EDITORIAL
El debate de la salud en Colombia
Como es bien sabido, del afán no queda sino el cansancio. Es lo que
desde ya está ocurriendo con la reforma de la salud que, no solo
busca romperle las vértebras al sistema colombiano al entronizar de
nuevo al Estado y volver por los fueros del nefando Instituto de
Seguros Sociales (antes de 1991), sino que a propósito fue radicada
apenas como un proyecto de Ley de carácter ordinario y no
estatutario, atendiéndose al procedimiento constitucional.
Más o menos una buena cantidad de colombianos sabe que las Leyes se
dividen en tres categorías: Las de rango ordinario que obedecen a
las modificaciones o creación de normas de trámite sencillo, que
para su aprobación requieren mayorías simples en comisiones y
plenarias, o sea, la
mitad más uno de los asistentes una vez se ha configurado el quórum
mínimo para decidir.
Las Leyes estatutarias, a su turno, tienen una categoría superior
porque reglan los derechos fundamentales, además de la
administración de justicia, régimen de los partidos, mecanismos de
participación ciudadana, estados de excepción y asuntos electorales,
y que exigen un quórum especial. Por lo mismo, para su visto bueno
es obligatorio el voto positivo de la mayoría de los miembros de
cada Cámara y ante todo tiene revisión previa por parte de la Corte
respectiva puesto que son normativas de gran alcance constitucional.
Y, por último, están las Leyes orgánicas, que desarrollan aspectos
procedimentales específicos de la Carta como el reglamento
parlamentario, los presupuestos de rentas, plan general de
desarrollo y asignación de competencias a entidades territoriales.
También necesitan aprobación por mayoría absoluta.
Bajo esta perspectiva, el Gobierno yerra de antemano al pensar que
su proyecto de reforma a la salud es de carácter ordinario porque
ajusta una norma de igual estatus, la Ley 100 de 1993, base del
sistema de seguridad social en salud, y, además, desarrolla la Ley
estatutaria 1751 de 2015, que elevó la salud a derecho fundamental.
En ese orden de ideas, el Ejecutivo y la presidencia de la Cámara
(en donde empezará el debate) son de la tesis de que la iniciativa
no cambia la definición del derecho fundamental, sino que regula los
mecanismos para garantizarlo plenamente dentro del sistema. Pero
basta con leer el articulado para ver la eminente tramitación de
aspectos estatutarios. Y la exigente intervención previa de la Corte
Constitucional dada la categoría de lo que se está hablando.
Por ello es fácil entender que el proyecto gubernamental es de
carácter estatutario porque introduce cambios de fondo y esenciales
en el núcleo del sistema de “servicio público de seguridad en
salud”, lo que implica que va más allá de la mera reglamentación.
¿Quién tiene la razón? La forma importa tanto como el fondo en
técnica legislativa. Son muchas las sentencias de la Corte
Constitucional que ratifican esta premisa. Por ejemplo, en abril del
año pasado declaró inexequible la reforma al Código Electoral porque
al aprobarse su conciliación en sesiones extraordinarias (como las
que están convocadas en este momento en el Congreso) se violó lo
dispuesto en los artículos 138 y 153 de la Carta y en los artículos
85, 208 y 224 de la Ley 5 de 1992, reglamento del Parlamento.
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El poder
político se diluye cuando el pueblo evoluciona genéticamente
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Los pueblos
primitivos, incluyendo los griegos y los romanos ejercían un poder
absoluto sobre la vida de sus conciudadanos porque eran propiedad
del soberano. Esa jerarquía se ha mantenido por siglos como cosa
natural porque al ser humano apenas se le está cayendo la cola. Y no
tiene aún la capacidad de actuar con autonomía en el mundo que vive.
La mitología griega es un ejemplo de esos poderes absolutos que los
dioses tenían sobre los humanos. Y estos como cachorros seguían a
sus amos sin ningún cuestionamiento. Ese fenómeno ha persistido con
variantes por la evolución que el ser humano ha tenido y ha hecho
revoluciones para desprenderse de ese estigma que ha tenido de orden
genético.
Hoy en día nadie cuestiona sobre esos poderes que ejercen los
políticos sobre los seres humanos y aceptan ir a la guerra y
asesinar a cualquiera porque el Estado lo ordena y el Estado son los
políticos y su cabecilla, el presidente. El pueblo es simplemente
una masa de panadería que se amasa para formar los mejores
panecillos antes de meterlos al horno.
