Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 13.065-665

Fecha: Martes-11-04-2023

 

EDITORIAL

  - 9
 

EDITORIAL

 

La inflación que nos abruma


Al cierre del primer trimestre de este 2023 queda absolutamente claro que, en materia económica, el principal enemigo a vencer continúa siendo la inflación. Según el DANE, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) enero-marzo fue de 4,56%, superior en veinte décimas porcentuales al del mismo lapso del año pasado. Esto significa, entonces, que la carestía, aunque ha disminuido en la curva alcista, sigue vigente. Obviamente, el dato más complicado es el de la inflación anualizada, que se situó en 13,34%, la más alta desde finales del siglo pasado y un rubro muy superior al 8,53% que se registraba doce meses atrás.

Como en anteriores meses, la variación mensual más alta fue la de alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles, así como la de alimentos y bebidas no alcohólicas. Es decir, todos rubros de impacto directo en el bolsillo de las familias, cuyos gastos de consumo se han ido restringiendo de forma progresiva en los últimos meses, no solo por la carestía sino porque la escalada de los intereses financieros (producto de las medidas adoptadas por el Banco de la República para encarecer el costo del dinero) sigue forzando a apretarse fuertemente el cinturón.

Como es apenas obvio, esos resultados han tenido lecturas distintas. Por ejemplo, para el ministerio de Hacienda, aunque la inflación se mantuvo en marzo en torno a 13,3%, debe celebrarse que la de alimentos y hogares pobres siguió descendiendo. También resaltó que a esta circunstancia debe sumarse la “fuerte caída” del Índice de Precios al Productor, que pasó de 13,2% en febrero a 7,4% en marzo. Todo ello, en opinión del Ejecutivo, permitiría concluir que hay buenas perspectivas en cuanto a la tendencia a la baja del costo de vida este año.

Sin embargo, algunos economistas expertos señalan que la batalla contra la carestía, que tiene contra la pared a casi todos los colombianos, tiene todavía un largo camino por recorrer. Por ejemplo, traen a colación que el mismo DANE señala que, según nivel de ingresos, con corte a marzo, la variación anual del IPC más alta se registró en el grupo “vulnerables”, con el 13,99%, lo que significa que la inflación se continúa ensañando con los que menos tienen. Igualmente alertan sobre aquellos rubros que tienen precios controlados o vigilados por el Estado, pero que continúan por encima de la media inflacionaria.

También llamaron la atención en torno a que Cúcuta, pese al impacto de la reapertura fronteriza, registró la inflación más alta. De igual manera, consideran que el hecho de que el aumento de las tarifas del servicio de energía eléctrica siga teniendo un efecto tan alto en la canasta familiar, evidencia que los alivios aplicados meses atrás no han dado los resultados esperados. Eso se comprueba en que en el Índice total anual el aumento de precios en este servicio fue del 19,77%. Más complicado es que en Montería, Sincelejo y Valledupar las alzas fueron superiores al 30%.

Para otros analistas la inflación sí se está estabilizando mes tras mes en esta primera parte de 2023 y se espera que comience una curva de descenso más pronunciada en el segundo semestre. De hecho, recalcan que los informes de la FAO coinciden en que después de un año en el que se encarecieron drásticamente los agroinsumos y las materias primas de alimentos y productos de primera necesidad, ya se nota una disminución global en ambos rubros.

Por lo pronto, es claro que la inflación continúa siendo una amenaza grave. Las perspectivas optimistas de un abaratamiento más pronunciado de los alimentos se estrellan con el hecho de que algunos gremios del agro prenden alertas tempranas por lo que puede ser el impacto de la temporada invernal en el rendimiento de las cosechas.
 

   

 

Alianza de los dueños de la miseria social

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Puedo hablar porque he vivido lo suficiente como para distinguir entre el bien y el mal. Además, tengo la capacidad de la razonabilidad que me permite separar las cosas comunes de las cosas del intelecto. Cosa no común en el ser humano. Porque el ser humano es empírico y su intuición la tiene relegada a la magia y las cosas religiosas.

La mayoría de los textos son historias fantásticas que han entretenido a generaciones de adultos con mente de niños y que los hace vivir en ese mundo mitológico. Esa es una verdad que no se puede rebatir porque está incrustada en la genética de millones de seres humanos, es removible porque si se quita desencaja a la humanidad. Y dejaríamos de ser esa comunidad humana multifacética.

