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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.996-576

Fecha: Martes 01 de Noviembre de 2022

 

Poesía Nadaísta
 

 

Por: Jotamario Arbeláez

 


 

Poeta colombiano nacido en Cali (1940). Representante y cofundador del movimiento nadaísta colombiano, desde su primer libro de poemas, El profeta en su casa (1966), demostró la ironía y la mordacidad que había asimilado a través de sus lecturas de los creadores surrealistas. A ésta primera obra siguieron, El libro rojo de rojas (1970), junto a Elmo Valencia; Mi reino por este mundo (1981), La casa de la memoria (1985), El espíritu erótico (1990), realizada junto al pintor Fernando Guinard; y El cuerpo de ella (1999). Como publicista, ha participado en el diseño de las campañas de los presidentes colombianos Belisario Betancur, Alvaro Gómez y Andrés Pastrana.
 

 

Alguien barre la casa

 


 

¿Quién estará barriendo el ala norte de la casa donde vivió mi tía, esta hora de la noche en que duermen los restos de la familia, los que vamos quedando con más puesto en la mesa de los recuerdos, si los vecinos han salido de vacaciones con sus niños y gatos y servidumbre y el tío Emilio fue de pesca, esta hora de lobo que espanta las pesadillas y despierta medio litro de sed en el pozo de la garganta?

No creo que sea la abuela.

Desde su desdichado accidente descendiendo del autoferro que obligó al fémur de platino y a renunciar a los tamales que preparaba los domingos para toda su parentela sabemos que por nada del mundo se atrevería a tomar el palo de escoba y menos para ir a la medianoche

a barrer los recuerdos de la hija más querida a quien el corazón le jugó una mala pasada mientras pintaba la puerta de su cuarto con un sapolín amarillo dejándonos sin sus cariñosas respiraciones al espejo de los ojos.

¿Será Jorge Girando? Imposible, si su esposo ha salido de cacería con los ojos llorosos desde el día de sus funerales y hasta el sol de hoy que no ha vuelto con un venado.

¿O tal vez es el viento con sus pasos de escobilla de jazz en el eternit?

¿O el comején cenándose el entablado?

Pero el caso es que alguien está barriendo la habitación donde la tía Adelfa aromatizaba, escuchaba el radioperiódico, pespunteaba en su máquina de coser tarareando esos aires de la montaña a los que de vez en cuando pone mi padre la música de un silbido.

Yo no creo en fantasmas y mucho menos en el fantasma de mi tía Adelfa, quien murió vestida de blanco rodeada por la corte de sus sobrinas escuchando un pasaje bíblico que mi hermano le susurraba.

Deben ser los ladrones.

 

Proceso de un apretón de manos


Quien da la mano da lo mejor de sí Señor mendigo reciba usted esta bella sentencia

La mano que se estrecha vale su peso en oro

 

 

  

La mano que se estrecha no oprimida por un guante

No oprimida por la estrechez de la boca del jarro

 

Donde antes hubo flores

No la mano atrapada en la puerta

Despachando dolor en los cinco sentidos

La mano lavada la mano sin pedantería

Con la que se levanta una hostia o se compra un helado
 

La mano derecha de la amistad es fuerte como la trompa de un elefante

Y se usa para bendecir a las gentes que oran

Se usa para levantar las valijas

Se usa para llevarse el pan a la boca

Se usa también a veces para quitarse el sombrero de la vida con un arma de fuego

La mano izquierda es una mano de pocos amigos

La mano izquierda es una mano llena de ostentación

Por eso la mano derecha no conoce la hora

Que está sonando en la mano contraria

Por eso la mano derecha es el lugar que ocupa tu mujer en la cama

Por eso la mano derecha es el amigo que anda colgado de tu hombro

Apretando fuertemente su pistola para defenderte

Manos que se estrechan no pesan nada

Escribió maravillosamente Paul Eluard doce años antes de mi nacimiento

Y yo estrecho la mano de Paul Eluard

Ahora podrida bajo los cementerios de París

Una mano agitada por el viento de la despedida

Una mano quemada al calor del afecto

Una mano acariciando unas piernas inválidas

Esas tres manos hacen de mí

El mejor de los hombres posibles.

