EDITORIAL
Un año de
retos electorales
Las elecciones regionales de este
año estarán fuertemente incididas por los aspectos económicos,
especialmente la inflación, así como la seguridad.
Si bien la inflación no es una fenómeno regional o local, los
electores estarán por supuesto al tanto de aquellos candidatos que
acaso tengan alguna fórmula para evitar la carestía y sus lesivas
consecuencias sobre el bolsillo de los colombianos. Bajo esta sombra
inflacionaria puede decirse, entonces, que arrancó la contienda para
escoger 32 gobernadores, 418 diputados, 1.102 alcaldes, 12.072
concejales y 6.513 ediles, el próximo 29 de octubre.
De hecho, con la escalada alcista que se observa en estos días, sin
ninguna redención a la vista, el aumento del salario mínimo se habrá
consumido en poco tiempo. Incluso, si se compara el incremento
salarial con la estruendosa devaluación de la moneda colombiana es
factible encontrarse con que, en término de dólares, el último
incremento fue bastante menor que en otras latitudes
latinoamericanas. Y no habrá excusa de que el espiral inflacionario
es un tema de la órbita nacional para que no entre de lleno en el
debate regional. Ni mucho menos que al ser este también un fenómeno
global, producido como secuela de la pandemia del coronavirus y la
guerra de Ucrania, no hay nada qué hacer.
En ese sentido, por ejemplo, no se entiende como hay diferencias tan
abrumadoras en relación con los índices de inflación entre las
diferentes ciudades del país. Desde luego, podrán encontrarse
respuestas a la mano en las deficiencias del abastecimiento, la ola
invernal, las dificultades de transporte y otros condicionantes por
el estilo. Pero, en todo caso, la democracia entraña esencialmente
respuestas a los electores que les permitan tener esperanza y
vislumbrar un mejor futuro. Y nada más desesperanzador que vivir en
un
permanente ambiente inflacionario y constatar a diario cómo los
precios crecen sin posibilidades de mejora en el horizonte.
Al fin y al cabo, la inflación, quiérase o no, es el resultado de un
desequilibrio entre varios factores de la economía que finalmente se
traduce en impredecibles adversidades políticas. No en vano se trata
de eso que se da en llamar, incluso impunemente, el “alto costo de
la vida”, como si ello no entrañara un fracaso descomunal en la
gestión pública. Porque ciertamente aceptar la inflación como una
condición normal es reducir abiertamente las posibilidades de
bienestar y prosperidad de los colombianos. Todavía peor en el
ámbito recesivo que ya se otea y sobre el cual los organismos
multilaterales vienen bajando aún más las precarias proyecciones de
crecimiento económico en Colombia, en parte, a raíz de la reforma
tributaria.
En todo caso, quienes aspiren a gobernaciones, alcaldías, asambleas
y concejos tendrán que afinar propuestas puntuales sobre cómo
amortiguar el duro impacto de la inflación en sus localidades. Aquí
serán determinantes asuntos como la cantidad y focalización de los
subsidios e inversión social, destinación de regalías, manejo
fiscal, así como el margen de acción para maniobrar en materia de
tarifas de servicios públicos, sobretasas e impuestos territoriales,
entre otros.
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De
la equidad a la autonomía una línea a seguir
Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Por naturaleza genética no todos somos iguales, cada uno de nosotros
hacemos parte de una información que se puede leer como igual, pero
difiere en su esencia. Simplemente somos seres humanos que estamos
aquí una temporada circunstancial.
En esta cadena evolutiva en que vivimos hay unos que gobiernan a la
gran multitud y ellos tienen el privilegio de diseñar la ruta a
seguir. Solo ellos entienden su propio lenguaje porque el resto vive
de lo que el establecimiento les da para que subsistan. Esta es una
de las razones por lo que ellos están en posesión de lo existente.
La equidad está ahí como parte de ese balance que los sostiene y la
sociedad la acepta porque no conoce y no puede dirimir lo que
realmente está pasando a su alrededor. Lo más complicado en este
devenir de las cosas es que todos vivimos unidos sin preguntarnos
que nos diferencia los unos de los otros. Creemos que somos iguales,
y es verdad en cuanto a seres humanos, pero en esencia cada uno de
nosotros está ubicado en esa cadena evolutiva como un eslabón que
hace presencia en la vida cotidiana de la sociedad.
