EDITORIAL
Chayanne;
la ironía del primero de mayo
¿Dónde se encuentra la clase
obrera? ¿Dónde están las clases sociales?
En el evento del primero de mayo, día que conmemora el movimiento
obrero mundial, y con ello se buscan las reivindicaciones sociales y
laborales a favor de las clases trabajadoras, se entonaban con gran
jovialidad las aclaraciones sobre qué es este día, afirman con gran
agudeza que ese día, no era el del trabajador sino el de la clase
obrera. Hilarante desconcierto al ver siempre las mismas voces, las
mismas consignas, siempre dirigidas a ciertos grupos sociales
organizados, divertido en la medida que parecen haber olvidado el
movimiento de la lucha, para así alojarse en una constante
imposición de reivindicaciones a grupos tradicionales. Pero, y los
otros, acaso estos grupos tradicionales son los únicos que merecen
reivindicaciones.
Estas organizaciones se esfuerzan por demostrar que lo quieren todo:
para sus sindicatos, excluyendo de esta manera a todos aquellos que
no están organizados. De esto que los participantes de dichas
manifestaciones siempre sean los mismos, a sabiendas que la lucha
los han abandonado, los grupos reivindicados han tomado este día
como festivo, cantando y alardeando sobre su gran empoderamiento,
mientras otros trabajadores deambulan por las calles buscando su
sustento.
Resultó sumamente inquietante la mirada de un vendedor de Cremhelado.
Una mirada preocupada sacudía al resto de manifestantes, la mirada
de este vendedor que con su traje rojo parecía ser la forma irónica
de esta conmemoración ¿Quién ha entonado la lucha de estos
trabajadores? ¿Quién ha buscado reivindicar la lucha de los menos
favorecidos? de los que no tuvieron la posibilidad de organizarse,
aquellos que siguen dependiendo del día a día; muy pocos podrán
afirmar que han escuchado luchas por los derechos de estos
ciudadanos, que trabajan extensas horas, bajo cualquier tipo de
condición clima, siempre dependiendo de su arduo trabajo para lograr
llevar algo de comer. Tal es el caso de Rodolfo Aguirre o como lo
conocen en el sector “chayanne”.
Chayanne es un hombre de 60 años que se sostiene con la venta de los
productos de Cremhelado, productos que les gana el 30%, única
ganancia, ya que trabaja por prestación de servicios, es decir, no
tiene seguro médico, ni prima, ni derecho a una pensión. En otras
palabras, mientras unos luchan para una mayor cobertura o eficiencia
en la resolución de estos derechos, otros ni siquiera pueden
pensarse en esta posibilidad, razón por la cual aun cuando
“chayanne” tiene un fuerte dolor en su pie izquierdo, no puede
acudir al médico o si lo hiciera, no serviría de nada, teniendo en
cuenta que su trabajo no se responsabilizará de la incapacidad que
seguramente tendría, para permitirle sanar su pie.
Sólo tomando a “Chayanne” como ejemplo, desde El periódico El
Imparcial nos preguntamos ¿Están direccionando las reivindicaciones
correctamente? ¿Están siendo bien dirigidas las fuerzas de lucha de
una forma que logre llegar a todos los ciudadanos? no decimos por
esto que no se debería luchar por una mayor eficiencia en los
derechos ya ganados, decimos que deberíamos luchar por las
reivindicaciones de la mayoría e incluso, con más fiereza para
aquellos que no pueden luchar por sus derechos o es que deberíamos
afirmar que el término clase social o la clase trabajadora sólo
puede ser encontrada en los sindicatos y organizaciones y con ello
también las reivindicaciones, dejando de esta manera al resto de
personas que no tienen posibilidad de organizarse, en una sendero
que tendrán que recorrer solos, mientras los otros siguen acumulando
bienestares.
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MINISTROS FUGACES
Por:Felipe Priast
No pienso hablar del cambio de gabinete que ha hecho Petro, porque
me sostengo en no hablar de política colombiana. Ayer hablé de
Guaidó y su paso por Colombia ilegalmente, porque me ofendió lo que
hizo ese mequetrefe al violar los procesos de inmigración
colombianos, pero no porque quería hablar de política colombiana.
Por lo tanto, no voy a analizar la salida (o quedada) de este u otro
ministro en el remezón ministerial de hoy, sino que voy a intentar
explicar por qué en Colombia, en todas las administraciones, hay una
rotación tan alta de ministros. En el pasado gobierno hubo como 5
ministros de defensa, creo, y en promedio un ministro en Colombia
dura un año, año y medio a lo sumo. La rotación es alta.
Para mí, hay dos razones fundamentales:
Primero, el carácter del colombiano es un carácter “reductivo”, el
colombiano nunca piensa primero en construir sino en reducir. Dicho
carácter se manifiesta de manera exacerbada en la política, y “comer
ministro”, o “comer funcionario público”, es un deporte nacional.
Y comer ministro del primer gobierno de izquierda del país, es casi
una cruzada.
