EDITORIAL
Polémica en
elecciones bogotanas
A menos de diez
meses para las elecciones regionales y locales, la campaña
toma ritmo rápidamente. Ya en las principales ciudades y
gobernaciones la baraja de candidatos y precandidatos comienza a
crecer.
Bogotá, que continúa siendo el segundo cargo de elección popular más
importante del país, no es la excepción a ese escenario. En las
últimas semanas se ha puesto sobre el tapete una serie de nombres de
empresarios, exalcaldes, excongresistas, exministros, concejales y
excabildantes, así como de excandidatos al Palacio de Liévano.
En tanto, uno de los que parecía con un viento evidentemente
favorable para una aspiración de este tipo, precisamente el dos
veces burgomaestre de la ciudad, Enrique Peñalosa, ha venido
sosteniendo con énfasis que no hará parte de la baraja y que no
someterá su nombre para un tercer período. A finales del año pasado
así lo había dicho a este Diario y reiteró este fin de semana en
otro medio que no tiene entre sus planes competir por la sucesión de
Claudia López en octubre próximo.
Bien se sabe que Enrique Peñalosa no es la expresión nítida de lo
que algunos entienden por carisma, pero por supuesto no es falencia
ninguna cuando se trata de abocar y resolver los ingentes problemas
que aquejan a una metrópoli como Bogotá. El carisma ha sido más bien
una condición nefasta cuando tras de este se ha escondido la
ineptitud y en no pocos casos la corrupción, llevando al traste los
avances citadinos.
Claro que en su momento hubo experimentos carismáticos interesantes,
como los liderados por Antanas Mockus, quien enseñó que el saldo
pedagógico en la administración pública tiene igual o mayor peso que
cualquier otra característica cuando se habla de la alta política,
es decir, del servicio público real. Pero tampoco es factible decir,
en la gran mayoría de casos, que la urbe bogotana haya sido
gobernada por personajes carismáticos o que ello sea un requisito
sine qua non para incorporarse en la justa electoral.
Es claro, de otra parte, que no solo en Bogotá, sino en muchas
ciudades del país (así como en la estructura nacional misma), lo que
se requiere son figuras con una profunda capacidad ejecutiva.
Políticos, sí, porque al fin y al cabo la administración pública es
ante todo una expresión democrática, pero en igual medida verdaderos
administradores públicos, puesto
que precisamente es su ausencia, en particular en las regiones, lo
que ha significado una profunda erosión de la democracia colombiana.
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El poder de la desigualdad en la sociedad moderna
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Nunca ha habido una sociedad que se precie de igualitaria, libre y
organizada, han sido sociedades jerárquicas que siempre han
manipulado al ser humano como algo que les pertenece. Como un
objeto, como una cosa. Solo ellos, los jerarcas, son los dueños de
la vida y la existencia de los individuos que gravitan en su órbita.
Esto les ha permitido gobernar a su libre albedrío hasta el
presente.
El pueblo no entiende el por qué al igual de aquellos que se precian
de cultos e informados. Sus vidas dependen de quien está empoderado
y él establece el destino de esa humanidad que vive a su alrededor.
Ser independiente y autónomo bajo estas circunstancias es casi
imposible porque quien ejerce el poder tiene a su alrededor un
ejército de esbirros que no poseen conciencia sobre su identidad y
viven como perros de brega a merced del gobernante.
Los que posiblemente tienen la capacidad de actuar y formarse como
sociedad independiente bajo reglas y leyes que les permita vivir en
armonía no saben cómo organizarse para alcanzar ese estatus de
respeto frente a los enemigos de la autonomía.
Manipular a un ser humano que carece de evolución genética y que
está en la escala primaria con relación a la evolución en la que va
la humanidad, no es nada difícil. El miedo y las acciones violentas
son las herramientas de amaestramiento que usan quienes buscan
entronizarse el poder y perpetuarse en él.
Estamos en una era donde la tecnología y el conocimiento gravitan a
nuestro alrededor y nos permite entender la naturaleza de las cosas
y de quienes pretenden arrebatar los derechos de la libertad y la
autonomía del ser humano.
El problema radica que existe una gran mayoría de seres humanos
incapaces de ser libres y autónomos y necesitan ser acaudillados por
personajes que ofrecen bienestar y estabilidad en un mundo
imaginario donde al final son ellos los que sostienen al gobernante
con sus diezmos.
Ser organizado y emparejarse con otros que tienen los mismos
entendimientos y objetivos, hace que se establezca una sociedad con
autonomía e independencia alejando del espacio social a estos
jerarcas que manipulan a otros que ven en ellos una salida fácil de
sus necesidades.
La sociedad no tiene conciencia individual ni de grupo si vive
dependiendo del presupuesto que da el establecimiento, ese
presupuesto se origina de los impuestos que ellos recogen y reparten
una mínima parte para cubrir las necesidades básicas de esa sociedad
que los ha elegido. Por eso se apresuran a gastarlo y no generar un
superávit como lo haría una sociedad autónoma e independiente.
Frente a estos hechos nada se puede
hacer, cuando una sociedad esta entrenada y manipulada para que
actué bajo esos parámetros.
El centralismo es parte de esas
jerarquías existentes
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que impide el sano crecimiento de una
sociedad. El poder no debe de estar centrado en un individuo o
grupo, El poder debe ser una energía que abarca a toda una sociedad
para moverse bajo sus intereses individuales intercambiando la
producción que ella produce.
Crónica #567
LA PAZ DE PETRO LLEVA A LA
GUERRA
Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/52451866
La capacidad de equivocación de Petro y su gobierno va en aumento. Ya se están
viendo sus efectos y, en el inmediato futuro, comenzaremos a sentirlos. La
cacareada reforma tributaria aleja drásticamente la inversión extranjera.
La Hildebranda política sobre los pozos petroleros y gasíferos nos dejó fuera de
muchos mercados. El número de ricos colombianos que están buscando fórmulas para
sacar sus empresas antes que el país dizque se vuelva Cuba, va en aumento. Y ni
que decir de cuantos son los oligarcas y los candidatos a serlo que andan
sacando ciudadanía de otros países por prevención, por ser judíos ancestrales o
por que están cagados de miedo con el régimen de equivocaciones implantado.
Pero en lo que sí parece que hubiesen tacado burro Petro y su combo es en la
idea de la Paz Total. El fracaso está a la vuelta de la esquina y lo que podría
haber sido una gran esperanza de paz concebida en la igualdad de todos los
alzados en armas, nos lleva a una guerra total.
Las dramáticas imágenes que han hecho circular las FARC sobre el resultado de la
gran batalla librada en el Arauca por el Frente Oriental de esa organización
contra las fuerzas del ELN, resulta escabrosa.
Se están matando entre ellos. Los rostros juveniles uniformados que capta la
cámara en los más de 20 cadáveres de uno y otro bando, es la repetición por
enésima vez de la insensatez en Colombia.
Las noticias de los enfrentamientos entre los Elenos y las AUG en el Bajo Calima
y el veto de la Fiscalía a dejar en libertad a los negociadores de la paz total
comprueba que fue charada, con decreto incluido, la tal tregua entre el estado
colombiano y la insurgencia.
Cada agrupación alzada en armas quiere que se le respete su clase social, como
en nuestras ideáticas oligarquías y Petro se equivocó metiéndolos en el mismo
costal a todos.
Es una gran equivocación gubernamental dirigir a un país como Colombia
asustándolo con propuestas dañinas, inconvenientes o simplemente mal pensadas,
como lo es usar la mentira para ganar adeptos.
El Porce, enero 17 del 2023
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