EDITORIAL
Redes sociales
¿Tierra de nadie?
El papel de las redes sociales en
la sociedad moderna es tan preponderante que algunos análisis
antropológicos sobre la caracterización de los patrones de
comportamiento en la tercera década del siglo XXI señalan que el uso
extendido de estas plataformas tecnológicas se ha convertido en una
especie de ‘idioma’ universal del que es imposible abstraerse. Es
una paradoja que evidencia el alto nivel de penetración de estas
autopistas de tráfico de
información, sus mayores críticos han admitido que deben recurrir a
las mismas para que sus posturas tengan algún eco en la opinión
pública.
Esa masificación de las redes sociales ha generado también una serie
de riesgos cuyo efecto lesivo es cada vez más peligroso. Riesgos que,
al igual que las funcionalidades y constantes novedades de las
plataformas, evolucionan de forma permanente, algunas veces ante la
vista de todos y otras de manera imperceptible para la mayoría.
El mayor ejemplo de ello es la limitada efectividad de las
estrategias que se han implementado para disminuir la circulación de
los llamados “discursos de odio” en las redes. Pese a que este
ha sido un tema recurrente en los últimos años y que tanto los
administradores de las plataformas tecnológicas como los gobiernos e
incluso organismos de carácter trasnacional han tomado cartas en el
asunto, implementando distintas estrategias para detectar y sacar de
circulación los mensajes y cuentas que incentiven a la
discriminación en cualquier índole, emitan información claramente
tendenciosa o falsa, e incluso busquen generar violencia verbal o
física, es claro que la efectividad de esos mecanismos no ha sido
mayor.
Por el contrario, los emisores de esta clase de publicaciones han
logrado un alto grado de experticia que les permite burlar la
mayoría de esos controles, ya sea a través de intrincados sistemas y
códigos automatizados que mutan en cuestión de segundos o creando
una compleja maraña de cuentas anónimas que llevan a que puedan
operar un tiempo considerable antes de poder ser detectados y
sacados del ciberespacio.
Ahora, el riesgo no está concentrado solo en las grandes y
planificadas ‘operaciones’ para
ahondar la desinformación y los discursos de odio. También
constituyen un peligro aquellas
personas que, amparadas en el anonimato en internet, utilizan las
redes como ventana para injuriar, calumniar, promover tesis
incendiarias y hacer apología al delito. Aunque el monitoreo humano
y los mecanismos de eficiencia algorítmica han avanzado para su
rápida detección, esos esfuerzos son insuficientes ante el alud de
intolerancia, fake news, agresión y promoción de la violencia en las
plataformas.
La semana pasada un grupo de expertos de la ONU en distintos campos
de los derechos
humanos alertó que ante los cambios recientes en la propiedad de una
de las principales redes sociales se ha presentado un fuerte aumento
del uso de la expresión racista Nigger -“negro”, en español, un
término que es claramente peyorativo y ofensivo para una persona
afrodescendiente.
Pero más allá de este caso puntual, los expertos del mayor ente
multilateral del planeta advierten que esta situación evidencia la
urgente necesidad de que las empresas dedicadas a las redes sociales
asuman un mayor nivel de responsabilidad frente a las muestras de
odio dirigidas a los afrodescendientes. Incluso hicieron un llamado
a Elon Musk (Twitter), Mark Zuckerberg (Meta), Sundar Pichai
(Google), Tim Cook (Apple) así como a los directores
ejecutivos de otras plataformas de redes sociales a centrar su
modelo de negocio en los derechos humanos, la justicia racial, la
rendición de cuentas, la transparencia, la responsabilidad social
corporativa y la ética. Incluso les recordaron que cumplir estos
parámetros, además de respetar las garantías fundamentales de la
población y sus millones y millones de usuarios, beneficia a largo
plazo a estas empresas y a sus accionistas.
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De Claro lo claro es el abuso y el engaño a los usuarios.
Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Cada vez me sorprende más la existencia de una empresa de telefonía
en Colombia como Claro. En USA no prestan el servicio que en otros
países que sí están instalados, como República Dominicana, Puerto
Rico y Colombia.
Para entrar en el mercado de EE.UU. tiene que ser una empresa
competitiva como las que prestan el servicio en la actualidad. Las
exigencias de calidad tienen que ser demostradas y no pueden
presumir que pueden prestar un buen servicio.
La empresa Claro en Colombia funciona porque los políticos debieron
haber hecho un buen negocio con esta empresa, eso es lo que se
presume, porque de lo contrario no estarían allí funcionando.
Personalmente he tenido unas experiencias tanto en Colombia como en
Puerto Rico, que,
aunque uno trata de mantener una buena relación siempre hay una
falla en la parte administrativa.