Yo todavía no entiendo cuál es la vaina con la ministra Corcho, por
ejemplo. ¿Cuál era la discusión ahí? Una reforma a la salud es una
reforma para los pacientes, no para los proveedores de salud, esa
discusión no la entiendo. Atacar a esa vieja me pareció de un
canibalismo frívolo. Esa vieja no era la Abudinen, una completa
serpiente, era una vieja que defendía los derechos de los pacientes,
y así debe ser. Y ver ese espectáculo de la maricona de Gaviria, y
del mierdoso Vargas Lleras, atacarla, me pareció una recreación de
la pasión de Cristo, con los fariseos escupiendo a Jesús mientras
los romanos le dan látigo. La vieron frágil, sin muchas tablas
políticas, y de una fueron a comérsela.
Lo dicho, un carácter increíblemente reductivo.
Lo segundo es el pobre diablismo de ciertos ministros.
Un ministro en Colombia, casi por definición, es un político con
aspiraciones presidenciales al que todavía no le alcanza para ser
presidente. Un vergajo (o vergaja) que acepta ser ministro para ver
si coge puntos y en un futuro se vuelve presidente. Caso especial de
este pobrediablismo es Juan Manuel Santos, que se pegó a la
“política de los falsos positivos” de Uribe para agarrar aire
presidencial, y cuando ya lo agarró, dijo que no sabía nada sobre el
tema y que él era un hombre de “paz”.
Entonces, carajos y carajas del pelotón medio de los políticos
colombianos aceptan ser ministros para meter sus propias agendas
presidenciales, sin todavía ser presidentes, y sin estar alineados
con los presidentes que los ponen ahí.
Así, Ocampo tenía sus propias ideas económicas y no estaba alineado
con las ideas de Petro; Cecilia López, una eterna precandidata
presidencial ya en su última pierna política, vio la oportunidad de
ser “presidenta del agro colombiano”, sin que sus ideas estuvieran
completamente alineadas con lo que quiere Petro. Y lo mismo con
Prada y el resto de ministros cambiados. Son políticos que se le
pegaron a Petro para ser “un-poquito-presidentes” desde sus
ministerios, sin comprometerse a tirar la misma línea ideológica del
primer mandatario. Y en todas las presidencias pasa la misma vaina,
haya o no haya coalición. Los jefes políticos como Gaviria, Cepeda o
Vargas Lleras se vuelven ministros o ponen ministros para ser lo que
nunca pudieron ser con sus propios votos (y meto a Gaviria en este
combo porque esa loca de mierda salió elegido presidente con los
votos de Galán, no con los suyos. Con los suyos nunca hubiera salido
presidente, no tenía con qué).
Entonces, cuando esos “presidenticos” de ministerio sacan las uñas
en un gobierno de un carajo con los huevos bien puestos, como Petro,
esas diferencias ideológicas acaban con la salida de los ministros.
Yo no traería de ministro a nadie que no comulgara al menos en un
90% con mis ideas y que no haya estado conmigo en la lucha política
por un buen rato. Meter ministros en el gabinete que vengan con sus
propias ideas y su propia agenda es una estupidez. Ese carajo (o
caraja) te va a crear una disidencia desde el Gobierno mismo, ¿para
qué los traes? ¿Para qué te dinamite el Gobierno desde adentro?
Aquí es en donde viene la cuestión de la lealtad. En el caso de
Petro, este se rodeó de tipos que no tenían ninguna lealtad para con
él. La tenía que entrar a gobernar desde el principio con su gente
del M-19, y si estos entraban a los ministerios con las botas
puestas, ¡mejor todavía!
Yo prefiero a un tipo average, pero leal, en un Ministerio, que a un
“genio” con lealtades en otra parte, ¡toda la vida!
En ese aspecto, el uribismo supera con creces a la izquierda
colombiana. La izquierda colombiana está llena de “genios”, pero
pocos son leales. Hay mucho cacique y poco indio, y para ser
ministro toca ser indio leal primero. Ya después le metes tú tus
pinceladas propias, siempre y cuando estas estén alineadas con lo
que quiere el gobierno.
Pero llegar de una vez a “mandar” con agenda propia, y de esta forma
erosionar los lineamientos presidenciales, es una malparidez.
Si tú quieres mandar e imponer tus ideas, lánzate tú de presidente,
no te le “cueles” a otro man metiéndole un caballo de Troya en su
Gobierno, que es lo que muchos ministros hacen en Colombia con los
presidentes de turno.
Por ejemplo, ¿para qué necesita Petro a Roy Barreras? Ese HP llegó
con agenda propia a llenar los medios con su imagen porque él quiere
ser presidente (¡háganme el favor el chiste!). Petro tiene que
mandar a Roy para casa ‘e la verga, ese carajo no es leal de ninguna
forma.
El atributo más importante de un movimiento político debe ser la
lealtad de sus integrantes para con su líder. Si no eres 100% leal,
ábrete y funda tu propio partido, porque tú no haces parte de ese
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movimiento. Se pueden tener ideas propias, pero no lealtades divididas.
En Colombia, todos los políticos van con capa y daga viendo a ver cómo apuñalan
por la espalda al que les ha dado de comer. Se ha creado esta idea completamente
falaz de que la “política es dinámica”, de que el cambio de lealtades es normal
y aceptado en el mundo de la política.
