EDITORIAL
Empezó a despertar Israel
En 1992 fue aprobada en Israel una ley que otorgó al poder judicial
atribuciones para restringir y hasta bloquear leyes. La intención
era crear un sistema de contrapesos y balances en la atípica
democracia de ese país y así ha funcionado. Por ese conducto, la
Corte Suprema ha logrado suspender hasta ahora unas 20 leyes,
algunas acerca de temas tan importantes y sensibles como disminuir
privilegios a los judíos ultra ortodoxos o limitar la construcción
de nuevos asentamientos en Cisjordania.
En su nuevo gobierno -sin duda el más conservador de los últimos
años- el primer ministro Benjamín Netanyahu (tres veces en ese cargo
y desde 1996 una figura principal de la política israelí) quiere
transformar esa situación y se lanzó a recortar atribuciones al
poder judicial para otorgar un poder casi irrestricto al Ejecutivo.
La iniciativa provocó el rechazo encendido de diferentes sectores,
sobre todo entre sindicatos, universidades, militares y minorías,
que lo consideraron un atropello al sistema y una amenaza a las
protecciones de que gozan algunos grupos poblacionales, en
particular las minorías.
El mundo vio en los últimos días la fortaleza y contundencia de esa
reacción: manifestaciones y protestas con la participación de
decenas de miles de personas en todo el país. Impulsar una
iniciativa de ese calibre y trascendencia fue un movimiento más que
audaz de Netanyahu en un país de alta inestabilidad política -cinco
elecciones en los últimos cuatro años- pero, sobre todo, en una
sociedad profundamente dividida entre sectores que apoyan un marco
laico y pluralista, enfrentado a la derecha que prefiere un estado
nacionalista, con profunda influencia religiosa.
Netanyahu se tuvo que echar atrás y se vio obligado a poner la
reforma en pausa, en espera de que se calmen los ánimos. “Cuando
existe la posibilidad de prevenir una guerra civil a través del
diálogo, yo como Primer Ministro opto por un tiempo para dialogar”,
dijo. La iniciativa estará en suspenso al menos hasta la próxima
sesión del legislativo, el Knesset (Asamblea), en abril, después de
Pascua.
¿Tiene futuro el proyecto de la derecha, apoyada por partidos
ultranacionalistas y ultra religiosos, para fortalecer su dominio y
control del país y sus instituciones? No parecería, a juzgar por la
diversidad y fortaleza de las fuentes de oposición que se
evidenciaron: trabajadores, estudiantes, inversionistas, grupos
judíos en Estados Unidos y amplios sectores de militares y de
reservistas. Hoy es claro que el péndulo de la política israelí
regresó a la derecha, pero no con la fortaleza necesaria para lograr
una transformación institucional de tanta envergadura.
La población secular de clase media que nutrió las manifestaciones,
así como sindicatos, funcionarios, comerciantes, trabajadores de la
salud y los miles y miles de personas que participaron en las
marchas demostraron que tienen la capacidad para paralizar la
economía y todas las actividades de Israel, lo cual llevaría al país
a su peor crisis interna de los últimos años.
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La política es una
forma de religión donde el elegido es todo poderoso
Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
La base de la historia de la humanidad está ligada a la religión al
igual que la política. Apartarse de ellas es apartar a la sociedad y
los votos que eligen a quienes gobiernan los países democráticos.
Un pueblo religioso es un pueblo a merced de quien
tenga el poder de convencer y actuar porque la política es igual que
la religión, la fe y la creencia hacen que muevan todos los
estamentos.
Los líderes son los que manejan las multitudes esto hace que existan
la mega iglesias y partidos. Unos mueven el Estado y los otros los
sentimientos o espíritu. Y este es el negocio más lucrativo que
existe en la actualidad.
Los grandes capitales están almacenados en Estados y en iglesias que
mueven millones de feligreses y fanáticos porque ellos tributan y
pagan diezmos. Y esos dineros son libres de impuestos porque ninguno
de los dos paga impuestos pero quienes los siguen sí.
Cuando los niveles del intelecto alcanzan unos estándares de
superioridad la religión comienza a desaparecer y los políticos
pierden poder. Ya entra el mundo de los negocios y los países
comienzan a navegar en otra realidad donde los ciudadanos comienzan
a alcanzar su bienestar sin depender de los políticos y la religión.
Las iglesias en New York han desaparecido, hay menos feligresía que
hace cincuenta años. Muchas iglesias pasaron a manos de nuevos
dueños en el mercado de la propiedad y otras en negocios de
servicios como restaurantes, bares o supermercados.
Ahora hay más políticos porque ven un negocio muy lucrativo en la
política. Las inversiones se hacen antes de las elecciones y se
organizan las empresas en nombre de un movimiento o partido. El
dinero va y viene y al final la sociedad es la que paga pensando que
por quien votaron van a solucionar los problemas del día a día pero
en verdad lo que sucede es que quien fue elegido se empodera y actúa
como un pequeño reyezuelos en su territorio.
La sociedad está cambiando a paso lento y esta es la
razón por la que el voto en blanco está ganando espacio en las
elecciones. Solo se necesita que se legisle sobre este tema y le den
al voto en blanco el poder que necesita.
Si el voto en blanco gana un número elevado de votos los suficientes
para elegir senado o cámara no debería nadie llegar a esos puestos
sino disminuir el número de representantes en ambas cámaras para así
darle poder al electorado y poner a trabajar a los políticos.
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Crónica #620
EL LUNES SANTO
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53401007
Este lunes, en las calles de la ciudad blanca de Popayán se
celebrará la primera procesión del ciclo que por siglos ha venido
celebrándose en seguimiento de una tradición quizás mucho más
andaluza que española.
Es la Procesión de Lunes Santo o la Procesión del Pueblo como la
llamaron los casi desaparecidos hidalgos aristócratas popayanejos
cuando la mantuvieron prohibida por décadas.
Hasta hace unos años, cuando el arquitecto Luis Eduardo Ayerbe, el
que mantiene el increíble Museo de la Casa de los Arboleda, resolvió
volverla a organizar, conseguirse las andas y las imágenes para
montar los pasos y enfrentar a los oligarcas políticos de nuevo
cuño, y por supuesto al arzobispo de turno y a la tal Junta de la
Semana Santa, que todavía pretende creer que esa semana tradicional
no es ya un patrimonio turístico de toda Colombia sino solamente de
los cargueros y sahumadoras que de generación en generación se han
venido heredando el derecho o la felicidad de poder cargar un santo
o de salir desfilando en la procesión.
Por supuesto, Popayán realiza su semana mayor cada año con más y
distintas preocupaciones. El estigma de la eterna batalla entre
blancos hidalgos e indios ni se borra ni se discute ni se hace
digerible. Las bandas de guerrillas y narcos reemplazaron la
sumisión indígena y el dediparadismo de cuatro o cinco ordeñadores
del prestigio añoso de los apellidos.
Ni siquiera un libro como el que acaba de publicar el líder regional
Francisco Gembuel, cuestionando de manera contundente y dramática el
régimen de la tal justicia indígena, y que lo tiene a él pagando
todavía los años de exilio a que fue condenado por chismes de
vereda, pero exoneró a las Farc y al ELN de la responsabilidad
evidente en el crimen del alcalde de Jambaló hace 30 años, y a él lo
condenó miserablemente, ha removido las estructuras caducas para que
sean discutidas públicamente.
Solo sale la procesión del Lunes Santo como Procesión del Pueblo
encerrando una simbólica protesta sorda que crece con los años.
Pero así es Popayán.
El Porce, abril 01 del 2023
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