EDITORIAL
¿Sólo
30 años para manejar todo un país?
En el artículo 191 de la
Constitución Política de Colombia, se establece que: “Para ser
Presidente de la República se requiere ser colombiano por nacimiento,
ciudadano en ejercicio y mayor de treinta años”. En un primer
momento parecería que tener tan pocas condiciones para ser
presidente, para administrar las riquezas de toda una nación y para
ser el rostro público de Colombia para el mundo, daría la facilidad
para que cualquier ciudadano colombiano pudiera ejercer este puesto
tan importante. Sin embargo, en la actualidad, este artículo, está
atrayendo personas bastante conflictivas.
El término corrupción, es siempre un mínimo común entre todo aquel
que se adentre en la política, ya sea de forma presunta o una
confirmación. Más, siempre existe la duda, siempre existen pruebas
que, des-legitiman, pero nunca nadie limpio, siempre con una pequeña
mancha en su historial, aunque sea presunta, existe. No debería ser
imposible impedir, que alguien que incluso antes de representar un
puesto político, pueda llegar o mantenerse en este lugar. Después de
todo para puestos mucho más simples, el pasado judicial limpio es
requerido, pero, es allí donde nace la pregunta ¿Por qué en puestos
de menor rango si existe esta obligación, pero en puestos más altos
no? Acaso ¿Es imposible mantenerse limpio en el camino que se
recorre hasta llegar a los más altos puestos?
Esta imposibilidad se ve latente incluso en los tres finalistas de
la pasada vuelta presidencial. Gustavo Petro, que de forma indirecta
gracias a su hermano e hijo se les investiga por tratos fraudulentos,
los cuales hubieran influido en su campaña, o Rodolfo Hernández;
quien aún sigue siendo investigado por su presunta participación en
la adjudicación ilegal de un contrato cuando era alcalde de
Bucaramanga y no podemos olvidar a Sergio Fajardo, quien fue acusado
por la Fiscalía ante la Corte Suprema de Justicia de presunto
peculado por apropiación en favor de terceros y contrato sin
el cumplimiento de requisitos legales.
Todos los anteriores son figuras estrellas de la política colombiana.
Estas estrellas son la manifestación más clara que el artículo que
marca las condiciones para poder ser presidente debe ser extendido,
se debe de pedir unos mínimos éticos ya resueltos, tal vez nos
estamos fijando en las condiciones formales para ser presidente y no
en las de fondo que un presidente debe de tener para poder otorgarle
el gran poder que tiene este cargo público.
No obstante, ¿No debería generarse una fuerza ciudadana capacitada
para mantener una veeduría que impida que estas personas puedan
hacer de las suyas, cuando estén en el poder? Puesto que las
instituciones encargadas parecen hacer caso omiso a las figuras que
alertarán a cualquier ciudadano, alertas que sólo son expresadas
después de cada periodo electoral; cuando el daño ha dejado marcas
profundas en nuestro país.
|
|
|
Colombia un país de
periodistas chismosos
Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
En la historia antigua encontramos varios pasajes y
libros donde el chisme es el epicentro de hechos que son cuentos
sobre cosas irreales de personajes. Hasta nuestros días esta
práctica se ha mantenido para crear ideas contrarias a la realidad.
En USA hay revistas especializadas en esta materia y son las más
vendidas.
Hay un público adicto a estas lecturas que por lo general son
personas de un nivel educacional muy precario. Esto alimenta su
vacío intelectual y hacen parte de un electorado de seguidores de
políticos puritanos.
Todos los días recibo videos de personas con apariencia educada que
hablan como si fueran a inspirar a sus oyentes a que se santifiquen
y condenen a quienes consideran que son malos y ellos son los
salvadores de una realidad que no conocen.
Hablan porque alguien les dijo esto, o porque trabajan para un medio
enemigo del gobernante y hay que fuetear para que se moleste y así
el show tenga más audiencia.
Lo que no han entendido es que la realidad va por otro lado y los
chismes siempre serán chismes porque no representan la verdad de los
hechos. Lo que hay que entender es que Colombia tiene una fiscalía
que atiende los problemas de corrupción y crímenes, buena o mala,
pero existe este organismo que vigila para que las cosas funcionen
como deben ser y las malas sean corregidas, no por el chisme de un
periodista o de alguien que escribe sandeces para llamar la
atención.
Cuando enjuiciaron a Richard Nixon por el Watergate Hotel, no fue
por un chisme, fue una nota de diez líneas que se publicó en el
Washington Post y que luego dos periodistas le hicieron seguimiento
basados en hechos reales y el presidente Nixon mintió sobre lo que
pasó.
La seriedad y profesionalismo en la información es la que marca la
historia. No es el chisme periodístico y los comentarios llenos de
veneno los que van a cambiar la ruta que un presidente ha tomado.
Lo que era una gran nación conformada en varios territorios es hoy
una colcha hecha de retazos donde viven millones de seres engañados
por la mala información de medios de comunicación mal manejados y
sin sentido de patria.
A ellos solo les interesa lo personal, lo familiar. Por eso existen
los estratos sociales, la clase alta y los miserables. De esta forma
no hay una nación, hay una república bananera donde los miserables
son los que controlan todo y el resto vive de su trabajo.
Si los colombianos no asumen el poder de su autonomía continuarán
siendo de estratos en manos de los que manejan la cosa pública.
|
|
Crónica #602
SOMOS COLOMBIA NO UN DESORDEN
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53107919
Este país se está acostumbrando al desorden. Colombia no parece
capaz de reaccionar ante el desmoronamiento de los valores que desde
antaño le permitieron ser una república plena de conflictos, como
todas, pero estable al fin de cuentas.
Esta patria mía ha tropezado pero no ha dado tumbos. Ha asimilado
sus evoluciones y aunque a veces ha equivocado sus escogencias, mal
que bien se ha permitido creer en sí misma. Pero como van las cosas,
a Colombia hoy día la estamos llevando a que repita la historia de
los vecinos sin que nosotros alcancemos a tener ni la capacidad
económica ni la torpeza de ellos.
El país necesitaba un cambio. Le ofrecieron dos alternativas y
escogió la equivocada. Nosotros requerimos que el sistema de salud
de las EPS se aclimate a los reclamos y debilidades que ya le hemos
detectado, no que permita la debacle en la prestación del servicio y
mucho menos a que nos vuelvan a la impotencia de un país con
hospitales de caridad y las recetas y las cirugías en manos del
palancazo de los políticos pueblerinos.
Este país requiere una modificación favorable, no destructiva, del
régimen de pensiones. Este país debería exigir que el orden lo
guarden las instituciones armadas constitucionalmente no las
agremiaciones exógenas ni las guardias indígenas o campesinas.
Pero también este país espera que a la vagabundería de la extorsión
uniformada, que terminaron ejerciendo al unísono los guardianes como
los enemigos del orden, se le ponga coto donde es, en las escuelas
de formación de policías o en las academias militares, no en el solo
descabezamiento de generales.
Este país no puede seguir marchando hacia el caos con el presidente
y su gobierno tratando de imponer un orden extraconstitucional con
decretos y proyectos que desbordan las normas existentes para
redactarlos y los voceros políticos, empresariales y comunales
callados.
Necesitamos cambios, no destrucción de la república. Necesitamos
evolucionar hacia el futuro, no retroceder a las selvas de la
estupidez.
Somos Colombia, no Venezuela ni Cuba, ni mucho menos Bolivia.
El Porce, marzo 7 del 2023
|