La política no es el arte de acomodarse a conveniencia, es el arte de debatir
ideas en función del beneficio público.
En Inglaterra hay un caso específico que a mí me gusta traer a relación con esto
de la lealtad.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el primer Ministro era
Chamberlain, un Tory (conservador). Sin embargo, la crisis y el
fracaso derivado por la Campaña Noruega provocó su renuncia y
Winston Churchill (otro Tory) lo reemplazó. Churchill hizo un
gobierno de coalición con los laboristas liderados por Clement Atlee
(socialista), que duró hasta 1945, hasta el final de la guerra.
Durante esos 5 años que duró la coalición Atlee le fue completamente
leal a Churchill, a pesar de ser un político de la orilla opuesta de
Churchill. Al acabar la guerra hubo elecciones generales, y Atlee
compitió contra Churchill y lo derrotó, llevando a cabo un gobierno
socialista que, hoy en día, es considerado el mejor del Siglo XX en
Gran Bretaña. Mientras duró la guerra, Atlee le fue leal a Churchill.
Tan pronto la guerra acabó, esa lealtad se disolvió y él se lanzó
con sus propias ideas, ganó, e hizo un gran gobierno. Atlee supo
cuando ser leal, y cuando no serlo. En Colombia nadie sabe de esto,
todo el mundo es desleal, todo el tiempo, porque los valores han
sido reemplazados por la “viveza”.
Así, todos los ministros llegan con el mantra político colombiano:
“¡Aproveche, mijo, que este es su trampolín para ser presidente!”, y
el ministrico llega a figurar para agarrar visibilidad y cajonear al
que lo nombró de ministro. Ejemplo claro de esto es Alejandro
Gaviria, un carajo dizque inteligentísimo, que nunca va a ser
presidente porque no tiene los votos para serlo.
En Colombia no hay Atlees, hay Roy Barreras, y tú con Roy Barreras
no vas a ninguna parte…
Velar por la salud es
una obligación de la sociedad delegada a los administradores públicos
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
En 1933 los norteamericanos no
tenían una organización de bienestar social. La primera guerra mundial expandió
el conocimiento económico y con la llegada de la segunda guerra mundial unificó
a la nación haciéndose grande en patriotismo.
La depresión de los años veinte hizo estragos y este conjunto de experiencia
llevó a que el país se organizara hacia el futuro que se venía venir. Franklin
Delano Roosevelt tenía que mejorar la condición de vida de una sociedad que
comenzaba a volar económicamente y él como cabeza de estado organizó un proyecto
que permitiera dar ese bienestar a todos los americanos y se organizó el Seguro
Social. La tarjeta solo sirve para pagar impuestos e identificarse frente a las
organizaciones de Bienestar Social, mas no como identificación.
En USA no existe un documento de identificación que los ciudadanos deban cargar,
ni la policía lo puede pedir, sólo se pregunta cómo te llamas y donde vives. Si
faltas a esa verdad estás en problemas por mentir, esto es serio y da hasta 5
años de cárcel. Richard Nixon salió de la presidencia por mentir, casi le pasa
lo mismo Bill Clinton, con Donald Trump, ya sabemos que es un mentiroso y un
malandrín y ahora está en un juicio del que no se va a escapar.
Un Seguro Social bien organizado es una identidad que recoge los pagos de los
aportantes y los distribuye equitativamente entre todos sus afiliados. Y no debe
ser manejado por el gobierno, sino como una entidad pública de los ciudadanos,
autónoma y controlada por el pueblo, nombrando sus vigilantes para que todo
marche como un banco o la reserva nacional.
Colombia está muy lejos de tener este tipo de organización porque el sistema
esta tan corrupto, politizado y democratizado que no hay forma de organizar en
la inmediatez una organización que proteja al pueblo de estos malandrines que
siempre merodea el establecimiento público y lo saquen bajo el nombramiento de
quienes están empoderados en la cosa pública.
Colombia esta desequilibrada desde su base y esta situación no es nueva, son
décadas y décadas de desorganización del estado y el pueblo pague, al igual que
el mismo territorio con sus bienes a todos los acreedores que la corrupción le
ha vendido a foráneos. Porque no han robado para traer al país sino para que se
lleven lo que es de los colombianos. Lo mismo que hicieron los españoles en
siglos de saqueo.
Otro de los grandes males donde está enquistada la corrupción es a través del
código del trabajo. El mismo estado no contrata, hay otros contratistas por el
estado que emplean a los trabajadores bajo prestación de servicios y así
liberarse de obligaciones establecidas en el código del trabajo.
Todas estas enfermedades, todo el mundo las sabe y conviven con ellas. Hablan de
derecha, izquierda, comunismo etc. y al final nadie hace nada. Robarse así mismo
ya es costumbre y es como pasar dinero de un bolsillo a otro que está roto.
Porque la ignorancia es tan grande que ha alcanzado para todos.
Pronto veremos que somos menos y ya nada hay que hacer. Nuestra historia estará
guardada en un micro chip que nadie podrá leer en el futuro.
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