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Pereira, Colombia - Edición: 13.009-589 Fecha: Jueves 01-12-2022 |
COLUMNISTAS |
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SIN CAMPO, EL HAMBRE ASECHA
Ivan Roberto Pulido
Un País sin soberanía alimentaria se convierte en todo un estrés para vivir dignamente, pareciera un tema muy general y de poca importancia; al intentar pensar en un término soberano solo de responsabilidad para quien vive del campo y nunca ni siquiera intentar imaginarse la infinidad de esfuerzos, que le significa al campesino para la producción de los alimentos de nuestro diario vivir.
¿Será posible alguna vez el ciudadano del común, analice y profundice respecto a la íntima relación que significa para el ser, la relación de interacción entre la Madre Tierra y su directa funcionalidad respecto a protección y sustento para la supervivencia humana? ¿Acaso, no será sano el practicar de vez en cuando, la humildad de la reciprocidad, por la equilibrada oferta de recursos que nos ofrece? Y que en conjunto con las comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes le rindamos adoración, culto, respeto y apoyo por lo menos para el equilibrio de su sostenibilidad ambiental, parte esencial de su ciclo básico?
De no proceder así rezan los expertos, cada vez se hará más probable el avance de la crisis climática, incrementando temperaturas de los océanos y sentando bases para explotación de vertiginosas tormentas, que se pueden convertir en macro catástrofes mortales, Calamidades que cada vez con mayor frecuencia y fuerza nos lo advierte la naturaleza, son ahora continuos SOS, ojo a quienes no quieran entenderlo, además de encontrarse presagiado en el libro del apocalipsis, que reza: “En el final, el hombre destruyo los cielos, y la tierra, y la tierra quedo sin forma y vacía. Y el espíritu de la muerte reino sobre la superficie de las aguas. En el final, el hombre destruyo los peces del mar, las aves del aire y toda criatura que se arrastra y gime sobre la tierra”
Acatamos las leyes de la naturaleza y las respetamos totalmente, o nos vamos preparando rápidamente hacia la extinción.
Vale en honor a las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, quienes siempre en su cotidiana labor de la tierra, ad-honorem han protegido sus recursos naturales y asegurado la soberanía alimentaria en Colombia, un merecido y honorifico reconocimiento del estado, que les favorezca en su precariedad socio económica, tras un efectivo Plan de reforma rural integral y Programa Nacional de sustitución de cultivos, que los integre y escuche en todas sus solicitudes reales, por lo menos que contrarie por primera vez, ese sometimiento obligado de todos sus territorios, para mejoramiento del nivel de vida de esas comunidades y el fin de una vez por toda a esas peyorativas adjetivaciones al campo minado, despojado, corredor estratégico, fosas comunes, monocultivado, ilícitamente cultivado, saqueado, violentado, explorado, confinado, fumigado, bombardeado, teatro de operaciones y por ultimo descampesinado, que tanta mala imagen le ha causado a nuestro país a todo nivel.
No puede seguir aceptándose ese falso discurso, en defensa por una soberanía que continúe respondiendo a los intereses comerciales, locales o internacionales, obligados a promover leyes que atrapen las economías ancestrales campesinas, bajo nocivos métodos de producción que afecten nuestros suelos, recursos, culturas nativas y nuestra soberanía alimentaria, esclavizándonos sin disfraz en nuestras propias regiones.
El conflicto colombiano data más de doscientos años, alrededor de la tenencia de la tierra como origen causante de la crisis social, la esperanza hoy abriga a un gobierno a dar un paso adelante al acuerdo consensado hacia la ley de restitución de tierras, como parte de solución para las víctimas del desplazamiento, en desarrollo de un modelo en el cual la gente pueda crear su propia estructura agraria, apoyada por el estado.
