Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 13.053-653

Fecha: Martes 14-03-2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

¿Dónde están los límites de la protesta social?


La protesta social ha sido el motor de la sociedad que protege la vida. La vida se manifiesta dentro del deseo primario de vivir o en términos más precisos vivir bien. Al ser la protesta social un movimiento que impulsa, propone y exige formas de vivir bien, no se torna extraño que la educación, el derecho al voto, al voto femenino, el reconocimiento a las minorías étnicas y sexuales, entre muchos otros beneficios de vivir en una sociedad de la vida, hayan sido gestadas a partir de la protesta social. Pero ¿Puede ser interpretada la protesta social de esta manera en la última década? ¿Cuáles son los límites de la protesta social?

Una y otra vez el periódico El Imparcial ha cubierto incontables manifestaciones sociales, expresando sus exigencias, haciendo eco a su pliego de peticiones. No obstante, la protesta parece cada vez más alejarse de su origen; la preocupación por el bienestar social, desplazándose de tal forma que se termina alojando en una población que ve sus intereses personales por encima del interés social, tal es el caso que en la actualidad se vive en Antioquia (Bajo Cauca y Nordeste) y en el sur de Córdoba en donde los gestores de la minería ilegal salieron a protestar por la constante lucha que el Gobierno había arremetido contra ellos.

Resulta hilarante que un gestor de un acto ilegal, se resguarde desde el concepto de protesta, más, no es un acto imposible. Después de todo se justifica desde el art. 37 de la Constitución Política de Colombia en donde se afirma que “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la Ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho” a este artículo de la Constitución se le han atribuido múltiples discusiones sobre los límites del acto mismo de acción de protestar, sin embargo, nunca se han aclarado bajo qué bases se debe llevar a cabo, razón por la cual se debe implementar la protesta.

Desde el periódico El Imparcial, se percibe la acción de protesta como una forma de exigir una mejora a la sociedad, y no como un acto que legitima acciones ilegales o espacios para liberar discursos de odio que atenten contra los cimientos de una sociedad para el vivir bien. En este orden de ideas, deberíamos preguntarnos: ¿Qué protestas son en sí protestas reales y no simples actos criminales, que de protesta sólo tienen el nombre? ¿Hasta qué punto el utilizar el concepto protesta puede legitimar una acción criminal o un acto de ataque hacia una sociedad de la vida?

Por otro lado, la malversación constante de la protesta social, ha llevado a deslegitimar a la misma, lo que en un principio era un deber ciudadano ahora parece haberse metamorfoseado en un cuerpo que todo lo puede y justifica actos de violencia y trasgresión de derechos contra la vida. ¿Qué la protesta social haya justificado actos violentos, no implica la necesidad de limitación para la misma? Después de todo, ¿la protesta social no debería utilizarse como un arma de protección de la sociedad del vivir bien y no de intereses monetarios de entes ilegales?

 

   

 

¿Por qué no crece económicamente un país?

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Todos los países del mundo son ricos en cuanto al concepto de riqueza humana. La riqueza es una condición emocional donde juegan muchos valores culturales. La posesión de cosas es una forma de riqueza, aunque el que no tiene nada es más rico que el que lo posee todo. Porque es feliz en su hábitat.

Cuando hablamos de países, es otra situación. La organizativa, porque en ella se eleva la condición de vida de sus habitantes. Aquí es el conjunto de valores e infraestructura que estos tienen para proveer a sus ciudadanos un estándar de vida que le permita vivir en condiciones donde llene las necesidades de cada ciudadano equitativamente.

Quienes administran los países son los responsables de proveer ese bienestar a sus ciudadanos. En la actualidad los administradores de los países están más enfocados en competir y demostrar el poder bélico tomando de los ciudadanos su economía para poder enfrentarse y estar en los primeros lugares del poder mundial.

Las guerras son el mejor negocio, todo lo que represente lucha de poderes es una buena alternativa para avanzar y establecer condiciones que permitan enriquecer a unos y a otros vivir bajo la represión.

