EDITORIAL
Un año de la
guerra de Rusia y Ucrania
“No sé con qué
armas se luchará en la III Guerra Mundial, pero la IV será luchada
con palos y piedras”. Esa frase lapidaria de Albert Einstein, que
muchos interpretan como el efecto apocalíptico para la humanidad que
tendría otra conflagración mundial, bien puede traerse a colación
hoy, cuando se cumple un año de la invasión rusa a Ucrania. Un
conflicto que, precisamente, semana tras semana ha escalado al punto
de que en esta última Moscú decidió suspender la aplicación del
tratado de desarme nuclear suscrito con Estados Unidos en 2010,
hecho que para algunos analistas no sería más que una maniobra de
presión geopolítica del gobierno Putin motivada por los recientes
anuncios de Occidente de mayor apoyo militar y económico a Kiev,
pero que otros califican como la amenaza más grande sobre el posible
uso de armas de destrucción masiva en las últimas décadas.
Sin importar cuál sea la verdadera intención del líder ruso, el solo
hecho de que se esté hablando hoy de suspensión de tratados de
limitación de ojivas nucleares, o de la orden inédita de Moscú de
mover la poderosa flota del Báltico o incluso del anuncio sobre
activar el último modelo de los misiles balísticos
intercontinentales (Sarmat), es claro que la guerra en Ucrania no
solo se está alargando sino que el riesgo de un desborde bélico más
allá de las fronteras de esta semidestruida nación aumenta día tras
día.
Resulta evidente que el mundo se enfrenta a un teatro de guerra más
complejo y peligroso
que el creado hace doce meses por la “operación militar especial”
que lanzó Moscú sobre Ucrania. La motivación inicial en torno a que
lo que buscaba Rusia era evitar que Kiev entrara a la esfera de la
OTAN ya quedó en una especie de segundo plano, sin querer decir
obviamente que esa urgencia no persista en el trasfondo. Ahora hay
un pulso geopolítico global y de mayor envergadura entre Rusia y
Occidente. Una especie de guerra ‘subsidiaria” o por delegación (más
conocida como “proxy war”) en el que las grandes potencias mueven
indirectamente sus fichas militares, políticas y económicas pero las
víctimas fatales, el drama humanitario y la barbarie se producen y
sufren en territorio ucraniano.
Es claro, doce meses después, que la “guerra de sanciones económicas
2.0” con que Washington y la Unión Europea trataron de ahogar al
gobierno Putin no dio los resultados esperados a inmediato ni
mediano plazos. También es innegable que Moscú se equivocó al
calcular que su superioridad bélica le permitiría conquistar
rápidamente regiones claves en Ucrania, pero se encontró con una
resistencia local muy fuerte, tanto en Kiev como en otros corredores
estratégicos.
Por igual, aunque al comienzo de la guerra se produjo un efecto
devastador en materia de oferta mundial de alimentos e incremento en
los precios del petróleo y el gas, con el pasar de los meses el
aparato económico global se fue adecuando a las circunstancias
críticas derivadas de la guerra, al punto que el riesgo de un crash
global en cuestión de pocos meses ya no existe.
Y a todo ello, debe sumarse que, una vez más, la Organización de
Naciones Unidas, cuya función primaria y fundacional es garantizar,
desde la órbita multilateral, la paz y seguridad planetarias,
confirma su debilidad e ineficacia estructural. La principal
evidencia de ello es el bloqueo insuperable por el pulso de
potencias en el Consejo de Seguridad, que se supone es el
órgano colegiado más poderoso del globo.
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La lucha
de clases una creación de la burguesía
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Los colombianos en
vez de avanzar hacia una sociedad autónoma y equitativa
retrocedieron al establecer los estratos sociales. Esto es una forma
de degradación de la condición humana después de haber alcanzado su
independencia y su libertad de pensamiento.
La sociedad hormiga por lo menos vive en mejores condiciones que la
nuestra y están alineados a un sistema que ha funcionado por
milenios. La inconsciencia de la burguesía al pensar que señalar a
sus propios ciudadanos como de más o baja clase es un argumento
válido para administrar un país, pero eso crea unos odios que ni
siquiera saben la razón del porqué actúan así.