Es de advertir que esa restitución de tierras, no será punto de gravidez para el entendimiento, sino la base para el acompañamiento de otras políticas agrarias nacionales, consistentes en acciones tecnológicas, educativas, financieras, comerciales y sociales que promuevan la productividad y que de una vez por todas, evadan los intereses de ávidos grupos financieros privados que intenten nuevos episodios de despojos e incremento de importaciones de productos que como el trigo, cebada y maíz se encuentran en cuidados intensivos y similar proceso para productos como el arroz y lácteos a importación cero aranceles para 2.030.
La renegociación de los TLC, deberá ser otra titánica tarea a emprender el nuevo gobierno Petro, como manifestación de resistencia a un modelo que en el caso colombiano, por el abandono del estado, no tradujo resultados positivos para el desarrollo socio económico, ante el avasallo del desarrollismo neoliberal mundial.
Es hora de entender la falta que nos hace el trabajar juntos, para el cambio hacia un sistema que no criminalice la voluntad del pueblo y que construya las bases para vivir dignamente, guiados por decisiones de la conciencia y no de las que produzcan hambre.
Una generación que pretenda
cumplir con metas cero hambre para 2030, debe establecer un activo
compromiso de ideas hacia nuevos liderazgos, en garantía a la
igualdad de las mujeres a producir, empoderamiento de todos los
actores; y toma de decisiones entre las comunidades campesinas,
indígenas, afrodescendientes |
Lógicamente limitaciones y obstáculos se van a tener que enfrentar para fortalecer la articulación de la producción, fortalecimiento de la institucionalidad del estado, superación que requerirá del empoderamiento de la niñez y juventud en base a la educación fortificada preescolar, en colegios, escuelas rurales, espacios comunitarios y redes sociales que les eduque en las áreas propias de la agricultura, ecología, piscicultura y de amigabilidad con el medio ambiente, entre otros.
Generar conciencia a programas basados en aprender y enseñar
haciendo, dirigidos a la protección de la tierra, a las afectaciones
por el desmedido uso de los recursos naturales, a las experiencias
vividas tras las sequias, inundaciones, cultivos dañados y todos los
efectos derivados a la escasez de alimentos en sus territorios, son
magníficos ejemplos, así como también a aprender a involucrar al
estado como actor principal de apoyo para el trabajo en equipo para
los futuros agronegocios y hacer entender que el regalo de un
pescado da un día de alimento, enseñarlo a pescar el alimento para
el resto de vida.
CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI
LA ILUMINACIÓN (3)
Namasté para todos, un saludo Sammasati, esperando que estés bien,
feliz y en paz. Hoy
“Charlas con un Maestro Sammasati”.
33. Adepto: Maestro ¿puedes profundizar un poco en la
primera noble verdad?
La gente entiende que sufre, por supuesto, pero lo considera como un aspecto inevitable de la vida. A lo largo de la vida, y a todos los niveles,
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se expresa
de forma continua el surgimiento interdependiente y, según Buda, cuanto más se
tarde en reconocerlo, más durará el sufrimiento.
¿NAVIDAD EN PAZ?
Por: Felipe Castro Salazar
¡Llega la tan esperada navidad! Época
de momentos en familia, viajes, comidas, risas y felicidad. Pero ¿podemos estar
en paz? ¿Puede existir la felicidad sin paz? El incremento de hurtos que se ha
manifestado en Pereira en sólo el año 2022, expresa, una razonable
intranquilidad en los habitantes de la capital del eje. Entonces debemos
preguntarnos ¿puede Pereira tener la paz necesaria para llevar a cabo todos los
rituales culturales y familiares que la navidad necesita? o acaso deberemos
dejar nuestros hogares a juicio del azar y la suerte, podremos visitar los
hermosos alumbrados públicos que la alcaldía de Pereira instala o: ¿Será la
intranquilidad la que nos acaezca, en cada uno de nuestros movimientos en este
diciembre?, intranquilidad que transforma diciembre ya no en una época de
compartir, sino de vigilar y sospechar, impidiendo por esto tener un disfrute
total de estos espacios. |
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