Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición:13.083-663

Fecha: Martes-23-05-2023

 

EDITORIAL

  - 9
 

EDITORIAL

 

La sociedad del reflejo


Caminar por las calles con la cabeza en alto y la mirada enfocada es en la actualidad un acto de valentía. Ya sea encapsulados en su música o mirando fijamente su celular han dejado de ver a su alrededor, el otro por su parte ya no es una figura humana, sino un sujeto digital, su presencia en el mundo se expresa desde el perfil de Instagram, sus gustos y disgustos son llevados a juicios desde la eficiencia de sus redes, en efecto, ahora la percepción que tenemos de nosotros mismos se ve dibujada desde la digitalidad y el número de aceptación que reciba desde esta página, nuestra imagen privada ha abierto la ventana y ha dejado salir a la libertad que acompañaba la privacidad.

Siempre sonrientes, enajenados en un mundo que pocas veces podríamos sostener. El constante crecimiento de las redes nos ha llevado a crear un mundo de esperanzas, esperanzas de volver a ese lugar, al pasado, la sociedad ha generado el deseo sobre el pasado, este momento temporal es lo que siempre queremos alcanzar, incluso subyugando al futuro a ser un vil copia de este mismo. No es de extrañar que las experiencias cíclicas generadas a partir de este fenómeno hayan llevado al sujeto a estar en constante aburrimiento, llevándolo a generar posturas de destrucción constante en busca de aquel pasado, cerrándose así su paso hacia el futuro.

En efecto, podríamos afirmar que este fenómeno del nuevo siglo, el siglo digital en un primer grado, no puede llegar a herir a nadie. Pero, esto es un ardid, el constante deseo de estar en el pasado los bloquea la estadía en el presente, ya no hay muchos que vean que sucede a su alrededor, explicando de esta manera la falta de empatía para con los otros, esta falta de empatía en el pasado funcionaba medianamente en la medida que cada persona podría generar desde sí mismo una vida funcional, sus bajones anímicos, psicológicos o físicos, sólo dependen de él. Más cuando ahora mi identidad no la poseo dentro de mí, sino que la guardó en el bolsillo, el ser humano ya no sólo pierde empatía para con los demás, sino, también pierde empatía para con sigo mismo, dejándose tirando en un mundo sin ningún tipo de reflexión auténtica, ahora él se vuelve parte de una sociedad vacía, que siempre mira hacia atrás, bloqueando cualquier acto azaroso, dejando sólo el reflejo del celular como la luz a la cual seguir.

Hijos del reflejo, sociedad del reflejo del móvil. Andan con la cabeza baja, ocultan su rostro tras la cámara, genera imágenes desproporcionadas de contexto, viven en la vigilia ocultos de la luz de cada día, desentendiéndose de la vida construyendo y calculando su identidad en la nube a partir de megas ¡ Ahora somos megas! ya no personas.


 

   

 

El Estado Polimano es

un Estado Federal

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Históricamente los Estados son gobiernos manejados por una elite de individuos que se han empoderado bajo la fuerza bruta y el miedo. Creando a su alrededor un grupo de poder que los respalda frente a otros grupos que quieren gobernar.

 

La casa fue la primera institución que el hombre creo hace más de 36 mil años y en la que se vino puliendo el poder hasta llegar a lo que hoy conocemos como nación o república.  La diferencia entre el pasado y el presente es la evolución genética que hemos tenido, más el emprendimientos de personas que cambiaron el quehacer ordinario con el creativo, la libertad, autonomía y equidad.

 

Hoy basados en esos criterios la riqueza individual florece independiente del Estado y este vive de los aportes que estos grandes capitales particulares hacen una simbiosis económica para que ambos existan y prosperen en el concierto mundial de la riqueza de los humanos.  

 

Los estados federales tienen mayor posibilidad de crecer cuando ellos son autónomos e independientes, unidos entre sí por una constitución que les permita estar acoplados y a su vez libres para funcionar como sociedades y aportarse unas a otras los bienes de consumo y comerciar con el mundo.   

 

Los países donde el poder está centralizado y manipulado por políticos es poco lo que pueden avanzar económica y socialmente esas naciones.  El resto de comunidades vivirán sometidas y de pendiendo del poder central y año tras año vivirán de un presupuesto que se les da para subsistir. No tienen la independencia de establecer relaciones económicas con otras naciones y así crecer y tener una economía elevada que les permita compartirla con sus habitantes.  