 

 

 

El más humilde del universo


Tú me hiciste el primer poeta de Colombia que no tiene dónde sentarse a escribirte. Era tu papel por lo menos darme recado, hacerme silla, distraer tu mirada de vigilancia demasiado pesada sobre mis hombros, meterme unos peniques en el chaleco, no hacer el oso.
 

Pero en vilo cargaste mi peso pluma, a golpes de martillo me forjaste un nombre de plata y del anonimato pasé a la clandestinidad a caballo. Me enseñaste a cantar pero me desconectaste el micrófono, aplaudiste en mi cara a mis enemigos, desprendiste botones de mi chaqueta.

Aprendí piano tus lecciones. Cuando creíste que ya tenía la máscara dura me lanzaste a las plazas con un garrote. Al regreso te reíste de mis heridas en la corona, me dijiste que era jugando, jaque mate con las más negras me diste.

Me encerraste en el patio de tu colegio. Aprendí con las uñas que debemos ser tierra con todo el mundo, te busqué por los cielos

 

 

con mi manguera, me juré ser el más humilde del universo, y esa pasión malsana por los sifones que encarno desde entonces a tu cuenta la cargo en el occipucioe.
 

Menos mal que engañaste a muchos antes y después que a ti mismo.
 

Vueltos a ti los ojos en el momento precioso, yerro por la ciudad como en mis primeras edades. Y encuentro tantos Cristos sin credenciales que me da por creer que sólo uno es falso.

 

Por cada redentor que llega al Calvario cuántos hay que se ruedan en el camino.

A patadas de risa me van matando. Salvación para los salvajes.

 

De qué vale que te perdone si no te perdonas tú mismo. Vuelve a burlarte del espejo.
 

Ahora soy el Pastor que deambula mudo por las bocas del lobo jugando sus ovejas a la ruleta.

 

La Rosa de los Vientres a mí. Las profecías en portafolios esperando su vencimiento. El amor me lava los dientes. Hágase el amor.

Del Calvario en las faldas también quedaron.

 

 

Saloon
 


 

Al primer whisky doble y astillando la copa contra los espejos murmuró el Señor Gato

Buenos días viejo mundo hoy le serrucharán la cabeza no doy un puño de maní por su vida

Y los que escuchaban detrás de los mostradores asentían moviendo la torre

Y el asesino hizo su aparición bamboleando las puertas del bar y gritando

Espero Señor Gato que ya habrá rezado sus oraciones

Puede usted disparar al aire de mis pulmones que de todas maneras estoy dispuesto a expirar esta noche

El hombre que servía los licores no pudo reprimir una lágrima

El asesino del Señor Gato no tenía entraña en su sitio.


 

El desmesurado sonríe

 

 

Todos los perros que conozco me han mordido en lugares por donde nunca he pasado

Uno solo de los ángeles del cielo me ha molido más los riñones que toda la policía de la tierra

Carezco de los mínimos papeles de identidad que permiten que la sangre corra como debe

y me da pena del amigo que delante de su novia me regala la camisa

Pero cuando por la mañana tocan a la ventana de mi décimo piso es el pájaro de vidrio que reposa en el huevo de mi cabeza el chambelán que libera la falleba para que el sector cúbico de mi vida en habitación se transforme en la cuadrafónica sensación de un picado oleaje de alas

 

alas privadas del timonel del hueso pero dignas de abanicar mi ventilador apagado
 

Se me dice que tendré que hacer el amor a gatas a tontas y a ciegas

Por cada yoni que me cuenta Zoroastro el diccionario de la otra vida me va tachando cada página.

 

 

  

 

 

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