Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 13.050.630

Fecha: Martes 07-03 -2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 

 ¿Sólo 30 años para manejar todo un país?

 

En el artículo 191 de la Constitución Política de Colombia, se establece que: “Para ser Presidente de la República se requiere ser colombiano por nacimiento, ciudadano en ejercicio y mayor de treinta años”. En un primer momento parecería que tener tan pocas condiciones para ser presidente, para administrar las riquezas de toda una nación y para ser el rostro público de Colombia para el mundo, daría la facilidad para que cualquier ciudadano colombiano pudiera ejercer este puesto tan importante. Sin embargo, en la actualidad, este artículo, está atrayendo personas bastante conflictivas.

El término corrupción, es siempre un mínimo común entre todo aquel que se adentre en la política, ya sea de forma presunta o una confirmación. Más, siempre existe la duda, siempre existen pruebas que, des-legitiman, pero nunca nadie limpio, siempre con una pequeña mancha en su historial, aunque sea presunta, existe. No debería ser imposible impedir, que alguien que incluso antes de representar un puesto político, pueda llegar o mantenerse en este lugar. Después de todo para puestos mucho más simples, el pasado judicial limpio es requerido, pero, es allí donde nace la pregunta ¿Por qué en puestos de menor rango si existe esta obligación, pero en puestos más altos no? Acaso ¿Es imposible mantenerse limpio en el camino que se recorre hasta llegar a los más altos puestos?

Esta imposibilidad se ve latente incluso en los tres finalistas de la pasada vuelta presidencial. Gustavo Petro, que de forma indirecta gracias a su hermano e hijo se les investiga por tratos fraudulentos, los cuales hubieran influido en su campaña, o Rodolfo Hernández; quien aún sigue siendo investigado por su presunta participación en la adjudicación ilegal de un contrato cuando era alcalde de Bucaramanga y no podemos olvidar a Sergio Fajardo, quien fue acusado por la Fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia de presunto peculado por  apropiación en favor de terceros y contrato sin el cumplimiento de requisitos legales.

Todos los anteriores son figuras estrellas de la política colombiana. Estas estrellas son la manifestación más clara que el artículo que marca las condiciones para poder ser presidente debe ser extendido, se debe de pedir unos mínimos éticos ya resueltos, tal vez nos estamos fijando en las condiciones formales para ser presidente y no en las de fondo que un presidente debe de tener para poder otorgarle el gran poder que tiene este cargo público.

No obstante, ¿No debería generarse una fuerza ciudadana capacitada para mantener una veeduría que impida que estas personas puedan hacer de las suyas, cuando estén en el poder? Puesto que las instituciones encargadas parecen hacer caso omiso a las figuras que alertarán a cualquier ciudadano, alertas que sólo son expresadas después de cada periodo electoral; cuando el daño ha dejado marcas profundas en nuestro país.

 

   

 

Colombia un país de periodistas chismosos

 

 

Por Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com

 

En la historia antigua encontramos varios pasajes y libros donde el chisme es el epicentro de hechos que son cuentos sobre cosas irreales de personajes. Hasta nuestros días esta práctica se ha mantenido para crear ideas contrarias a la realidad. En USA hay revistas especializadas en esta materia y son las más vendidas.

Hay un público adicto a estas lecturas que por lo general son personas de un nivel educacional muy precario. Esto alimenta su vacío intelectual y hacen parte de un electorado de seguidores de políticos puritanos.

Todos los días recibo videos de personas con apariencia educada que hablan como si fueran a inspirar a sus oyentes a que se santifiquen y condenen a quienes consideran que son malos y ellos son los salvadores de una realidad que no conocen.

Hablan porque alguien les dijo esto, o porque trabajan para un medio enemigo del gobernante y hay que fuetear para que se moleste y así el show tenga más audiencia.

Lo que no han entendido es que la realidad va por otro lado y los chismes siempre serán chismes porque no representan la verdad de los hechos. Lo que hay que entender es que Colombia tiene una fiscalía que atiende los problemas de corrupción y crímenes, buena o mala, pero existe este organismo que vigila para que las cosas funcionen como deben ser y las malas sean corregidas, no por el chisme de un periodista o de alguien que escribe sandeces para llamar la atención.

Cuando enjuiciaron a Richard Nixon por el Watergate Hotel, no fue por un chisme, fue una nota de diez líneas que se publicó en el Washington Post y que luego dos periodistas le hicieron seguimiento basados en hechos reales y el presidente Nixon mintió sobre lo que pasó.

La seriedad y profesionalismo en la información es la que marca la historia. No es el chisme periodístico y los comentarios llenos de veneno los que van a cambiar la ruta que un presidente ha tomado.

Lo que era una gran nación conformada en varios territorios es hoy una colcha hecha de retazos donde viven millones de seres engañados por la mala información de medios de comunicación mal manejados y sin sentido de patria.

A ellos solo les interesa lo personal, lo familiar. Por eso existen los estratos sociales, la clase alta y los miserables. De esta forma no hay una nación, hay una república bananera donde los miserables son los que controlan todo y el resto vive de su trabajo.

Si los colombianos no asumen el poder de su autonomía continuarán siendo de estratos en manos de los que manejan la cosa pública.

 

 

 

Crónica #602

SOMOS COLOMBIA NO UN DESORDEN

 


Gustavo Alvarez Gardeazábal
 

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/53107919

Este país se está acostumbrando al desorden. Colombia no parece capaz de reaccionar ante el desmoronamiento de los valores que desde antaño le permitieron ser una república plena de conflictos, como todas, pero estable al fin de cuentas.

Esta patria mía ha tropezado pero no ha dado tumbos. Ha asimilado sus evoluciones y aunque a veces ha equivocado sus escogencias, mal que bien se ha permitido creer en sí misma. Pero como van las cosas, a Colombia hoy día la estamos llevando a que repita la historia de los vecinos sin que nosotros alcancemos a tener ni la capacidad económica ni la torpeza de ellos.

El país necesitaba un cambio. Le ofrecieron dos alternativas y escogió la equivocada. Nosotros requerimos que el sistema de salud de las EPS se aclimate a los reclamos y debilidades que ya le hemos detectado, no que permita la debacle en la prestación del servicio y mucho menos a que nos vuelvan a la impotencia de un país con hospitales de caridad y las recetas y las cirugías en manos del palancazo de los políticos pueblerinos.

Este país requiere una modificación favorable, no destructiva, del régimen de pensiones. Este país debería exigir que el orden lo guarden las instituciones armadas constitucionalmente no las agremiaciones exógenas ni las guardias indígenas o campesinas.

Pero también este país espera que a la vagabundería de la extorsión uniformada, que terminaron ejerciendo al unísono los guardianes como los enemigos del orden, se le ponga coto donde es, en las escuelas de formación de policías o en las academias militares, no en el solo descabezamiento de generales.

Este país no puede seguir marchando hacia el caos con el presidente y su gobierno tratando de imponer un orden extraconstitucional con decretos y proyectos que desbordan las normas existentes para redactarlos y los voceros políticos, empresariales y comunales callados.

Necesitamos cambios, no destrucción de la república. Necesitamos evolucionar hacia el futuro, no retroceder a las selvas de la estupidez.

Somos Colombia, no Venezuela ni Cuba, ni mucho menos Bolivia.

El Porce, marzo 7 del 2023

 

 

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