 

La dependencia del centralismo no favorece a nadie, solo si es un país pequeño sobrevive si saben manejar su economía y procesar los productos de los grandes productores de materias primas.

 

Países con grandes extensiones territoriales y con una variedad de intereses económicos y personas con pocas posibilidades de tener un estándar de vida, no es posible que estos países se desarrollen sanamente. Vivirán en permanente conflicto social  porque no pueden instaurar una estabilidad económica y siempre estarán en conflicto con el centralismo.  

 

Los políticos son personajes que piensan que el Estado es una organización que está establecida para vivir de ella con el beneplácito de sus electores, y más cuando es un Estado democrático. La corrupción para ellos es su mano derecha y así puede manipular y mantenerse en el poder bajo una rotación de cargos.  

 

Cuando se descentraliza la nación y se convierte en Estado federal, las entidades

 

 

 

territoriales progresarán independientes y los problemas serán locales. Esto permitirá poder negociar entre estados los conflictos territoriales.  

 

El centralismo siempre conlleva a la división del territorio y a luchas innecesarias y a un estancamiento.

 

EL HUMBOLDT DE WILLIAM OSPINA

 

 

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal


Reseña de:

 

“Pondré mi oído en la piedra hasta que hable”, de William Ospina

 

Editado por Random House

Escribir una crónica seminovelesca sobre una parte de la vida del sabio de sabios Alexander Von Humboldt unos años después de que Andrea Wulf nos recreara con “La invención de la naturaleza,” la extraordinaria biografía sobre el increíble alemán, era y sigue siendo un atrevimiento.

Pero William se le midió. Para quienes hemos leído ambos libros y nos hemos deleitado con ellos, el texto del colombiano sale maltrecho. Seguirle la pista a Humboldt desde cuando consigue el permiso del monarca español para venir a recorrer la América Hispana podía hacerse en detalle por varias vías.

William Ospina escoge la que ya había manejado cuando se metió a la selva amazónica detrás de Pedro de Ursúa en otra novela. La de volver cascada su narración, enumerando hasta la saciedad detalles, vidas, cualidades y temperamentos logrando hacer sentir al lector que de pronto está repitiéndose en la misma obra que páginas atrás había leído.

A veces es atronadora en sus descripciones. Humillante en su verborragia adjetiva. Asombrosamente deliciosa en los vericuetos. Pero como lo recorrido para narrar croniqueramente en la Nueva Granada no le dura sino hasta que llega a Quito y conoce al capitán Montúfar, la novela cambia de rumbo.

Ospina queda tan enamorado del bello Montúfar como lo quedó Humboldt y entonces el narrador abandona al sabio alemán y se va detrás del oligarca quiteño, miembro de los ejércitos sevillanos del rey de España, tan apuesto como efervescente, tan radical como atrevido y el libro deja las descripciones de cascadas multicolores y de enumeraciones esquematizadas para irse disolviendo en otro tono, tan agradable como lo fue la primera parte, pero tan sin fuerza, o tan sesgado para elevar a Montufar hasta la tarde que lo fusilan en el paredón de una calle de Buga, que el sabio de sabios, al llegar a la página final del libro, apenas logra ser un recuerdo vago.

Es una crónica atrayente pero frustrante. Escrita con finura pero desprovista de ese no se qué a veces llaman gloria.
 

El Porce, mayo 23 del 2023

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

 

Sub.Director

Felipe Castro Salazar

 

Gerente
Laurie Agront

Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.

 

   

Jefe de Redacción
Rubén Darío Varela

 

Diagramación

Bruno Salazar
Redes Sociales

Kathy Pérez


Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

 

Colaboradores

Jotamario Arbeláez
 

   

Gustavo Álvarez Gardeazábal
Edgar Cabezas

Guillermo Navarrete Hernández
Iván Pulido

Teresa Pardo


CONTACTO
Tel. (57) 606-348 6207
Calle 21 #7-68
Pereira, Colombia
Correo
elimparcialdiario@gmail.com

 

 

  

 

 

EL IMPARCIAL

Submit

 

 

© El Imparcial Editores S.A.S  |   Contacto 57 606 348 6207 

 

    © 1948-2009 - 2023- El Imparcial - La idea y concepto de este periódico fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un Copyright de ZahurK.

    Queda prohibido el uso de este formato (OPF) sin previa autorización escrita de ZahurK