Por eso explotan a la gran multitud porque ella no se interroga
sobre su condición frente a quienes manejan el establecimiento. Se
aceptan las órdenes, leyes y mandatos como si fueran emanados de
mano divina, pero simplemente son dictadas por leguleyos que
presumen de hacedores porque se les ha dado el poder al ser elegidos
en unas elecciones democráticas o han tomado por asalto el poder.
La autonomía es el poder que cada ciudadano tiene sobre sí y su
entorno y lo hace actuar libre e independiente frente a los mandatos
de quienes ostentan y ordenan al individuo a actuar bajo su mandato
reprimiendo el derecho de la autonomía.
Por esta razón las guerras existen porque detrás del poder hay un
psicópata que presume ser el guía o el abanderado de un pensamiento
sublime y arrastra una multitud que no sabe de su autonomía porque
ellos están en condiciones inferiores mentalmente a quienes comandan
la acción a seguir.
Tener autoridad no significa ser el más hábil o mayor capacitado, es
tener la habilidad de convencer a los seres humanos que carecen de
autonomía o están en niveles más bajos en la cadena evolutiva y que
actúan como mascotas de aquellos que poseen la habilidad de la
manipulación. Por eso el mundo funciona como tal y pueblos enteros
son gobernados por personajes que se sienten investidos por poderes
que solo ellos creen que todos tienen y que los receptores lo ven
como una verdad.
En estos tiempos la democracia es la palanca que mueve las bases de
la anti-autonomía para que aflore el poder de los elegidos y
subyugue a los pueblos que los han elegido. Así apoderarse del
establecimiento mientras los que son autónomos huyen por temor a ser
subyugados. Este temor es simplemente un estado de preservación
frente a una confrontación fatal que se daría si esa fuerza autónoma
decide asumir su responsabilidad.
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Crónica de Gardeazábal # 564
VAMOS HACIA EL VOTO CASTIGO
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/52410639
Desde la semana pasada la reforma tributaria de Petro la estamos
sintiendo todos los colombianos y las metidas de pata del
gobernante, que trepan automáticamente al dólar, han hecho que
muchos se vean imposibilitados de adquirir lo que tradicionalmente
compraban.
Pero como resulta que las alverjas y las lentejas y los fríjoles y
los limones y, sobre todo, el maíz conque se hacen las arepas y el
trigo usado para fabricar todos los panes, son productos agrícolas
importados, las arepas de 1.000 quedaron a 1.200, y el pan de 5.000
no lo subieron a 6.000 sino a 8.000. Pero como también le pusieron
en la reforma el iva o el impuesto de consumo a los hoteles y a los
restaurantes y a los licores, y en especial a las gaseosas.
Y como la gasolina de avión ha subido más aún que el 16.7% del
salario mínimo, los pasajes que se iban a comprar, se vuelven
inabordables a muchos bolsillos y los paquetes turísticos, que le
estaban dando de comer a tantos compatriotas, han pasado a ser
gastos que no se harán sino cuando sobre una platica. Y obviamente
la cascada de reducción del gasto y de empleos y de esperanzas
aumentará hasta volverse políticamente peligrosa en un año
electoral.
Por supuesto, cuando pagamos de más y comparamos mentalmente con el
precio anterior, le echamos la culpa a Petro y a sus aceleres
equivocados. Pero la responsabilidad realmente no es toda del manejo
presidencial.
Ella hay que repartirla también entre los congresistas/contratistas
que le aprobaron la reforma y el ministro que la presentó y buena
parte también al espíritu ventajoso del comerciante que liquida el
alza no al 19% del iva o al 16.7 del mínimo sino al 20 porque le
queda más fácil multiplicar.
Pero, aunque los amigos de Petro no lo crean, la multiplicación de
frustración, impopularidad e incapacidad serán igual o el doble en 9
meses y aunque la derecha es incapaz de montar una primera línea
para protestar en la calle, los bolsillos vacíos serán de todos y el
castigo del voto irá contra los candidatos de Petro en las
elecciones de octubre.
Es inevitable.
El Porce, enero 12 del 2023
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