EDITORIAL
Todos podemos
construir una mejor Colombia
La capacitación para el emprendimiento se ha constituido como una de
las nuevas modalidades de economía que ha surgido en este último
tiempo, con el objetivo de empezar a promover la independencia
económica individual. Hoy en día vemos como el emprendimiento se ha
venido difundiendo en instituciones públicas tales como colegios y
universidades.
El emprendimiento se ha convertido en una cátedra y muchas personas
dictan clases de lo que hoy en día se denomina como coach. Este tipo
de nueva economía se ha venido aplicando teniendo en cuenta el
drástico cambio que ha sucedido en el mundo, como lo es el caso de
la globalización, el auge de Internet y el nuevo modelo económico de
trabajo.
Es una realidad que este tipo de emprendimiento debe, sin lugar a
dudas, aplicarse de una manera más continúa en la sociedad, teniendo
en cuenta que es una estrategia que se puede implementar para
mejorar algunos fenómenos sociales como por ejemplo brindarles
muchas más oportunidades a las mujeres especialmente, aquellas que
son cabeza de hogar.
Crear más cobertura para que mujeres que son cabeza de familia
cuenten con la oportunidad de crear la independencia económica, en
definitiva, contribuye a que cientos de mujeres se liberen del
maltrato y de la violencia intrafamiliar, teniendo en cuenta que la
economía es su principal factor de dependencia y las hace cada vez
mucho más vulnerables para que sean víctimas de maltrato físico y
psicológico, incluso que sean víctimas de feminicidio.
Por esta razón, desde El imparcial debemos de hacer un llamado tanto
a las alcaldías como a las gobernaciones para que adelanten diversas
estrategias que contribuyan a desembolsar más recursos económicos,
con el fin de incentivar las campañas en barrios vulnerables,
persiguiendo así el objetivo de que estas mujeres se capaciten en
diferentes áreas como confecciones, pintura, entre otras.
No solo basta con el hecho de realizar capacitaciones para el
aprendizaje de la elaboración de un producto o de un servicio, sino
que lo más importantes es que se empiecen a desembolsar los recursos
que hagan falta y sean necesarios con el fin que estas mujeres no se
queden solo con el aprendizaje de estas capacitaciones, sino que
también tengan una oportunidad financiera para sacar sus proyectos
adelante.
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Se están robando a la ciudad y el gobierno no se da por enterado
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Las tapas de alcantarillado, el
alambre de cobre de las líneas eléctricas más todo el metal que esté
a la vista desaparece a los ojos de quienes se suponen son los que
protegen a la ciudad. Ni
en el centro de la ciudad ni en
cualquier otro sitio
se puede dejar nada a la vista porque desaparece.
La ciudad está enferma y hablamos de clases sociales como si esto
fuera orgulloso pertenecer a uno de estos estratos.
¿Estrato de qué?
Los unos y
los otros se cuidan para que el vecino no lo robe o el ladronzuelo
no se robe la ropa tendida al sol. Todo es un concierto de
delincuentes que están de fiesta, pregonando
que los otros son unos ladrones y hay que cuidarnos aunque haya que
sonreír para no perder la amistad.
El alcalde y todo su séquito andan protegidos por temor a un
secuestro o que un raponero se les quede con el reloj o, quizás
con la cadena de oro que pende en su cuello. Todos se protegen pero
quienes tienen el poder de poner orden en casa se resguardan tras su
guardia pretoriana.
El centro de la ciudad es cuna de bandidos y Alii Baba tiene sus
oficinas donde controla a sus esbirros para que traigan la mercancía
robada y, como
buen reducidor paga miserablemente lo mal habido porque todos al
final ganan.
¿Para qué el pueblo los eligió?
Todos sabemos que ese cargo es de mucha responsabilidad y deberes
que hay que cumplir, si no se pone orden en la casa hasta el ratón
se come el queso y juega con la trampa. En las manos del
burgomaestre, el concejo municipal, la policía y la fiscalía está el
buen manejo del bienestar de la ciudad y la tranquilidad de los
ciudadanos.
Todos pagamos impuestos como cuota de manejo del bienestar de la
ciudad. Lo menos que pedimos es que se sienta que estamos en una
ciudad que esté administrada por gente que sí sabe hacer su trabajo
profesionalmente y, que
en las próximas elecciones puedan dar la cara y no salir a
refugiarse donde el diablo se perdió en la maraña.
Al pasar por el frente de la alcaldía, da
la sensación que la ciudad está en guerra no declarada. Todo parece
que estuvieran en acuartelamiento de segundo grado llegando a
primero. La alcaldía es el símbolo de la libertad y que todo está en
orden pero cuando la vemos enrejada y con barreras y guardas por
todos lados, la
percepción cambia. Desde allí se puede ver el temor que tienen los
que están adentro.
¿Y los de afuera como se sienten?
Que algo raro está pasando en una ciudad que antes era la ciudad de
las puertas abiertas.
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Crónica #606
MI PERSONAJE INOLVIDABLE
Gustavo
Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53157020
Los amigos de Don Lucio Michaelis creíamos a pie juntillas que era
inmortal porque había sabido conservarse en alcohol.
Nos contaba, con una gracia infinita, que desde cuando se pegó la
primera borrachera siendo un adolescente díscolo a quien mandaron al
internado de los jesuitas en Bogotá, continuó bebiendo fino durante
casi todos los días de 76 años de los 91 que alcanzó a vivir.
Había heredado de su padre, un curtido capitán de los ejércitos de
artillería del Kayser, no solo su capacidad para ingerir licor
saboreándolo y distinguiéndolo mientras lo evaluaba, sino una
habilidad para guardar ordenadamente en sus archivos todo lo que
hacía y en su prodigiosa memoria episodios verdaderamente
incunables.
Acompañado por la fortuna que su padre amasó en la ya desaparecida
Ferretería Electra, y por el rendimiento que él y su hermano mayor
le dieron a la empresa durante más de medio siglo, Don Lucio se
volvió un sibarita, al más refinado estilo decimonónico.
Acolitado por la siempre fuerte y siempre constante compañía de su
esposa durante 65 años, fue a la Opera en New York y en Paris. Se
alojó en el Ritz y se bañó en Capri.
Su casa de la loma alta de Santa Mónica sirvió para exquisitos y
generosos banquetes y francachelas por las que pasaron actores y
testigos de la vida caleña. Ingenioso para rehacer historias y
relatos, era un novelista consumado que sin embargo no escribió
ficción alguna pero las narraba verbalmente con la solvencia y el
estilo de sus kilométricas lecturas.
Sapiente en arte y literatura, tuvo colecciones maravillosas de
pinturas coloniales y una biblioteca gigante y majestuosa,
especializada en su secreta afición por Hitler a donde llegó por
reacción afectiva cuando por orden del gobierno de López Pumarejo,
él, sus padres y sus hermanos fueron obligados a vivir en uno de los
dos campos de concentración para alemanes que montaron en 1944 en
Colombia.
Me hará mucha falta su sabiduría y su inacabable anecdotario y debe
hacerle un muy inmenso vacío a su esposa de toda la vida y a las
hijas que tanto amó.
El porce, marzo 11 del 2023
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