Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 13.044- 624

Fecha: Martes 21- 02- 2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

El debate de la salud en Colombia


Como es bien sabido, del afán no queda sino el cansancio. Es lo que desde ya está ocurriendo con la reforma de la salud que, no solo busca romperle las vértebras al sistema colombiano al entronizar de nuevo al Estado y volver por los fueros del nefando Instituto de Seguros Sociales (antes de 1991), sino que a propósito fue radicada apenas como un proyecto de Ley de carácter ordinario y no estatutario, atendiéndose al procedimiento constitucional.

Más o menos una buena cantidad de colombianos sabe que las Leyes se dividen en tres categorías: Las de rango ordinario que obedecen a las modificaciones o creación de normas de trámite sencillo, que para su aprobación requieren mayorías simples en comisiones y plenarias, o sea, la
mitad más uno de los asistentes una vez se ha configurado el quórum mínimo para decidir.

Las Leyes estatutarias, a su turno, tienen una categoría superior porque reglan los derechos fundamentales, además de la administración de justicia, régimen de los partidos, mecanismos de participación ciudadana, estados de excepción y asuntos electorales, y que exigen un quórum especial. Por lo mismo, para su visto bueno es obligatorio el voto positivo de la mayoría de los miembros de cada Cámara y ante todo tiene revisión previa por parte de la Corte respectiva puesto que son normativas de gran alcance constitucional. Y, por último, están las Leyes orgánicas, que desarrollan aspectos procedimentales específicos de la Carta como el reglamento parlamentario, los presupuestos de rentas, plan general de desarrollo y asignación de competencias a entidades territoriales. También necesitan aprobación por mayoría absoluta.

Bajo esta perspectiva, el Gobierno yerra de antemano al pensar que su proyecto de reforma a la salud es de carácter ordinario porque ajusta una norma de igual estatus, la Ley 100 de 1993, base del sistema de seguridad social en salud, y, además, desarrolla la Ley estatutaria 1751 de 2015, que elevó la salud a derecho fundamental. En ese orden de ideas, el Ejecutivo y la presidencia de la Cámara (en donde empezará el debate) son de la tesis de que la iniciativa no cambia la definición del derecho fundamental, sino que regula los mecanismos para garantizarlo plenamente dentro del sistema. Pero basta con leer el articulado para ver la eminente tramitación de aspectos estatutarios. Y la exigente intervención previa de la Corte Constitucional dada la categoría de lo que se está hablando.

Por ello es fácil entender que el proyecto gubernamental es de carácter estatutario porque introduce cambios de fondo y esenciales en el núcleo del sistema de “servicio público de seguridad en salud”, lo que implica que va más allá de la mera reglamentación.

¿Quién tiene la razón? La forma importa tanto como el fondo en técnica legislativa. Son muchas las sentencias de la Corte Constitucional que ratifican esta premisa. Por ejemplo, en abril del año pasado declaró inexequible la reforma al Código Electoral porque al aprobarse su conciliación en sesiones extraordinarias (como las que están convocadas en este momento en el Congreso) se violó lo dispuesto en los artículos 138 y 153 de la Carta y en los artículos 85, 208 y 224 de la Ley 5 de 1992, reglamento del Parlamento.

 

   

 

El poder político se diluye cuando el pueblo evoluciona genéticamente

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Los pueblos primitivos, incluyendo los griegos y los romanos ejercían un poder absoluto sobre la vida de sus conciudadanos porque eran propiedad del soberano. Esa jerarquía se ha mantenido por siglos como cosa natural porque al ser humano apenas se le está cayendo la cola. Y no tiene aún la capacidad de actuar con autonomía en el mundo que vive.

La mitología griega es un ejemplo de esos poderes absolutos que los dioses tenían sobre los humanos. Y estos como cachorros seguían a sus amos sin ningún cuestionamiento. Ese fenómeno ha persistido con variantes por la evolución que el ser humano ha tenido y ha hecho revoluciones para desprenderse de ese estigma que ha tenido de orden genético.

Hoy en día nadie cuestiona sobre esos poderes que ejercen los políticos sobre los seres humanos y aceptan ir a la guerra y asesinar a cualquiera porque el Estado lo ordena y el Estado son los políticos y su cabecilla, el presidente. El pueblo es simplemente una masa de panadería que se amasa para formar los mejores panecillos antes de meterlos al horno.

