EDITORIAL
¿Dónde están los límites de la
protesta social?
La protesta social ha sido el motor de la sociedad que protege la
vida. La vida se manifiesta dentro del deseo primario de vivir o en
términos más precisos vivir bien. Al ser la protesta social un
movimiento que impulsa, propone y exige formas de vivir bien, no se
torna extraño que la educación, el derecho al voto, al voto
femenino, el reconocimiento a las minorías étnicas y sexuales, entre
muchos otros beneficios de vivir en una sociedad de la vida, hayan
sido gestadas a partir de la protesta social. Pero ¿Puede ser
interpretada la protesta social de esta manera en la última década?
¿Cuáles son los límites de la protesta social?
Una y otra vez el periódico El Imparcial ha cubierto incontables
manifestaciones sociales, expresando sus exigencias, haciendo eco a
su pliego de peticiones. No obstante, la protesta parece cada vez
más alejarse de su origen; la preocupación por el bienestar social,
desplazándose de tal forma que se termina alojando en una población
que ve sus intereses personales por encima del interés social, tal
es el caso que en la actualidad se vive en Antioquia (Bajo Cauca y
Nordeste) y en el sur de Córdoba en donde los gestores de la minería
ilegal salieron a protestar por la constante lucha que el Gobierno
había arremetido contra ellos.
Resulta hilarante que un gestor de un acto ilegal, se resguarde
desde el concepto de protesta, más, no es un acto imposible. Después
de todo se justifica desde el art. 37 de la Constitución Política de
Colombia en donde se afirma que “Toda parte del pueblo puede
reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la Ley podrá
establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá
limitar el ejercicio de este derecho” a este artículo de la
Constitución se le han atribuido múltiples discusiones sobre los
límites del acto mismo de acción de protestar, sin embargo, nunca se
han aclarado bajo qué bases se debe llevar a cabo, razón por la cual
se debe implementar la protesta.
Desde el periódico El Imparcial, se percibe la acción de protesta
como una forma de exigir una mejora a la sociedad, y no como un acto
que legitima acciones ilegales o espacios para liberar discursos de
odio que atenten contra los cimientos de una sociedad para el vivir
bien. En este orden de ideas, deberíamos preguntarnos: ¿Qué
protestas son en sí protestas reales y no simples actos criminales,
que de protesta sólo tienen el nombre? ¿Hasta qué punto el utilizar
el concepto protesta puede legitimar una acción criminal o un acto
de ataque hacia una sociedad de la vida?
Por otro lado, la malversación constante de la protesta social, ha
llevado a deslegitimar a la misma, lo que en un principio era un
deber ciudadano ahora parece haberse metamorfoseado en un cuerpo que
todo lo puede y justifica actos de violencia y trasgresión de
derechos contra la vida. ¿Qué la protesta social haya justificado
actos violentos, no implica la necesidad de limitación para la
misma? Después de todo, ¿la protesta social no debería utilizarse
como un arma de protección de la sociedad del vivir bien y no de
intereses monetarios de entes ilegales?
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¿Por qué
no crece económicamente un país?
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Todos los países
del mundo son ricos en cuanto al concepto de riqueza humana. La
riqueza es una condición emocional donde juegan muchos valores
culturales. La posesión de cosas es una forma de riqueza, aunque el
que no tiene nada es más rico que el que lo posee todo. Porque es
feliz en su hábitat.
Cuando hablamos de países, es otra situación. La organizativa,
porque en ella se eleva la condición de vida de sus habitantes. Aquí
es el conjunto de valores e infraestructura que estos tienen para
proveer a sus ciudadanos un estándar de vida que le permita vivir en
condiciones donde llene las necesidades de cada ciudadano
equitativamente.
Quienes administran los países son los responsables de proveer ese
bienestar a sus ciudadanos. En la actualidad los administradores de
los países están más enfocados en competir y demostrar el poder
bélico tomando de los ciudadanos su economía para poder enfrentarse
y estar en los primeros lugares del poder mundial.
Las guerras son el mejor negocio, todo lo que represente lucha de
poderes es una buena alternativa para avanzar y establecer
condiciones que permitan enriquecer a unos y a otros vivir bajo la
represión.
