Retrato del nadaísta cachorro
Por: Jotamario Arbeláez
18. El sueño de la abuela
Todos los sueños son extraños, pero abuela tuvo el más extraño de
todos y nos lo contó esta mañana en la mesa del desayuno.
Todavía estaba aterrada, se le veía en el semblante, por lo general
pálido e inexpresivo.
Estábamos con ella, que servía el chocolate, las arepas con queso y
mantequilla y el ‘calentao’,
Jorge y Adelfa, Jesús y Elvia, y yo, que ya salía para la escuela.
Al regresar a media noche de la misa de gallo, contó, vio que
estaban abiertas de par en par las puertas del portón y del
contraportón,
todas las luces prendidas, un silencio absoluto, y los habitantes de
la casa convertidos en estatuas de piedra.
Al primero que vio fue a papá, todavía con el sombrero puesto y su
traje de paño entero,
la llave de la puerta en la mano, cruzando el patio para dirigirse a
su pieza.
En la pieza estaba mamá, en combinación, destendiendo la cama.
Se devolvió hacia la sala contigua a la habitación de los tíos y los
encontró sentados en sendas butacas,
Jorge con una copa de aguardiente en la mano y Adelfa sirviéndose un
trago de la botella.
Alarmada, me buscó por toda la casa y me
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encontró en el inodoro del fondo, sentado sobre la taza con un gesto
de cólico.
En el camino se tropezó con el perro, con Tippy, también de piedra,
quien por primera vez no ladró.
Después de que
terminó de contar su sueño se hizo el silencio. Todos tragábamos
grueso.
Quién sabe lo que querrá decir esta pesadilla, dijo la abuela.
Porque todos los sueños tienen su traducción en señales.
Mi mamá dijo que Cecilia, la inquilina de la pieza de atrás, había
estudiado la interpretación de los sueños con un profesor austriaco,
y que la esperáramos a la noche, cuando llegara de su oficio en la
platería, para ver si nos daba luces.
Cecilia llegó de malas pulgas, por cuanto se había perdido un
brazalete y si no aparecía se lo iban a cobrar a todos los
empleados.
Mamá le ofreció una taza de mazamorra con panela y le dijo que se
sentara con nosotros pues misiá Carlotica había tenido un sueño muy
raro que ella de pronto nos sabría descifrar.
Todos estábamos a la mesa y ardíamos de curiosidad.
Luego de tomar su tentempié y escuchar el sueño de los propios
labios de Lota, dijo Cecilia:
Soñar con estatuas de piedra de integrantes de una misma casa
significa que no hay comunicación entre ellos,
al extremo de que puede llegar a sucederse una pelea.
Lo extraño es que yo no figure en el sueño, pues aunque no soy
propiamente de la familia habito bajo el mismo techo.
Casi enseguida llegó Luis, el mecánico, quien me decía “Tangüetico”,
pues así llamaba yo a los taburetes,
y luego de lavarse delante de nosotros las manos engrasadas en el
lavamanos del comedor,
dijo dirigiéndose a su moza, como figuraba nuestra delicada
inquilina:
“A que no sabes lo que te traje. Te vas a desmayar de la dicha”.
Y sacó del bolsillo de atrás de su mono, envuelto en papeles
encrespados,
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una cajita
roja con fondo de terciopelo que destapó ante nuestros ojos,
nada menos que una
diadema de oro
engastada en piedras
preciosas, que le alargó a su adorada.
Esta se puso roja de la furia, le dijo que esa era la pieza que se
habían robado hoy en la platería, que de dónde la había sacado.
Y él le contestó que se la habían ofrecido en el taller a un precio
que él no pudo resistir y que había invertido en ello el canon
mensual del alquiler de la pieza.
Y ahora yo con qué cara me quedo con esto, y cómo la voy a devolver
a la empresa, donde van a pensar que fui yo quien me la robé y a lo
mejor me echan.
Y la abuela se paró y exigió que se le pagara el arriendo que lo
necesitaba para comprar el mercado
y el pobre mecánico no sabía qué hacer ante los sopapos de la mujer
y sus insultos de zonzo, sonso, zoquete,
y los reclamos de mi papá y de Picuenigua de que tenía que responder
por su cuota de arrendamiento,
y Cecilia lloraba y mamá trataba de consolarla y papá le decía a
mamá que no fuera sapa no te metás
y en medio de tamaña gresca me fui a acostar
y soñé que todas las estatuas de piedra, menos yo,
se habían vuelto a convertir en seres humanos y celebraban una
fiesta con aguardiente en el comedor.
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