Su página web está mal diseñada, cuando uno paga vía online desde el
exterior, algo normal en cualquier página de internet, el pago no se
logra hacer porque aparece en dos formas en el mismo pago. Uno dice
(fue un éxito su pago) y más abajo dice (transacción no realizada).
Si se llama a los teléfonos 6017500500 nadie contesta. Al 6063444444
un robot parlante habla y comienza a dar indicaciones y no hay forma
de hablar con un representante de la empresa.
Es como si no les alcanzara el dinero para pagar a un representante
para solucionar el caso. Si va a las oficinas que tienen instaladas,
las personas lo único que saben es recibir dinero, pero no pueden
resolver nada ni dar información.
Por eso las oficinas principales están atestadas de gente en espera
de que le solucionen sus problemas con el servicio. El único interés
que tienen es vender y no tienen la verdadera responsabilidad con
los clientes, el trato que se les da se sale de todo parámetro de lo
que es un buen servicio, pero es lo único que hay.
Antes el señor Carlos Slim fue el hombre más rico del mundo y ahora
se encuentra en el puesto 13 en la lista de los más ricos del
planeta. Una de sus empresas refleja que algo anda mal, a pesar de
que es uno de los mayores accionistas de The New York Times que hoy
está casi en la quiebra.
Si este gobierno no se apersona a mejorar la calidad de servicios
que le están brindando a los usuarios colombianos, quiere decir que
no estamos avanzando en nada, sino que las cosas continuarán como
siempre lo han estado.
Empresarios colombianos pueden organizarse para dar estos servicios,
existe la tecnología para traerla al país en vez de estar pagando
gota a gota por algo que los colombianos ya tienen experiencia en el
montaje y prestación de servicios.
Lo de Claro nunca fue claro.
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¡DE INFLACIÓN Y
BIGOTES!
Por: Álvaro Ramírez González
La inflación es una gravísima enfermedad de la economía, que castiga con mucho
rigor a los pobres. Tiene en América Latina un denominador común. Veamos.
Inflación en América Latina (De mayor a menor)
Venezuela 155%
Argentina 92%
Chile 13%
Colombia 13%
Y estos países que lideran la
inflación Latinoamericana, tienen también un denominador común: todos sus
gobiernos pertenecen al socialismo siglo XXI.
¿Qué quiere decir esto?
Pues claramente, que no saben
gobernar para el beneficio del pueblo. Que han sido y son sus pueblos, quienes
los eligieron, los que han estado y están viviendo en carne propia los estragos
de los malos gobiernos: inflación, devaluación, atraso, pobreza, desempleo,
inseguridad, delincuencia, falta de libertades y en el caso de Venezuela, hambre
y destierro.
Esa triste realidad rodea a todos los gobiernos socialistas, cuyos líderes,
llenos de luminosas ideas de cambio y de odio por el capitalismo, nunca se
prepararon para gobernar.
¡Y menos para acertar!
Otro fenómeno a la vista es que en esos países, millones de personas, quisieran
emigrar hacia los Estados Unidos.
Y en esos países, son millones de personas las que reciben remesas de hijos o
parientes que viven y trabajan en el país del Tio Sam.
El socialismo está lleno de Caudillos que son todos malos gobernantes.
Destruyen con sus políticas, el tejido empresarial, el social, la seguridad, el
empleo, la producción, la riqueza y las libertades.
Arruinan los países.
Al tiempo que los saquean y se los roban.
Él saqueó de Venezuela es superior al de la Segunda Guerra Mundial.
Aun así, y a pesar de tener a 7 millones de venezolanos, huyendo del régimen,
deambulando y pasando hambre por todos los países vecinos, Nicolás Maduro acaba
de sacar 12 millones de muñecos plásticos para regalar a los niños de su país,
que se llaman “Míster Bigotes, y Cilita”.
Representan al propio Maduro y a su esposa Cilia Flórez disfrazados de súper
héroes.
No solamente han destruido el tejido económico y social de Venezuela, sino que
lo celebran de esa grotesca manera.
En un mundo civilizado, Maduro estaría en la cárcel al igual que Hugo Chávez,
culpables de uno de los diarios más grandes a un país que conozca la historia.
¡Y Maduro lo celebra!
Y Estados Unidos con un presidente nagüetas como Joe Biden, explora el
restablecimiento paulatino de relaciones y negocios con un régimen asesino,
narcotraficante y apoyo del terrorismo mundial.
La inflación solo la contiene la producción, y la oferta fuerte y abundante de
bienes y servicios.
¡Eso se produce en las Economías de Mercado, con libre Empresa!
Los socialistas intentan contenerla con decretos, aranceles y medidas punitivas.
Y todos han fracasado.
¡Ahí están las cifras!
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