En toda esta composición de elementos humanos hay tres corrientes que rigen el planeta y que es muy difícil de escapar de las manos de ellas. La religión, los políticos y los ladrones. Es como si fuera una alianza que gobierna lo existente y que es imposible eliminar porque está presente como la vida misma.

Colombia es un país inmaduro que no ha podido añejar intelectualmente y que cada día es como si nada hubiera cambiado. Cualquiera persona mayor de 70 años puede hablar mejor que yo y hacer un recorrido en su vida para encontrarse que la ruleta de su existencia ha pasado por los mismos caminos una y otra vez y que sus vecinos no han comprendido que aún siguen en lo mismo.

Cuántos crímenes se han cometido en los más de doscientos años de existencia del país de personas que han querido ayudar a que el país avance para bien. Y seguirán muriendo y todo quedará como un muerto más en la interminable lista. Porque morir asesinado es parte del estándar de muerte en el país.

La alianza tácita de la muerte, “como una muerte anunciada”, permanece como parte de la naturaleza colombiana. Es una palabra que escuchamos en todas las formas como si su significado no tuviera el valor terrorífico que ella expresa y se siente en otras latitudes.

Por eso hay esa alianza de miseria entre los políticos, los ladrones y los reducidores, porque es la forma de mantener a los ciudadanos entretenidos mientras unos roban, otros compran lo robado y los políticos reponen lo hurtado para ganar los tres de esa jugada magistral. ¿Y quién paga? Ya todos sabemos de dónde sale el dinero.

Lo más interesante de todo esto es que los ciudadanos que son los dueños del poder, apoyan a los mismo que mantienen la cadena de calamidades votando por ellos y no ejerciendo el voto en blanco que es el que les da el poder para rechazar todo ese desorden que se ha establecido por décadas de malos gobiernos o administradores públicos.

Si uno se detiene un momento a racionalizar todo lo que está pasando y decide decir basta a todos estos atropellos las cosas irán cambiando para que las nuevas generaciones puedan vivir en paz y agradecernos por lo que hicimos por ellos.

 

 

 

Crónica #621

SI EN 1985 HUBIÉSEMOS TENIDO…

 


Gustavo Alvarez Gardeazábal


Audio:

https://www.spreaker.com/episode/53490831

Si en aquél fatídico noviembre de 1985 el Ministerio de Minas o el Observatorio Geofísico de los Andes hubiesen instalado un par de sismógrafos en Murillo o en Manizales, en las faldas del Ruiz, tal vez los miles de muertos de Armero y Chinchiná que todavía claman justicia al cielo se habrían evitado.

Pero como ni el ministro Duque ni el cura jesuita Goberna le dieron importancia al sismógrafo (que ya se usaba en el mundo desde principios del siglo 20) o como los oligarcas pobres de Manizales creyeron que si ponían a funcionar un aparato de esos les iban a espantar los turistas en su famosa y contemplada Feria de los primeros días de enero, el volcán del Ruiz permaneció hasta entonces sin quien le midiera sus eventos sísmicos o hiciera la mínima parte de lo que hoy en día el Servicio Geológico Colombiano ha venido haciendo minuciosamente, advirtiéndonos a unos y otros lo que puede pasar ante el acumulado de sismos si el Ruiz vuelve a estallar.

Pero es que no solamente los oligarcas pobres de Manizales me refutaron tres años de columnas periódicas advirtiendo que ese volcán se estaba calentando. Es que quienes vieron las fotos de como el cráter se iba agrandando y enrojeciendo, y que había tomado el fotógrafo Cajiao a lo largo de cinco años desde su avioneta, no les dieron importancia.

Y cuando Aquileo, el tulueño que ejercía de juez en Armero me invitó en septiembre de 1985 a que dictara una conferencia sobre mis columnas del volcán, ni el querido Ramón que hacía de alcalde armerita ni el inolvidable director del Serpentario me creyeron.

Debí haberles parecido un loquito que estaba escribiendo una novela. Y la tuve que escribir años después (LOS SORDOS YA NO HABLAN), cuando ellos no vivían, para contarle a Colombia y en especial para cobrarles al menos históricamente a los oligarcas pobres de Manizales por qué prefirieron tener una perra pastor alemán en el Refugio, para que diera la alarma al pie de las nieves si el volcán se mojaba, que instalar un sismógrafo que les advirtiera de lo que podía pasar.
 

El Porce, abril 11 del 2023

 

 

 

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