Colombia ha vivido en guerra no declarada toda su historia republicana. Porque no han tenido sus dirigentes la capacidad de organizar el país que les permita tener una ruta de bienestar. La pobreza mental, más la incapacidad creativa han usado la guerra para mantener al pueblo en una prisión invisible y así manipular los bienes sociales.

De ser una nación de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados, es hoy de un poco más de un millón K2. Y con intenciones de ciertas regiones de separarse del centralismo que se ejerce en Bogotá.

Cuando una sociedad es ignorante, siempre vivirá a merced de gente más ignorante que ellos porque ven lo fácil que es conducir un pueblo que es el reflejo de su conocimiento. Ellos saben cómo manipular su entorno y cómo mantenerlo a merced de ellos. Los otros, que se consideran más hábiles actúan con mayor diligencia y manipulan a quienes manipulan el pueblo.

Este fenómeno de actuación conlleva a que una sociedad bajo esta actuación jamás podrá avanzar a niveles que le permita a la ciudadanía alcanzar un bienestar equitativo. Todo estará a merced de quien esté en el gobierno. Los cambios no se darán porque la constitución que es la base, está mal elaborada y nada se puede hacer para poder establecer unas leyes que permitan ejecutarse sin tener que depender de la Constitución.

Colombia está frenada por la sucesión de luchas políticas y la falta de claridad en el manejo de la economía del país. Nada cambiará en los próximos cincuenta años porque han destruido en los pasados 70 años todas las posibilidades de ser una nación de alto vuelo, a pesar de haber tenido hombres de garra que catapultaron al país a nivel mundial.

 

 

 

Crónica #607
SE ROBARON HASTA LA CALLE

 



Gustavo Alvarez Gardeazábal


Audio:

https://www.spreaker.com/episode/53181576

Hace muchos años, cuando fui alcalde por primera vez en Tuluá y no existían los celulares, se apareció a las 6 de la mañana al apartamento del Edificio Montoya, donde viví todos los años de burgomaestre de mi pueblo, el secretario de Obras Públicas, James Murillas, y con la serenidad que le ha permitido triunfar en la vida, me dijo entonces sin parpadear “alcalde, anoche se nos robaron una calle”.

Ayer, al leer la noticia de cómo se robaron la calle Bolívar en Zaragoza, Antioquia, pensé en la cara que podrían haber hecho al saber la noticia los turistas o visitantes que estuviesen en esta población del bajo Cauca, donde fue alcalde de ingrata recordación hace muchos años la madre de la hoy controvertida ministra Corcho.

Y debe haber sido igual a la que puse yo cuando mi secretario me explicó que al pavimentar la calle 25, para ampliar las vías de Tuluá hacia lo que sería el Nuevo Farfán, la maquinaria del municipio había encontrado el día anterior una veta de arena finísima, de la usada para repello, puesto que por esa vía corrió antaño el río Tuluá.

Durante toda la noche, en carretillas de caballo y manuales, en volquetas, y siempre a pala, habían vaciado toda la arena de la calle y nos dejaron un gigantesco hueco.

En Zaragoza, zona aurífera por excelencia, el viernes anterior el contratista que pavimentaba la calle Bolívar (ya no existen maquinarias en los municipios y todo se contrata) habían encontrado una peña de oro y con disimulo, en volquetas del municipio o del contratista, estuvieron sacando la tierra para irla a echarla a un lote que afirman es propiedad del actual alcalde.

Como a los ciudadanos no les pareció normal tal actividad, se fueron a asomar y descubrieron los más baquianos que lo que estaban sacando no era tierra común y corriente sino tierra para lavar y extraer sus pepitas de oro.

Corrió la voz y a pala, como hicieron en Tuluá, o con lo que fuera, medio pueblo se precipitó a escarbar en la calle Bolívar a tratar de encontrar la pepita que les garantizaba la comida del día siguiente. Imaginen el alboroto y el hueco que dejaron ¡!!

El Porce, marzo 14 del 2023

 

 

 

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