Este gobierno no ha identificado el actuar que recibió de los
anteriores gobernantes y se siente cómodo actuando como los
anteriores. En su agenda no existe una revisión del legado recibido
y él se siente ahora como uno de los de estrato alto por haber
subido de posición. No se siente tocado por lo que los comunistas
lucharon por ser una sociedad igualitaria.
Mientras existan los estratos sociales, la diferencia de clases y no
una sociedad bajo los mismos derechos y poder alcanzar sus sueños y
ambiciones será una sociedad en permanente violencia y odios
encontrados que no tendrán solución. Hay que ubicarse en el presente
y los que están a la delantera del conocimiento propiciar que los
que vayan detrás puedan compartir con ellos el presente y futuro.
Hay mucha gente que se siente complacida de que exista esta
discriminación social, su ignorancia e incapacidad de entender que
la especie humana es una solo, lo que nos diferencia los unos a los
otros es la morfología y la evolución que cada uno tiene dentro de
su propia familia o sociedad.
La gente presume que los costos de los servicios públicos e
impuestos van a discriminar el estrato social, pero a la hora de la
verdad todos están pagando impuestos de igual manera todos cuando
consumen y pagan impuestos. Al final esos impuestos primero van a
las arcas del erario para luego seguir a los bolsillos de la
burocracia y como si fuera una goterero termina las últimas gotas en
los supuestos del estrato más bajo.
Los colombianos nunca han analizado cómo los han manipulado desde
que dieron el grito de independencia. Siguen en manos de gente
ignorante, que ni siquiera ellos mismos se han dado por aludidos de
lo que ellos mismos han provocado.
Colombia es un país de pobretones con dinero, porque ser rico es
tener la capacidad de administrar sus bienes nacionales para que
todos tengan su bienestar equitativamente. La riqueza es al final de
todos y presumir de estar más alto que el resto del mundo es vivir
en una pesadilla que quien está en ella sabe de qué estoy hablando.
Estamos en momentos decisivos, porque la sociedad día a día se
acerca a sí misma y ve su futuro como algo alcanzable si se
esfuerza. Esa lucha que se está dando va terminar en una nueva
nación con un orden que no estaba escrito.
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Crónica #596
LA BATAHOLA CONTRA FRANCIA
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/52836555
La escandalera mayúscula que le han montado a la vicepresidente Francia Márquez
porque usa un helicóptero del estado para llegar hasta la casa que ha alquilado
en la vereda de Dapa, entre Cali y Yumbo, es un espectáculo que va de lo
inhumano a lo ridículo, de lo vergajo a lo racista, pero por supuesto evidencia
que en Colombia la división de clases sociales en vez de disminuir se ha ido
agravando.
Si comparamos el silencio que cubrió al expresidente Santos cuando era ministro
o cuando fue jefe del Estado por el pereque bulloso que puso a sus vecinos al
llegar en helicóptero gubernamental hasta su casa campestre de Anapoima, no le
sacaron los trapitos al sol como han hecho con la vicepresidente.
No es admisible que, cual aves de rapiña, a los medios bogotanos les haya dado
por averiguar, para poner en tela de juicio, archivos oficiales sobre el
propietario de la casa en Dapa, sobre sus actividades como publicista colocando
vallas en todo el país y, por ende contratando con políticos y con el estado
mismo. Pero sobre todo, presentadas todas esas averiguaciones de tal manera que
hacen pensar que la vicepresidente estaría actuando ilegalmente al arrendar la
casa.
Todo, empero, no pasa de ser una manifestación tardía del espíritu esclavista
que rige aún en la sociedad vallecaucana. Es obvio que un helicóptero yendo y
viniendo en una parcelación a donde solo llegaban oligarcas pobretones en sus
camioneticas, hace ruido, estorba y angustia. Es obvio que dentro del endeble
equilibrio de normas no decretadas por el blancaje bugueño no se puede tener una
negra de vecina.
Pero se les olvida que ella es la vicepresidente de la nación y que bien habría
podido comprar esa casa con el reintegro de los miles de votos que obtuvo en las
tres elecciones donde participó y le habría sobrado.
En otras palabras, por donde se le mire, han exagerado inhumanamente la nota.
Han revivido una grieta social en el peor de los momentos así haya sido la
señora vicepresidente quien haya puesto la pica en Flandes y vengado a nombre de
sus ancestros 400 años de marginación.
El Porce, febrero 25 del 2023
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