Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 17.007-587

Fecha: Sábado 26-11-2022

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

10 meses de guerra en Ucrania

 

Por estas fechas el mundo recuerda hoy el cumplimiento de los diez meses del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania hay tres circunstancias que parecen confirmarse.

 

La primera, la más preocupante, es que la guerra, que inicialmente se llegó a pensar que duraría solo algunas semanas, se alarga día tras día, e incluso hay pronósticos que advierten que dado el rumbo de la confrontación y las estrategias militares que implementan las partes, el conflicto no terminará este año y podría extenderse más allá del primer semestre de 2023.
 

Tras la irrupción de las tropas rusas el pasado 24 de febrero, no ha habido un solo día de cese al fuego.

 

Las estimaciones de muertes y heridos son muy disímiles. Moscú y Kiev hablan de bajas entre 5 y 10 mil uniformados en sus filas, pero la ONU considera que las bajas podrían ser mayores, en tanto las de civiles superarían las 6.000, cálculo que otras fuentes consideran subdimensionado.


Días atrás el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos hablaba de no menos de 100 mil combatientes muertos o heridos por cada bando, en tanto que ascendería a 40 mil el número de civiles fallecidos en estos diez meses.

 

En cuanto a desplazados, las agencias de Naciones Unidas y otras organizaciones estiman la cifra en varios millones, al tiempo que más del 60% de la infraestructura pública y privada ucraniana está semidestruida. La economía local, como es apenas lógico, se derrumbó casi por completo.


La segunda gran conclusión se dirige a que la posibilidad de una salida negociada al conflicto es, hoy por hoy, remota. El único intento de mesa de negociación se rompió hace varios meses y los gobiernos Putin y Zelenski todos los días se cruzan las más graves acusaciones y amenazas, sin que asome la posibilidad de una distensión a corto plazo en el plano político o militar. Por el contrario, la intensidad bélica ha aumentado de forma sustancial en el último mes. Lluvias de misiles caen a diario sobre posiciones rusas y ucranianas, e incluso se dieron impactos en la frontera polaca, país que hace parte de la OTAN.


Tras el polémico proceso de ‘referendos’ con base en los cuales Moscú decidió anexar varios enclaves ucranianos, las tropas rusas han sufrido varios y fuertes reveses, como la caída de Jersón, ciudad que tuvieron que abandonar ante la ofensiva de los contingentes locales.

 

   

 

El Estado el mayor generador del crimen organizado

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Los Estados en la antigüedad y aun en el presente siguen gobernados por un poder central que determina a través de leyes su forma de gobierno.

 

Este modelo de gobierno algunos pensadores han buscado cambiarlo por un modelo equitativo y que prime la autonomía de su pueblo.


La revolución francesa y las siguientes han dado palo de ciego en la búsqueda de un Estado donde la sociedad sea la que está organizada y establezca sus propias leyes que rijan la convivencia entre ciudadanos sin que entre sí sean atropellados y puedan alcanzar la armonía social que cualquier sociedad desea tener.


La constitución colombiana es un tratado de derecho que riñe con la sana convivencia entre los ciudadanos porque los despoja de sus derechos, de su autonomía, impidiéndoles defenderse, proteger su vida y bienes personales y dándoselos al Estado como absoluto defensor del derecho ciudadano. El Estado jamás puede estar vigilante en todo sitio y momento para que el ciudadano esté protegido.


El Estado al crear leyes que obliguen al ciudadano a tributar más allá de sus posibilidades e impedir que él pueda desarrollarse sanamente y tributar equitativamente, obliga al empresario a crear sus propias vías que le permitan moverse y organizarse como un criminal paralelo al Estado y sobornando.


Quienes administran los Estados actuales son criminales que desconocen cómo se debe administrar una sociedad sin crear el crimen que se organiza paralelo y quien se empobrecen es la sociedad porque es la que paga al final lo que se roba la administración pública.


En la actualidad tenemos un estándar diferente de lo que es un Estado; cómo se maneja, administra o gobierna. Esta diferencia es sustancial en la razón que los seres humanos hemos evolucionado intelectualmente a unos niveles donde la autonomía individual ha alcanzado unos niveles que riñen con el pasado y está obligando a los administradores que revisen su agenda administrativa.
 

Quienes han gobernado han vivido de los diezmos de sus súbditos y estos los han pagado por la carencia de conciencia individual y autonomía. El poder ejercido por quienes están al mando del Estado ha obligado a sus vasallos a tributar sin ninguna protesta y si lo hacen reciben el castigo del Estado.

 

 

 

Hemos evolucionado genéticamente, pocos se han enterado de ese clic evolutivo de nuestra naturaleza. La gran mayoría está a diferentes clics evolutivos del groso humanístico, por eso esa variedad de seres humanos y los conflictos existentes.


Mientras el Estado siga generando esa energía para que se organice la parte criminal no habrá cambios en el comportamiento humano.

 

Crónica #545

 


Gustavo Alvarez Gardeazábal


Audio: https://www.spreaker.com/episode/52008801

Es probable que la insensibilidad que ha traído la globalización de las costumbres se haya apoderado del país. O quizás que, como hemos tenido tantos muertos violentos, nos cansamos de registrarlos.

Hace unas semanas, a finales de junio, murieron de manera dramática 60 reclusos asesinados en la cárcel de Tuluá, pero como eran presos y la cultura judeocristiana que nos inculcaron les dio trato minimizante a todo aquél que sea prisionero, a muy pocos conmovió esa miserable masacre dizque ordenada desde otras cárceles y auspiciada por la torpeza venal del Inpec.

Esta semana, y casi como noticia perdida en las páginas de los diarios y repetida apenas con sordina por las redes, se vió el dantesco espectáculo de una volqueta vaciando, como si fuese un viaje de arena, una montonera de cadáveres y dejándolos ahí a la vista de un país insensible, de un gobernante inconmovible y de unos medios oligarquizados, pero recordándonos antes los ojos del mundo que la guerra volvió a comenzar en Colombia, aunque esta vez entre las fuerzas guerrilleras que no firmaron la paz y ya no por el poder político o el interés de derrocar al gobierno bogotano, sino por el dominio sobre el mercado de la coca y la producción de cocaína.

La imagen es bochornosa y debería aporrear a todo un país y repetirse viralmente en redes. Pero si para el grueso del público colombiano un preso es despreciable, y si lo matan no hay por qué protestar, un guerrillero ha terminado por ser tan poca cosa que la volquetada abrumadora de los muertos en combate con otra guerrilla, poco o nada toca las fibras y más bien da la salida a olvidarse del verdadero problema en que hemos caído: la Guerra de la Coca.

Igual a como el imperio británico hizo resbalar la sabiduría china con la Guerra del Opio, los gringos y los mexicanos que comercian e intermedian el producido de las 250 mil hectáreas sembradas de coca en Colombia, nos precipitan en una guerra atroz, que por lo menos debería darnos vergüenza y tocar el orgullo patrio.

Nada. Es más rentable guardar silencio. La guerra no dizque es nuestra. El problema de la cocaína tampoco.

Es de los gringos periqueros.

El Porce, noviembre 25 del 2022

 

 

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