Las guerras actuales son el reflejo de ese poder que se ejerce desde
el trono del jerarca ya sea elegido o esté en el poder por su propia
voluntad. Cosa que se ve normal en todos los estrados del poder.
Colombia es un país que su pueblo sigue a sus líderes sin el menor
cuestionamiento sobre su integridad y su capacidad de actuar con
sabiduría para dirigir a un rebaño que simplemente escucha y actúa
según el mandato del jefe.
Dentro de esa misma sociedad hay una masa que lee y cree que todo lo
que lee es cierto y piensa que la verdad es la que está escrita en
el papel. Por esa carencia evolutiva no pueden discernir, razonar o
entender que los están manipulando para que actúen como los líderes
quieren que ellos actúen para ellos alcanzar el poder político y ser
los dueños del entorno donde todos habitan.
La sociedad actual está comprendiendo un poquito más sobre su libre
albedrío y una minoría se viene apartando, para no participar en el
juego de los políticos y dejando que el pueblo actúe como ellos
creen que está bien. El error está ahí, la pasividad y esa desidia
hacen que al final caigan en la trampa y sean sometidos al devenir
del que se ha empoderado y hace lo que le venga en gana con la
nación.
Las protestas mal dirigidas no llevan a ningún sitio. Es un desgaste
de acciones y energía que al final el empoderado las puede usar para
su bien y sentirse más poderoso de lo que antes era.
La sociedad tiene que asumir una veeduría que le permita ir montando
organizaciones que vaya asumiendo los poderes de protección a la
sociedad de los desmanes que los políticos hacen al establecimiento.
El voto
en blanco es una de las armas más poderosas que tiene la sociedad
para
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contrarrestar estos
desmanes y poder dirigir la sociedad por el buen camino.
Si el voto en blanco gana, debe
existir un reglamento en que los votos en blanco son válidos y
tienen el poder de quitarle poder al congreso eliminando
congresistas con el mismo número de votos a lo que son elegidos los
congresistas.
De lo contrario seguiremos viviendo en la corrupción que genera la
democracia.
Crónica #592
ROY DISPARA CON REGADERA
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/52788382
Quiérasele o no, disguste o reciba aplausos, el médico Roy Barreras ha sentado
cátedra en una forma de hacer política que resultará muy difícil olvidar en la
historia colombiana.
Ha sido por su empeño y maquiavelismo que el gobierno de Petro haya podido
conseguir cómoda mayoría en el Congreso que él, precisamente, preside. Por esas
mismas razones o porque ya los colombianos de tanto verlo reconocemos cuando se
está desacomodando para salirse de la canoa, sus declaraciones primero muy
largas y quizás demasiado personales a Vicky Dávila y ayer al periódico El
Tiempo no son solo unas banderillas en lo alto del morrillo al gobierno Petro y
los ministros contra quienes arremete, sino unos avisos demasiado perentorios al
mismo presidente.
Eso de decir que el comisionado de paz es “…una sola persona, que por buena
voluntad que tenga no es capaz de conducir cinco o siete procesos de diálogo al
tiempo” es hablar de Pedro para que entienda Juan. Es decirle a Petro que en esa
materia de la paz total está equivocado.
Más grave aún, o más significativo es que se refiera a la ministra Corcho como
“una ministra ideologizada que tiene desafortunadamente una característica, lo
que no es bueno ni justo en ningún ministro, y es la arrogancia´”.
Ella, según lo afirma Roy, “rompe el diálogo, impone sus decisiones, no escucha
ni siquiera a sus pares en el gabinete y alimenta una especie de reforma
revanchista contra lo que llaman la oligarquía”, frase que resulta ser a la
larga una expresión que no por cierta es tremendamente destructiva de lo que
Petro ha pretendido.
Pero si al responsable de la paz total lo acusa de haber informado mal al
presidente en más de una ocasión y a la ministra de Salud de desautorizar
públicamente al presidente en los acuerdos que ha convenido, es evidente que o
Roy se siente muy incómodo como armador del gobernante o el presidente está
pasado de corregir el rumbo así no tenga con quien reemplazar al enfermo
presidente del senado.
El Porce febrero 21 del 2023
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