Las guerras actuales son el reflejo de ese poder que se ejerce desde el trono del jerarca ya sea elegido o esté en el poder por su propia voluntad. Cosa que se ve normal en todos los estrados del poder.

Colombia es un país que su pueblo sigue a sus líderes sin el menor cuestionamiento sobre su integridad y su capacidad de actuar con sabiduría para dirigir a un rebaño que simplemente escucha y actúa según el mandato del jefe.

Dentro de esa misma sociedad hay una masa que lee y cree que todo lo que lee es cierto y piensa que la verdad es la que está escrita en el papel. Por esa carencia evolutiva no pueden discernir, razonar o entender que los están manipulando para que actúen como los líderes quieren que ellos actúen para ellos alcanzar el poder político y ser los dueños del entorno donde todos habitan.

La sociedad actual está comprendiendo un poquito más sobre su libre albedrío y una minoría se viene apartando, para no participar en el juego de los políticos y dejando que el pueblo actúe como ellos creen que está bien. El error está ahí, la pasividad y esa desidia hacen que al final caigan en la trampa y sean sometidos al devenir del que se ha empoderado y hace lo que le venga en gana con la nación.

Las protestas mal dirigidas no llevan a ningún sitio. Es un desgaste de acciones y energía que al final el empoderado las puede usar para su bien y sentirse más poderoso de lo que antes era.

La sociedad tiene que asumir una veeduría que le permita ir montando organizaciones que vaya asumiendo los poderes de protección a la sociedad de los desmanes que los políticos hacen al establecimiento.

El voto en blanco es una de las armas más poderosas que tiene la sociedad para
 

 

 

contrarrestar estos desmanes y poder dirigir la sociedad por el buen camino.

 

Si el voto en blanco gana, debe existir un reglamento en que los votos en blanco son válidos y tienen el poder de quitarle poder al congreso eliminando congresistas con el mismo número de votos a lo que son elegidos los congresistas.

De lo contrario seguiremos viviendo en la corrupción que genera la democracia.

 

Crónica #592
ROY DISPARA CON REGADERA

 

 

 

Gustavo Alvarez Gardeazábal
 

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/52788382


Quiérasele o no, disguste o reciba aplausos, el médico Roy Barreras ha sentado cátedra en una forma de hacer política que resultará muy difícil olvidar en la historia colombiana.

Ha sido por su empeño y maquiavelismo que el gobierno de Petro haya podido conseguir cómoda mayoría en el Congreso que él, precisamente, preside. Por esas mismas razones o porque ya los colombianos de tanto verlo reconocemos cuando se está desacomodando para salirse de la canoa, sus declaraciones primero muy largas y quizás demasiado personales a Vicky Dávila y ayer al periódico El Tiempo no son solo unas banderillas en lo alto del morrillo al gobierno Petro y los ministros contra quienes arremete, sino unos avisos demasiado perentorios al mismo presidente.

Eso de decir que el comisionado de paz es “…una sola persona, que por buena voluntad que tenga no es capaz de conducir cinco o siete procesos de diálogo al tiempo” es hablar de Pedro para que entienda Juan. Es decirle a Petro que en esa materia de la paz total está equivocado.

Más grave aún, o más significativo es que se refiera a la ministra Corcho como “una ministra ideologizada que tiene desafortunadamente una característica, lo que no es bueno ni justo en ningún ministro, y es la arrogancia´”.

Ella, según lo afirma Roy, “rompe el diálogo, impone sus decisiones, no escucha ni siquiera a sus pares en el gabinete y alimenta una especie de reforma revanchista contra lo que llaman la oligarquía”, frase que resulta ser a la larga una expresión que no por cierta es tremendamente destructiva de lo que Petro ha pretendido.

Pero si al responsable de la paz total lo acusa de haber informado mal al presidente en más de una ocasión y a la ministra de Salud de desautorizar públicamente al presidente en los acuerdos que ha convenido, es evidente que o Roy se siente muy incómodo como armador del gobernante o el presidente está pasado de corregir el rumbo así no tenga con quien reemplazar al enfermo presidente del senado.

El Porce febrero 21 del 2023

 

 

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