Colombia ha vivido en guerra no declarada toda su historia
republicana. Porque no han tenido sus dirigentes la capacidad de
organizar el país que les permita tener una ruta de bienestar. La
pobreza mental, más la incapacidad creativa han usado la guerra para
mantener al pueblo en una prisión invisible y así manipular los
bienes sociales.
De ser una nación de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados,
es hoy de un poco más de un millón K2. Y con intenciones de ciertas
regiones de separarse del centralismo que se ejerce en Bogotá.
Cuando una sociedad es ignorante, siempre vivirá a merced de gente
más ignorante que ellos porque ven lo fácil que es conducir un
pueblo que es el reflejo de su conocimiento. Ellos saben cómo
manipular su entorno y cómo mantenerlo a merced de ellos. Los otros,
que se consideran más hábiles actúan con mayor diligencia y
manipulan a quienes manipulan el pueblo.
Este fenómeno de actuación conlleva a que una sociedad bajo esta
actuación jamás podrá avanzar a niveles que le permita a la
ciudadanía alcanzar un bienestar equitativo. Todo estará a merced de
quien esté en el gobierno. Los cambios no se darán porque la
constitución que es la base, está mal elaborada y nada se puede
hacer para poder establecer unas leyes que permitan ejecutarse sin
tener que depender de la Constitución.
Colombia está frenada por la sucesión de luchas políticas y la falta
de claridad en el manejo de la economía del país. Nada cambiará en
los próximos cincuenta años porque han destruido en los pasados 70
años todas las posibilidades de ser una nación de alto vuelo, a
pesar de haber tenido hombres de garra que catapultaron al país a
nivel mundial.
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Crónica #607
SE ROBARON HASTA LA CALLE
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53181576
Hace muchos años, cuando fui alcalde por primera vez en Tuluá y no
existían los celulares, se apareció a las 6 de la mañana al
apartamento del Edificio Montoya, donde viví todos los años de
burgomaestre de mi pueblo, el secretario de Obras Públicas, James
Murillas, y con la serenidad que le ha permitido triunfar en la
vida, me dijo entonces sin parpadear “alcalde, anoche se nos robaron
una calle”.
Ayer, al leer la noticia de cómo se robaron la calle Bolívar en
Zaragoza, Antioquia, pensé en la cara que podrían haber hecho al
saber la noticia los turistas o visitantes que estuviesen en esta
población del bajo Cauca, donde fue alcalde de ingrata recordación
hace muchos años la madre de la hoy controvertida ministra Corcho.
Y debe haber sido igual a la que puse yo cuando mi secretario me
explicó que al pavimentar la calle 25, para ampliar las vías de
Tuluá hacia lo que sería el Nuevo Farfán, la maquinaria del
municipio había encontrado el día anterior una veta de arena
finísima, de la usada para repello, puesto que por esa vía corrió
antaño el río Tuluá.
Durante toda la noche, en carretillas de caballo y manuales, en
volquetas, y siempre a pala, habían vaciado toda la arena de la
calle y nos dejaron un gigantesco hueco.
En Zaragoza, zona aurífera por excelencia, el viernes anterior el
contratista que pavimentaba la calle Bolívar (ya no existen
maquinarias en los municipios y todo se contrata) habían encontrado
una peña de oro y con disimulo, en volquetas del municipio o del
contratista, estuvieron sacando la tierra para irla a echarla a un
lote que afirman es propiedad del actual alcalde.
Como a los ciudadanos no les pareció normal tal actividad, se fueron
a asomar y descubrieron los más baquianos que lo que estaban sacando
no era tierra común y corriente sino tierra para lavar y extraer sus
pepitas de oro.
Corrió la voz y a pala, como hicieron en Tuluá, o con lo que fuera,
medio pueblo se precipitó a escarbar en la calle Bolívar a tratar de
encontrar la pepita que les garantizaba la comida del día siguiente.
Imaginen el alboroto y el hueco que dejaron ¡!!
El Porce, marzo 14 del 2023
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