

 

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